Como si de una liberación se tratara, toda vez que el Tribunal Supremo de Justicia de Nicolás Maduro marcó la línea de acción electoral para este 2020 que la excluyó, Tibisay Lucena abrió una cuenta de Twitter a su nombre. Seguro tenía otra para de vez en cuando dar un vistazo al parloteo de tantos y tantos en esa red social; pero esta vez se muestra de frente, marcando el territorio y proyectando su imagen fuera de la tribuna del Consejo Nacional Electoral (CNE).
“Ahora, mi voz es mi propia opinión, y como dijeron alguna vez las feministas, todo lo político es personal y todo lo personal es político”, escribió este 3 de julio. En la fotografía en blanco y negro que identifica su perfil se muestra con la mirada diferente, una que no se asemeja a la que la identificó cuando ejercía como presidenta del CNE, cargo que ocupó desde abril de 2006.
En otro tuit dijo: “Luego de 20 años de servicio, regreso a la vida cotidiana” y aunque escribe que estuvo “reticente por años a abrir una cuenta, y solo a modo de prueba envié el primer tuit”, la cuenta misma parece apuntar en otra dirección.
En definitiva, Lucena lleva desde el 2000 cumpliendo roles ligados con el Poder Electoral, primero en un cargo más técnico, luego como protagonista a la cabeza de la directiva.
Y si bien los venezolanos creen en la opción del voto como salida a la crisis, dudan del sistema electoral para lograrlo. Esto es parte de su legado, pues su nombre está unido directa o indirectamente a una veintena de procesos comiciales en Venezuela que, por volumen, intentan apuntalar una imagen democrática de la que adolece el régimen.
Lucena tiene consigo una de esas tantas réplicas de la espada de Simón Bolívar, que el chavismo reparte a diestra y siniestra. De hecho, al marcharse del CNE dejó constancia audiovisual de que se la llevaba, seguramente a su casa, de la que fue su oficina por varios lustros.
La suya la obtuvo por el mérito de ser sancionada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos; luego, en 2017, la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) la incluyó en una lista de señalados por estar involucrados en la organización y apoyo a la creación de la Asamblea Constituyente, que además participaron en acciones antidemocráticas. Su respuesta, espada en mano luego de que Nicolás Maduro se la entregara, fue: “No tengo cuentas, no tengo bienes ni tengo visas en Estados Unidos, lo que sí tengo es un gran orgullo de pertenecer a una institución (el CNE) y por eso me están sancionando”.
Así que leer eso de que se retira a la “vida cotidiana” deja el mismo sabor de boca que escucharla leyendo resultados electorales. Más temprano que tarde se conocerán sus nuevos roles y facetas, para los que está allanando el camino y se ha movido estratégicamente.