En la aldea
10 diciembre 2024

La capa de la invisibilidad

“He leído que, al día de hoy, la capa de invisibilidad es un hecho científico posible, aunque para entonces, en mi niñez, fuera mera ciencia ficción”. La autora se pasea desde una de sus series favoritas en la tele, pasando por la mitología y cuentos de hadas, hasta llegar al contexto país. ¿Detalles que pasan de la ficción a la realidad y viceversa? Los contrastes tan notorios en la Venezuela de hoy hacen que la invisibilidad pulule por nuestras calles ante la mirada esquiva de la opulencia. Y sentencia: “Vivimos, pues, dos mundos simultáneos. Aunque uno de ellos no se vea en cámara”.

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Sonia Chocrón | 16 diciembre 2021

Cuando yo era niña veía con fruición una serie de la televisión norteamericana, Star Trek, que me maravillaba por dos fantasías de mi mente infantil: La primera, poder pasarse la vida viajando y viendo tele en una pantalla gigante como hacían en la nave del capitán Kirk. La segunda, poder escoger -a voluntad y con regreso a la carta- ser invisible.

Allí supe por primera vez de la posibilidad de tener algo como un manto de invisibilidad para desaparecer como por arte de magia del peligro, por ejemplo. Un don que sería harto conveniente en estos días de virus, tiranos y miseria.

He leído que, al día de hoy, la capa de invisibilidad es un hecho científico posible, aunque para entonces, en mi niñez, fuera mera ciencia ficción. Claro, después volví a verla (es decir, a leerla) en El hombre Invisible de H. G. Wells. Y es que la invisibilidad, lo supe más adelante, es un tema tan recurrente que incluso llega a ser objeto de burla (por ejemplo, en una de las narraciones, “Calandrino, Bruno y Buffalmacco”, del mismísimo Decamerón.)

Está en la mitología. Y también es una característica de algunos seres como hadas, espíritus y duendes. En el folclore islandés, derivado de la mitología nórdica, por ejemplo, todo el mundo de los Elfos es invisible y, sin embargo, ese mundo que no vemos coexiste con el mundo común.

“Los más desafortunados andan con la capa de invisibilidad que le ha impuesto la conveniencia, la connivencia, y la pillería”

Nosotros, que somos parejeros desde siempre, tenemos también nuestra propia versión de la invisibilidad en un mundo paralelo: en 22 años pasamos de ver pobres en todas partes en las interminables cadenas del fallecido “porque ser rico era malo”, a no verlos nunca más en el discurso gubernamental de quien aún despacha en Miraflores. En pocas palabras, el gobierno de los pobres se desvaneció. Se fue a la tumba con el difunto sembrado. Los necesitados, nuestros pobres más pobres que nunca, han devenido en invisibles en el discurso oficial.

Tenemos víctimas invisibles. Muertos de hambre invisibles. Muertos de mengua invisibles. Todos borrados de la narrativa del país. Mientras tanto, el mundo que se nos impone como real, -desde el país de las maravillas que reportan los cronistas pagados para hacer turismo endógeno, pasando por la estética oficial, y hasta la apariencia de una autopista coronada con palmeras doradas-, luce todo como un gran bodegón.

Así sea tienda por departamentos. Posada cinco estrellas. Programa matutino de la TV oficial. Restaurante de lujo. O tinte de pelo color amarillo combatiente. Todo, al final, es el mismo bodegón: la estampa tramposa de un bienestar opulento y pujante, la lavandería automática reservada a unos pocos, los visibles.

Un bodegón que además tiene pareja, otro “start up” que viene arrimado en ese combo: la bodegona. (A las bodegonas las solicitan para viajes a Tulum. Pero se las encuentra uno en otras muchas ciudades del mundo. En aviones, aeropuertos, tiendas. Reformuladas de cuerpo entero como muñecas inflables, con ropa y accesorios de diseñador, y belleza comprada marca “La DeTurno”.)

Vivimos, pues, dos mundos simultáneos. Aunque uno de ellos no se vea en cámara.

Los más desafortunados andan con la capa de invisibilidad que le ha impuesto la conveniencia, la connivencia, y la pillería. Los otros, los palmarios, sí viven la vida del bodegón y de la bodegona.

Pero con esa capa de invisibilidad, ¿Quién podría negar que Venezuela está  mejor?

Postdata: Al momento de terminar de escribir esta quinta pata del gato, me atropella este titular: “FAO: Venezuela entre los países con mayor prevalencia de hambre en América Latina”. Diario El Nacional.

Que el año que está por venir traiga mejores nuevas, un poco de justicia y mucha salud, amigos.

Feliz Navidad y ojalá un esperanzador 2022.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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