Joaquín Ortega, politólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, estuvo en Rusia en el lejano 2013 cubriendo, entre otras cosas, el caso de Edward Snowden. No solo por esa visita conoce bien la sociedad rusa, pero sin duda alguna fue importante para entenderla y, con ello, comprender las relaciones de poder dentro del país. Por ello, conversamos con él sobre la psicología del hoy invasor Vladímir Putin, de cómo afecta esto a Rusia y de cómo se mueven los países ante esta realidad que ha trastocado al mundo y a la concepción occidental que se tenía sobre el mismo.
-¿Por qué invade Vladímir Putin ahora?, ¿cuál es el verdadero objetivo de este ataque bélico?
-Para ese momento del primer trimestre de 2022, atacaba porque para un gobierno como el suyo la movilización militar produce dos beneficios clave: Generar ingresos por el petróleo y el gas; y segundo, cohesiona interna y externamente. Le permite saber quiénes son los suyos y quiénes no. Lo que se intuía desde Occidente era que Putin en una primera etapa lanzaría una mezcla de ataques a lugares neurálgicos y movilizaría mucha chatarra bélica, junto a piezas útiles tierra-aire. En el ínterin afinaría la movida operacional dejando campos arrasados y caminos funcionales. Su movimiento es orgánico y el flujo consistía en elegir carreteras y caminos como afluentes naturales del movimiento para tanques y material rodante. Las bajas humanas no son mal de morirse para un ejército industrializado. Extendiendo una idea económica: con cada soldado caído no se hacen comparaciones interpersonales de utilidad. Una función de utilidad de un individuo es ordinal. Llegamos a ella por vía intuitiva. Cada caído es un héroe para sus familias y un dato para posteriores compensaciones de cálculo o balance. Para el día de hoy, creo que la OTAN y algunos gobiernos con dobles agendas con Rusia han jugado un papel de contención y dispersión oscilante: ofrecen inteligencia y quiebre en ciertos nodos en el terreno, lo que hacen que el orden de batalla se mantenga a diferente ritmo, pero sin separarse de su despliegue original. Lo novedoso sería ver entrar en el terreno una ofensiva de amenaza radioactiva o de uso de armamento hasta la fecha etiquetado como ultrasecreto. La guerra se libra en todos los espacios, plataformas, narrativas e imaginarios.
-Usted estuvo en Moscú en 2013, cubriendo el caso de Edward Snowden, ¿qué cambió en la Rusia de 2022 que pudo haber visto hace nueve años?
-En ese entonces la idea original era no solo conversar con el equipo legal de Snowden y lograr ver su versión a lo que técnicamente es traición a la patria, conocer sus motivaciones. Queríamos también llegar a Volgogrado con las cámaras y ver el estado y origen del equipo bélico que se vendía a Venezuela como tecnología de punta. En agenda también teníamos entrevistar a Alekséi Navalni, quien se encontraba preso por cargos de corrupción; un cargo que lo menos que movía era a risa dentro de un sistema cuya fluidez depende del cohecho. Ambas actividades fueron prohibidas expresamente por las autoridades con ciertos matices: para ir a Volgogrado el permiso debía pedirse con seis meses de anticipación, y de ir sin los permisos nos confiscarían el equipo y las grabaciones. En relación con la visita a Navalni tenía ciertas condiciones: dormir un día antes en la cárcel en una zona para visitantes. Luego de grabar, estaríamos otro día en esa zona mientras revisaban lo grabado; y posteriormente podríamos salir de las instalaciones. Aunque acordamos cumplir con todas las exigencias, los permisos fueron expedidos casualmente cuando ya íbamos en un avión de vuelta a este lado del mundo, desde Frankfurt. Yendo al corazón de tu respuesta, lo que más impactaba era la conversación constante que destacaba la capacidad de mantener un espíritu de victoria, de orden, de posibilidades y de espacio para hacer negocios. Ese era el discurso oficial y lo repetían empresarios de Estados Unidos, Francia, los Países Bajos, Suráfrica o Italia con quienes conversé. La evaluación positiva de las políticas de apertura se convirtió en una creencia real y continua en analistas y corresponsales que no llevaban una línea oficial. Por ponerte un ejemplo representativo de una línea comunicacional a lo Big Brother: en ningún lugar público en donde pasaban noticias o deportes Rusia perdía ni en juegos ni en alianzas económicas. Eran televisoras privadas, claro está dirigidas por una burguesía del entorno directo del líder. Luego de cada éxito deportivo las noticias hacían énfasis en información