De manera recurrente, a través de sus redes sociales, Manuel Ortega Sánchez conversa con los usuarios acerca de los procesos mentales y las vías para alcanzar un mayor bienestar en la cotidianidad, compartiendo recomendaciones y haciendo una función didáctica. Deja claro que como psiquiatra trabaja la mente individual y aunque eso se puede trasladar a sociedades, esa proyección nunca es exacta. Sin embargo, ha hecho una observación profesional de lo que les ocurre a los venezolanos, sumidos por años en una lucha constante por alcanzar un cambio político en el país. Señala que este proceso ha sido muy duro porque ha tocado enfrentar a personas que tienen otra visión de la vida. Afirma que cuando estamos en crisis “empezamos a jugar a buenos y malos: Yo tengo la razón y la bondad y el otro está equivocado y es malévolo. En esa visión psicológica no hay encuentro posible y todo se nos pone peor. Lamentablemente esto está pasando hoy en nuestra sociedad, mientras tanto el chavismo aprovecha para aplicar la máxima de ‘divide y vencerás’”.
-¿Cómo ha afectado la crispación de estos años la mente del venezolano?
-En Venezuela estamos en una situación de crisis, sin duda; y la sensación hoy es que no contamos con las herramientas para enfrentar el gravísimo problema que tenemos delante. En este momento se percibe en los ciudadanos desmoralización e impotencia, pero eso es un sentimiento muy malo porque paraliza. Las crisis tienen dos características fundamentales, una es la incertidumbre: El no conocer el futuro, el no saber a dónde vamos o qué nos va a pasar; y la segunda, es la idea de que no tenemos dominio de lo que está ocurriendo: El control no está en nosotros. Esos dos elementos están en la sociedad venezolana. Esto no siempre fue así, hace un tiempo nos sentíamos empoderados, con capacidades y creíamos que con nuestras manos podíamos hacer cosas para lograr un cambio en nuestra realidad.
-En una situación de crisis emocional colectiva, ¿qué debemos evitar?
-Hay dos grandes peligros de los que debemos cuidarnos en las crisis, el primero son los profetas del desastre, aquella gente negativa, pesimista, dramática que plantea que no hay salida, ni forma de resolver las cosas. El otro enemigo son las hadas madrinas, que son estos individuos que por su ingenuidad, superficialidad o incapacidad de ver la realidad piensan que todo es fácil, sencillo y se va a resolver. Los dos son igual de dañinos, porque uno te llena de miedo e inacción; y el otro hace que te confíes y no tomes las medidas necesarias a tiempo. En toda crisis ambos están presentes. Ahora en Venezuela se están imponiendo los profetas del desastre, pero para contrarrestarlos existe un concepto que todos debemos empezar a manejar: Resiliencia, que es la capacidad de enfrentar la adversidad. Siempre hay cosas que uno puede hacer, el tirar la toalla o asumir que no hay manera, no es una salida en la vida.
-El venezolano siente que lo ha hecho todo para materializar un cambio de rumbo, pero el chavismo sigue en el poder. ¿Cómo debe asumir la sociedad que después de intentar tanto ese resultado tan esperado aún esté lejos?
-Lo primero que debemos sacar de nuestra cabeza es que lo hemos hecho todo, hicimos mucho, grandes esfuerzos, y eso nadie nos lo puede quitar; pero no hemos hecho todo, porque si fuera así, entonces no habría nada que intentar y estaríamos perdidos. Hay gente que ha muerto, otra que ha sufrido cárcel y torturas en este proceso de lucha, también tenemos 5 millones de venezolanos que han emigrado. Lo que quiero decir es que hemos padecido grades pérdidas, pero no hemos hecho todo y por eso hay que seguir buscando opciones que nos lleven a ese final que tanto esperamos.
-El liderazgo que debe producir una ruta hacia el cambio ha cometido errores casi injustificables, y además de eso parece estar empeñado en la autodestrucción. ¿Cómo aplica la resiliencia en esto?
-Cuando estamos en situaciones de crisis es muy común que empecemos a tratar de buscar los culpables de lo que estamos viviendo, esa necesidad de conseguir un chivo exploratorio malo o incapaz empieza a tomar una gran fuerza en nosotros; y ese es un mecanismo mental muy peligroso, porque generalmente es injusto, nos hace poner toda la responsabilidad en otro y produce distanciamiento y separación. Entonces cuando me dicen que nuestros líderes han sido unos incapaces, yo digo que eso no es cierto, porque dentro de nuestra dirigencia hemos visto infinidad de personas que se han jugado el pellejo con la mejor intención y la mayor fuerza que han tenido. Eso no significa que han sido perfectos o que no se hayan equivocado. Este proceso ha sido muy duro porque nos ha tocado enfrentarnos a unas personas que tienen otra visión de la vida, donde la moralidad y los valores son diametralmente opuestos a los que nosotros tenemos, entender eso ha sido muy complicado para todos. Por eso hemos estado luchando con unas armas que no han resultado muy efectivas, esa es la realidad. Yo no soy tan duro con nuestros líderes, es muy fácil destruir, por ejemplo, decir que Juan Guaidó no logró nada es mentira, porque consiguió mucho, aunque no sea todo lo que necesitamos. Cuando tú culpabilizas te quedas tranquilo, porque el responsable es otro. Lo correcto es preguntarse ¿qué puedo hacer yo?
-¿Qué pueden hacer los ciudadanos para complementar e impulsar al liderazgo?
