En la aldea
25 abril 2024

José Brito, diputado a la Asamblea Nacional por el estado Anzoátegui.

José Brito cree que se puede esconder detrás de la cédula

Tratando de lucir orgulloso de sus actos, intentando un sarcasmo que no le sale bien, con la vieja estrategia chavista de ridiculizar al adversario, ni la cédula ni la Constitución que blande amenazadoras logran convencernos que el diputado no está dolido, preocupado y furioso.

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Elizabeth Fuentes | 09 junio 2020

La Cédula de Identidad que tan “macho man” bate ante la cámara el diputado José Brito, con la esperanza de que el embajador James Story lo vea bravísimo porque le aplicaron las mismas sanciones que a cualquier chavista corrupto, debe ser la misma que le facilitó a la Agencia de Viajes Eurocontinentes para obtener los pasajes que tan generosamente les regaló un socio de Alex Saab (¿más estadía y viáticos?), para que Brito y el resto de los diputados de la “Fracción CLAP” le lavaran la reputación a Saab, como es harto conocido. 

Echando mano de Dios y su conciencia, luciendo una barba muy rara -parece la obra de un profesional que busca adelgazarle las facciones-, en la grabación dirigida a sus apenas 21 mil seguidores, un adelgazado Brito no logra ocultar la indignación que le produce la medida del Departamento del Tesoro. Sanciones que, como dijo en 2017 su compañero de viaje Luis Parra “no son contra Venezuela sino a particulares que violan derechos humanos y están inmersos en corrupción y narcotráfico”. Las mismas que probablemente hayan aumentado el valor en el mercado de estos parlamentarios matatigres del Gobierno, quienes por eso mismo reciben a diario una paliza de los votantes en las redes. Porque al video de José Brito le han respondido cualquier cantidad de insultos, llamándole desde “traidor, pobre diablo, cara e’gafo, lacayo socialista, ladrón, arrastrao, mamarracho…” y así sucesivamente. Sin contar las decenas de insultos de alto calibre cocidos a la medida de sus acciones y que nos negamos a publicar porque deben ser solo aptos para sus ojos.

Tratando de lucir orgulloso de sus actos, intentando un sarcasmo que no le sale bien, con la vieja estrategia chavista de ridiculizar al adversario (al embajador Story le cambia el nombre por “histeria”), ni la cédula ni la Constitución que blande amenazadoras logran convencernos de que Brito no está dolido, preocupado y furioso. Y no porque le hayan congelado las cuentas o bienes en Estados Unidos, porque a estas alturas todos los corruptos deben saber que los dineros robados están más tranquilos en Suiza, casualmente a  dos horas de Liechtenstein, ese país pequeñito adonde fueron todos los de la “Fracción CLAP”, sino porque el castigo les llegó justo cuando los sancionados andaban de lo más contentos con la reciente decisión del TSJ que legalizaba su asalto a la Asamblea Nacional, y probablemente esperaban a ser incluidos en unas próximas parlamentarias para continuar con su oscura labor a favor de algún nuevo empleador.

Pero investigados hasta los tuétanos por un reportaje extraordinario publicado en el portal Armando.Info y firmado por Roberto Deniz, ridiculizados por un portal búlgaro Bivol (“El Camino del dinero de los hombres de Maduro” es el titular) y descubiertos en el lugar de los hechos por el geolocalizador Bellingcat, que demostró cómo los diputados vendidos al mejor postor estuvieron en Bulgaria, retratados frente al banco Raiffeisen Bank o posando en la autopista rumbo a Liechtenstein, ni Brito ni sus amigotes han logrado desmentir ni una coma de esas acusaciones. Acusaciones tan vergonzosas que los diputados CLAP optaron por pasarse al mullido espacio de “oposición de la oposición”, desde donde tan cómodamente y ya sin mascarillas, se sienten amparados por sus nuevos jefes, convertidos en políticos freelance del Gobierno, en su nueva fase de “mantenimiento de la relación” con el poder, no vaya a ser que al momento de unas elecciones parlamentarias su pasado les juegue una mala pasada y esta vez no cuenten con el respaldo de un partido serio que les permita ascender, como fue el caso de José Brito, que pasó de ser un candidato a alcalde derrotado tres veces en el interior del país a alcanzar sorpresivamente una curul en representación de una poderosa bancada parlamentaria, triunfo que no supo digerir y lo llevó a aceptar el dichoso viaje gratis aEuropa aunque en clase económica, todo un detalle del patrocinador.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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