de la sociedad tradicional rusa y entre folklorismos y entretenimiento remarcaban la idea del éxito comercial que significaba abrirse al mundo y hacer negocios desde un país cada vez más fuerte. La TV rusa se alimentaba también de Hollywood y tanto Putin como Medvédev compartían su gusto por lo mejor de Occidente: motos, lanchas rápidas, supermodelos, comida rápida. Las opiniones en el ciberespacio de entonces eran de marcación hombre a hombre. No habían bots entonces, pero en cualquier foro en donde se hablara mal de líder o de sus políticas, aparecía alguien que respondía sutilmente (pero no por eso menos escalofriante) con frases como: “Fulana de tal, no digas eso del presidente. Tú has hecho o has estudiado o vives en la zona tal. El presidente le ha dado oportunidades a personas que antes no podían lograr tal o cual cosa”, (…) “los anteriores presidentes trabajaban para el partido y solo para gente del partido, en cambio Putin” (…) “la delincuencia es nula en nuestro país, gracias a la policía y el ejército”.
-¿Cuál sería el perfil de Putin desde la psicología política?
-Se habla mucho de un perfil común a los tiranos y dictadores: abandonados por su madre, criados por un padre y una madrastra, sostenidos emocionalmente en uno o los dos abuelos…, y que al crecer se vuelven abusivos con parejas que representan la posibilidad de vengarse de la madre ausente y libertina, etcétera. En el caso de Putin su biografía aparece oscura y con no pocas contradicciones. Lo que se nota, por la misma carrera que ha llevado adelante, primero en la KGB y luego al mando de la Federación Rusa es una confianza en sí mismo, expresada en una grandilocuencia institucional que para muchos raya en el narcisismo. A pesar de ciertas exageraciones en las puestas en escena se mantiene en un modo funcional y una direccionalidad fría al estilo de la tradición de esos pueblos. El origen del pueblo ruso parte de un origen mítico “El Canto de Néstor” y todavía se divide en una rama normanda, otra euroasiática y una tercera que niega ambas. Sentado a una mesa rusa puedes encontrar alimentos al uso eslavo o escandinavo a la vez. Incluso puedes compartir con personas cuya fe es musulmana y su idea de avance social y económico está encaminada a moverse financieramente entre el Mediterráneo e Indonesia: todos ellos profundamente rusos. Volviendo a Putin, si bien es cierto que los rasgos de paranoia política no son ajenos a ningún líder político con los pies en la tierra, al haber sido él analista de inteligencia, puente e incluso agente en operaciones en el campo, creo que su autopercepción no lo separa de los límites y alcances de los recursos diplomáticos, económicos y ofensivos. Si pensamos en frío, técnicamente Rusia nunca ha estado en paz con el exterior y su aparato de inteligencia y sus vínculos… y manejo con los distintos actores de poder legales, ilegales, paralegales y extralegales se mantiene actualizado y en forma. La razón de Estado es su marco de análisis y de allí vienen todas las demás capas de uso racional del poder. Por otro lado, también se habla de las consideraciones más metafísicas de la geopolítica y que combinan raíces que se encuentran al menos en el espíritu guerrerista de teutones, germanos, hunos e incluso yendo aún más atrás hasta sasánidas o persas, se cita a autores clave de la formación del espíritu de conquista y expansión de la época Putin. Allí los vemos juntos, a veces sí, a veces no tan revueltos y están: Treitschke y su idea de la guerra como la patria; los contemporáneos Alexander Dugin o Valeri Gerasimov, los proto-nazis Carl Schmitt, Haushoffer, Mckinder o incluso Toynbee hablando por primera vez de la impresión civilizatoria. Si entráramos unos segundos en las fantasías bélicas de Putin lo veríamos a veces posiblemente incorporado, tocado como Aníbal, siendo eje del imperio romano de Oriente; pero, de igual manera también tendríamos como referentes a otros héroes históricos nacionales como Pedro el Grande, Iván el terrible o Iván Nievsky. Estoy seguro que si Machiavelli estuviera vivo haría un estupendo perfilado de Putin y es hacia donde me inclino. Creo que lo vería como un nuevo Fernando de Aragón: un príncipe distinguido y con interés continuo de desigualar la medianía de poderes mundiales. Esta sin duda no es la primera, ni será la última, de las campañas bajo el estandarte del águila bicéfala. De avanzar sobre Ucrania, sin ser totalmente repelido, el enfoque de destino y de espacio espiritual euroasiático ganaría músculo y lo más peligroso de todo: credibilidad.
