En la aldea
19 abril 2024

El Béisbol en Venezuela: La profesionalización de la pelota criolla

Luego de formalizar la creación de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), los primeros días del mes de enero de 1946, ya el 12 de ese mismo mes se escuchó el grito de playball en el Estadio Cerveza Caracas, dando inicio al primer campeonato de pelota rentada del país: La profesionalización del deporte de las cuatro esquinas en la tierra del Arauca vibrador era un hecho. En aquel juego inaugural, el Magallanes venció en hora y cuarenta minutos al Venezuela cinco carreras por dos.

Lee y comparte
Félix Seijas Rodríguez | 30 octubre 2020

En 1945, el Cervecería Caracas, bajo la conducción de José Antonio Casanova, se alzó con el título de campeón del último torneo de primera división disputado en la pelota local. El encuentro de cierre de ese torneo se disputó el 8 de abril 1945 en el Estadio Cerveza Caracas, con victoria del Vargas sobre el Magallanes tres carreras por dos. Con seguridad aquel fue un juego cerrado y emocionante. Sin embargo, lo que los aficionados que asistieron ese domingo al Estadio no podían adivinar era que estaban presenciando el último juego de la historia de la primera división del béisbol caraqueño. Lágrimas, gente, muestren un poco de humanidad: Después de 19 años una etapa hermosa de nuestra pelota había llegado a su fin.

Ahora séquense el rostro que, a rey muerto, rey puesto. El béisbol en Venezuela estaba por dar un paso crucial. La desaparición de la primera división de la pelota capitalina respondió a la necesidad de reorganizar la disciplina, de manera tal que existiese una clara separación entre la práctica amateur y la profesional. Sí, de eso se trataba, la llamada primera división fue reemplazada por la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), esa que cada año nos brinda meses de distracción y felicidad.

Ya en 1871 los Estados Unidos de América había atravesado un proceso similar, solo que de manera más abrupta. En aquel momento, veintitrés clubes que habían empezado a cancelar salarios a sus jugadores atendiendo las regulaciones que la convención de la National Association of Base Ball Players habían fijado en 1869, decidieron separarse de dicho cuerpo y fundar la National Association of Professional Base Ball Players. De esta manera, la distinción entre amateurs y profesionales se consolidó, lo que hizo crecer la pelota en el país y llevó a que en 1903 se firmara el acuerdo que dio vida a la Major League Baseball (MLB).

La evolución de la pelota en Venezuela tiene varios paralelismos con lo ocurrido en los Estados Unidos de América aunque, por supuesto, en tiempos distintos. Todo comenzó como una forma de entretenimiento entre muchachos que habían aprendido el juego mientras cursaban estudios en Norteamérica a finales del siglo 19. La novedad pronto se propagó, y el interés por ver a equipos enfrentarse en el diamante no tardó en atraer la mirada de algunos empresarios. En un principio se comenzó a cobrar de manera informal por el derecho de observar los juegos. Luego construyeron estadios y la organización comercial tomó forma.

“El registro de la sociedad civil Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) se oficializó durante los primeros días del mes de enero de 1946. Su primer presidente fue Alfredo Scannone, hermano mayor de quien es quizás el hombre más conocido de la gastronomía venezolana, Don Armando Scannone”

En las primeras décadas del siglo 20, el béisbol se encontraba ya esparcido por Venezuela, con equipos y ligas en grandes y pequeñas ciudades. Sin embargo, la práctica del juego de pelota no estaba regulada y tampoco era reconocido como un oficio. Los jugadores de los equipos élite recibían algún tipo de compensación monetaria, cuya dinámica y tamaño dependía de la importancia y habilidad de cada individuo para negociar. Los players, como se les conoció a los jugadores en la primera mitad del siglo 20, tenían distintos trabajos además de exhibir sus habilidades entre las rayas de cal. Con el tiempo, los más habilidosos empezaron a vivir solo de jugar a la pelota, aunque para ello debían negociar con tres y cuatro equipos de distintas ciudades y pasearse entre ellas a lo largo del año.

