En la aldea
19 septiembre 2024

La oposición y el alacranato, una alianza inmoral

No basta con hablar de abstención en los pasados comicios del 21N, y pasar la página. Si se quiere de verdad transitar hacia la democracia en el país ¿por dónde se debería comenzar? “El no reconocimiento de las equivocaciones y la poca franqueza que se percibe cuando hablan, posiblemente sean parte de las razones por las que una buena porción del país ha decidido ignorarles y dedicarse a sobrevivir”. ¿Y sobre alianzas con “las oposiciones”? “Los cálculos en política tienen límites y no todo es válido”.

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Alejandro Hernández | 26 noviembre 2021

Lo más preocupante de la jornada del pasado 21 de noviembre no son los resultados sino la lectura que muchos analistas, y buena parte de la dirigencia opositora, hacen de los mismos. Es muy desmoralizante que factores de la oposición hayan declarado que el camino para salir de Nicolás Maduro es aliarse con alacranes o individuos de muy dudosa reputación, solo porque aseguran no ser maduristas.

La posibilidad de hablar con ellos y de tratar de convencerlos de que se unan a una plataforma contra Maduro es un esfuerzo estéril porque no son autónomos, no toman decisiones, sino que obedecen. Es decir, por las buenas o por las malas, ellos deben hacer lo que les diga la cúpula del régimen, porque si se ponen cómicos, sencillamente, van presos. No se debe olvidar que son originalmente corruptos y por eso se hicieron cómplices, y también rehenes, del madurismo.

“La oposición, pequeña o grande, está en la obligación de ser diferente, porque el país no solo quiere un cambio de nombres en el poder sino un manejo distinto de las instituciones del Estado y de sus recursos”

Esto, además de ser desolador por el problema ético que significa, es una receta perfecta para el fracaso. Relativizar al alacranato muestra una arista muy peligrosa de la tragedia que padecemos los venezolanos como sociedad.

Maduro lleva años con la estrategia de dividir a la oposición para poder “competir” en las elecciones cómodamente, lo vimos en el 2020 en las supuestas parlamentarias; en 2018, en el fraude de su reelección el 20 de mayo; y ahora, con el impulso que les brindó a los alacranes para convertirlos en “dirigentes” conocidos. No es casualidad que, al día siguiente de la elección del 21N, Jorge Rodríguez dijera que debían participar en la negociación de México o en cualquier otra instancia de diálogo que haya. Es bastante evidente que esta es la oposición que quiere Maduro, porque está hecha a su medida; y para eso le ha invertido bastante dinero a través de individuos como Alex Saab, Raúl Gorrín y varios más.

Algo que es interesante para analizar es la razón de la enorme abstención que hubo en municipios altamente opositores como Baruta, Chacao, El Hatillo y otros más que son emblemáticos en el interior del país. ¿Fue por la campaña opositora, llena de populismo y promesas engañosas, o porque la gente con más reflexión política ya siente animadversión por la oposición debido a lo mediocre e ineficaz que se ha vuelto? Es una interrogante importante para desentrañar.

“Relativizar al alacranato muestra una arista muy peligrosa de la tragedia que padecemos los venezolanos como sociedad”

En todo caso, decir que la oposición tiene 117 alcaldes es mentir; y que analistas insistan en alianzas oscuras es vergonzoso y no es casual. Los cálculos en política tienen límites y no todo es válido. La oposición, pequeña o grande, está en la obligación de ser diferente, porque el país no solo quiere un cambio de nombres en el poder sino un manejo distinto de las instituciones del Estado y de sus recursos. Lamentablemente los opositores no han dado indicios auspiciosos en este sentido, por eso hemos visto escándalos de corrupción como el de la Comisión de Contraloría, Monómeros, “El Cucutazo”, entre varios más. 

Con este artículo no quiero decir que la alternativa es que se mantenga el Gobierno interino, absolutamente no. Porque, lamentablemente, parece que nada significó en resultados útiles para la gente, aunque quizá sí para unos poquitos.

A todas estas, qué difícil es ver en las filas opositoras un mea culpa o una disculpa por los errores cometidos. El no reconocimiento de las equivocaciones y la poca franqueza que se percibe cuando hablan, posiblemente sean parte de las razones por las que una buena porción del país ha decidido ignorarles y dedicarse a sobrevivir. 

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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