Si uno de los objetivos de la invasión rusa, o al menos el que parece ser el principal, es acabar con el gobierno de Volodímir Zelenski e instalar en su lugar uno prorruso que puedan manejar desde Moscú a su antojo, pero el presidente ucraniano ha mostrado, además de valentía y de ser un buen estratega, que cuenta con el apoyo de la inmensa mayoría de sus ciudadanos, que hoy tomaron las armas pare enfrentar la invasión.
-¿Puede bajo este escenario, lograr su cometido Putin?
-De cierta manera, la batalla más importante que vemos de este lado del mundo es la mediática. Mantener el espíritu es positivo, pero la migración masiva que escapa de la zona de conflicto (junto a la mayoría de muertos y heridos reales) los pone el lado ucraniano. Todo alto al fuego pasará por una ONU desangelada y tibia que acuerde lo que los vendedores de armas decidan; por eso, el gobierno resultante de un acuerdo va a tener que asumir que las fronteras se despintaron y revolvieron por despoblación y migración forzada. De mantenerse el horizonte de 7 años de conflicto en promedio para diatribas fronterizas como estas, ya los nuevos habitantes serán otros los que vivan bajo esa nueva materialidad. Te digo 7 años porque la proyección de una guerra de asedio/anexión se proyecta a 15 años mínimo. Las guerras son un negocio y se diseñan en función de un ciclo vital muy parecido al ciclo de Modigliani: tu ejército gastará en función de la renta que vas a percibir durante toda una vida, y no a partir de la renta anual. Por tanto, ganas territorial e institucionalmente.
-En una reciente entrevista que le hicieron a Moisés Naím en este portal, él mencionaba que lo que ocurre hoy entre Ucrania y Rusia va más allá de la invasión per se, y que era en realidad una lucha entre modelos, uno autocrático de Putin y uno más “europeo” y democrático en Ucrania. Es una línea muy parecida a lo que ha desarrollado en diversos textos la historiadora Anne Applebaum. ¿Lo ve usted así también?
-El sistema político ruso ha crecido bajo el modelo de funcionalidad autoritaria. En la vida real las fronteras de esos modelos teóricos, toda vez que se encuentran con la práctica se mueven entre autoritarismo y totalitarismo, porque inevitablemente se da esa permeabilidad en tiempos de la globalización de las comunicaciones y de interdependencia mínima jurídica internacional. Ya sabemos que las tiranías se actualizan tanto o más que cualquier aplicación del teléfono. El sistema político ruso, sonando a Eisenstadt ha crecido a partir de los dilemas que traen los intereses contradictorios: obtener recursos libres, pero a la vez tener el control (o el filtro) de esos ingresos y la supervisión de esos estratos creados o permitidos para esos fines. Por lo tanto, tiene que manejarse a dos bandas entre libertades económicas, pero con la cuerda corta para todos los involucrados. Actualmente, frente a otras fuerzas mundiales, Rusia no es más que la piedra en el zapato para el modelo globalizador financiero y cultural representado en la agenda 2030. Si bien es cierto que la expansión rusa es agresiva, también responde a una idea muy propagandística, pero no menos real de una supervivencia nacional que rechaza la hormonización, la desestructuración de la psique humana desde la infancia y claro está la perspectiva del globalismo a lo Soros que solo ve a las materias primas de los países, obviando a la gente que allí nació y vive. Como vemos nada nuevo bajo el sol, pero con nuevos actores y nuevas tecnologías. Lo que hacían los imperios, ahora lo promueven las corporaciones. Y si bien es cierto que Putin no es ningún santo, sin duda la postura, la declaración y acciones del gobierno ucraniano sirvieron para ocultar las críticas al gobierno de Zelenski sobre corrupción o incumplimiento de acuerdos con sectores intermedios, además que sirve para reconfigurar la pérdida inminente de una de las bases del poder que le significó haber sido derrotado en las elecciones municipales. En la batalla propagandística ya no vemos RT, pero ha quedado claro también que los laboratorios secretos denunciados por Rusia sí existían y operaban. Dos goles contra dos arquerías desinformadoras. Muchos países de Europa tienen a la corrupción instalada, tal vez tenga una estética distinta a la rusa, pero sin tener el estilo la practican a su manera. Disipar la neblina de la guerra nunca ha sido fácil y una de última generación, pues mucho menos.
