En la aldea
12 noviembre 2024

La piedad europea

El éxito de la victimización latinoamericana esta fuera de toda duda. La leyenda negra adquirió mayor celebridad en Europa que en la propia América. ¿Cómo puede dudarse de la efectividad de aquél brebaje, si ahora alimenta la culpa histórica europea que permite obtener donativos y ayudas? Y para afrontar la mala conciencia, nos envían asesorías que permitan corregir nuestro destino. El viejo colonialismo europeo que antes nos marcó el camino de la emancipación, hoy nos cobija y nos tutela para enseñarnos a vivir en paz y libertad.

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Ezio Serrano Páez | 25 junio 2021

América nace victimizada. Cuando Cristóbal Colón regresó de su primer viaje describe a los aborígenes que había visto indicando que no encontró entre ellos “como se presumía, monstruo alguno, sino gentes de mucho obsequio y benignidad”1. Con la llegada de los colonos, y bajo las presiones de la evangelización, pronto se llegó a dudar de la condición humana de los indígenas. El padre Bartolomé de las Casas debió denunciar a sus paisanos empeñados en afirmar la humanidad incompleta de los aborígenes y la imperiosa necesidad de tutores para completarlos. Los ambiciosos encomenderos entraron en acción. La corona española quedó atrapada entre la piedad cristiana que obligaba a proteger a sus vasallos y la necesidad de obtener recursos para financiar su expansión en ultramar. 

Cuando soplaron los vientos de la independencia, a los ilustrados criollos, no les resultó fácil convencer a los nacidos en América sobre las bondades del vivir emancipados. ¿Pudo ser de otro modo? Quién sabe, lo cierto es que al menos en el caso de Hispanoamérica, autores bien documentados en el Derecho Indiano como Silvio Zavala, señalan la condición tutelar, proteccionista y amparadora de las reglas jurídicas que la corona española procuró imponer en América. Ricardo Levene, apelando a la legislación indiana sostiene que las Indias no eran colonias o factorías, sino provincias, reinos, señoríos2.

Immanuel Kant suponía que la ilustración liberaba al hombre de su incapacidad para servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Se trataba de una incapacidad culpable pues ya la naturaleza lo había liberado de su condición de pupilo al dotarlo con la razón. Pero Kant también advierte la amenaza de la pereza y la cobardía, factores que pueden provocar posturas  acomodaticias frente al tutelaje3. ¿Para qué preocuparse por la emancipación si otros pueden preocuparse por mí? O dicho en lenguaje anacrónico, “digan lo que digan, tutelados se vive mejor”.

“No existe el plan providencial que nos encamine hacia los finales felices (…) Los resultados, de producirse, recogen las tensiones, fricciones y choques de fuerzas contrapuestas”

Pero los ilustrados criollos estaban empeñados en imponer la recta razón, y para ello debían hallar una justificación. Y la hallaron. Se aferraron a la leyenda negra que los propios europeos habían desplegado contra España. La emancipación se convirtió en un bien en sí mismo, y para alcanzarla se debió sacrificar todo logro anterior a la fecha de la independencia. Las hogueras de la irracionalidad bélica confirmaron la superioridad de una nueva etapa marcada por la libertad, un ascenso en la escala evolutiva al dejar atrás el período del tutelaje y la servidumbre.

El curso posterior de la historia no siguió la ruta hegeliana con señalización progresiva y ascendente hasta la realización plena de la recta razón. Por el contrario, el caos resultante de la victoria emancipadora, pronto se convirtió en hartazgo hasta para los propios mentores de la tal hazaña libertadora:

“… la América es ingobernable para nosotros, el que sirve a una revolución ara en el mar; la única cosa que se puede hacer en América es emigrar…”4.

Simón Bolívar, uno de los protagonistas esenciales de la emancipación americana devino en un gran fracaso, harto de los resultados de su propia acción. Pero los resabios historiográficos del siglo XVIII nunca fueron superados. La historia continuó cargando el pesado fardo de la ilusión ilustrada, con su plan previsto por la providencia para llevarnos a “un mundo mejor”, con progreso creciente y realización humanista de la vida. Entrampados en una lógica de lo imposible, y desconcertados por el rumbo no previsto de los acontecimientos, la victimización se convirtió en tabla salvadora: nuestra marcha victoriosa por la línea recta del progreso pudo ser realidad de no ser por la injerencia de factores como:

La maldita herencia española – La acción de las oligarquías – Los caudillos y terratenientes – Los traidores a la causa justa que nos desviaron del camino correcto – El colonialismo – El imperialismo.

Los militares y el militarismo – El intercambio desigual – La dependencia – La deuda externa, y más recientemente la exclusión social de los grupos minoritarios.

La lista podría alargarse tanto como la audacia e irresponsabilidad de los  “analistas” lo permita. El futuro puede ser luminoso si se corrige el rumbo trastocado por los factores externos, siempre al acecho. Por falta de “justificaciones no vamos a perecer”. Sin embargo, ante tantas vueltas y revueltas, con más de 200 años bailando el mismo merengue de la incertidumbre e inestabilidad (valga la redundancia), va siendo hora de admitir que la historia humana no necesariamente describe la evolución ascendente de los humanos como se pretende ocurrió, con la evolución de otras especies (Charles Darwin).

“La historia es un recuento más o menos ordenado de hechos pasados. Tales hechos se originan en la acción humana provista de razones, pasiones e instintos”

La historia es un recuento más o menos ordenado de hechos pasados. Tales hechos se originan en la acción humana provista de razones, pasiones e instintos. No existe el plan providencial que nos encamine hacia los finales felices para los cuales Hollywood nos ha entrenado. Los resultados, de producirse, recogen las tensiones, fricciones y choques de fuerzas contrapuestas.

Como en el béisbol, la pelota golpeada por el bate podría describir una línea recta, pero también podría rebotar hacia atrás, a la derecha, a la izquierda, de manera oblicua o perpendicular. Para predicciones, los físicos. Los transitólogos deben ser más prudentes pues en el béisbol el juego no termina hasta que se acaba (Yogi Berra), y entre humanos la historia podría no tener fin.

El éxito de la victimización latinoamericana esta fuera de toda duda. La leyenda negra adquirió mayor celebridad en Europa que en la propia América.  ¿Cómo puede dudarse de la efectividad de aquél brebaje, si ahora alimenta la culpa histórica europea que permite obtener donativos y ayudas? Y para afrontar la mala conciencia, nos envían asesorías que permitan corregir nuestro destino.

Europa acude para proteger a sus víctimas. La receta del momento es combatir la exclusión, alcanzar la paz, ¡como en Colombia! Combatir la pobreza, proteger la diversidad de géneros (¿?) y salvar el planeta. Los errores del pasado pueden ser corregidos para arribar al mundo feliz añorado. El béisbol de la historia: A más de dos siglos transcurridos, el viejo colonialismo europeo que antes nos marcó el camino de la emancipación, hoy nos cobija y nos tutela para enseñarnos a vivir en paz y libertad.

(1) Cristóbal Colón, Carta a Rafael Sánchez. Transcripción-traducción Universidad Nacional de México, 1939.(2) R. Levene. Las Indias no eran Colonias. Madrid, Espasa-Calpe, 1973.
(3) I. Kant. ¿Qué es la ilustración? Madrid, Alianza Editorial, 2007.
(4) S. Bolívar. Obras Completas. Carta al general Juan José Flores, 9 de noviembre de 1830.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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