El asunto no es que luzca demasiado chavista para los opositores o demasiado traidor para los chavistas: el hombre que se alzó dos veces con la Gobernación del estado Lara no ha logrado derrumbar el difícil muro de líder regional que lo define y lo ha mantenido sellado a ese destino que, como se ve, no le gusta para nada.
Atrapado sin salida entre ambos mundos, la figura de Henri Falcón ha terminado siendo una suerte de “ni-ni” en el complejo mundo del marketing electoral donde resulta demasiado rural para enamorar a todo el país y viceversa. Porque no se puede obviar el pequeño detalle de que se trata de todo un país cansado de la tragedia que se instaló hace más de 20 años gracias a otro líder rural, a quien le sobró la suerte y el carisma pero le faltó absolutamente todo lo demás.
Y si bien Falcón, como Hugo Chávez, se sabe defender bien en el tú a tú, el hombre sigue sin lograr imponerse como un producto único, una promesa básica y exclusiva. Porque de tanto insistir en lanzarse electoralmente se ha ido borrando, desdibujando, perdiendo el punch, con el peligro, siempre presente, de convertirse en un Claudio Fermín coleado en todas las contiendas, sin que nadie le invite ni tener conciencia real de su peso específico. Porque Falcón convocó esta semana a una rueda de prensa para anunciar que Avanzada Progresista iba a informar los resultados de su Asamblea General, dirección que “enfrentará los nuevos retos organizativos para ofrecer respuestas a los problemas de los venezolanos”, como si se tratara del anuncio de la renuncia de Nicolás Maduro. Asunto muy poco reseñado y que culminó con que “la necesidad imperiosa de hacer una revisión y adecuación de las estructuras partidistas a los nuevos tiempos y dinámica política, económica y social que vive Venezuela y el mundo”, lo que a la hora de la chiquita resultó en la escogencia (¿democrática?) de Henri Falcón como Presidente del Partido.
Cuando fue candidato presidencial, Falcón hizo un buen trabajo en mostrarse actualizado sobre los temas que importaban. No evadía preguntas ingratas de la prensa y hasta solía recurrir al humor criollo cuando lo necesitaba. Pero nada de eso le funcionó a la hora de escalar en sus ambiciones, ese camino tortuoso que avanza y retrocede aleatoriamente donde las cifras de los votos que ha obtenido en las distintas elecciones donde se ha presentado debe ser un quebradero de cabeza para sus asesores, si es que los tiene.
Porque el hombre que le ganó en Lara al chavista Luis Reyes Reyes en 2012 con casi 400 mil votos es el mismo cuya votación descendió a 164.000 votos en su estado natal en el 2018, cuando Falcón -acompañado de varios partidos que se identificaban con la oposición-, se enfrentó a Nicolás Maduro por la Presidencia de la República. Pero si bien entonces logró capturar un millón 927.958 votos en todo el país, para la contienda siguiente (las regionales de 2021), Henri Falcón descendió a 229 mil 916 votos, menos que su votación de 2012. Un tejemaneje de números y cifras que no le sienta nada bien a este hombre que, según dicen las buenas lenguas, aspira a repetir como candidato presidencial contra Maduro en el 2024.
Tejemaneje que no es solo de números sino de situaciones complicadas, enfrenta Falcón. Porque ya no puede ser outsider ni utilizar el atractivo calificativo de “nuevo” o retratarse besando niñitos entre las masas, porque difícilmente le acompañan. Mucho menos, como en sus inicios en la política electoral, imitar a Hugo Chávez o recurrir a sus raíces regionales, porque en su estado ya ha sido derrotado dos veces, asunto que importa y mucho entre aquellos que suelen financiar campañas con el único objetivo de triunfar y lo que menos necesita ahora es que lo vean casi en solitario luchando contra el Consejo Nacional Electoral (CNE) para que repita las elecciones en el estado Lara o actualizando la directiva de su partido vía Zoom y, craso error, haciéndose el simpático en las redes sociales donde se muestra un día trotando cuál militar con música moderna de fondo o criando gallinas al día siguiente, con música llanera.
“El futuro vuelve”, lanza orgulloso su slogan como si creyera ser su representante, el hombre del futuro que viene a rescatarnos mediante una operación mediática de escasa calidad y bajo presupuesto. Slogan sintonizado con aquellos expertos que aseguran que nunca es demasiado temprano para iniciar una campaña electoral, como bien lo sabe Manuel Rosales y sus 600 mil votos por el buche en el Zulia, su millón y medio de seguidores en Instagram y la tarea de transformar el Zulia en los dos años por venir. Otro que arrancó en esta carrera bien temprano pero con más de una cabeza de ventaja, como ya debería saberlo Henri Falcón.