-Hablando de escenarios políticos y bélicos, de estrategias y objetivos, ¿cuál es la diferencia entre escenarios políticos y escenarios de guerra en tiempos borrosos?
-Un escenario es un conjunto de situaciones que pueden producir una respuesta determinada y un efecto en el entorno por parte de un observador político. Para que estos escenarios sean más precisos se crean modelos, simulaciones y un número altísimo de posibilidades y respuestas que reducirán la incertidumbre, pero que siempre se encontrarán con imponderables. Los tiempos son borrosos porque las guerras no han sido declaradas, y si bien es cierto que, así como China sale ganando en todos los frentes y tiempos, igualmente necesita de Rusia como el perdigón que anuncie otros proyectiles que ablande las trincheras mientras que la fase bacteriológica y la guerra psicológica bajan un poco el protagonismo. Parafraseando a Raymond Aron: ‘Se busca no tanto finalizar una guerra sino alcanzar la paz’. Ahí se enfrentan dos modelos de esa paz. Una sería una paz de satisfacción (la Europa adormecida por el welfare e hipnotizada por la ideologización); y la otra una paz de potencia en clave de hegemonía que es la ruso-china. Así no se le vean las costuras a los asiáticos, el viaje es en tándem.
-Sin duda alguna, la guerra hoy no es la misma que la de hace décadas. Solo con la amenaza nuclear hay un cambio importante. ¿Qué nuevas armas y tácticas ha podido observar durante estas primeras semanas de invasión?
-Al parecer las bombas termobáricas utilizadas en suelo europeo resultan novedosas, las tácticas en terreno muestran una serie de fallas logísticas, y una primera fuerza de ataque inexperta y desorganizada de parte del ejército ruso. Todo indica que eso va a redefinirse y redelinearse a la brevedad. Posiblemente veremos uso progresivo de armas sónicas, con el establecimiento de fuertes y puestos multifuncionales. Mientras más Sci-Fi nos parezca la información filtrada más real puede ser la tecnología desarrollada (alteración del clima, derrames cerebrales “naturales”, “locura momentánea”, agujeros y derrumbes inexplicables). Por lo pronto, mientras más primitivo el modo, más efectivo en el largo plazo los efectos de la guerra. Por ejemplo, la lucha cuerpo a cuerpo se comienza a ganar cuando no hay nadie en el otro lado que defienda la tierra. Los desplazados son uno de los subproductos más valorados y monitoreados por las técnicas de guerra de nueva generación.
-Como suele hacer la propaganda autocrática “antiestadounidense”, para justificar la invasión rusa a Ucrania usan como ejemplo la intervención de Estados Unidos en Irak, ¿es comparable?
-Los países que se entienden como imperios poco les importa autoengañarse. La línea editorial o la política informativa propiamente dicha se convertirá en el mismo mensaje aplicado a cada canal. Quienes hacen esa falsa analogía son repetidores y multiplicadores sesgados de una postura política. Descontextualizar y crear falsos puntos de partidas son ejercicios retóricos que ponen en evidencia la poca o mucha soltura que tenga un comunicador ideologizado para engañar o distraer a ciertas audiencias.
La otra “guerra”, la comunicacional, parece haberla perdido Putin por mucho. O al menos así ha sido hasta ahora. Zelenski ha mostrado un manejo comunicacional excelente, y a pesar de “desnazificar” ser uno de los argumentos del régimen ruso, hoy las comparaciones con Hitler y el nazismo la suelen hacer con Putin más que con los ucranianos.
