En la aldea
02 diciembre 2024

Rafael Cadenas, nació en Barquisimeto, Venezuela, en abril de 1930; una de las voces más respetadas de las letras iberoamericanas.

Rafael Cadenas, indestructible

En este país nuestro en el que todo es efímero, en el que un escándalo le sigue a otro, en el que nada dura porque nada pretende durar, en el que nada importa, en el que abundan sinvergüenzas y aventureros, quedan aún fortalezas indelebles. No son esculturas, ni hospitales, ni minas de oro, ni parques, ni el bolívar, ni siquiera son la historia oficial. Las palabras de la autora vayan por delante. A propósito del cumpleaños número 92 del poeta, ensayista y Maestro con mayúsculas Rafael Cadenas; ejemplo “indestructible de un país que aún resiste”.

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Sonia Chocrón | 21 abril 2022

Cuánta fragilidad supone algunas cosas materiales. Cuánta vulnerabilidad, pensaba yo por estos días. Desde tepuyes sagrados, avenidas, monumentos, mármoles, países, plazas, y hasta vagones de Metro que se convierten en hilachas, rendijas al abismo.

Cuánta volatilidad también habita en espíritus pequeños, tomados por bajos sentimientos, apetencias, voracidades. Son tantas más las cosas que no se resisten a su propia destrucción, al envilecimiento, a la ruina, que aquellas que persisten de pie enteras como una palmera resiste a un huracán. Y no hablo de hoy nada más. No hablo de Venezuela nada más. Hablo del mundo, de la historia, de la humanidad, de las cosas, del hombre. Y sin embargo, cuando lo pienso, sí digo Venezuela, sí digo hoy, sí digo 22 años de erosión, sí digo “socialismo del siglo XXI” que nunca fue otra cosa que “quítate tu para ponerme yo” y demoler -físicamente, anímicamente, moralmente, unos cuantos siglos en poco más de 20 años.

Y en cambio y por otra parte, cuánta solidez, cuánto de indestructible tienen ciertos seres humanos, o quizá debería decir ciertas obras del ser humano, creación, pensamiento, integridad. Cuánta terca solidez. Hablo de esa fuerza bruñida que le es propia a ciertos seres humanos que termina por ser invencible de tanto ahondar en la esencia, en lo primordial, en lo real. Todo este soliloquio mío sobre los opuestos, sobre lo pequeño y vulnerable y lo invisible pero inquebrantable, lo mascullaba en voz baja hace apenas unos días, el 8 de abril para ser quisquillosamente precisa, a propósito del cumpleaños número 92 del poeta, ensayista y Maestro con mayúsculas Rafael Cadenas.

“Desoye al hombre de garra. Prefiere la palabra que no llega desfigurada hasta ti”

(De “Avisos”, fragmento. Rafael Cadenas)

Y es que esa celebración de ese cumpleaños fue global, fue de ida y vuelta, fue una fiesta para el gran poeta venezolano vivo que condensa nuestras derrotas, pero también nuestras calladas victorias. Desde el Instituto Cervantes de Madrid, con la participación del Instituto Caro y Cuervo de Colombia, y gracias a la tecnología, tuvo lugar un acto denominado “Celebremos a Cadenas”, cuyo subtítulo es un verso suyo, acertijo clave de la Venezuela esta que padecemos hoy: “Florecemos en un abismo”.

Simultáneamente, entre Madrid y Caracas, Colombia y Perú, -en donde se encontraba ese día el propio director del Instituto Cervantes, Luis García Montero-, y desde la sede del Instituto Cervantes en Madrid, su subdirector de cultura, el escritor Ernesto Pérez Zúñiga, moderador del evento; la ensayista y profesora venezolana Marina Gasparini Lagrange, y la propia hija del homenajeado, Paula Cadenas, profesora de la Universidad Paul Valéry en Montpellier, todos se dieron cita para festejar a este señor tímido, generoso, sencillo, humilde y grandísimo que es Rafael Cadenas. Ese señor que admiramos, que se hace querer por su sencilla humanidad, su poesía y su presencia siempre discreta y generosa en presentaciones de libros, eventos literarios, librerías.

