En la aldea
08 diciembre 2024

El turismo intenta alzar vuelo

Tras siete años de recesión, y dos de ellos en pandemia, los cielos comienzan a despejarse para el turismo nacional, cuya reactivación pasa por la urgente necesidad de aumentar la conectividad, especialmente con destinos foráneos tradicionales. No obstante, el sector sigue arrastrando un lastre ancestral: la concreción y puesta en marcha de una política coherente y continuada que consolide a Venezuela como la potencia turística que está llamada a ser.

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Jesús Hurtado | 23 junio 2022

Que Venezuela está llamada a convertirse en uno de los destinos más apetecibles de América Latina es innegable. Muestra de ello es que cuenta con el mayor frente caribeño de todos los países del vecindario, exuberantes selvas, el salto de agua más alto del mundo, las cumbres más antiguas del planeta y la sexta mayor población de aves de la tierra y pare de contar, entre otras bondades concedidas por el Creador. Pero, así como la lista de bellezas es larga, la de obstáculos que impiden consolidar esta realidad también.

Más allá de los estragos causados tras una de las crisis económicas más largas y profundas de la historia y la pandemia de la covid-19, la industria turística venezolana arrastra grandes trabas tanto de fondo como coyunturales. Entre las primeras, la ausencia de una política sectorial real, coherente y continuada tiene el mayor peso: seis décadas de intentos fallidos y más de 30 campañas publicitarias sin arrojar los resultados esperados, son la mejor evidencia.

Leudo González, presidente del Consejo Nacional Superior de Turismo de Venezuela (Conseturismo), estima que los esfuerzos no han sido canalizados con la unidad necesaria y esto ha dado al traste con toda iniciativa, algo que pareciera estar cambiando dado el mayor acercamiento que ha habido en los últimos tiempos entre el poder Ejecutivo, autoridades regionales y actores privados.

“Desde el pasado 30 de mayo toda persona que venga a Venezuela debe presentar a la hora de abordar un certificado de vacunación físico o digital, de esquema completo cuya última dosis haya sido administrada al menos 14 días antes del viaje”

“El Gobierno ha entendido que los operadores privados somos los indicados para llevar adelante el sector. Pero debemos pasar de la retórica del acercamiento a los hechos, a concretar soluciones”, afirma el vocero, quien cree que la falta de financiamiento, por ejemplo, es una de las fallas de forma para el apuntalamiento del sector tomando en cuenta los efectos de la pandemia. De allí que estime necesario ofrecer incentivos como exoneraciones impositivas, o promulgar leyes más flexibles respecto al otorgamiento de fondos y con plazos extendidos, como han hecho los países que apuestan al turismo como motor de su economía.

Propuesta diferenciada

Sin desmeritar lo esgrimido por Conseturismo, Juan Carlos Guinand, empresario y promotor del turismo sustentable, asegura que la cuestión va más allá, pues no ha existido una verdadera política sectorial y los pocos pasos dados han ido en dirección errada; pues se ha pretendido aplicar el mismo rasero en un país donde existen al menos siete zonas geográficas bien diferenciadas que deben ser desarrolladas de acuerdo a sus potencialidades.

Según su tesis, los más de 2.000 km lineales de costas que posee Venezuela (muchos más que México o República Dominicana) serían el gran foco para atraer visitantes ávidos de sol y arena hacia dos polos diferenciados. Por un lado, aprovechar la infraestructura existente en Margarita, Anzoátegui y Falcón para un turismo semimasivo, mientras que en islas pequeñas (Los Roques, La Tortuga, La Orchila) y parques nacionales (Mochima, Paria) se apuntaría a un público selecto en busca parajes naturales y lugares para deportes acuáticos.

“Todo depende de mejorar la frecuencia de vuelos nacionales y apuntalar las conexiones internacionales, así como mayor regularidad en los viajes por ferry”

Viviana de Vethencourt, presidenta de la Cámara de Turismo de Nueva Esparta (Ctene)

Siendo los más bajos de la gran cordillera suramericana, nuestros Andes no tienen las altas cumbres de otros países, pero son los más accesibles, una ventaja para convertirlos en destino de deportes de aventura (rafting, escalada, trekking, parapente) y para el turismo rural, aprovechando la gran cantidad de pueblos que se mantienen como estancados en el tiempo.  

