En las últimas tres entregas de esta columna hemos repasado eventos sucedidos en los años 1940 y 1941. Y no es para menos. Los inicios de la década de 1940 fueron protagonistas de hechos que transformaron al mundo. La guerra en Europa y Asia causaba estragos y sus efectos se extendían por todo el planeta. Si bien Venezuela se había declarado neutral, sus reservas petroleras y la cercanía de las refinerías en Curazao, Aruba y Trinidad, la convertían en un elemento relevante en el conflicto.
De manera paradójica, el país vivía un proceso de modernización en aspectos como infraestructura, educación y derechos civilesy políticos, impulsada por el sucesor de Juan Vicente Gómez, el general Eleazar López Contreras, y continuada por el general Isaías Medina Angarita, electo por el Congreso en abril de 1941 como el nuevo Presidente de una Venezuela que, según el VII Censo de población realizado en diciembre de ese año, no llegaba a los cuatro millones de habitantes; es decir, una población menor a la que hoy reside en la Gran Caracas.
El béisbol atravesaba también un período en el que diferentes hechos lo enrumbaban hacia la modernización y consolidación como el deporte más popular del país. La incursión del “Patón” Carrasquel en las Grandes Ligas; la proliferación de jugadores venezolanos contratados en el Caribe y el creciente interés de empresarios criollos por la pelota, animaban la brisa que impulsaba el crecimiento del juego. La conquista de la IV Serie Mundial Amateur de Béisbol en 1941 fue el gran catalizador para que el deporte de las cuatro esquinas se anidara en el corazón de los venezolanos. En las filas de aquella selección histórica se encontraba, en calidad de coach, el empresario y promotor deportivo Jesús Corao Dilardi, a quien podríamos considerar el padre del equipo Caracas que nacería meses después.
Jesús era hijo del general Manuel Corao, un militar que jugó un rol relevante al lado de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez en la consolidación de estos personajes en el poder, aunque más tarde conspiraría contra la dictadura de Gómez. Desde pequeño, Jesús se hizo aficionado al béisbol y comenzó a practicarlo. Se le considera uno de los pioneros de la pelota en Venezuela al integrar, junto a su hermano Manuel, el equipo Independencia, que entre 1913 y 1918 protagonizó con la novena de Los Samanes la primera gran rivalidad deportiva que conoció el país. En 1922 pasó a formar parte del Royal, equipo que estableció en la década de 1930 la segunda gran rivalidad del béisbol en Venezuela, esta vez contra el Magallanes. Los “Royones”, como era conocido el Royal, pasó luego a llamarse Royal Criollos, incorporando a su nombre el sello de lo que constituyó por el resto de su existencia la base de su tradición: El contar en sus filas con solo jugadores nacidos en el país. Jesús militó en el equipo hasta 1928, cuando es encarcelado por su relación con el movimiento estudiantil que se alzó contra el régimen de Gómez.
Luego de dos años de prisión entre La Rotunda y el Castillo Libertador de Puerto Cabello, Jesús fue liberado y empezó a alternar el trabajo en la fábrica de vidrios de su padre en Maiquetía con la promoción de equipos de béisbol. En 1937 fundó el equipo amateur Cervecería Princesa que se integró a la liga de segunda división del Litoral Central. La experiencia en la Serie Mundial Amateur de Béisbol de 1941, y la euforia que esto despertó en el país por el béisbol, animó a Jesús a revivir el formato del “purocriollismo” que había vivido de cerca con el Royal. El Magallanes había resucitado ese mismo año, y la oportunidad de despertar aquella antigua rivalidad caraqueña adormecida estaba en el ambiente.
Corao aprovechó la cercanía con Martín Tovar Lange, propietario de la Cervecería Caracas, -empresa que recién había adquirido la Cervecería Maiquetía, casa matriz de la marca Cerveza Princesa- para proponerle la transformación del Princesa en otro “Royal Criollo”, es decir, un equipo que repitiese el formato de contratar solo jugadores venezolanos, una fórmula que Jesús consideraba que sería exitosa dado el orgullo que había estallado por los jugadores nativos a raíz del campeonato conquistado en Cuba. Tovar Lange aceptó la propuesta, pero decidió que el equipo pasara a llamarse Cervecería Caracas y que se mudara a la ciudad capital.
La máquina se puso en marcha. Corao logró incorporar a la nómina del Princesa a siete de los Héroes del 41: José Pérez Colmenares; Luis Romero Petit; Julio Bracho; Enrique “Conejo” Fonseca; Héctor Benítez “Redondo”; Juan Francisco “Gatico” Hernández, y José Antonio Casanova, quienes se unieron a Ramón “Dumbo” Fernández, otro héroe que el promotor había ya incorporado en 1940 a la novena lupulosa. A su vez, Martín Tovar Lange comenzó las negociaciones con Alfonso Rivas, el de la Maizina Americana, para la adquisición del Estadio de San Martin. La venta se concretó en diciembre por la cantidad de 800 mil bolívares.