Una celebración-homenaje simultáneo a través de streaming, desde aquellas otras orillas hasta Venezuela, en vivo, con el Maestro en persona desde la Librería El Buscón, en Caracas, con su anfitriona de siempre Katyna Henríquez, y la compañía de otro escritor venezolano, Oscar Marcano, en ameno y hondo intercambio. (También por cierto, por TVE, la televisión española le dedicó un programa especial de “La hora Cervantes” al poeta Cadenas, en el que participaron coterráneos como el escritor Juan Carlos Méndez Guédez, y nuevamente la Profesora Gasparini).

“A los 92 años, y ya en el plano mayor de la poesía escrita en español, Rafael Cadenas mantiene incólume su creencia en la democracia, en la libertad, en las palabras sin trampas: ‘Se proponen liberar a los seres humanos y comienzan por privarlos de libertad’”

El alcance de este merecidísimo homenaje fue tal, que no hubo lugar en el mundo donde residan venezolanos (más ahora que hay ocho millones de compatriotas buscando un futuro posible en otra parte) que no se haya conectado a esa pantalla, a este día y a esa hora para ser público histórico de estos celebrados 92 del poeta y su poesía. No sé exactamente el número de espectadores conectados desde todos los rincones, pero sí sé que fue multitudinario, memorable.

Para quienes poco conocen de la poesía contemporánea venezolana, Rafael Cadenas, el poeta que vigila que “Que cada palabra lleve lo que dice./Que sea como el temblor que la sostiene./Que se mantenga como un latido” (fragmento de “Ars poética”, poema final de su libro Intemperie) es una de las voces más respetadas de las letras iberoamericanas.

Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana; Premio de Literatura y Lenguas Romances de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca; Premio Nacional de Literatura, por mencionar apenas unas pocas de sus distinciones, nació en Barquisimeto, Venezuela, en abril de 1930. Empezó a escribir poesía desde muy joven y también padeció la intolerancia política durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, cuando tuvo que exiliarse en Trinidad en 1952 después de que lo apresara la Seguridad Nacional. Allí permaneció hasta 1957. De regreso a Venezuela publica un gran libro: Los cuadernos del destierro. Fue uno de los fundadores del grupo y la revista Tabla Redonda (1959-1963). Y a partir de 1963, su fama se extiende por toda Latinoamérica tras la publicación de “Derrota” (poema publicado en el año 1963 en El Clarín del viernes; y después compilado en 1970, junto con Los cuadernos del destierro y Falsas maniobras) Luego vinieron muchos trabajos más: De poesía, como por ejemplo “Intemperie”, “Memorial”, “Dichos”, “Amante”, “Gestiones”, “Sobre abierto”, por citar apenas unos pocos; y de Ensayo, “Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística”, o como “En torno al lenguaje” y otros tantos más.

Vinieron más palabras e imágenes, exquisitas o de todos los días, muchas y muy valiosas, a pesar de su conocida vocación de silencio. “El problema de toda ideología es que ya está hecha, lo cual traba el pensar libremente”, dijo en una entrevista para el Diario El País a Alonso Moleiro en el 2020.

Cadenas nunca ocupó un cargo oficial, no fue jamás el funcionario bien acomodado de gobierno alguno, nunca fue invitado a una fiesta en un tepuy, y no necesitó que lo pusieran donde había -ni de esta acera o de aquella- porque su poder siempre fue y sigue siendo otro -como apunta él mismo en un breve poema: “Ser contraste”. Y desde allí procurar la honradez de la palabra, “una voz sin tretas”. Así que a los 92 años, y ya en el plano mayor de la poesía escrita en español, Rafael Cadenas mantiene incólume su creencia en la democracia, en la libertad, en las palabras sin trampas: “Se proponen liberar a los seres humanos y comienzan por privarlos de libertad”.

Así que sí, en este país nuestro en el que todo es efímero, en el que un escándalo le sigue a otro, en el que nada dura porque nada pretende durar, en el que nada importa, en el que abundan sinvergüenzas y aventureros, quedan aún fortalezas indelebles. No son esculturas, ni hospitales, ni minas de oro, ni parques, ni el bolívar, ni siquiera son la historia oficial. Son apenas algunos chamanes de lo esencial:

Desoye al hombre de garra. Prefiere la palabra que no llega desfigurada hasta ti” (De “Avisos”, fragmento).

Rafael Cadenas es la voz visible, incólume, indestructible de un país que aún resiste.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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