Y aunque llanos hay en todo el mundo, los nuestros tienen la particularidad de ser inundables en buena parte del año, lo que haría factible un turismo con toque conservacionista. “Podemos ser como el Pantanal brasileño, que recibe un millón de visitantes al año”, dice Guinand. En cuanto a la Orinoquia (Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro), que sí es un destino único en el planeta, la idea sería recibir un turismo de bajo impacto para preservar la fragilidad de ecosistemas que son patrimonio de la humanidad, evitando la concentración que actualmente se aprecia en Canaima.

Bajar costos

Venezuela es un destino costoso. Es por ello que para el turista nacional ha sido desde hace mucho tiempo más barato viajar a cualquier país antillano que a Margarita, su refugio caribeño natural. ¿La razón? Además de las distorsiones heredadas de cuatro décadas de devaluaciones, hay que contar una carga impositiva muy pesada que no existe en otras naciones, donde se ha entendido que las facilidades fiscales son una ayuda y no un derroche de recursos. De hecho, algunas áreas del negocio -en especial el transporte aéreo- reportan hasta 25 factores fiscales y parafiscales en su estructura de costo.

Son muchos impuestos que encarecen el pasaje, y eso se aprecia al desglosar los montos cobrados en un boleto aéreo”, dice Humberto Figuera, presidente ejecutivo de la Asociación de Líneas Aéreas en Venezuela (ALAV).

“Hay gran interés por atender segmentos muy específicos que demandan servicios diferenciados, pero también hay espacio para lo tradicional”

Alberto Vieira, presidente de la Federación Nacional de Hoteles de Venezuela (Fenahoven)

En este mismo orden, la precariedad de los servicios públicos juega en contra de cualquier intento por abaratar los productos turísticos, cuyos operadores están entre quienes más invierten en generación de electricidad, suministro de agua y una conexión a internet medianamente estable. Todo eso afecta la decisión del cliente internacional, que prefiere ir a Colombia, Panamá o Costa Rica pues son más baratos, tienen mejores servicios y carecen del ruido causado por la inseguridad y la convulsa situación político-económica que vive el país desde hace décadas; circunstancias que no han podido ser superadas como sí lo han hecho otros destinos como Ciudad de México que, aun siendo una de las ciudades con mayor índice de secuestros del mundo, recibe millones de visitantes cada año.

La necesaria conectividad

El auge del turismo emisivo gracias al torrente petrolero a partir de 2005 hizo de Venezuela una mina de oro para las aerolíneas locales y extranjeras, al punto que para 2013 en el país convivía 32 compañías aéreas. Pero el grifo se cerró y las condiciones cambiaron drásticamente. Como consecuencia de la recesión que comenzó a evidenciarse en 2014 y que redujo la economía nacional a 25% del tamaño que tenía para aquel entonces, las empresas internacionales iniciaron su retirada tras dejar de facturar unos 3.700 millones de dólares por boletos vendidos en bolívares que nunca fueron cajeados para su repatriación. A ello se sumó las sanciones que a partir de 2019 aplicaron Estados Unidos y la Unión Europea a Venezuela por las continuas violaciones a los Derechos Humanos. Como resultado apenas nueve aerolíneas se mantuvieron operando.

Pero luego de toda tormenta viene la calma. Parcialmente despejadas las trabas impuestas por la pandemia y con la cautela de rigor, las aerolíneas presentes en el mercado han retomado actividades. “Casi todas están trabajando con dos o tres frecuencias a la semana, hay que dar chance a que el mercado se recupere”, afirma Humberto Figuera, presidente de la ALAV.

“El Gobierno ha entendido que los operadores privados somos los indicados para llevar adelante el sector. Pero debemos pasar de la retórica del acercamiento a los hechos, a concretar soluciones”

Leudo González, presidente del Consejo Nacional Superior de Turismo de Venezuela (Conseturismo)

Esto ha significado que el sector opere hoy a 40% de su capacidad y que el número de actores crezca, pues ya son 15 las líneas presentes y se esperan más. Tras el retorno de la portuguesa TAP se prevé que en breve retornen Iberia, LAN Chile y Aerolíneas Argentinas, mientras que Air France lo hará en 2023, aunque no se descarta un adelanto de planes. A ellos se suman nuevos destinos surgidos de la reciente gira de Nicolás Maduro por África y Asia, entre ellos Irán y Qatar, cuyo foco sería recibir turistas de esos países. 

En este orden, el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC) ratificó a principios de junio que mantienen contactos con varias empresas interesadas en retornar, entre ellas las colombianas Avianca y Wingo; aunque reactivar el tráfico con Colombia pasa necesariamente por la mejora en las relaciones diplomáticas entre Bogotá y Caracas, razón que llevó al cierre del libre tránsito entre los vecinos, incluso por tierra.

