“Pienso en Venezuela como una familia fuerte, cuyos miembros se mantienen juntos, pese a las distancias o las dificultades”. Gabriela Guerra, con 12 años, autora de esta frase, es uno de los más de 300 niños venezolanos, o hijos de venezolanos, que tocan en la Siman Orchestral Foundation (Simanof), de la ciudad de Doral, en Florida, Estados Unidos.
La directora fundadora de esta orquesta, Susan Siman, es hija de padres inmigrantes, que huyeron de España por la Guerra Civil. Nació en Estados Unidos, pero vivió desde muy pequeña en Venezuela. Fue una de las pupilas del maestro José Antonio Abreu, creador del Sistema de Orquestas, reconocido mundialmente por formar niños y jóvenes en la música, en especial los de bajos recursos, como una forma de transformación social.
Siman es asesora internacional e impulsa este tipo de iniciativas de formación de talentos en otras partes del mundo. Con sólo 6 años de fundada, ha logrado que la orquesta haya sido nominada dos veces a los premios Grammy como programa educativo musical. Han ofrecido un sinnúmero de conciertos por Estados Unidos y en países como Corea del Sur, México, Honduras, entre otros.
El legado del Sistema de Orquestas, apunta la fundadora de Simanof, significa excelencia. “Hay grandes directores liderando importantes orquestas en el mundo en este momento y son venezolanos”. Agrega que el método del Sistema, replicado por Simanof, no es más que utilizar la música como la excusa perfecta para mejorar la sociedad.
“Simanof, como en el Sistema, forma a los niños en una carrera desde pequeños. La música ayuda a que no se sientan vulnerables, que se involucren con la sociedad de manera sana, que el contacto con el éxito sea parte de su vida, que sea algo cotidiano. Logramos que sientan que son gente admirada, respetada, aplaudida. Damos disciplina, constancia y dedicación, todas requeridas para ser músico y el secreto del éxito en cualquier área”.
Una diáspora enriquecedora
Gabriela Guerra, la niña de 12 años, es primer violín dentro de las filas de la orquesta y ella sueña con una Venezuela que le permita volver tantas veces como quiera para motivar a otros niños a ser músicos. “Tal vez no pueda volver para vivir, pero sí visitaría muchas veces mi país para ayudar a fundaciones y a que otros niños, a los que les guste la música, puedan aprender lo que yo estoy aprendiendo. Quiero, por ejemplo, ayudar a otros a que amen tanto el violín como yo lo amo”.
Para Susan Siman, el talento artístico que ha salido de Venezuela, forzado por las condiciones en la que ahora se encuentra el país, se convertirá en una ganancia. “Creo que en algún momento volveremos, formaremos nuevas personas. Mientras, estamos llevando un poquito de nuestro gentilicio a varias partes del mundo. De alguna manera le devolvemos a Venezuela lo que somos, sembrando orquestas por el mundo y dando a conocer nuestra música”.
Considera que los venezolanos están en un momento importante para mostrar lo mejor del país. “Tenemos que demostrar lo que somos capaces de hacer, no importa el área. De ninguna manera este talento que se desarrolla fuera de nuestro país es pérdida porque iniciativas como éstas hacen que se refleje una Venezuela diferente. Estamos lejos, pero somos venezolanos. Que se vea que los venezolanos en el exterior llevamos con nosotros lo mejor de lo que aprendimos en nuestra tierra”.
Recalca que la migración masiva de venezolanos ha sido un gran aprendizaje. “Muchos dicen que han tenido que intentar una nueva vida y hay muchos venezolanos en el mundo con un altísimo nivel de responsabilidad profesional. Muchos somos trabajadores, somos excelentes, y hacemos las cosas bien”.
Para cualquier inmigrante concretar y mantener un proyecto exitoso supone un esfuerzo mayor. La frase “empezar de cero” se ha hecho un lugar común por lo cerca que está de representar cuán duro puede ser para alguien comenzar una vida en un país que no es el propio. Siman aconseja a los miles de venezolanos que luchan por encontrar un lugar haciendo lo que aman a tener disciplina y constancia.
Sobre el éxito de Simanof en Doral apunta que no se equivocó en escoger este sitio para sembrar su semilla. Da mucho crédito a todos los venezolanos que han creído en un proyecto que traía como gran respaldo o referencia directa los logros del Sistema de Orquestas del maestro Abreu.
“La ciudad de Doral me abrió muchas puertas, sus autoridades se convirtieron en unos aliados. Doral es una ciudad muy pujante, rica, con venezolanos con grandes proyectos. Cuando inicié, no lo visualicé del todo, pero ahora lo veo más claro. Es una excelente zona para desarrollar un proyecto como este con hijos de venezolanos”.