-¿El mundo “ha despertado” y la influencia de la propaganda rusa -con sus replicadores como TeleSur- ha dejado de funcionar?
-La propaganda ucraniana que anima al espíritu combativo es impactante y a la vez en cierta medida, vemos piezas de terrorismo psicológico en sí mismas (caso Torre Eiffel destruida). La propaganda ucraniana puede salirse de control, debe empatizar pero no aterrorizar. La propaganda rusa hace rato que hace aguas en la visión monotónica de Occidente y sus replicadores no tienen forma de soportar una argumentación de desnazificar con un presidente de origen judío. La propaganda pro Zelenski tiene un ecosistema global a su favor. Lo que no debemos perder de vista es que en la guerra que se alimenta en estos días los mercenarios ideologizados o no, extremistas y fundamentalistas ya dijeron “presente”. Veremos en batalla a muchos soldados con un objetivo común: vengarse de los rusos. En ese día en particular sus diferencias están en pausa, ya mañana verán si el racismo o la lectura religiosa siguen estando a lados distintos de la acera.
-¿Hasta qué punto es probable que las sanciones económicas logren que el régimen de Rusia cambie su postura respecto a Ucrania?, ¿o las sanciones económicas tienen como objetivo algo más grande, como socavar el control de Putin dentro de Rusia?
-Las sanciones económicas favorecen a los ilegalismos, pero también fortalecen las arcas del Estado ruso. Por otro lado, esta movida le da la excusa perfecta para que China y Rusia prueben otras plataformas de pago y se vayan preparando para la siguiente fase de la alterglobalización financiera: nueva moneda de referencia y nuevos modelos de supervisión y vigilancia propios a través de las criptomonedas o dinero fiat en formato digital. Igualmente, toda escasez favorecerá a los países BRICS, en detrimento de la capacidad de compra y negociación del resto del mundo.
En ese viaje que hizo usted a Moscú en 2013, mencionó en algún momento que “Rusia es una mirada al futuro”, vinculado mucho a la tecnología, incluyendo redes sociales, pero también con un lado humano importante. Decía usted, por ejemplo, que tal vez Rusia era el único país donde un poeta o poetiza podrían llenar un estadio. Siendo así, más allá de las sanciones económicas, cree usted que las salidas de redes sociales de diferentes marcas, la cancelación de shows programados, incluyendo la participación rusa en Eurovisión o la descalificación de los deportistas, incluyendo a la selección rusa del Mundial de Fútbol.
-El ciudadano ruso que no veía con mala cara la invasión a Ucrania, ¿tal vez comienza a estar en contra de lo que hace Putin?, ¿o por el contrario, cohesiona más al pueblo de Rusia con su gobierno?
-Rusia modeló al nuevo pacto de élites venezolano en su fase petrolera y en cierta medida en su fase de remodelado financiero. La pregunta es quién evolucionará primero y hacia dónde. Ahora, yendo hacia los efectos que preguntas te diría que lo más importante es la desconexión de Rusia del mundo europeo. Eso generará descontento, pero también cohesionará y le dará sentido a una nación que jamás ha dejado de sentirse un imperio atacado desde Occidente (Europa y EE.UU.) y con socios a los que hay que mirar de cerca (los chinos y los iraníes, y en segundo orden turcos y una pícara América Latina). El ciudadano ruso que se mantiene en su patria no se ha ido simplemente porque ama estar allí. Con o sin Putin, Rusia es su madre y tienen muy claro por formación familiar y reforzamiento educativo que cíclicamente cada 30 años (aproximadamente) se sufre una crisis de transformación interna, que responde tanto a cambios mundiales como a liderazgos inevitables para la cabeza de su conjunto social. Nadie acepta de entrada en las ciencias sociales que el tiempo sea cíclico o que los eventos se repiten, pero los rusos te pueden explicar tomándose un vodka con pepinillos cómo en 1992 estaban en la cuasi anarquía post caída del Muro, te recuerdan que en 1962-63 estuvieron a punto de una guerra nuclear, que en los años ‘30 no miraban afuera porque ni siquiera les importaba, y que a principios del siglo XX eran analfabetos y siervos de la gleba.
