Tras casi dos décadas de controles de cambio y de precios el régimen de Nicolás Maduro decide flexibilizarlos… a su manera. Ahora permite a las empresas importar con dólares propios, disminuyó las fiscalizaciones y da libertades para las movilizaciones de productos, pero sin modificar los marcos legales que daban lugar a las regulaciones y en medio del colapso de la economía tras años de intervención estatal.
En 2003 el entonces presidente Hugo Chávez impuso férreos controles de precio y de cambio, los cuales en sus primeros tres años de vigor ya habían afectado seriamente a las empresas. Los rezagos en las revisiones de precios les impedían producir los artículos regulados, y por ello desaparecían de los anaqueles. Se impuso una intermitencia en la oferta de los productos en función de que se dieran los ajustes autorizados en los importes, lo que con el tiempo derivó en severas fallas de abastecimiento.
El Estado centralizó el otorgamiento de divisas a un tipo de cambio preferencial y restringió sus asignaciones. No siempre ese flujo de dólares fue a las industrias que requerían importaciones de materia prima y equipos para producir, por lo que algunas -ante las dificultades para acceder a las divisas- acudían al mercado paralelo. Sin embargo, las autoridades perseguían esta práctica y bloqueaban esta opción.
En ese ínterin, el Ejecutivo nacional impuso leyes que regulaban la producción y además estableció hacia dónde se debía destinar la mercancía. La consecuencia directa de esas intervenciones es que la economía lleva 21 trimestres de caída, con 2 años en hiperinflación de acuerdo con la información del Banco Central de Venezuela (BCV).
¿Qué sucede ahora?
Materia cambiaria. A fines del pasado año las autoridades del BCV modificaron las normas establecidas en el convenio cambiario vigente, donde anunciaron la libre convertibilidad, aunque en la misma resolución se mantenía el esquema de asignación de divisas controlado a través del Dicom, que fue el quinto mecanismo complementario de dólares creado en la era presidencial de Nicolás Maduro.
La menor disponibilidad de divisas petroleras, por la caída de los precios y luego de la producción de crudo, llevó a las autoridades a modificar la vía de aprobación de divisas al mercado, por lo que decidieron que el Dicom se sustentaría en la oferta privada de dólares, que resultó insuficiente.
En 2019 el BCV creó dos sistemas: 1) Mesas de cambio, nuevamente con oferta privada, y 2) Entrega de euros en efectivo, los cuales han surgido de las operaciones de venta de crudo y oro que realiza el régimen.
A partir de estos ajustes algunas empresas usan las vías oficiales para acceder a divisas, pero también han empleado sus dólares propios para importar materia prima y producir. Se trata de una relativa libertad tras años de regulación. En este contexto el BCV estima una tasa cambiaria oficial de referencia cercana al “satanizado” dólar paralelo. Pero el convenio cambiario aún sigue vigente.
Materia de precios. Mientras se anunciaba una “libre convertibilidad” cambiaria a fines de 2018, el Gobierno revisaba los precios de varios rubros esenciales, lo que llevó a nuevos ciclos de fiscalización y órdenes de cierre de comercios a escala nacional. Pero esta práctica disminuyó a lo largo de 2019.
A diferencia de la escasez de años previos, actualmente los comercios ofrecen productos. Sin embargo, esos bienes se venden a precios altos, porque la materia prima y los empaques para su elaboración se pagan a un tipo de cambio mayor y porque la estructura de costos se dolarizó. A la par de esto, aumentó el número de negocios que aceptan divisas como forma de pago y que venden artículos importados.
El salto en los precios ha impactado en el consumo, por lo que el ritmo de ventas es más lento y los volúmenes menores, y un segmento de la población depende del programa de alimentos subsidiados.
Si bien en los comercios aceptan dólares y los productos exhiben importes aparentemente liberados, las leyes que establecen las regulaciones de precios no han sido modificadas.
Movilización. Desde 2008 el gobierno de Chávez decidió controlar la distribución de los alimentos a lo largo del territorio nacional, pero desde hace unas semanas ese esquema comenzó a registrar modificaciones. Las autoridades están empezando a permitir que las industrias transporten la mercancía con menos restricciones. Sin embargo, el traslado enfrenta obstáculos como las fallas de suministro de combustible y las alcabalas, sin olvidar que las normativas que regulan el sistema de movilización no se han derogado.
A la par, el régimen está permitiendo que más productos se canalicen a la exportación. Algunas industrias han estado vendiendo en el extranjero los artículos que no logran colocar en el mercado local, como una forma de obtener divisas. Pero para esas operaciones los permisos se otorgan un mes sí, otro no.