La llegada del Béisbol al Pacífico ocurrió de manera simultánea con el inicio de su diseminación por el Caribe. Los elementos que la produjeron son también semejantes, todos relacionados con la influencia que en el siglo XIX los Estados Unidos de América comenzó a labrar en los puertos más inmediatos a su territorio. Sin embargo, cada historia guarda sus particularidades, que laten al ritmo de cada cultura.
Si bien el Béisbol ha logrado colarse en 25 países del continente asiático, existen cuatro historias que destacan por el impacto que tuvieron en su proceso de expansión por estas tierras: Japón, Taiwán, Corea y China.
La importancia de Japón en la expansión del Béisbol en Asia es equivalente a la de Cuba en el Caribe. Este deporte armonizó de manera notable con la cultura japonesa, lo que hizo que su penetración y posterior diseminación por el archipiélago ocurriera como si el imperio lo hubiese estado esperando por siglos. Entre las élites el juego fue recibido como un deporte que abrazaba el espíritu de lucha y sacrificio individual en favor del colectivo (Wa en la cultura japonesa). El desarrollo de las destrezas que la práctica del Béisbol demanda llegó incluso a ser comparado con el esfuerzo y disciplina propios del guerrero samurái. Aquella imagen romántica de hombres blandiendo katanas destelló en la imaginación nipona como antiguos haikús.
Las primeras evidencias de la práctica del juego en el archipiélago asiático corresponden a 1863, cuando militares y otros inmigrantes norteamericanos lo jugaban de manera dispersa e informal. Sin embargo, el verdadero impacto del Béisbol en la cultura japonesa se produjo en 1872, cuando el imperio encargó la modernización del sistema educativo a un profesor y veterano de la guerra civil estadounidense: Horace Wilson, quien en 2003 fue inmortalizado en el Salón de la Fama del Béisbol Japonés. Wilson constató que la condición física de los estudiantes era pésima, y no titubeó en usar el Béisbol como una manera de fomentar el ejercicio y la disciplina en equipo. El experimento se puso en práctica en la Keiko Gakko, ahora Universidad de Tokio. El éxito resultó tal, que en poco tiempo la casa de estudio construyó el primer campo de Béisbol del Japón. De inmediato la propuesta se replicó en otros centros de estudio y el juego se consolidó como parte del sistema académico.
No pasó mucho tiempo para que el Béisbol trascendiera los muros de la academia y su práctica se propagara por todo el territorio. Entonces todo sucedió con rapidez. El primer equipo formal del Japón, el Simbashi Athletic Club de Tokio, se fundó en 1878 de la mano de un ingeniero educado en los Estados Unidos: Hiroshi Hiraoka. Cuatro años después, en 1882, el equipo construyó el primer estadio cerrado de cualquier deporte en el país asiático.
Sin embargo, el evento que fungió de chispa para la consolidación definitiva del juego en la cultura japonesa estaba aún por llegar. Para la década de 1890, la región de Osaka había concentrado el mayor desarrollo del Béisbol en Japón. Después de varios intentos deshonrosos, en 1896 un equipo universitario de la zona logró derrotar al Yokohama Athletic Club, equipo conformado en su totalidad por norteamericanos. La noticia ocupó los primeros titulares de la prensa japonesa y se convirtió en un suceso nacional. A esta proeza le siguieron una serie de victorias de equipos nipones sobre equipos norteamericanos por todo el archipiélago, lo que disparó un furor sin precedentes. Los japoneses asumieron estos eventos como una conquista que ponía de manifiesto la casta que su cultura había demostrado en guerras como la Sino-japonesa (1894-1895), en la que habían aplastado a la dinastía Qing de China. Sin embargo, era el Béisbol el que había conquistado el archipiélago para siempre.
La consolidación del Béisbol en la cultura del Japón sirvió a su vez como catalizador de la práctica del juego en otros territorios de Asia oriental. La victoria nipona sobre China en la guerra Sino-japonesa (1895) permitió al imperio conservar el control sobre Corea y ocupar la isla de Taiwán, lo que representó un hecho fundamental en el desarrollo del Béisbol en estas tierras.
Durante los primeros años de ocupación en Taiwán, los japoneses se reservaron para sí mismos la práctica del Béisbol. La lucha de los invasores por controlar la resistencia local resultó larga y desgastante: En siete años más de 30 mil taiwaneses habían perdido la vida, lo que para la época representaba el 1% de su población. Por esta razón los primeros equipos formales en la isla no surgieron sino hasta 1906, en el corazón de tres instituciones de educación media en Taipei.
Cuatro años después, en 1910, los empleados nipones de la oficina postal de Tainan, en el sur de la Isla, conformaron un equipo que empezó a enfrentar a una novena de militares japoneses. Esto marca el inicio de la expansión del juego en territorio taiwanés, ahora con la participación de adultos, que para el momento en el que se fundó la Federación Taiwanesa de Béisbol (1915), habían llegado a conformar más de quince equipos.
