Venezuela en remate. Ese pudiera ser el nuevo eslogan para esta etapa de nuestra economía. Por un lado, Nicolás Maduro entrega a sus amigos empresas expropiadas por Hugo Chávez, que ahora, inoperantes, son una carga para un Estado también quebrado. Mientras por el otro, están los inversionistas extranjeros, vinculados a socios locales “bendecidos” por el régimen, cazando a las que alguna vez fueron grandes compañías privadas, pero que hoy, debido a la asfixia y controles del madurismo, están reducidas a precios de gallina flaca.
En esta segunda categoría de inversionistas parece estar el empresario chileno Isidoro Ernesto Quiroga Moreno. Que a pesar de no ser tan conocido para la opinión pública, forma parte del grupo Phoenix Global Investment, un fondo que meses atrás compró los activos en Venezuela de Cargill, una compañía emblemática del sector de alimentos. Phoenix Global Investment, previamente, había adquirido parte del también venezolano Grupo Puig, fabricante de las populares galletas María.
Eso explica el escueto comunicado de hace unos meses en el que se anunció la venta de Cargill al fondo Phoenix Global Investment y al Grupo Puig. “La venta busca asegurar la continuidad de las operaciones en el país, el acceso a los productos y servicios de calidad que la compañía ha brindado a lo largo de 34 años en Venezuela”, decía la breve comunicación divulgada en noviembre pasado. Terminaba así una historia de más de tres décadas ininterrumpidas en Venezuela para Cargill y comenzaba otra, bajo otro esquema, de la mano del chileno Isidoro Quiroga.
Cuatro meses después de aquel anuncio ni Cargill, ni Grupo Puig han ofrecido detalles financieros o sobre la operación de la compañía. Los trabajadores de Cargill tampoco conocen aún mayores detalles de la negociación.
Isidoro Quiroga encaja en ese perfil de nuevos inversionistas extranjeros que de la noche a la mañana ponen su capital en nuestro país pese a la grave crisis económica, pero logra que se le otorguen permisos que solo pueden tener la venia del Alto Gobierno. Su nombre aparece más y más como uno de estos nuevos “bolinversionistas” que buscan ganarse el jackpot en suelo venezolano.
Quiroga ha intentado mantenerse en el anonimato, pero ya comienzan las preguntas sobre cómo este empresario, desconocido hasta hace poco en Venezuela, ha logrado adueñarse de varias empresas emblemáticas, en un país donde nada pasa por casualidad y donde los tentáculos del régimen y sus socios acechan a todos los sectores económicos.
Este enigmático empresario chileno pareciera estar dispuesto a trabajar con las reglas de Maduro: Entras, pagas barato, tienes la bendición del régimen en todas las operaciones, te asocias con uno de ellos y cada vez es mayor el control económico. Todo indica que Quiroga, hoy, es un actor importante en varios sectores económicos clave del país.
La carrera de Quiroga comenzó cuando introdujo el cultivo del kiwi en Chile, pero hoy en día se ha convertido en el centro de polémicas tras obtener ganancias por 25 millones de dólares en 5 años al vender derechos del agua que obtuvo gratuitamente, razón por la que lo llaman el “Zar” del agua.
Su plan con este millonario negocio se vino abajo cuando la compañía BHP Billiton quiso poner en marcha un proyecto que requería la extracción de 1.027 litros de agua por segundo en el sector de Pampa Colorada, cerca de San Pedro de Atacama (Chile), pero las comunidades aledañas de Socaire, Peine y Talabre se quejaron debido a que el agua no alcanzaba para satisfacer las necesidades de sus habitantes. Un año después, la Comisión Regional de Medio Ambiente de Antofagasta rechazó el proyecto y detuvieron la compra de los derechos del agua de Quiroga.
Otro intento millonario fallido fue el del río Palena que cruza por dos reservas e igual número de parques nacionales: La Reserva Nacional Lago Rosselot y la Reserva Nacional Lago Palena; el Parque Nacional Queulat y el Parque Nacional Corcovado.
En su momento la ex presidenta Michelle Bachelet instruyó al Ministerio de Obras Públicas a denegar cualquier solicitud de derechos de aprovechamiento de agua sobre ese río. Con eso quedó truncado otro de los planes de Isidoro Quiroga.
En Venezuela, Cargill no es su única apuesta. En 2015 Liberty Mutual Insurance puso en venta su compañía, Seguros Caracas. La empresa estadounidense explicó que la razón fue “el ambiente económico del país, que había impactado significativamente la capacidad de Liberty Mutual de sostener sus operaciones, llevando a determinar que Seguros Caracas estaría mejor servida bajo un nuevo dueño de origen local”.
Se mantuvo el grupo de directores, pero el comprador fue Isidoro Quiroga, quien decidió invertir millones de dólares en negocios dentro de Venezuela y que no tuvo ningún tipo de impedimento por parte del régimen de Maduro para realizar esta movida. Algunas fuentes aseguran que luego del cambio de manos, las restricciones que limitaban la operatividad de la aseguradora se desvanecieron.
Aun no se conoce el monto exacto que tuvo que pagar Quiroga por Seguros Caracas, pero su expansión en Venezuela no paró con esa adquisición. En 2019 el empresario chileno compró Australis Seafoods, transacción millonaria que realizó para entrar en el sector alimentos.
A contracorriente de la realidad que viven los empresarios locales, las inversiones de Quiroga no parecieran tener problema. Algo debe estar haciendo el “Zar” del agua para tener el visto bueno del Alto Gobierno y poder obtener los permisos necesarios. Parece haber encontrado la fórmula del éxito: tras bambalinas controla empresas estratégicas y tiene el viento a favor en Miraflores.
Para el oficialismo es un ganar-ganar: “Privatizan” empresas de facto y escogen a los nuevos “dueños” de estas. Modelo que es una copia al carbón de la Rusia de Putin, donde siempre hay un socio local muy cercano al Gobierno. Para eso también se aprobó la llamada “Ley Antibloqueo”, la cual otorga a Maduro la potestad de disponer de los activos del Estado y mediante la cual el Gobierno pretende que sus afectos se adueñen de la economía venezolana.