En la aldea
25 abril 2024

Juan Eleazar Figallo, lo que le faltaba a una Asamblea de bate quebraos

Convertido en “Juancho El Solidario”, el narrador de noticias se lanza a la política patrocinado por un benefactor clandestino que le debe estar pagando sus visitas a los barrios de Miranda; le permite usar la sede de un partido secuestrado por el Gobierno; y le publica sus declaraciones solo en medios oficiales, sin que el emocionado candidato Juan Eleazar Figallo se dé cuenta de que lo están utilizando para hacer bulto.

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Elizabeth Fuentes | 01 diciembre 2020

La Asamblea Nacional por venir y su mezcla de partidos robados, ladrones reciclados y viejas caras del chavismo -esta vez más arrugadas pero con sus malas intenciones intactas-, solo necesitaba para estar completa la aparición del clásico “outsider”, un espontáneo pintoresco de la talla de Juan Eleazar Figallo, disfrazado ahora como “Juancho El Solidario”, un candidato más de este circo electoral donde un capital clandestino anda patrocinando a más de uno. Porque para hacer campaña en el fraude que se avecina se necesita tener una caradura del mismo tamaño de la chequera.

Aunque el caso de Juan Eleazar Figallo no le ha resultado extraño a quienes le conocieron desde sus inicios como narrador de noticias en Globovisión -su salto a la fama-, porque aseguran que ese personaje que se destapó luego de la venta del canal y que bautizaron como El Solidario de la Televisión, es su verdadero yo. Que Figallo finalmente logró sacar del closet al excéntrico que lo habitaba desde siempre y que en el canal de Ravell y Zuloaga habían logrado  mantener a raya porque, la verdad sea dicha, Figallo era súper disciplinadocumplidor y eficiente en su trabajo.

De modo que este Figallo que ahora se cree una suerte de predestinado y le habla al público como si estuviera en un púlpito, el mismo que a veces golpeaba el escritorio de indignación como cualquier pastor evangélico y hace su campaña en nombre de Dios, cree en su cosa y sólo necesitaba un empujoncito -ya imaginamos de quién-, para buscar su investidura de diputado  echando mano de promesas repetidas, justo lo que quiere oír el pequeño porcentaje de ciudadanos que saldrán a votar obligados porque de allí dependerá su trabajo en el Gobierno o la caja CLAP que quizás traiga un trozo de pernil.

Aunque este no ha sido su primer salto. El joven que se inició como organizador de capillas velatorias y lloró cuando obtuvo su título universitario, el de la voz engolada que lo catapultó hasta el canal de noticias más importante del país (antes de que cayera en manos del oficialismo), siempre escondió  esa ambición  de pastor sin iglesia que le habla ahora a sus votantes con los lugares comunes de siempre y les asegura imposibles, aferrado a la importancia que le otorga haber salido a diario en televisión: “Ustedes me conocen durante muchos años y saben muy bien que siempre he tenido como estandarte el amor del pueblo; aquel amor desinteresado que me ha inspirado a servir incansablemente a los ciudadanos y bla bla bla…”, toda una novedad en el verbo de la política.

Y aunque suele recurrir frecuentemente a Dios, ni siquiera el Santísimo sabe de dónde saca el sueldo de quienes le producen su propaganda, el de los técnicos que lo siguen a sus recorridos por Petare y mucho menos con qué dinero compra, por decir una minucia, las botellitas de agua que debe repartir entre su equipo mientras caminan en busca de votos. Aunque la respuesta es tan fácil como obvia. Porque a “Juancho El Solidario” los únicos medios donde le dan cobertura son los oficiales. Lo invitan a VTV, reproducen sus andanzas y declaraciones en los portales del Minci, así como en Ciudadccs y Últimas Noticias. Y por si fuera poco, Juancho toma los micrófonos desde la sede del partido Copei (secuestrado por el Gobierno) y desde allí, exudando poder y seguridad porque se sabe rodeado de micrófonos, se dirige al país con una certeza pasmosa y nos explica sobre cómo va a combatir la falta de agua, de luz, de gas, de alimento, casi con la misma eficacia que exhibió en Globovisión solicitando medicinas para un enfermo o denunciando la basura en un barrio sin mayores repercusiones. Porque como aquel personaje de Desde el Jardín, “Juancho El Solidario” confunde la realidad con lo que sale en la tele, sólo que en su caso el asunto ha resultado al revés y ahora es él quien se cree el personaje que le inventaron en Globovisión para aumentar la  audiencia. Números que le deberían servir como brújula al momento que le toque aterrizar en la realidad y se percate de que su patrocinante lo utilizó para hacer bulto.

Aunque viéndolo bien, sería de lo más cómico que Juancho obtuviera su curul y los chavistas y sus amigotes se vieran en el trance de tener que soportar sus arengas esotéricas-políticas, todo un castigo para el bojote de psuvistas que deberán calarse ese fastidio en lugar de estar disfrutando de todo el dinero que se han ganado sin trabajar, el sueño de todo socialista.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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