En la aldea
08 mayo 2024

El Béisbol en Venezuela: Cuando la pelota unió belleza y democracia

Finalizado el torneo de 1944, el béisbol venezolano comenzó los preparativos para albergar la VII Serie Mundial de Béisbol Amateur. Venezuela se vistió de gala para recibir a sus invitados, y para la ocasión se organizó lo que puede considerarse la primera elección de voto directo y universal del país; sí, la primera elección democrática en nuestras tierras: La elección de la reina del torneo. La morena Yolanda Leal obtuvo la victoria, y fue coronada como la flamante Reina de la VII Serie Mundial de Béisbol Amateur. El béisbol, una vez más, protagonista en nuestra historia; y esta vez lo hizo unido a lo que se convertiría en otro sello de la cultura del país: Los certámenes de belleza.

Lee y comparte
Félix Seijas Rodríguez | 04 septiembre 2020

Buena brisa empujaba las velas. El Caracas había nacido en 1942 con su formato puro criollos. Jesús Corao y Martín Tovar Lange, el arquitecto y el financista de la divisa lupulosa, habían logrado heredar con una nueva marca la “eterna” rivalidad del Royal-Magallanes. La Serie Nacional de Béisbol de Primera División fue dominada por el Cervecería Caracas en el torneo 1942-43, apoyado en el brazo y el bate de Vidal López, y bajo la conducción del mánager Manuel “Chivo” Capote. El campeonato de 1943-44 fue conquistado por el Magallanes que había recuperado a Vidal López para sus filas y, además, se había hecho de los servicios del cubano Manuel “Cocaína” García, veterano de la Negro League, incansable lanzador que durante su carrera saltó de liga en liga por el Caribe, entre Cuba, México, República Dominicana y Venezuela, viendo acción en al menos tres de ellas cada año.

Finalizado el torneo de 1944, el béisbol venezolano comenzó los preparativos para albergar la VII Serie Mundial de Béisbol Amateur. Ese Mundial fue el primero realizado en una sede distinta a La Habana (con la excepción de la primera Serie, que se llevó a cabo en Inglaterra). Venezuela se vistió de gala para recibir a sus invitados, y para la ocasión se organizó lo que puede considerarse la primera elección de voto directo y universal del país; sí, la primera elección democrática en nuestras tierras: La elección de la reina del torneo. Para ese momento, los únicos comicios en los que participaban los ciudadanos eran los de los concejos municipales, de los cuales hasta la fecha se habían realizado solo dos. En esas elecciones podían sufragar solamente los hombres mayores de 21 años que supieran leer y escribir, es decir, poco más del 5% de la población del país. Pues bien, en las votaciones que estaba promoviendo el comité organizador del Mundial de Béisbol Amateur podrían participar tanto hombres como mujeres, alfabetos o no, mayores de quince años. ¡Vaya acontecimiento!, ¿decisión inocente de los organizadores del evento en aquel contexto en el que la sociedad reclamaba mayor participación en las decisiones del país? Quizás sí, quizás no. Lo cierto es que, si bien todo empezó de manera discreta, en poco tiempo la cosa fue tomando relevancia nacional.

Las candidatas eran cuatro jóvenes: Oly Clemente, Nelly Blanco Yépez, Rosario Gómez Ruiz, y una maestra de escuela, Yolanda Leal. La actividad de las aspirantes se limitaba a dar algunas entrevistas a la prensa y asistir a algunos juegos de béisbol, así como a distintos eventos organizados por los promotores del torneo. Lo que se buscaba principalmente con las presentaciones de las concursantes era promocionar el Mundial y entusiasmar a la gente para que se involucrara de distintas maneras en apoyarlo, y así hacerlo comercial. Resultó que el entusiasmo fue más allá e invadió otros terrenos distintos al de las cuatro esquinas.

En la medida en la que la gente se fue haciendo familiar con las candidatas, dos de ellas se convirtieron en las favoritas: Clemente y Leal. El contraste entre las dos muchachas terminó imponiéndose en el imaginario colectivo y las elevó como representantes de dos sectores de la sociedad. Yolanda, de piel morena, venía de Monte Piedad, una zona popular de Caracas; mientras que Oly, de tez blanca, era no menos que la hija del secretario del presidente Isaías Medina Angarita. De inmediato aquella elección se convirtió entre los venezolanos en una extraña oportunidad para expresarse e imponer el criterio de la mayoría.