Durante algún tiempo, los convenios de los jugadores destacados consistían en otorgarles un porcentaje de la recaudación por concepto de taquilla, mientras que los de menor rango debían conformarse con poca cosa. En la medida en la que el negocio crecía, la paga de los players destacados se hizo importante y algunos equipos empezaron a importar figuras desde el Caribe y Norteamérica y, a su vez, jugadores criollos eran captados por equipos de aquellas ligas.

Con los años, los actores de primera línea comenzaron a devengar ingresos fijos, pero en la mayoría de los casos los contratos se establecían bajo la figura simbólica de empleados de empresas asociadas con el equipo, y no como jugadores. En Venezuela, la primera organización en ofrecer contratos de este tipo a la totalidad de su plantilla fue el Caracas: Desde su nacimiento en 1942, cada uno de los jugadores del equipo fue incorporado a la nómina de la compañía Cervecería Caracas como empleado a tiempo completo. De esta forma, los jugadores mantenían, aunque de manera gris, su estatus amateur, es decir, el estatus de no recibir remuneración por jugar pelota.

En 1938, la organización del Primer Mundial de Béisbol Amateur propició la creación de la Federación Internacional de Béisbol Amateur (FIBA). Ello llevó a cada país que participaba en estos torneos a estructurar sus selecciones con jugadores que pudiesen ser considerados bajo la categoría de no profesional. Para los Estados Unidos de América, Cuba, México y Puerto Rico, la situación estaba clara porque los profesionales jugaban en ligas reconocidas como tales. En Venezuela, la cosa era distinta: No existía una liga profesional, y la línea que separaba entre el estatus de aficionado y profesional de la mayoría de los jugadores que militaban en las ligas locales era borrosa.

Luis Aparicio El Grande
Luis Aparicio Ortega.

Cuando Venezuela enfrentó por primera vez el reto de conformar la selección que participaría en el Mundial de 1940, los responsables de llevar adelante tal misión debieron apelar a jugadores jóvenes que no generaran controversia a la hora de ser registrados como amateur. Así, grandes nombres como el del “Patón” Carrasquel, que para la época se había convertido ya en el primer venezolano en jugar en las Grandes Ligas; o el de Vidal López, que había participado en las ligas de Cuba, Puerto Rico y México, quedaban fuera de discusión. Sin embargo, la línea entre el amateurismo y lo profesional se tornaba cada vez más difusa en el caso de un sinnúmero de piezas de la pelota local. Con el tiempo, esta situación se hizo aún más delicada con personajes como Ramón “Dumbo” Fernández, Enrique “Conejo” Fonseca, Guillermo Vento, Dalmiro “El Ovejo” Finol, Luis Romero Petit, Héctor Benítez “Redondo”, Julio Bracho o Antonio Briñez, que pronto pasaron a ser fichas polémicas a la hora de formar parte de las filas de las selecciones amateur. Otros países de la región como Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Colombia, hacían también malabares para incluir en sus rosters a los mejores jugadores sin que estos fuesen vetados. En algún momento la necesidad de atender lo que ocurría se hizo inevitable, y la FIBA comenzó a ejercer presión para que la situación se tornara cada vez más transparente.

Luego de la celebración, entre octubre y noviembre, de la VIII Serie Mundial de Béisbol Amateur en Venezuela de 1945, la idea de profesionalizar la práctica de la pelota en el país tomó un rumbo definitivo. El éxito de la selección nacional en los mundiales del 41, 44 y 45, había disparado aún más el interés por la pelota en un país que atravesaba un proceso interesante de modernización.

Así, el 27 de diciembre de ese año, Luis Pimentel en representación del Caracas, Carlos Lavaud por el Magallanes, Juan Rafael Reguetti por el Vargas, y Juan Antonio Yanes por el Venezuela, se reunieron en la oficina de este último en los altos del Cine Capitol, número 12, frente al Congreso Nacional, para acordar la conformación de una liga de béisbol profesional. Los directivos del equipo Los Sapos, la quinta divisa que había participado en el último torneo de primera división, había formado parte de las conversaciones previas al encuentro, pero al final decidieron no unirse a la aventura por razones económicas.

