Desde Madrid, Antonio Ledezma sigue siendo un actor clave de la política venezolana, con una proyección internacional relevante. Esa es la plataforma desde donde el ex alcalde mayor de Caracas observa el quehacer de la oposición y, muy especialmente, del llamado Gobierno interino. A Juan Guaidó le dice que no se deje manipular tras bastidores, “que abra la cancha, que se deje ayudar, que escuche un poco más”, ya que, a su juicio, el alto mando del G4 “estaba infiltrado”. Aunque geográficamente coincide con Leopoldo López dice que solo se escriben “una que otra vez por las redes”, pero aclara que no han roto la relación, es solo que tienen “visiones diferentes”. En cuando a los casos de sus yernos, con altas vinculaciones con el chavismo y sujetos de investigaciones, afirma categórico que “no pueden decir ni pío de mí, más allá las infamias”.
-Si para usted es un error ir al diálogo en México y también participar en las venideras elecciones del 21 de noviembre, entonces ¿qué debe hacer la oposición?
-Creo que la tragedia nuestra es consecuencia del secuestro de la toma de decisiones por parte del cenáculo que conforma el llamado G4. Tu pregunta sé que tiene buena naturaleza y no hay ninguna sátira en ella, pero me obliga a decirte que si revivo, esta imagen que tengo de Rómulo Betancourt, invoco el espíritu de Simón Bolívar, le pedimos auxilio al de Napoleón Bonaparte y sumamos Nicolás Maquiavelo, para que nos ayuden a configurar un plan estratégico, de nada serviría, si lo ponemos en las mismas manos de los que han cometido error tras error, desde diciembre del 2015 hasta hoy. No se trata de no querer dialogar, porque eso es como renunciar al amor; pero en este caso no estamos hablando de un adversario tradicional, sino de un enemigo feroz que representa una corporación criminal.
-¿Cuáles son sus cuestionamientos puntuales al proceso de negociación hasta ahora?
-Creo que nace mal cuando se parte de una sede que no es imparcial, como México, y cuando se escoge a un moderador como Noruega, que debe ser observado; porque recordemos que ellos fueron los armadores de las conversaciones de La Habana, entre las FARC y Gobierno colombiano, que ya vimos cómo han terminado. A mí me llama la atención que una de las partes pueda vetar a miembros de la delegación de la contraparte, yo nunca he visto eso… ¿En razón de qué Nicolás Maduro prohíbe la presencia de Carlos Vecchio en esas reuniones? Así como condicionó la incorporación del doctor Tomás Guanipa, a que este renunciara el cargo de Embajador en Colombia; para mí resulta evidente que la estrategia de la dictadura es defenestrar al Gobierno interino. Pero resulta que Juan Guaidó, nos guste o no, es el interlocutor reconocido por la Comunidad Internacional y él debería estar sentado en la mesa, sin mayores discusiones. La tiranía lo que quiere proyectar es que está siendo reconocida como un gobierno.
-En las negociaciones de República Dominicana, en 2017, Nicolás Maduro no vetó a nadie y usted igual fue muy crítico.
-No solo cuestioné el diálogo del 2017, también critiqué el de 2016 y los anteriores a ese… Lo que salvó el proceso de Dominicana fue la patada que le dio a la mesa Julio Borges, que con un toque de bola salvó el juego, al no firmar el acuerdo electoral que estaba buscando Maduro, para avalar el fraude de su reelección el 20 de mayo del 2018; al que afortunadamente no asistimos. Esa abstención fue útil, porque hizo que, meses después, casi 60 gobiernos del mundo desconocieran a la dictadura y reconocieran a Juan Guaidó como Presidente interino de Venezuela.
-Dice que Juan Guaidó es el interlocutor reconocido por la comunidad internacional, pero usted ha sido muy duro con él y con el Gobierno interino.
-Yo he respaldado a Juan Guaidó y al Gobierno interino desde el primer momento, es más, fui, junto a María Corina Machado, de los que más presión hizo para que él diera el paso de juramentarse. Luego lo recibí aquí en Madrid, nos dimos un gran abrazo en enero de 2020, y de manera privada le hicimos algunas recomendaciones, porque nosotros fuimos aislados y se nos excluyó de cualquier deliberación. Lo que le hemos criticado a Guaidó, es que se dejó manipular, él debió entender que ya no era el activista de un partido político, sino el presidente de todos los venezolanos. Lamentablemente el Gobierno interino se convirtió en un reparto de cuotas burocráticas, o sino que me desmientan… Comenzaron a repartirse embajadores, puestos en empresas del Estado, como Monómeros o Citgo. Ahora ese mismo G4 está dejando en la vera del camino al propio Guaidó, hoy vemos embajadores que han renunciado, funcionarios que hasta antes de ayer estaban en la nómina del interinato, retornando a Venezuela por el Aeropuerto de Maiquetía y declarando que se van a la ruta electoral, porque ese Gobierno interino es ficticio. Ya Guaidó ha renunciado prácticamente, o si no, por qué se ha resignado a no seguir canturreando su mantra de “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”.