Pronto empezó una especie de campaña electoral. El diario Últimas Noticias, el partido Acción Democrática, y distintos sindicatos del país, aupaban la elección de la maestra; mientras que el sector empresarial, el diario El Nacional y los grandes clubes de la capital -como el Club Paraíso, el Club Venezuela y el Country Club-, animaban a votar por Oly Clemente. La campaña resultó tan intensa que en algún momento aparecieron en las calles de Caracas algunos volantes que decían: “Yolanda Leal, para la gente Vulgar. Oly Clemente, para la gente decente”. Sí, hay que decirlo, con la primera elección democrática del país surgió también la primera táctica de guerra sucia electoral.

El tiempo avanzaba y la expectativa solo crecía. Las aspirantes a la corona recorrían el país y la llama se avivaba. A Yolanda Leal se le conocía entre las clases populares del país como “la reina del pueblo” -que no de la parranda, ¡qué es eso!-, mientras que los seguidores de Oly Clemente se referían a su candidata como “la novia del país”. El peso del evento se tornó de tal magnitud que el mismo presidente Medina Angarita se apuró en hacer pública su neutralidad en la elección.

La elección se llevó a cabo el primero de octubre de 1944. Contaba mi abuelo que la noche anterior a los comicios muchos se fueron a la cama temprano luchando con la ansiedad para conciliar el sueño. Horas antes del inicio de la jornada los centros de votación de Caracas, Maracay, Valencia, Barquisimeto, Maracaibo, Cumaná y Ciudad Bolívar, se abarrotaron de entusiastas que de manera ordenada hicieron largas filas. En la capital se podía votar en el recién remodelado Estadio San Agustín -que había pasado a llamarse Estadio Cerveza Caracas-, en el Estadio Nacional de El Paraíso, y en distintos teatros y cines de la ciudad.

En horas de la tarde comenzó el conteo de los votos, y en poco tiempo se comunicó el resultado al país: La morena Yolanda Leal había obtenido la victoria por paliza, con una diferencia de más de veinte mil sufragios. Las calles se llenaron con celebraciones entre música y cohetes: “La reina del pueblo” había triunfado. Veintiún días después de este acontecimiento se celebraron las terceras elecciones para los concejos municipales del país, en las que, como dijimos antes, podían participar solo hombres alfabetos mayores de 21 años. Las tensiones estaban ahí, en un sistema que, si bien había dado algunos pasos hacia la democratización, aún resultaba poco abierto para una sociedad que ya había experimentado lo que era expresarse de manera libre a través del voto. Doce meses después Medina Angarita fue derrocado.

Luego de la elección del primero de octubre de 1944, la vencedora fue coronada como la flamante Reina de la VII Serie Mundial de Béisbol Amateur. Empezaban así sus responsabilidades como la soberana del torneo, como la primera reina de belleza del país, y como el símbolo de las ideas democráticas que poco a poco se anidaban en la sociedad venezolana. El béisbol, una vez más, protagonista en nuestra historia; y esta vez lo hizo unido a lo que se convertiría en otro sello de la cultura del país: Los certámenes de belleza. Esta comunión quedó expresada en Glosas para Yolanda Leal, escritas por Miguel Otero Silva a propósito de tal acontecimiento, donde no deja de hacer un guiño a la relevancia del hecho en los deseos del país de caminar hacia la democracia, y la importancia que la clase popular tenía en ello.

Ahora bien, ¿que cómo resultó aquel campeonato? Por ahí nos pasearemos en la próxima entrega, no sin antes dejarles por aquí las glosas del maestro Otero Silva:

Yolanda de Venezuela,
mi pueblo te necesita
por morena y por bonita
y por maestra de escuela.

El estrai de tu sonrisa
rompió su curva en mi pecho
y yo me quedé maltrecho
y abanicando la brisa.
Corredor con mucha prisa
mi corazón sin cautela
salió en busca de tu escuela
y tu mirada profunda
lo puso fuera en segunda,
Yolanda de Venezuela.

¡Quién fuera rolin sin pena
para tu pie acanelado!
¡Quién fuera flai elevado
para tu mano morena!
En la tribuna más llena
donde Juan Bimba más grita,
con tu voz de agua bendita
proclamando la victoria,
para cubrirse de gloria
mi pueblo te necesita.

Cuando para mi desgracia
te alargué la mano terca
tú me volaste la cerca
con el jonrón de tu gracia.
Reina de mi democracia,
soberana de Pagüita,
en la clara nochecita
de tus ojos retrecheros
me anotaste nueve ceros
por morena y por bonita.

Fuiste línea disparada
hacia tu pueblo, de frente,
y en ti tu pueblo valiente
logró su mejor jugada.
Así quedaste engarzada
en manos de Venezuela,
manojito de canela,
Reina la más majestuosa
por morena y por hermosa
y por maestra de escuela.

Fuente video: Cortesía YouTube – Producciones Triana “La Reina del pueblo” – Fecha: 23/06/2010 – https://www.youtube.com/watch?v=jhjyXz36xsI
Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Opinión