Cuando las doce campanadas anunciaron la llegada del año 1946, el proyecto de los cuatro pioneros estaba avanzado. El registro de la sociedad civil Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) se oficializó durante los primeros días del mes de enero. Su primer presidente fue Alfredo Scannone, hermano mayor de quien es quizás el hombre más conocido de la gastronomía venezolana, Don Armando Scannone. ¿No les dieron ganas ahora de mirar un jueguito de pelota saboreando un asado negro?

Luego de formalizar la creación de la LVBP, el 12 de ese mismo enero se escuchó el grito de playball en el Estadio Cerveza Caracas, dando inicio al primer campeonato de pelota rentada del país: La profesionalización del deporte de las cuatro esquinas en la tierra del Arauca vibrador era un hecho.

El coso del Estadio de San Agustín volvía a ser protagonista de un hito del deporte venezolano. En aquel juego inaugural, el Magallanes venció en hora y cuarenta minutos al Venezuela cinco carreras por dos. Y qué mejor estampa para abrir y ganar aquel encuentro histórico que nuestra primera gran figura del guante y la pelota: Alejandro “Patón” Carrasquel. Luis Aparicio Ortega, campo corto de los turcos, conectó el primer imparable de la liga y anotó también la primera carrera. En ese encuentro, “El Grandre”, como sería conocido el ícono zuliano, estafó también tres almohadillas. ¿Por qué no imaginar a un niño de doce años saltando en la tribuna emocionado al ver el hit que su papá acababa de batear a costa del pitcher del Venezuela, Carlos Rotjes? Sí, ese niño estaría soñando con emular a su padre y, ¿por qué no?, algún día llegar al Olimpo del béisbol. Al parecer el muchacho tenía pedigrí.

La LVBP inauguró acciones con un formato de 30 juegos, en el que cada equipo debía enfrentar a cada uno de los restantes en diez oportunidades. Quien al final terminará primero en la tabla sería el campeón. En el torneo participó un total de 76 jugadores, divididos en 18 por el Vargas y el Venezuela, 17 por el Caracas, y 24 por el Magallanes. Esta cifra luce modesta si la comparamos con el récord de la Liga de 531 peloteros alcanzado en la temporada 2016-2017.

El primer campeonato de la liga profesional se llevó a cabo con éxito. Los fanáticos asistieron cada jueves y sábado por las tardes, y los domingos en la mañana, para presenciar cada juego de la temporada. El Vargas, conducido por el manager ganador de los dos últimos mundiales de béisbol amateur, el “Chino” Canónico, se alzó con el cetro con 18 victorias y 12 reveses y se convirtió en el primer equipo campeón de la LVBP. Canónico contó con una nómina estelar entre los que figuraba nada más y nada menos que Roy Campanella, quien pronto se convertiría en estrella de los Dodgers de Brooklyn y, con el tiempo, en el segundo afroamericano -después de Jackie Robinson– en ingresar al Salón de la Fama del Béisbol de Cooperstown. El Vargas contó también con el ganador de la triple corona de picheo del torneo, el jugador de la Negro League, Roy Welmaker, quien abrió 25 de los 30 juegos que disputó el equipo y ganó 12 de las 18 victorias que la novena alcanzó ese año, dejando una efectividad de 2.68 en 181 inning y 2/3.

El subcampeón del torneo fue el Cervecería Caracas con registro de 16-15, seguido del Venezuela (15-16) y el Magallanes ocupando la última plaza con récord de 12-18.

Son muchas las historias, hitos y anécdotas que en 74 años nos ha dejado la LVBP. Gracias a ella nuestras navidades tienen sabor y aroma a pelota. A partir de la próxima entrega comenzaremos a pasear por algunos momentos de la evolución de esta fiesta invernal.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Opinión