En la aldea
04 mayo 2024

Horror al vacío… de liderazgo

Si se presta atención a la conversación cotidiana de los ciudadanos con sus conocidos, se percibe un claro escepticismo hacia quienes luchan por ejercer el liderazgo opositor. ¿Es posible recuperar el liderazgo perdido? Sin credibilidad no hay confianza y sin confianza no hay liderazgo. ¿Quién será capaz de ganar esa confianza? Si de alguna manera no se cuenta con ese liderazgo, hay razones para pensar, y temer, que alguien por la fuerza se puede imponer con la promesa de gobernar con eficacia para atender las penurias del pueblo y ofreciendo la capacidad para hacerlo.

Lee y comparte
Ramón Piñango | 19 febrero 2021

Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible
y, de repente, estarás haciendo lo imposible
Francisco de Asís

A la evidente gravedad de la situación que sufre el país se suma una búsqueda cada vez más angustiosa de orientación y guía para salir adelante hacia tiempos mejores. Al menos el 80% de los ciudadanos sienten que los males del país tienen como causa fundamental: La incompetencia, la desidia y la corrupción de quienes tienen en sus manos el control y la administración del Estado.

En años recientes, han surgido personas y grupos políticos que han hecho ofertas y promesas para salir de la crisis. Por otra parte, el discurso de quienes desde la oposición han aspirado y tratado de liderar la acción política de los ciudadanos ha contado, en diversas ocasiones, con el apoyo de la gente. Sin embargo, ese apoyo se ha desvanecido de manera notable.

Hoy puede afirmarse que la percepción de buena parte del país en relación con a quién creerle se puede resumir de la siguiente manera: Un régimen que tiene como objetivo central mantenerse en el poder a como dé lugar; una oposición políticamente fragmentada con promesas no cumplidas que, por diversas razones, ha minado la confianza del pueblo que en algún momento la apoyó.

El país padece un vacío de liderazgo.

La historia muestra que las sociedades humanas no toleran la ausencia de liderazgo, especialmente en tiempos de crisis. Como afirma Ronald Heifetz, reconocido investigador sobre liderazgo, las sociedades buscan que sus líderes impartan dirección, protección y orden. Orientación para avanzar hacia tiempos mejores, más seguros ante amenazas externas e internas, y orden mediante normas compartidas por buena parte de la sociedad.

Por lo que implican, los vacíos de liderazgo tienden a ser llenados y no siempre de la manera más acertada o feliz. Un ejemplo negativo, trágico, es el caso de Alemania, después de la derrota que sufrió este país en la Primera Guerra Mundial, y ante los males de la llamada República de Weimar. Esa crisis provocó que el Nacional Socialismo liderado por Adolf Hitler, tomara las riendas del Estado alemán con las consecuencias que todos conocemos. Un caso con consecuencias positivas fue el de Franklin Roosevelt en Estados Unidos quien fue reelecto tres veces por sus logros al enfrentar la gran depresión y mostrar sus virtudes de líder durante la Segunda Guerra Mundial.

“¿Quién llenará el vacío de liderazgo que vive el país en esta circunstancia crítica que afecta la vida cotidiana de la inmensa mayoría de los venezolanos?”

Del liderazgo se espera capacidad para reconocer la circunstancia en que estamos, decisiones pertinentes y eficaces, capacidad para comunicar, coherencia entre lo que se dice y lo que se hace y consistencia en el tiempo, en lo que se refiere a principios fundamentales. Estos rasgos de la conducta constituyen la base de la confianza en quienes lideran, especialmente en tiempos de crisis cuando reina la incertidumbre.

Desde esa perspectiva, el país enfrenta una crisis de liderazgo que se expresa, entre otras cosas, por el escaso apoyo que reciben quienes, hasta ahora, han querido contar con el apoyo mayoritario de los ciudadanos. Por su parte, el régimen está dando muestras de tener que recurrir a la coerción, incluyendo amenazas, para mantener cohesionados a quienes hasta ahora lo han apoyado. Quieran o no, eso evidencia fragmentación en quienes detentan el poder. En lo que se refiere a la oposición, la fragmentación también es un rasgo notable y es más evidente porque es más visible. Más allá de los sondeos de opinión, que muestran el escaso respaldo que reciben quienes luchan por el apoyo popular, si se presta atención a la conversación cotidiana de los ciudadanos con sus conocidos, se percibe un claro escepticismo hacia quienes luchan por ejercer el liderazgo opositor. Eso incluye al liderazgo en unas cuantas organizaciones de la sociedad civil. Con mucha frecuencia, se cuestionan acciones o decisiones de personas en funciones de dirección en ámbitos muy diversos.

Todo esto le imparte obvia validez a preguntas fundamentales. ¿Quién llenará el vacío de liderazgo que vive el país en esta circunstancia crítica que afecta la vida cotidiana de la inmensa mayoría de los venezolanos?, ¿es posible recuperar el liderazgo perdido? Las respuestas no son fáciles pero hay algunos criterios que pueden ayudar a encontrarlas. Por una parte, recordar que sin credibilidad no hay confianza y sin confianza no hay liderazgo. Es difícil recuperar la confianza que una vez tuvieron quienes pudieron liderar. Esa recuperación pudiera ocurrir mediante acciones valientes, casi heroicas, que demuestren una auténtica rectificación.

En todo caso, será determinante la capacidad para escuchar a la gente y responder a sus necesidades e inquietudes. Ello requiere que los posibles líderes tengan confianza en los ciudadanos y los ciudadanos en los líderes. ¿Quién será capaz de ganar esa confianza? Si de alguna manera no se cuenta con ese liderazgo, hay razones para pensar, y temer, que alguien por la fuerza se puede imponer con la promesa de gobernar con eficacia para atender las penurias del pueblo y ofreciendo la capacidad para hacerlo. Lo que podría ser una manera muy poco afortunada de llenar el vacío de liderazgo que hoy padece la sociedad venezolana.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Opinión