La bitácora es distinta para las estadounidenses. Aunque American Airlines y Continental han mostrado interés en reconectar a Venezuela con el destino más solicitado por usuarios locales, eso solo será posible tras el levantamiento de la prohibición de vuelos directos entre Venezuela y EEUU que pesa sobre toda aerolínea; que la Administración de Aviación Federal restituya al país a la categoría 1, que certifica cumplir los estándares de calidad demandados por la FAA; y el necesario limado de asperezas políticas que separan a Caracas de Washington.  

De estreno

No solo los habituales están dispuestos a volver al país, sino que nuevos actores quieren entrar a escena. La dominicana Sky High fue la primera en aprovechar la apertura y este mismo mes comenzará conectar al país con Santo Domingo. “Este es un destino muy apetecible por su ubicación estratégica y los volúmenes que puede generar”, dice Shirley Pérez, responsable de Marketing y Comunicaciones de Sky en Venezuela, primera nación continental a la que vuela tras 10 años uniendo islas caribeñas.

El plan de vuelo incluye rutas entre Maiquetía, Valencia, Maracaibo y Porlamar con República Dominicana, Aruba, Bonaire, Curazao, Tórtola, St. Kitts, Antigua, Martinica, Anguilla, Guadalupe y St. Marteen. Posteriormente aterrizarán también en Miami, con lo cual se podrá ir desde Venezuela a EEUU previa escala, pero sin trámites de inmigración.  A lo interno también hay debut. Conectar Los Roques con Maiquetía es el primer paso de Blue Star Aviation, empresa que acaba de iniciar operaciones con la clara idea de atender el mercado de placer, viajeros deportivos y aventureros. En el futuro inmediato prevé cubrir las rutas Maiquetía – Adícora (Falcón), Maiquetía – Coche (Nueva Esparta), Porlamar – Canaima, y Valencia – Los Roques.

Terminales y camas a la espera

Aunque con sus bemoles, la infraestructura física pareciera estar apta para dar la bienvenida a los turistas. Voceros gubernamentales y del sector privado aseguran que todos los aeropuertos están preparados para recibir y despachar tantos vuelos nacionales como internacionales, estos últimos limitados -por ahora- a los aeródromos de Maiquetía, Maracaibo, Porlamar, Valencia, Barcelona y Barquisimeto. Adicionalmente, se estrenarán este año dos nuevas pistas: Maracay, que servirá para el trasiego de carga; y Mérida, cuya reapertura luego de 14 años de inoperatividad significará un importante impulso del segundo destino turístico de referencia.

En el área de hospedaje las condiciones están igualmente dadas. Con una disponibilidad que, de acuerdo con cifras oficiales ronda las 274.000 plazas, hasta junio la ocupación osciló entre 30% y 40%, según el segmento. “Estamos preparados, todo depende de la disponibilidad de la gente para viajar y del aumento de la frecuencia de vuelos”, asegura Oldrich Henríquez, presidente de la Asociación Venezolana de Hoteles Cinco Estrellas (Avecintel).

“Parcialmente despejadas las trabas impuestas por la pandemia y con la cautela de rigor, las aerolíneas presentes en el mercado han retomado actividades”

La opinión es compartida por Alberto Vieira, quien dirige la Federación Nacional de Hoteles de Venezuela (Fenahoven), gremio que comienza a mostrar una mejor cara tras la crisis del coronavirus. Aunque se prevé que la ocupación media se mantenga este año en alrededor de un tercio, ambos voceros apuestan al buen desempeño de las temporadas de agosto y diciembre. En cuanto a las oportunidades de crecimiento, señalan que, excepto destinos con características particulares como Los Roques o Canaima, las posibilidades de nuevos desarrollos están abiertas. “Hay gran interés por atender segmentos muy específicos que demandan servicios diferenciados, pero también hay espacio para lo tradicional. Por eso siempre va a haber oportunidad para hoteles orientados al público convencional o para algo más lujoso”, afirma Alberto Vieira.