-La OTAN y la Unión Europea han llevado la batuta en esta situación, pero desde su perspectiva, ¿han hecho las cosas correctamente?, ¿podrían hacer más?
-Lamentablemente ambas organizaciones dependen demasiado del gas y la gasolina rusa. La existencia de sus países y en especial su papel como líderes en esos gobiernos dependen de una realidad que escapa de sus manos o que también los ha definido por ser testarudamente verdes o pro ecologistas o anti sostenibles. A la Unión Europea lo que le queda es contar los días en los que caigan los últimos bastiones de autogestión en Europa. La OTAN está jugando tarde y con poca celeridad. Ojalá no sea demasiado tarde para el Gobierno y las fuerzas armadas ucranianas. Ucrania, lamentablemente, pareciera que ha tenido que soportar el odio del “Don apacible” cada cierto tiempo: Lenin, Stalin, Andrópov, Brézhnev… y ahora Putin.
-Y la ONU, ¿cómo queda después de todo esto?
-Tendrá que reinventarse o morir. Pero todo indica que será parte de un organismo mayor dibujado por el grupo promotor del capitalismo inclusivo. Las democracias hipermediadas hablarán, se moverán y hablarán solo cuando lo indiquen los mercados y la Big Data lo confirme.
-¿Hacen falta líderes mundiales como los hubo cuando Churchill, o en esta época las cosas han cambiado?
-Sin duda vivimos un momento incompatible con la ética del bien común, repleta de proyectos antihumanos y con líderes políticos cooptados por sinarquías incapaces de entender su lugar en el mundo. Nada es eterno, nuevas voces sienten el impulso de lo bueno y lo mejor y ciertas generaciones todavía con fuerza están en el mejor momento de salvar el juego, de evitar que el mundo se hunda en la maldad organizada, tienen el chance de salir de la maldición del Holandés Errante para buscar nuevas costas a bordo de una nueva Santa María. Con mucho dolor emigrar es la última forma de sufragio, emigrar es “votar con los pies”, en el sentido de Tiebout. En este caso no buscamos mejores servicios públicos, si no mantenernos con vida.
-Angela Stent, profesora de la Universidad de Georgetown y autora del libro “El mundo de Putin”, dijo en algún momento que el acercamiento de Rusia a China -después de una rivalidad histórica- era el suceso más importante de la era Putin, por lo que significa, al menos económicamente hoy el país asiático. En ese sentido, ¿qué impacto tendrá, desde ahora, esa sociedad?
-Rusia no se ha movido en su aventura bélica sin haberse inteligenciado con China. Actualmente ambos se tienen en observación y seguimiento. El triunfo de Putin en Europa permitirá a China ver el alza en las acciones de la venta de armas de sus aliados anglosajones clave también en el desmantelamiento de los Estados Nación del mundo. La libertad de expresión limitadísima o preformateada es el issue fronteras adentro de China y si eso se expande hacia Occidente, para ellos es un éxito en su lógica de alianzas corporativas y de eliminación de la democracia y la idea de República. Su negocio es la esclavitud de cada uno de los países que “ayudan”: deudas y corrupción de liderazgos son los métodos de encadenar a los actores. Su objetivo es que donde haya industrialización hay que frenarla o construir todo un aparato regresivo de la libertad de pensamiento, de empresa y eventualmente que tutele las libertades reproductivas. Mi crítica a cierto tipo de biografías o análisis psicosociales de Putin es que su enfoque deja de lado que cada gabinete en la historia rusa ha tenido ministros en la sombra. Aunque parezcan que lo son, todavía no sabemos quién es verdaderamente el Da Venafro o el Hobbes de Putin. Tiene pensadores e ideólogos cerca, pero el círculo íntimo se desconoce. Hay una anécdota que me contó una nieta de aristócratas rusa en el exilio, muy ilustrativa de la verdadera voluntad de poder del hombre fuerte ruso: A Putin lo llaman en privado “Papa Temuyin”, es decir: “Papá Acero”. Temuyin era uno de los sobrenombres de Gengis Khan.
*La fotografía es cortesía del entrevistado, Joaquín Ortega, al autor Walter Molina Galdi y de él al editor de La Gran Aldea.
*Politólogo de la Universidad Central de Venezuela.
@WalterVMG