Rafael Ramírez es tan descarado como aburrido. A la red que ha armado para hablar bien de sí mismo -tiene su propio canal en YouTube, un portal con su nombre y todas las redes sociales posibles-, se suma ahora el insistente rumor de que está escribiendo su biografía. O la ha mandado a escribir con la intención de mostrar “la mejor versión de sí mismo”, ese lugar común tan de moda que funciona para cualquiera.
En un intento inútil por rescatar su imagen, “RR” -porque el hombre también tiene su logotipo-, ha gastado un dineral limpiando su reputación, tal como lo demuestra una simple búsqueda de su nombre en Google y donde aparece de primerita una versión muy light de Wikipedia sobre el susodicho, seguido de su cuenta de Twitter, luego surge el portal que lleva su nombre y, en orden descendente, todas las entrevistas que le han hecho desde que se divorció del gobierno de Nicolás Maduro. Un dineral debe haber pagado por eso porque, como sabemos, manipular Google para que la búsqueda de algún determinado personaje arroje en el inicio solo resultados positivos, es algo que los expertos en marketing político y consultoría de imagen cobran y bien caro porque lleva tiempo y trabajo, entre ellos hacer click miles de veces cada día a las informaciones positivas, de manera que “asciendan” en la preferencia del buscador.
Aunque el dinero a derrochar es el menor de sus problemas porque RR tiene suficientes euros para pagar su aspiración de salir limpio y puro de la caverna donde se ocultó por más de un año durante el cual estuvo haciendo quién sabe qué para salir ileso de las garras del imperialismo, como le gustaba calificar antes a Estados Unidos. Un Gobierno que casualmente ha sancionado a todo su entorno, a sus mejores amigos, hasta a su primo Diego Salazar pero, vaya casualidad, ha dejado de lo más tranquilo a este Ramírez que vive ahora plácidamente en las afueras de Roma junto a su esposa Beatriz Rondó, la misma a quien nombró abogado de PDVSA por 30 mil dólares mensuales cuando RR era el zar del petróleo y cualquier abuso de poder estaba permitido porque era (y sigue siendo), la norma de cualquier chavista en el poder.
La broma es que en esta “reinvención” de sí mismo -otro lugar común de moda-, el verdadero Rafael Ramírez no ayuda mucho a su nuevo yo. Con un lenguaje bastante básico, ningún carisma en su haber y un pasado bien difícil de barnizar, RRno logra engañar ni a su espejo. Con su cara muy lavada le asegura a Vladimir Villegas que él vive en Italia gracias a su trabajo: “Soy Consejero… ¿De qué más voy a vivir yo?”, tratando de barrer de un plumazo todas las informaciones documentadas sobre su enorme fortuna, empezando por aquella que se remonta a 2008 y donde el hijo del entoncesembajador de España en Venezuela, Alejo Morodo, recibió nada menos que 5,4 millones de euros como pago por falsas asesorías a la PDVSA que presidía RR, contratos firmados por el abogado de PDVSA, Juan Carlos Márquez, quien recibía órdenes de Ramírez. Durante la investigación que llevó a cabo la Audiencia Nacional Española, se develó que Márquez poseía 15 inmuebles en España. Acusado por blanqueo de capitales apareció ahorcado en su oficina, asunto que algunos han considerado como asesinato. ¿Dirá algo sobre este escándalo en su biografía el nuevo Rafael Ramírez?
Como no dijo nada en 2009, cuando la ejecutiva del Ocean Bank, Niurka Sánchez, puso al descubierto las actividades sospechosas de una cuenta vinculada a Ramírez donde se depositaron 3 millones de dólares que retiraron casi inmediatamente hacia un banco en Suiza. “Las transferencias desde Venezuela no correspondían a los documentos que había aportado el titular para justificar su origen”, le dijo la ejecutiva a los directores del banco. Y la respuesta de Ocean Bank fue destituirla del cargo. Después de eso, ¿hubo más transacciones?, ¿o RR se conformó con solo 3 millones de dólares durante todos los años que estuvo en el Gobierno?
