En la aldea
24 abril 2024

Los sobrinos de Peralta

En un país empobrecido, en el que la población enfrenta grandes sufrimientos, estos jóvenes “enchufados” exhiben impúdicamente sus riquezas y poder como trofeos, no hay leyes que tengan que cumplir, pues gozan de toda la protección de las autoridades. No pasan desapercibidos en ningún lugar, se desplazan con escoltas en vehículos blindados; disfrutan de yates; aviones privados; viajan por el mundo y publican fotos y videos; usan prendas de oro y armas de alto calibre; hacen fiestas estruendosas en las que contratan personajes de la farándula mundial; consumen bebidas costosas, drogas, en fin, llevan una vida sin límites que contrasta con las penurias del resto de la población.

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Zair Mundaray | 16 julio 2020

Sería un nombre interesante para una banda de música punk, esas que desafían cualquier orden socialmente impuesto, sería grato como expresión cultural, sin embargo, “los sobrinos de Peralta” representan una de las grandes tragedias de nuestro país, al “hombre nuevo” producto del modelaje revolucionario.

Recién fuimos testigos a través de las redes sociales, de la agresión ejecutada por una joven contra un grupo de funcionarios militares en lo que parecía ser una bomba de gasolina. En principio aparentaba ser un episodio de los muchos que ocurren a diario ante el hastío de la población frente a los atropellos que se ejecutan desde el poder; incluso pudo haber sido un acto loable de rebelión cívica frente a la militarización de la sociedad, uno de los mecanismos más invasivos de control social aplicado por la dictadura, pero no. Fue sólo un burdo espectáculo en el que una “enchufada”, ofendía y agredía física y verbalmente, hasta con lenguaje racista, a un grupo de militares, probablemente exigiendo trato preferencial frente a los controles impuestos frente a la escasez de todo.

“Nunca habíamos tenido expresiones tan evidentes de privilegios por parte de un pequeño grupo como en este periodo, que se inicia con la llamada revolución bolivariana”

Su conducta, por sí sola hubiese bastado para que las fuerzas militares la aprehendieran para llevarla ante la “justicia militar” a ser sometida a las más absurdas imputaciones, eso sí, previa paliza debidamente exhibida por las redes, pues ello sirve como mensaje disuasivo a la población, pero ello no ocurrió, ya que la autora del bochornoso espectáculo, afirmaba que a ella no la podían detener por ser sobrina de “Peralta”. A estas alturas poco importa quién sea el tal “Peralta”, pero lo que sí resulta pertinente es que esa joven pertenece a una generación que únicamente ha conocido el chavismo, como sistema que organizó la sociedad de acuerdo con unos cuestionables valores.

El ideal de igualdad ante la ley, no es precisamente uno de los principios que haya sido mejor acogidos por la historia patria. No en balde, nuestro ordenamiento jurídico de origen español, arrastra consigo esa desigualdad en la que la ley se aplica severamente a algunos y otros están exentos de su cumplimiento. Son célebres los Libros de los Fueros de Castilla, por allá por los años mil cien, en los que los nobles dejaban por escrito cuáles eran sus privilegios respecto del resto de la población, ese concepto de desigualdad ha tenido presencia no sólo en las leyes, sino en nuestro comportamiento habitual.

No obstante, nunca habíamos tenido expresiones tan evidentes de privilegios por parte de un pequeño grupo como en este periodo, que se inicia con la llamada revolución bolivariana. Tal vez el peor producto de estos años, son los jóvenes emparentados con los altos jerarcas del régimen. En un país empobrecido, en el que la población enfrenta grandes sufrimientos, estos jóvenes exhiben impúdicamente sus riquezas y poder como trofeos, no hay leyes que tengan que cumplir, pues gozan de toda la protección de las autoridades. No pasan desapercibidos en ningún lugar, se desplazan con escoltas en vehículos blindados; disfrutan de yates; aviones privados; viajan por el mundo y publican fotos y videos; usan prendas de oro y armas de alto calibre; hacen fiestas estruendosas en las que contratan personajes de la farándula mundial; consumen bebidas costosas, drogas, en fin, llevan una vida sin límites que contrasta con las penurias del resto de la población. Si alguien reclama sus excesos, de inmediato te dirán: ¿Tú sabes de quien soy hijo yo?, y  saldrá a relucir el nombre de algún miembro de este devastador sistema de “fabricantes de miseria” como los denomina Plinio Apuleyo Mendoza.

“A estas alturas poco importa quién sea el tal ‘Peralta’, pero lo que sí resulta pertinente es que esa joven pertenece a una generación que únicamente ha conocido el chavismo, como sistema que organizó la sociedad de acuerdo con unos cuestionables valores”

Ejemplos hay de sobra, todos conocemos a los sobrinos de Cilia Flores, quienes se jactaban ante un agente encubierto de la DEA, que sacaban aviones cargados de drogas usando la rampa presidencial en Maiquetía, andaban por todo el país escoltados luciendo lujos en costosos vehículos deportivos. Han sido también reseñados los lujos que ostentan los hijos de Padrino López en España; hemos visto las fiestas en tiempos de coronavirus de algunos de los parientes de los más prominentes enchufados en Los Roques, con prostitutas extranjeras incluidas, cantantes de reguetón y varios de ellos contagiando sin control el virus. Se supo de la fiesta de cumpleaños en plena pandemia en la Urbanización Los Naranjos, en la que participaba el hijo de Nicolás, por cuya denuncia resultó detenido no quienes violaban las normas de restricción, sino quien informó del hecho como correspondía, como fue el Director de Seguridad Ciudadana del municipio El Hatillo

Algunos con nulo talento, han optado por intentar ser cantantes, actores y actrices con poco éxito. Otros han escogido ser contratistas del Estado, y se exhiben como empresarios sin tener alguna idea de lo que significa forjar un emprendimiento exitoso.

“‘Los sobrinos de Peralta’ representan una de las grandes tragedias de nuestro país, al ‘hombre nuevo’ producto del modelaje revolucionario”

Para esta cofradía no hay límites, el dinero y los lujos sobran, las normas son inexistentes, y lo peor es que para muchos, constituyen el modelo a seguir,  son el llamado “hombre nuevo”. Detrás de cada una de esas fortunas y esa escandalosa exhibición de poder, hay un historial de crímenes contra el patrimonio público, de violación de Derechos Humanos de toda la población, del colapso de un país que un día intentó ser más equitativo en algún momento ofreciendo oportunidades de estudio y formación a las mayorías sin distingo, lo que produjo ciertos niveles de bienestar, pero que culminó siendo, gracias a la revolución, el más desigual y pobre de la región.

Por el momento “los sobrinos de Peralta” lucen impunes, siguen fuera de la realidad abstraídos en su danza de dólares, protegidos por un sistema que pisotea a la mayoría para que puedan sostener sus privilegios, pero esto se puede revertir.

El reto por venir está en suprimir las condiciones que han generado a estos individuos. En la construcción de una sociedad en la que el conocimiento, el esfuerzo, la solidaridad, el emprendimiento, sean lo que conduzca al reconocimiento social, y en el que la ley vuelva a ser un referente de comportamiento de todos por igual, sin fueros ni iniquidades.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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