A partir de 1911, el imperio profundiza la práctica del Béisbol en los colegios japoneses que se habían instalado en Taiwán. La medida respondió a la premisa de que el juego era fundamental para mantener el buen estado físico y mental en los jóvenes, con el objetivo de que estuvieran siempre preparados para la guerra. Esta visión, a su vez, fue crucial en la decisión de mantener el Béisbol alejado de los taiwaneses.
Cuando la Primera Guerra Mundial llega a su final, una serie de reformas ocurren en Japón. El surgimiento de una corriente liberal en el sistema del imperio y los constantes problemas que enfrentaba en sus colonias, motivaron un cambio de estrategia en el manejo de los territorios ocupados. Como una manera de disminuir el peligro de revueltas, se adoptó una política de apertura que promovió la asimilación de la cultura japonesa por parte de los pueblos colonizados, con la esperanza de que ello se tradujera en una menor resistencia a la dominación. Como parte de este proceso, el sistema educativo en la Isla se unificó y con ello el Béisbol se abrió a los taiwaneses.
Sin embargo, tuvo que transcurrir cierto tiempo para que los adultos aceptaran el juego que por años habían temido como una afrenta a sus raíces chinas. En 1921 ocurrió un hecho que ayudó a romper la resistencia que este pueblo guardaba hacia el Béisbol. En ese año, un grupo de jóvenes de Gaosha, en la costa oriental de la Isla, conformaron el primer equipo que surgía por iniciativa puramente local. Por supuesto, la idea de muchachos aborígenes caminando por las calles con bates en la mano inquietó a las autoridades. El temor de que algún día estos “bárbaros” usaran las cabezas de los invasores como pelotas de Béisbol les obligó a tomar acciones. En lugar de impedir el emprendimiento, los japoneses auspiciaron la empresa para asegurar el control de su evolución. El Gobierno bautizó al equipo con el nombre de Nenggao (pronunciado Noko) e inscribió a los jugadores en la Escuela de Agricultura de Hualian, a 150 kilómetros de Taipei. Tres años más tarde, el mismo gobernador de Hualian patrocinó una gira del equipo por la Isla en la que enfrentó a una serie de equipos japoneses con un registro positivo de 5 victorias y 4 derrotas. Al juego realizado en Taipei asistieron más de 12 mil espectadores curiosos por ver actuar a este equipo de aborígenes, que aún eran considerados por los japoneses como seres inferiores.
El éxito del Nenggao fue determinante para la consolidación del Béisbol en la identidad taiwanesa. En 1925, este equipo que había empezado como una tímida iniciativa de un grupo de muchachos en un pequeño pueblo de la Isla, viajó a Japón para enfrentar a equipos universitarios del archipiélago. A su regreso a Taiwán, estos jugadores ya contaban con el estatus de héroes, y animaron a muchos otros a seguir sus pasos. Cuatro integrantes del Nenggao fueron reclutados por la prestigiosa escuela japonesa de Heian y uno de ellos, Luodaohou (Jiro Ito), llegó a jugar en la liga profesional del imperio. El Béisbol había despegado en la cultura taiwanesa para no retroceder jamás.
Por su parte, la historia del Béisbol en China está llena de accidentes que explican su lento ascenso. La extensión de su territorio, así como la distribución de la población en pequeñas aldeas con culturas de corte tradicional, representaron barreras para la diseminación del juego.
Existe la leyenda de que en 1863 un misionero norteamericano, Henry William Boone, formó el primer equipo de Béisbol en tierras asiáticas: El Shanghai Baseball Club. Diez años después, el gobierno de la dinastía Qing envía a treinta jóvenes a estudiar en la Universidad de Yale, en los Estados Unidos de América. Los muchachos aprendieron a jugar pelota y conformaron su propio equipo para retar a sus compañeros de academia. A su regreso, estos jóvenes, junto a otros que en la década de 1870 habían aprendido el juego mientras estudiaban en Japón, contribuyeron a diseminar este deporte por las principales ciudades de China. No obstante, la marcha del Béisbol avanzó de manera tímida por esta tierra milenaria. Tuvieron que transcurrir 37 años para que, en 1907, el primer juego oficial viera la luz en este territorio. Este encuentro fue protagonizado por las Academias Xiehe y Huiwen de Beijing.
Los siguientes años no fueron diferentes. El Béisbol seguía restringido a ciertas zonas del país y parecía perder la batalla por extenderse por aquellas latitudes. Cuando en 1912 cae la última dinastía China y se instala la república, el Béisbol tuvo una nueva oportunidad en el país asiático. Sun Yat-sen, considerado el padre de laChina moderna y primer presidente de la naciente República, era un entusiasta del juego que había aprendido a los trece años en la isla de Hawái, donde había cursado estudios entre 1879 y 1881. En algunas regiones se formaron ligas y en 1914 el Béisbol fue incluido en el programa de los Juegos Deportivos Nacionales. En 1915, China reúne a jugadores que hacían vida tanto en los Estados Unidos como en el resto de Asia para conformar la primera selección de equipo alguno en su historia. Este equipo participó en los segundos Juegos del Lejano Oriente realizados en Shanghái.
