En la aldea
16 mayo 2024

¿Todo a Alex Saab?

Invariablemente el chavismo ha conducido todas las opciones hacia un callejón sin salida, ya sean negociaciones, procesos electorales e, incluso, las propias manifestaciones populares de rechazo a su gestión. Pero que hoy el chavismo apueste todo a la carta de Alex Saab es algo que no puede pasar inadvertido o ser visto solo como otra patada más a la mesa. ¿Es tan grande la proporcionalidad de los riesgos implícitos del caso Saab sobre el poder chavista como para involucrar a otros actores de interés, como Noruega y el propio Estados Unidos, en esta nueva “maniobra de salvación”?

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Redacción LGA | 15 septiembre 2021

No es una. No. Son muchas las patadas a la mesa de negociación que ha dado el chavismo cada vez que las circunstancias lo conducen a la coyuntura del diálogo para desde allí, al menos hasta ahora, construirse un puente al continuismo indefinido en el poder.

Sin ánimo de recapitular sobre esos otros intentos fallidos por lograr un acuerdo consensuado a la crisis del país, sí vale la pena poner el foco en la actitud del régimen en estos procesos: un permanente juego de pulso, con claras manifestaciones de fuerza para medir su alcance potencial. Siempre igual. Y la presente no parecía ser la ocasión en la que intentarían variar la fórmula.

Así que el reciente anuncio de que Alex Saab será sumado al equipo de representantes de Nicolás Maduro en el diálogo con los representantes de la Plataforma Unitaria, con mediación de Noruega, parece otra de esas mediciones de fuerza.

El anuncio ocurre en el momento justo dentro del complejo y costoso cronograma de defensa de Saab que el régimen venezolano impulsa. De hecho, viene en línea con los señalamientos del ex juez Baltasar Garzón, ahora líder del equipo legal internacional de Saab, según los cuales la eventual extradición a Estados Unidos del llamado testaferro de Nicolás Maduro “puede incidir negativamente en la marcha del diálogo abierto en México”.

Algo así como que si se quiere “rescatar” la posibilidad de algún acuerdo con la oposición no se puede pensar en que la justicia haga lo suyo en el caso Saab que, más allá de su implicación particular y de sus negocios, tiene un alcance internacional a través de la corrupta red de la que él se valió y de la que se ha valido el chavismo para sus desmanes. Es decir, que habría que dejar el asunto de lado para que, con suerte, de México salga algo más que un pote de humo como en los anteriores procesos de diálogo.

Vale señalar que invariablemente el chavismo ha conducido todas las opciones hacia un callejón sin salida, ya sean negociaciones, procesos electorales e, incluso, las propias manifestaciones populares de rechazo a su gestión. Sus líderes manejan con gran habilidad los tiempos para agotar y abatir a sus enemigos; pero también los procesos, para corromperlos desde adentro y deslegitimarlos, obligando a que sean los otros los que queden ensartados en dilemas hechos a la medida: prestarse a la farsa o quemarse en el intento de gestar algún cambio sin las condiciones mínimas para lograrlo, morir impunemente a manos de esbirros o aletargarse en la necesidad de la supervivencia cotidiana. La “elección” salta a la vista.

Pero que hoy el chavismo apueste todo a la carta de Alex Saab es algo que no puede pasar inadvertido o ser visto solo como otra patada más para los registros. Un envite tan elevado muestra la proporcionalidad de los riesgos implícitos y trata de meter en esos callejones habituales a otros actores de interés, como Noruega y el propio Estados Unidos. Es un juego de pulso entre titanes porque, como bien explicó el periodista investigador del caso Roberto Deniz a La Gran Aldea, los manejos de Alex Saab con el chavismo involucran, en lo que se ha podido advertir a la fecha, centenares de millones de dólares regados por varios países. Jalar la hebra clave de este ovillo puede cambiar la historia y en evitarlo se les irá la vida a los involucrados. Tiempo de apuestas.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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