Rusia se ha convertido en un actor de muchísimo peso en la situación venezolana. Su participación en el llamado golpe a la Asamblea Nacional, que intentó dar el diputado Luis Parra, su apoyo en la producción y comercialización del crudo venezolano y su asesoría políticay militar al régimen de Nicolás Maduro, así lo demuestran. A finales del mes de marzo, una de sus principales empresas petroleras en el mundo, Rosneft, anunció el cese de sus operaciones en Venezuela. Esto generó un sinfín de interpretaciones sobre la apuesta rusa en territorio venezolano.
La embajadora del Gobierno interino de Juan Guaidó en Bulgaria, Estefanía Meléndez, tiene una amplia experiencia en el estudio de la influencia rusa en el mundo. Su visión es que el régimen de Maduro es un mal negocio para Moscú, pero el Kremlin no solo piensa en el presente, sino en el futuro. Para la diplomática, PDVSA era un activo tóxico para los accionistas de Rosneft.
-¿Qué busca Rusia con la retirada de Rosneft de Venezuela?
-Rosneft decidió cancelar todas sus operaciones comerciales en Venezuela el sábado 28 de marzo, anunciando que había llegado a un acuerdo con una compañía estatal rusa, hasta ahora desconocida, para transferir sus activos en Venezuela a cambio del 9,6% de su patrimonio en poder del Estado. Lo que equivale a 3.900 millones de dólares aproximadamente. Según el portavoz de Rosneft, Mikhail Leontyev, esta decisión corresponde al “interés de sus accionistas, como una empresa internacional que cotiza en bolsa”, y que, con ello, Rosneft ahora espera que las autoridades estadounidenses cumplan las promesas públicas. Es decir, el levantamiento de las sanciones de la subsidiaria de la compañía.
-Entonces, ¿la decisión obedece a presiones de los accionistas privados de Rosneft o más bien a una maniobra del Kremlin para evadir sanciones?
-Es muy probable que Rosneft no salga por completo de Venezuela, pero que efectivamente podría estar tratando de deshacerse de las sanciones del Departamento del Tesoro de EE.UU., que ha afectado a sus dos filiales comerciales más importantes, registradas en Suiza: Rosneft Trading S.A. y TNK International. Aun no es del todo claro que las operaciones que venía llevando a cabo Rosneft en Venezuela pasarán a manos de la nueva propietaria.
-¿Cómo era la relación entre Rosneft y PDVSA?
-Parece estar muy claro que la relación entre Rosneft y PDVSA era más bien un dolor de cabeza para los rusos, un activo tóxico que traía más pérdidas que ganancias. Estas inversiones fueron realizadas por motivaciones políticas, pero con el tiempo han sido vistas más como malas inversiones. Las sanciones a las subsidiarias son solo una muestra de ese hecho, que a su vez trajo aún más problemas a Rosneft; y más dentro de un contexto de crisis del mercado petrolero mundial, no suena tan descabellado deshacerse de activos no esenciales y problemáticos, frente a los precios muy bajos del petróleo, a raíz del desacuerdo de OPEP.
-¿Cuáles son las consecuencias a corto y mediano plazo para PDVSA de esta decisión de Rosneft?
-Actualmente, es muy poco probable que Rosneft quiera seguir vendiendo petróleo venezolano en el mercado, ya que se puede vender a precios muy bajos, solo 5 a 10 dólares por barril, e incluso esto no garantizaría que haya clientes para ese crudo de PDVSA. Un crudo que ya se produce a pérdida sin cubrir costos de producción.
-¿La actual crisis de gasolina se profundizará con la salida de Rosneft?
-Esto indudablemente puede ser muy malo para la actual PDVSA, y afectaría el suministro de gasolina que ya está en niveles críticos, pues Rosneft era quién coordinaba las importaciones de gasolina a Venezuela y era quién suministraba los diluyentes necesarios para el funcionamiento de las refinerías, que ya incluso están inoperativas o trabajando a mínimos.
-¿Qué pasará con las acciones de CITGO que estaban en manos de Rosneft como garantía de deuda?
-En el decreto no se menciona a CITGO, pero en este caso el 49,9% de las acciones que Maduro ha otorgado como garantía de pago de un préstamo de 1.500 millones de dólares, están controladas por el Gobierno de los Estados Unidos que impide cualquier transacción sobre la Refinería.
-¿Y con respecto a la conformación de las empresas mixtas? Se supo que Rosneft vendió las acciones en Petromonagas, Petroperija, Boquerón, Petromiranda y Petrovictoria.
-Parece muy difícil que tales operaciones sigan adelante, al menos en la misma medida. Rosneft sale del juego una vez que pudo asegurar el pago de su deuda, que parecía ser el único motivo por el cual continuaba sus operaciones en Venezuela, deuda que estimaban terminar de cobrar en marzo de 2020, casualmente. Aún no queda claro si esta nueva compañía 100% perteneciente al gobierno ruso, tomará parte en las operaciones que venía realizando Rosneft en estos proyectos, pero de hacerlo, tendría que enfrentarse a los mismos problemas, con posibilidad de quedar sancionada por Estados Unidos.
-¿Sancionaría Estados Unidos a una empresa 100% propiedad del gobierno ruso?
-Esa empresa tendría que lidiar con los problemas de tener que mezclarse con el socio malo, que es el régimen de Nicolás Maduro. Venezuela continuará siendo un activo tóxico, mientras quien lo administra no abandone el poder que hoy usurpa. Pues es bien sabido que la misma Rosneft ha venido presentando una gran cantidad de cuentas no muy claras con este socio malo, hay auditorías que reflejan como la galopante corrupción de la dictadura afectó los intereses de la empresa rusa en esta asociación.
-Se ha hablado mucho de la llamada entre Vladimir Putin y Donald Trump. ¿Cree usted que han negociado algo sobre Venezuela?
-Efectivamente, el tema de Venezuela siempre está sobre la mesa en las conversaciones entre el Gobierno de los Estados Unidos y Rusia. Pues la administración del presidente Donald Trump es el principal aliado del Gobierno interino de Venezuela encabezado por el presidente Juan Guaidó, y el Gobierno de Rusia es de los principales aliados de la dictadura de Nicolás Maduro.
-¿Están dispuestos los rusos a ceder?
-Reitero que el cierre de operaciones de Rosneft en Venezuela no debe interpretarse como la salida de Rusia de Venezuela. Pero sí podría verse como una flexibilización de su presunto apoyo al régimen de Nicolás Maduro, que más allá de tener relaciones económicas, basadas en motivaciones políticas, parece ser muy evidente que hay un límite.
-¿Qué se juega Rusia al insistir en su apoyo a Maduro?
-Rusia también se está asegurando su presencia en el futuro, quiere estar en una eventual reactivación de operaciones e inversiones con un nuevo gobierno. Sin embargo, mantener el apoyo a la dictadura de Nicolás Maduro sale caro y Rusia lo sabe bien.