-Si el mantra fracasó, ¿qué sentido tiene seguirlo repitiendo?
-Habría que ver por qué fracasó, ahí fueron clave los errores del 23 de febrero de 2019 en Cúcuta, y el 30 de abril de ese mismo año en La Carlota. A este último yo lo llamo la batalla de la mano de cambur, porque fue un episodio lamentable que afectó mucho a Guaidó y debilitó los músculos del Gobierno interino. Eso no es criticar por criticar, aquí debe haber autocrítica, pero no para descuartizarnos unos a otros, sino para que hablemos con sinceridad. Lástima que en el G4 eso no exista; y mientras no haya confianza entre nosotros difícilmente podrá prosperar una propuesta política. Otro factor que fue importante para que el “cese a la usurpación” no se diera, fue la desmovilización de la calle, que ayudamos a materializar cuando decidieron ir a los diálogos de Oslo y Barbados. Si no reconocemos estas equivocaciones, nos vamos a seguir tropezando con la misma piedra.
-¿Por qué usted dice que la oposición está infiltrada?
-El alto mando del G4 estaba infiltrado, si buscas en la hemeroteca de este medio, te encontrarás imágenes y fotos de los que ahora son los asaltantes de los símbolos de los partidos políticos, levantándole la mano a Juan Guaidó y coreando el mantra del “cese de la usurpación”. Ahora son los mejores amigos de Nicolás Maduro. Entre alacranes, infiltrados y doblegados, están metiéndole zancadillas al Presidente interino, yo lo que he hecho es hablarle con sinceridad y decirle que no se deje manipular tras bastidores; le he dicho que abra la cancha, que se deje ayudar, que escuche un poco más.
-Menciona la autocrítica, pero no hemos visto ninguna del sector que habló de intervención y uso de la fuerza por parte de la comunidad internacional, al que usted pertenece.
-Es que yo sigo pensando que así como desunidos no podemos, solos tampoco. Nos pueden blasfemar o ridiculizar con el cuento de que queremos a los marines en Naiguatá, eso no me importa. Nosotros ya hemos probado los caminos de 30 procesos electorales, razón por la que nadie puede decir que no quisimos tomar la senda de la participación. En segundo lugar, es absolutamente falso que no hayamos querido dialogar, hemos dialogado lo suficiente; lo que ocurre es que la corporación criminal que lidera Maduro se ha burlado de todos.
-¿Pero no es evidente que la comunidad internacional está en una agenda muy distinta a la de la fuerza?
-Esa agenda está vigente, pero tenemos una dirigencia que no es coherente con ella. Por ejemplo, en diciembre el G4 dijo que no iban a participar en las parlamentarias, razón por la que llamaron al pueblo a una consulta popular, y después no hicieron nada con ella. Ese mismo liderazgo que pidió abstenerse meses atrás, hoy está llamando a votar; y estos cambios de postura debilitan la intervención internacional. Pero quiero insistir en que las acciones de los aliados en el exterior no se reducen a que desembarquen los marines, esa es solo una alternativa; el abanico de opciones también contempla el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Si lo que digo no fuera así, ¿por qué Estados Unidos mantiene un cerco antinarcóticos en el Caribe? Eso es una acción que puede perfeccionarse, profundizarse, y dar lugar a operaciones especializadas, que terminen con la captura de los capos del narcotráfico.
-Es decir, ¿para usted si la dirigencia del G4 no es sustituida, es imposible un cambio político en Venezuela?
-He dicho que el cambio no solamente es necesario, sino viable. Pero no con la misma dirigencia que en 2017 mando a hacer un plebiscito y quince días después se metió en unas elecciones regionales; o que en 2016 no defendió el revocatorio y nos empujó a un diálogo con El Vaticano, donde entregamos todo a cambio de nada. Ten la seguridad de que Venezuela va a cambiar; no hemos salido de Maduro por los errores, los infiltrados y porque hemos sido traicionados por factores políticos que han priorizado sus proyectos personales y han dejado de lado el objetivo supremo, que es vencer al régimen. Aún Tenemos un respaldo internacional inédito, es mentira de que Venezuela ya no está en la agenda de Estados Unidos, sí lo está; y también en la Inglaterra, Alemania y muchos otros países importantes, que ven al país como una amenaza en asuntos como el narcotráfico y el crimen organizado. Sí vamos a salir de esta tiranía, pero necesitamos recomponer la dirección política.
-¿Qué opina sobre las gestiones que está llevando a cabo la Corte Penal Internacional (CPI)?