Así termina 1941, año inquieto que además vio nacer a figuras importantes del espectáculo nacional como Mirla Castellanos, Carmen Victoria Pérez, Eladio Lares, Felipe Pirela y Doris Wells, así como al futuro grandes ligas, el “guante embrujao”, Dámaso Blanco. Ese año también se produjo el primer mitin político de Acción Democrática en la Plaza del Nuevo Circo de Caracas el 13 de septiembre, y el ingreso formal de los Estados Unidos de América a la Segunda Guerra Mundial luego del ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre. Este último hecho resultó relevante para Venezuela, en particular durante los primeros meses del naciente 1942, cuando la Guerra alcanzó nuestro mar territorial. El 16 de febrero de 1942 la Alemania nazi inició la “Operación Neuland”, cuyo objetivo era afectar el suministro de petróleo venezolano a los aliados. Ese día, los alemanes atacaron seis buques en aguas territoriales, hundiendo cuatro de ellos y causando daños severos a los otros dos. Durante los siguientes días del mismo mes otros cuatro buques fueron atacados y hundidos.
Mientras tanto, el proyecto de Corao no se detuvo. Quizás echó una mano la declaración de la Virgen de Coromoto como Santa Patrona de toda Venezuela, anuncio hecho entre el repique de campanas de todas las iglesias del país el 1o de mayo de ese mismo año. ¡Gracias, obispos! Seis días después, el siete de mayo de 1942, el Princesa se enfrentó a la UCV en lo que sería el último juego de la novena lupulosa bajo ese nombre. Luego del encuentro, Jesús Corao y Martín Lange informaron al país la decisión de mudar al equipo a Caracas y su cambio de nombre por el de Cervecería Caracas BBC. Tres días después, el 10 de mayo, el Caracas debutó en el campeonato nacional de segunda división, marcando así lo que es considerado como la fecha de nacimiento del Club caraqueño. El Cervecería conquistó con facilidad el torneo sin ceder la victoria en ningún encuentro, y de inmediato fue promovido a la primera división. Esa temporada marcó también el inició de la tradición de los calendarios que repartían los juegos del torneo entre dos años, comenzando en el mes de diciembre y finalizando los primeros meses del año siguiente.
Antes del inicio del torneo de primera división, el Caracas realizó una serie de juegos preparatorios entre los que se organizó el primer enfrentamiento con el Magallanes. Este hecho histórico sucedió el domingo 31 de octubre de 1942. El juego levantó grandes expectativas, que era precisamente lo que perseguía Jesús Corao. El duelo lo ganan los de Catia, amparados en el brazo de Vidal López. Corao no se quedó tranquilo, él quería más. Después del encuentro se acercó al “Muchachote de Barlovento” y logró hacerse de sus servicios. Así, el jugador más completo del béisbol criollo -y quizás de la historia del béisbol mundial-, ese que el Magallanes había logrado arrancar del béisbol dominicano para repatriarlo a Venezuela, el mismo que ayudó a revivir a los “Turcos”, ahora pasaba a ser la figura principal en el nacimiento del Caracas. ¡Una cerveza Caracas por Don Jesús!
El Cervecería debutó en el béisbol de primera división en diciembre de 1942, y el primer choque oficial con los de Catia se produjo el 27 de ese mes. Adivinen qué… Vidal le propinó las nueve arepas al Magallanes. Por suerte la penicilina había hecho su entrada al país cuatro meses antes, el primero de agosto, así que hubo con qué atender el orgullo turco. En ese torneo el de Barlovento terminó alzándose con una nueva triple corona de picheo, con seis victorias en ocho juegos lanzados, 1.14 de efectividad y 26 abanicados, además de dejar promedio al bate de 313 en los 12 juegos que disputó el equipo. ¿Para qué más? En buen criollo: La llevaban robada.
El Caracas conquistó aquel torneo bajo la conducción del manager Manuel “Chivo” Capote, el primero de una cosecha de 25… se lee veinticinco, que hasta ahora exhibe en su vitrina de triunfos: Dos coronas de primera división, 20 de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, dos series del Caribe, una en Serie Interamericana, sin contar el título conquistado en el torneo de segunda división. Ese año 42 empezaba también la rivalidad más duradera del deporte nacional, la del Caracas-Magallanes, de alguna manera hija de la antigua rivalidad “eterna”, como fue apodada aquella del Royal-Magallanes. Un fenómeno que cada año nos regala la excusa para unirnos más, como lo hace el béisbol, entre bromas, “chalequeos”, alegrías que perduran y tristezas pasajeras.
La evolución del béisbol en el país para convertirse en la industria que es hoy era indetenible. La profesionalización formal estaba en puerta, así como el nacimiento de otras divisas que se unirían al Caracas y al Magallanes como empresas estables que consolidarían legiones de fanáticos. Por esto nos pasearemos en la próxima entrega.