Insiste en que la constancia hace que los sueños perduren en el tiempo. Igualmente ayuda a conseguir el éxito de un proyecto creíble, con sustentabilidad, en el que se involucre la comunidad. “Nosotros iniciamos con un business plan que presentamos a la ciudad. El alcalde y las fuerzas vivas de Doral, al apreciar el impacto social que puede tener un programa como este, apoyaron. Rescatamos a los niños del tiempo de ocio. No se trata de una actividad para pasar el tiempo después de la escuela, formamos talentos, es una profesión temprana lo que les damos. Empezamos con 6 niños en aulas y ahora superamos los 300 involucrados”.
La orquesta viajó en 2016 para presentarse en El Vaticano. En 2017 los países visitados fueron Holanda, España y Francia. En 2019 fue el turno de ciudades como Washington, Nueva York y países como Corea del Sur, que es la gira que acaban de terminar en tres ciudades: Seúl, Chuncheon, Yogin. Para el 2020 les espera la Riviera Maya, en México.
Hermandad de venezolanos
Por su parte, Manuel Frías, director musical de la orquesta, quien lleva cinco años involucrado en este proyecto, dice que ve a Simanof como una referencia en el mundo de lo que fue hace 45 años la idea del Sistema de Orquestas y da crédito a la unión de los venezolanos en Doral para poder impulsar juntos un proyecto de esta magnitud.
Considera que los inmigrantes en el mundo deben entender que, como otros pueblos migrantes, hay que organizarse. Comenta que, así como en Venezuela había la Hermandad Gallega, el Centro Líbano, el Centro Portugués, y tantas otras organizaciones, así deben hacer los venezolanos para respaldarse unos a otros fuera del país.
Para Frías ser venezolano y ser parte del Sistema de Orquestas significa una responsabilidad de hacer un poco más grande a Venezuela. En el exilio, el compromiso se acrecienta: “Es querer representar al país con grandeza y responsabilidad, y no dejar morir lo que cada uno lleva por dentro y quisiera que sea parte de la Venezuela que añoramos”.
El método
La Fundación Simanof ofrece cinco áreas de formación: Side by Side, en acuerdo con Miami Simphony Orchestra y con Bolivar Phil, que consiste en darle oportunidad a los niños de hacer un concierto con un maestro profesional al lado. Da la oportunidad de hacer recitales que permiten a los integrantes medirse solos en su capacidad con un instrumento determinado. Los participantes viven encuentros nacionales e internacionales de talento musical porque la Fundación trae a Miami orquestas de otros países. Disponen de un Summer Camp para las preparaciones de las giras.

El método es inclusivo, acepta niños desde los 4 años de edad. Los niños no deben enfrentar pruebas de talento ni demostrar destrezas musicales para ingresar. El único requisito es tener el interés de aprender y su pasión por la música. Niños con problemas motores o alguna otra discapacidad son bienvenidos.
Simanof ensaya en el Morgan Levi Park y en el Doral Glades Park los días martes, jueves y viernes, de 5 a 8:00pm Para más información puede visitar su página www.simanof.com
Pablo Sosa, 11 años, segundo violín
Me gusta mucho la música. Yo estudiaba música orquestal en Venezuela y tuve que salir del país con mis padres. Me hizo feliz encontrar esta orquesta, que es muy buena. Me sumé y aquí estoy. Yo quiero llegar a ser famoso en el mundo, creo que es una forma de motivar a la gente, en especial a los míos, a los venezolanos, es una forma de representar los valores de no rendirse y perseguir los sueños. Nací en Caracas y para mí ser venezolano significa querer mostrar lo que valemos como personas y posibles profesionales. Siento que otros niños pueden verme y sentir que quieren hacer que música. De mi tierra extraño mi casa, mi familia que aún queda allá y, sobre todo, a mis amigos. Lo que más me gusta de pertenecer a la orquesta es que me siento como parte de algo valioso, que me ayuda a llegar más lejos, y que puedo conocer gente que ha logrado lo que yo quiero lograr, gente que es importante por lo que hace. Yo sí volvería a Venezuela, espero que todo se arregle, que el país esté mejor. Enseñaría a otros lo que he aprendido.
Gabriela Guerra, 12 años, primeros violines
Me gusta sentirme parte de la orquesta porque es un grupo en el que aprendes todos los días algo nuevo. Empecé en la orquesta porque desde pequeña me gustaba la música. Me interesé primero por el canto y para ese entonces nunca pensé que tocaría el violín. Me gustaba el canto y el violín, decidí hacer las dos cosas pero ahora amo más el violín. Cuando fuimos a Washington y Nueva York tuvimos muchos conciertos frente a gente que sabe de música y es importante dentro del mundo, y nos dijeron que tocábamos muy bonito. Eso para mí fue inspirador. Algún día quiero tener becas para el colegio gracias a la música, y quiero volver a Venezuela a ayudar a fundaciones, o crear la mía, todo gracias a poder tocar el violín. Yo pienso en Venezuela como una familia fuerte, en la que los miembros se mantienen juntos, pese a las distancias o las dificultades. Yo regresaría a Venezuela probablemente no a vivir, pero sí a visitarla muchas veces y a enseñar lo que aprendí.