-Lo que está planteado en la CPI es otro apoyo de la comunidad internacional, el estatuto se formalizó, precisamente, para impedir que sigan impunes los crímenes de lesa humanidad. Ellos ven que en Venezuela continúan las torturas, las detenciones arbitrarias y los ajusticiamientos extrajudiciales por parte del régimen de Maduro; y utilizan los mecanismos a su alcance para ayudar al pueblo venezolano. Por eso, es que no podemos tener una visión reduccionista del tema de la intervención internacional. Los aliados regionales saben que cualquier decisión que se tome con el caso de Venezuela repercute en Cuba, Nicaragua, Brasil, Colombia, etcétera. No estamos hablando solo de mantener al dictador de Miraflores, sino de prorrogarle a una corporación criminal el manejo de un país clave en el hemisferio.
-Usted está en Madrid, al igual que Leopoldo López, ¿hace cuánto no se reúnen?
-Hemos hablado, fuimos compañeros de prisión y esa relación nunca se pierde. Leopoldo es mi compañero, mi hermano de cárcel; tengo mis discrepancias con él y hemos conversado con mucha franqueza en privado, nos escribimos una que otra vez por las redes. No hemos roto la relación, pero tenemos visiones diferentes.
-¿Por qué España ha sido tan pasiva para investigar y tomar acciones contra los capitales venezolanos producto de la corrupción, que hay en su sistema financiero e inmobiliario?
-Pasiva no. Una fracción parlamentaria de Vox, presentó al Congreso un documento en el cual solicitan que se amplíen las sanciones, esto mismo vienen haciendo diputados del Partido Popular y de Ciudadanos; también hay representantes impulsando medidas similares en el Europarlamento. Ahora, recuerda que aquí tenemos un gobierno que necesita alianzas parlamentarias para poder mantenerse, sin embargo, mucha gente cuestiona que el presidente de España se haya convertido en aliado de Chávez y de Maduro. Por mi parte pienso que quien tenga alguna responsabilidad debe ser sancionado, y eso no es venganza ni odio o rencor, es justicia; porque la corrupción en Venezuela se ha transformado en muertes.
–¿Cómo es su relación con Luis Fernando Vuteff García, quien fue acusado por la justicia española de estar implicado en un caso de blanqueo de capitales?
-Yo no tengo relación alguna con ningún funcionario de los gobiernos de Chávez y Maduro, mucho menos intereses de orden comercial o económico. Por eso hablo como hablo, porque el que no la debe no la teme.
-Pero Luis Fernando Vuteff García es su yerno.
-Él está en un proceso de investigación, que Dios mediante, se va a esclarecer; yo dejo eso en manos de la justicia española. No meto mis manos ni a favor ni en contra, porque tengo que ser coherente con mi punto de vista y mi manera de ser. A mí nadie me va a dañar la imagen; nunca le he culebreado al Gobierno, nunca me he dejado doblegar por el régimen, porque tengo una sola línea, soy un hombre de una sola pieza. No pueden decir ni pío de mí, más allá las infamias.
-¿Y cómo se lleva con su otro yerno, Andrés Izarra, ex ministro de comunicaciones de Hugo Chávez?
-Imagínate, si eso me hubiese servido de algo, no me hubieran metido preso, ni me habrían hostigado como lo han hecho. No hubiese hecho huelgas de hambre, ni me habrían tenido que hospitalizar después de las palizas que me dieron en las marchas.
-Cuando a usted lo meten preso ya Izarra no tenía poder.
-No, recuerda que yo gano la alcaldía en el 2008, él ya era mi yerno en ese entonces y cuando me meten preso aún era ministro; pero en todo caso, a las pruebas me remito. La gente sabe cuál ha sido mi posición, si yo tuviera algo que temer, cuentas pendientes, o le hubiese recibido regalitos, o ido a reuniones escondidas con Chávez o Maduro, no pudiera tener la verticalidad que hoy afortunadamente sostengo, de mi integridad si nadie puede dudar.
-Usted fue muy cercano al presidente Carlos Andrés Pérez, ¿qué cree que estaría diciendo él de la Venezuela que tenemos hoy?
-Creo que Carlos Andrés Pérez estaría angustiado y preocupado; pero no se quedaría en eso, porque si alguna tarea tiene un dirigente político es ocuparse del estado de ánimo de los pueblos. En este momento el gran problema de Venezuela, además de la crisis económica y social, es la crisis anímica que padece la ciudadanía. Los asesores cubanos de Maduro son especialistas en desmoralizar a la gente para que pierdan la esperanza. Yo diría que el presidente Pérez estaría ocupado de resolver, no solamente en cuestionar o criticar. Concluyo esta respuesta haciendo mención a mi libro “¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?”, inspirado en lo que fue el Pacto de Puntofijo. Ahí propongo un acuerdo de Estado, en el que se elimine la figura de la reelección y establezcamos un 7% del PIB fijo para financiar la educación. La reconstrucción de nuestra nación no va a depender de milagros, sino de las obras y los actos de todos nosotros.