-Cuando uno está en procesos complejos no puede tener miradas miopes, decir que no se ha hecho nada es mentira, porque sí se han logrado muchas cosas; el solo hecho de la Presidencia interina y el reconocimiento internacional ha sido una ganancia inmensa, que no la podemos dejar de ver, aunque falte mucho para la meta final. El trabajo de los líderes en este momento es ponerse de acuerdo y eso se lo podemos exigir, el nuestro es no satanizar y promover que se respeten y tengan una ruta común. Cuando uno está funcionando bien mentalmente, entiende que todas las personas somos una amalgama o unión de cosas buenas y malas o virtudes y defectos; y que por eso debemos saber valorar lo bueno y tolerar lo que no nos gusta. Pero cuando estamos en crisis la mente funciona distinto, empezamos a jugar a buenos y malos: Yo tengo la razón y la bondad y otro está equivocado y es malévolo. En esa visión psicológica no hay encuentro posible y todo se nos pone peor. Lamentablemente esto está pasando hoy en nuestra sociedad, mientras tanto el chavismo aprovecha para aplicar la máxima de “divide y vencerás”. Debemos poner a funcionar la cabeza como si estuviéramos en tiempos de normalidad, y el liderazgo debe entender que estamos en un momento histórico.
-¿Cómo la ciudadanía puede hacer frente a ese aparato propagandístico enorme, invasivo y desmoralizante del régimen, donde se exponen las debilidades de la oposición y ellos se muestran como invencibles?
-No tengo respuesta en lo global, te puedo dar respuesta en lo personal: Lo primero, es tomar conciencia de las verdaderas dimensiones de lo que tenemos al frente y no minimizarlo. Lo segundo, es que debemos descomponer este difícil proceso en pequeños pasos logrables y centrarnos en eso; porque si solo me fijo en el resultado final, las posibilidades de frustración son muy altas. Si no hacemos esto en momentos complicados la cuesta se ve tan grande, que viene la desmoralización, y por ende la resignación. Es ir transformando nuestro objetivo último en metas realizables en corto plazo, eso empodera y da fuerza. En el caso de la sociedad y del conflicto político, creo que no tenemos que enfrascarnos en si vamos a sacar a Nicolás Maduro de Miraflores o no, sino en qué vamos a hacer con la coyuntura inmediata que tenemos, que en este caso son las venideras elecciones parlamentarias.
-¿Cuál es la diferencia entre desmoralización y resignación?
-Ambos son componentes del mismo proceso, la desmoralización es el sentimiento de no tener en nuestras manos una solución al problema que enfrentamos y eso nos lleva a la resignación, que es la acción de asumir que todo está perdido. Te pongo un ejemplo: Imagina a una mujer con cáncer de mama, que está luchando, que está haciendo todo para cuidar su salud y superar esa terrible situación; está médicamente comprobado, que si ella se desmoraliza y se resigna las posibilidades de que su enfermedad empeore son altísimas. En situaciones de crisis, a veces, la fuerza personal es menor al tamaño de la dificultad que se nos presenta, pero lo aconsejable es siempre mantener la esperanza y la fuerza, porque si no las probabilidades de éxito son muy bajas. No quiere decir que porque estés peleando vas a ganar, pero sí tienes mucho más chance. En nuestra situación es igual, si nosotros aceptamos resignarnos estamos perdidos, pero si somos capaces de recuperarnos y levantarnos los escenarios son más favorables.
-¿La mente del venezolano será capaz de superar los traumas que dejará el periodo chavista?
-Cuando se sienta una posibilidad de cambio real, la mente de las personas va a mejorar, tenemos dentro de nosotros capacidades, herramientas y fortalezas que permitirán a muchísima gente volver a tener una visión tranquila, apacible y esperanzadora de sus vidas, eso está ahí. Pero no podemos ser tan ingenuos de pensar que todo se va a resolver, hay heridas que soy muy difíciles de curar; existen individuos que tienen más posibilidades de sanar que otros, no todos somos iguales. Hay gente que sufrió un dolor muy grande o tiene una tendencia natural al resentimiento y la venganza, a ellos les va a costar mucho superar las cicatrices de este período. Va a depender de qué prive en la sociedad y en cada persona, si es la capacidad de perdón y de que volvamos a tener un camino de esperanza o si es el rencor y la necesidad de revancha, aunque esa decisión es personal, tiene implicaciones grupales. También depende mucho de los líderes y de la manera como se manejen, si lo que hacen es incitar permanente al odio va a ser muy difícil salir de esto; pero si son capaces de buscar formas de unión y de perdón el futuro va a ser mejor.
-En estos años de lucha política hemos visto cómo el venezolano se levanta una y otra vez, aunque haya sufrido la más estrepitosa de las derrotas, ¿a qué lo atribuye?
-Eso ocurre porque los golpes que nos han dado han sido muy duros, pero tenemos fortalezas que están muy por encima de la adversidad y los venezolanos lo hemos demostrado. Si algo tenemos que rescatar no son las caídas que hemos tenido, sino la inmensa fuerza con la que nos hemos levantamos de cada una de ellas, esa fuerza la tenemos en el alma y sale a relucir porque sentimos que estamos perdiendo algo demasiado grande e importante: Nuestra familia y nuestro país. Yo estoy convencido que de esta sensación tan maluca que tenemos ahora se va a acabar y volveremos a ver el entusiasmo, la energía, el valor y el coraje que hemos demostrado dentro y fuera de Venezuela, por eso debemos tener un poco más de confianza en nosotros, bajar la crítica, disminuir culpabilización y confiar en nuestras fortalezas, vendrán tiempos mejores, seguro.
*La fotografía fue facilitada por el entrevistado, Manuel Ortega Sánchez, al editor de La Gran Aldea.