Hace 19 años ya, el domingo 7 de abril del 2002, Hugo Chávez, en cadena nacional de radio y televisión, hizo sonar el “pito de la ignominia”. Al compás de ese pito, Chávez no sólo despidió a siete gerentes de PDVSA, quien suscribe incluido.
Ese día Chávez decretó la destrucción del país como lo conocíamos, con imperfecciones y desigualdades, pero que todavía guardaba la esperanza de un futuro mejor.
Ese día Chávez dejó muy en claro su desprecio al conocimiento y su odio visceral a la integridad de los profesionales.
Ese día Chávez decretó la desprofesionalización de PDVSA, acción que seguidamente repitió, sin pito, pero con la misma saña, en el Metro de Caracas, en CANTV, en Edelca, en el Banco Central de Venezuela y, en fin, en cuanta empresa o institución a su alcance pudiese existir, conducida por profesionales capacitados y probos. Desprofesionalizar para partidizar las nóminas, a fin de ponerlas al servicio de su proyecto totalitario de poder.
Los resultados están a la vista, huelgan las palabras, todos saben, en mayor o menor medida, lo que ocurre en el país, y saben que es consecuencia de lo que se inició ese día, 7 de abril de 2002. Sin exageraciones y sin tapujos. Hoy día, con la evidente destrucción y disolución del país, ese “pito de la ignominia” nos recuerda la esencia de lo que ocurre.
También hoy día, otro “sopla pito” con igual o mayor intensidad, desprecia el conocimiento y la integridad profesional. La catástrofe humanitaria que vive Venezuela es un ejemplo claro e inequívoco. Lo que ocurre con la Covid-19 en el país tiene también su raíz en el desprecio a los profesionales del sector de la salud que, por meses, han hecho recomendaciones y advertencias.
A pesar de todo y por todo, seguimos trabajando y confiando, con renovada esperanza, en que el pito de la dignidad, la integridad y la justicia, pronto sonará acompañando el himno de la libertad.
*Presidente de la junta administradora ad hoc de PDVSA.