Crecimiento sí, pero limitado

Ahora bien, aunque todo esté servido para el repunte, es improbable que el sector turístico pueda igualar en breve el auge que vivió entre 2013 y 2014, año este último cuando, según cifras oficiales, se recibieron 1,2 millones de visitantes extranjeros; cifra puesta en duda por datos de la Organización Mundial de Turismo (OMT), los cuales apuntan que el mejor año del turismo receptivo venezolano fue el 2012, y apenas ingresaron unos 365.000 turistas. Y el mayor lastre para que no se pueda soñar con los números de pocos años atrás está en el cierre definitivo del torrente de divisas que fue Cadivi, que desde 2002 y hasta 2014 ofrecía cupos en moneda extranjera a todo venezolano que argumentaba deseos -real o no- de salir del país, situación que posibilitó un tráfico aéreo sin precedentes para atender la demanda de viajeros que disfrutaban las mieles de la abundancia. 

Tomando esto como base, Leudo González, presidente de Conseturismo, llama a aterrizar las proyecciones. Señala que aun el sector se encuentra en modo resistencia y en vías de una recuperación real, un hecho seguro pero cuyas expectativas apuntan a un movimiento similar al visto hasta 2005. “Es factible tener cifras similares a las que manejábamos antes del boom de Cadivi”, dice, en alusión a los aproximadamente 100.000 visitantes extranjero que cada año arribaban a suelo venezolano.

La perla recupera su brillo

Como destino turístico de referencia, Margarita fue una de las zonas más duramente castigadas por las crisis recientes. Pero lejos de lamentarse, los operadores turísticos insulares han decidido poner su mayor esfuerzo. Viviana de Vethencourt, presidenta de la Cámara de Turismo de Nueva Esparta (Ctene), asegura que el esfuerzo conjunto de alcaldías y particulares está rindiendo sus frutos, lo que se demuestra con la evidente recuperación que se palpa en la isla.

Ctene asegura que la gran mayoría de los hospedajes lograron en las recientes temporadas de Carnaval y Semana Santa llenos casi totales: de las 15.000 plazas disponibles se ocuparon 11.900, y aunque una decena de hoteles no ha podido reactivarse, se prevé que pronto lo hagan. “Podemos crecer aún más porque hay prestadores de servicio que están esperando mejores condiciones para abrir”, añade Vethencourt, quien no obstante estima que todo depende de mejorar la frecuencia de vuelos nacionales y apuntalar las conexiones internacionales, así como mayor regularidad en los viajes por ferry, pues las inconsistencias y fallas hace muy difícil planificar el arribo por mar. 

Vuelven los campamentos

A medio camino entre el esparcimiento y el disfrute educativo, los campamentos vacacionales son una realidad relativamente nueva en Venezuela que tuvo un inusitado auge en la década de los ‘90. Pero como dice la antigua máxima ‘mientras más alta la subida, más dura la caída’, la crisis económica cobró una factura muy grande a este segmento.  

Juan Carlos Guinand, pionero en el área, deja entrever la magnitud de los estragos: de las más de 40 empresas que para 2013 estaban afiliadas a la Asociación Venezolana de Campamentos (Asovencamp), a la fecha apenas sobreviven unas siete, las cuales, como premio a su perseverancia y resistencia, recogen los frutos del resurgimiento. En 2021 el negocio mostró un desempeño más que bueno luego de un año de cierre, y para 2022 se espera que alcance el 100% de ocupación por una razón lógica: “El encierro por la pandemia fue tan duro, que los padres ven muy positivo enviar al chamo a un campamento”, dice el fundador de La Llanada, reducto vacacional en pleno llano que ha tenido que ampliar 15% su capacidad de alojamiento para poder satisfacer la demanda; una condición que estaría repitiéndose en su competencia y que habla del resurgimiento de estos reductos de adrenalina. 

Nuevas reglas anticovid

Aunque la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha advertido el riesgo de una nueva oleada de covid-19 en la región, la reducción de los contagios llevó al Ejecutivo venezolano a relajar las disposiciones para el ingreso al país, en parte con miras a estimular el turismo receptivo.

Por ello, desde el pasado 30 de mayo toda persona que venga a Venezuela debe presentar a la hora de abordar un certificado de vacunación físico o digital, de esquema completo cuya última dosis haya sido administrada al menos 14 días antes del viaje. Si hubiere cumplido nueve meses de la última dosis, se exigirá una de refuerzo.  En caso de no cumplir estas condiciones, deberá mostrar una prueba PCR negativa realizada menos de 72 horas antes del viaje. No obstante, todo pasajero deberá realizar una nueva prueba PCR en el aeropuerto de llegada; así como usar el tapabocas durante todo el vuelo y en las instalaciones aeroportuarias, y respetar todos los demás protocolos de bioseguridad.

@jhurtado15

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