Aunque las cosas parecían marchar bien para el Béisbol en el país asiático, los constantes conflictos internos siguieron frenando su propagación. En 1927 estalló la guerra civil entre el movimiento comunista y la República, situación que aprovechó Japón para invadir Manchuria en 1931. Para complicar aún más el panorama, ninguno de los dos conflictos había sido resuelto cuando la Segunda Guerra Mundial alcanzó el Pacífico. Ante este cuadro repleto de complejidades, las posibilidades de masificación del Béisbol por el territorio chino eran nulas.
Japón se rindió en agosto de 1945 y China recuperó el control de Taiwán. Cuatro años después, en 1949, la guerra civil en China finalizó con la victoria de los rebeldes de izquierda y la creación de la República Popular China, liderada por Mao Tse-Tung. De inmediato el Béisbol fue vetado bajo el pretexto de ser considerado una afrenta burguesa e imperialista norteamericana. Sin embargo, la verdad detrás de esta decisión consistía en que la práctica de este juego había estado ligada durante décadas al entrenamiento militar de la República que Mao había combatido, y se había convertido también en un elemento importante de la cultura japonesa. Como consecuencia de estas medidas los entrenadores de Béisbol fueron perseguidos y masacrados, misma suerte que enfrentaron los jugadores que no tomaron parte en los linchamientos.
La práctica del Béisbol en Taiwán pudo verse afectada cuando China retomó el control de la Isla y Mao Tse-Tung se alzó con el poder. Sin embargo, el régimen depuesto por Mao se refugió en Taiwán, manteniendo la Isla como la República de China, y desde donde esperaban emprender la reconquista de las tierras continentales. Sí, técnicamente había dos chinas… bueno, en realidad era una sola, pero esto va a depender de a quién le preguntes.
No obstante, y como era de esperarse, Mao estaba dispuesto a invadir Taiwán para anexarla a la República Popular. Sus pretensiones pronto se vieron bloqueadas cuando los Estados Unidos de América decidió desplegar su potencial militar alrededor de la Isla. Las luces rojas que había encendido el régimen de Mao al invadir el Tíbet y la isla de Hainan, así como el estallido de la Guerra de Corea, llevaron a los norteamericanos a tomar acciones drásticas para frenar la propagación del comunismo por Asia oriental.
Tuvieron que transcurrir 27 años para que, luego de la muerte de Mao Tse-Tung, el Béisbol volviese a ser permitido en la República Popular. Para fortuna del juego, Taiwán continuó bajo el control del antiguo régimen y así el desarrollo de este deporte siguió su marcha acelerada hasta convertirse en la potencia que hoy representa.
Un riesgo similar protagonizó Corea al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Luego de años de dominio japonés, donde la evolución del Béisbol exhibió un marcado paralelismo con su desarrollo en Taiwán, la intervención rusa amenazaba con imponer el dominio de las fuerzas comunistas sobre las democráticas en la península. Entonces los norteamericanos intervinieron, como lo hicieron también en Taiwán. El enfrentamiento de las dos fuerzas, cada una con el soporte de una de las dos nuevas potencias militares del mundo, resultó en la división del territorio en Corea del Norte, bajo la protección de los rusos; y Corea del Sur, bajo la protección de los norteamericanos. Como era de esperarse, el Béisbol continuó creciendo en Corea sur y se estancó en su contraparte comunista.
Con los años Asia se ha convertido junto al Caribe en los dos principales bastiones del Béisbol fuera de los Estados Unidos. La liga profesional japonesa es un negocio millonario con salarios que logran competir con los de las Grandes Ligas. Para la fecha, de los cuatro primeros puestos según el ranking de la Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol, tres corresponden a países asiáticos: Japón (1), Corea del Sur (3) y Taiwán (4). En este mismo ranking, de los primeros quince puestos nueve son ocupados por países de América del norte, Centroamérica y el Caribe: EE.UU. (2); México (5); Cuba (7); Venezuela (8); República Dominicana (10); Puerto Rico (11); Panamá (12); Colombia (14), y Nicaragua (15).
En cuanto al Clásico Mundial de Béisbol, todas las medallas de los cuatro torneos disputados hasta hoy han sido alcanzadas por países de América y Asia: Japón ha conquistado dos oros (2006, 2009) y dos bronces (2013, 2017); República Dominicana un oro (2013) y un bronce (2006); Estados Unidos un oro (2017); Puerto Rico dos platas (2013, 2017); Cuba y Corea una plata cada uno (2006 y 2009 respectivamente); y Venezuela, por su parte, logró bronce en el Clásico de 2009.
Y hablando de Venezuela, el cómo llegó y se desarrolló la pelota en nuestra tierra es una historia bonita, porque nos pertenece. Está llena de gaita, tambores y merengue rucaneao. Así que ajústese los zapatos, que por ella nos pasearemos en la próxima entrega.