Los gobiernos de los países de la región buscan tener un mayor control del flujo humano proveniente de Venezuela, debido a que el éxodo ha llegado a niveles críticos ante la falta de resolución a la crisis en el país.
Hasta hace algunos años hablar de Venezuela era referirse al país de las mujeres bellas, prosperidad económica, abundancia petrolera e insuperable variedad de paisajes. Hoy es más que eso. La cuna del Libertador Simón Bolívar se ha convertido en una especie de fábrica de exportación de capital humano.
Oficialmente, las estadísticas dan cuenta de que existen cuatro millones de venezolanos regados por el mundo, cifra que podría duplicarse en 2020, según las proyecciones del Grupo de Trabajo de la Organización de Estados Americanos (OEA) para Abordar la Crisis de Migrantes y Refugiados Venezolanos en la Región.
Y aunque los gobiernos internacionales han brindado protección a los venezolanos que huyen de la crisis, esta situación sin precedentes ha activado las alarmas debido a que el éxodo ha alcanzado niveles críticos.
De acuerdo con un informe que presentó en el primer semestre la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el flujo migratorio de venezolanos en los últimos cuatro años aumentó en 471%. El organismo contabilizaba en 2015 a unos 700.000 ciudadanos venezolanos distribuidos en el mundo y, en junio de 2019, ya ascendían a más de cuatro millones. Este comportamiento se lo atribuye al deterioro de la calidad de vida y la “interrupción del funcionamiento de las instituciones democráticas y el Estado de derecho”.
Más de la mitad de los venezolanos se ha concentrado en los países de la región, siendo Colombia el país con mayor cantidad de migrantes (1,3 millones); seguido por Perú (768.000); Chile (288.000); Ecuador (263.000); Argentina (130.000), y Brasil (168.000). Otros países que destacan son México, Panamá, República Dominicana, Estados Unidos y algunos países europeos como España, Portugal e Italia.
Todo indica que la situación puede hacerse más grave. La profundización de la crisis económica y el retraso en la resolución de un cambio político en Venezuela, parecen potenciar nuevas oleadas de emigrantes. Recientes encuestas hechas en el país muestran que cuatro de cada 10 venezolanos tienen en consideración la opción de irse del país.
Es por ello que, ante esta realidad, algunos países comenzaron a adoptar políticas migratorias más estrictas para tener un mayor control de este flujo humano.