En una lista más larga que la estatura de Ramírez, el pillaje atribuido a RR se inicia en 2004, casualmente el año en que Morodo llegó como Embajador de España, hasta enero de 2020, cuando un tribunal español que investiga a Morodo y sus cercanos, descubrió una nueva empresa “offshore” Lakesides Overseas que realizó movimientos y pagos por 35 millones de euros, de los cuales el juez de la causa trata de ubicar 14,5 millones de euros “perdidos” y relacionadas a Morodo y Ramírez.
Tampoco quiere hablar mucho de su primo Diego Salazar, sobre quien Ramírez apenas abrió la boca para decir que “Diego merece un juicio justo… tiene una cantidad de años sepultado en La Tumba, como muchos otros trabajadores de PDVSA”, tumba que avaló con su silencio desde el primer día, tal como se hizo el loco cuando Salazar movía 2 mil millones de euros en una telaraña mercantil que demoró 11 años en construir, con más de 100 empresas fantasmasen tres países y decenas de propiedades de lujo en Venezuela. “Solo una de las compañías, Inversiones CS, cuyo accionista era Luis Mariano Rodríguez, primo de Salazar, tenía 11 locales comerciales a su nombre”, señala uno de los tantos reportajes destinados a desnudar el robo a mansalva que hizo el primo de RR.
Pero Rafael Ramírez prefiere esconder el lado oscuro de la familia mediante determinadas apariciones públicas donde evidencia sus ganas de regresar al poder con argumentos dignos de una conversación de peluquería. Desactualizado en sus criterios económicos, asevera que “el petróleo nos va a sacar de esta situación”, cuando los verdaderos expertos en el terreno aseguran que el estiércol del diablo venezolano corre el lamentable destino de quedarse para siempre en el subsuelo, no solo porque a mediano plazo será sustituido por energía sustentable, sino porque nuestro crudo es excesivamente pesado y por lo tanto, mucho más costoso de extraer en estos días donde la competencia ha hecho de las suyas mientras Ramírez y Maduro se dedicaban a destruir la industria, politizando su destino hasta convertirla en chatarra. Una chatarra más barata que aquella que adquirió RR con sobreprecio y por lo cual el gobierno de Maduro lo persigue y exige su extradición.
“No hay gas porque no hay petróleo”, también asegura RR desde Italia. Otro embuste más porque basta con revisar el informe “El Retorno a la Era de la Leña”, del experto Raúl Córdoba, para entender con pelos y señales cómo la industria del gas doméstico comenzó su caída en 2006, en pleno mandato de RR, pero aceleró su derrumbe no precisamente por la escasez de petróleo sino porque el gobierno socialista, que apoyó Ramírez, quebró Sidor y ya no hay manera de producir nuevas bombonas. Con igual ignorancia de la realidad, insiste en que su hermano Fidel es inocente, a pesar de que registró tres empresas en Panamá -en una de las cuales escondió el apellido Ramírez– y esté acusado en Nueva York de recibir miles de dólares del Consorcio KCT, en una operación de lavado de dinero producto de la corrupción. Empresa tristemente célebre por haber vendido a Bariven equipos eléctricos con un sobreprecio de casi el doble de su valor real, tal como lo demostró el periodista César Batiz en un minucioso reportaje publicado en Ultimas Noticias en septiembre 2011.
Responsable de desfalcar 11 mil millones de dólares a Venezuela, según demostró la Asamblea Nacional de mayoría opositora, RR no se arrepiente de haber despedido a casi 20 mil trabajadores de la PDVSA meritocrática “porque eran ellos o nosotros”. Tampoco de sacar a la fuerza a los trabajadores y sus familias de las casas que les otorgaba la industria; y mucho menos se queja de vivir en Italia como un jeque porque allá están las “consultorías” que le dan de comer.
Memorias de un cínico, podría llamarse su biografía. Aunque también debería abrir una fundación que lleve su nombre (el orgasmo de cualquier bandido), para repartir comida, ropa y medicinas a los millones de venezolanosque dejó en la ruinasu ideología roja-rojita, la gran culpable de su fortuna y nuestra desgracia.