En la aldea
06 diciembre 2024

Calma del mercado cambiario tiene fecha de caducidad

Las cada vez más escasas posibilidades que tiene el Gobierno para mantener anclado el precio del dólar, el pago de utilidades y el aumento del gasto corriente en el último trimestre del año, dejan claro que los sacudones no cesarán.

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Jesús Hurtado | 08 septiembre 2022

Un ídolo con pies de barro. Así podría describirse el crecimiento experimentado por la economía venezolana en los últimos meses, cuya débil estabilidad sigue estando seriamente amenazada por la desconfianza, un flagelo persistente relacionado principalmente con el descrédito que pesa sobre el bolívar y los escasos recursos financieros y estratégicos con los que cuenta el Gobierno para apuntalar una economía que aún debe recorrer un largo camino para dejar atrás el flagelo de la inflación.

Era cuestión de tiempo para que el anclaje cambiario que se mantuvo en el primer semestre del año se resintiera con el más mínimo vaivén. Aunque los signos venían ya observándose desde mediados de mayo, fue en la última semana de agosto cuando la barrera de contención cedió, y en apenas 24 horas el dólar se disparó 18%. Esto, según los analistas, evidencia el acomodo que viene buscando el mercado -y que hará más temprano que tarde- entre el precio artificialmente sostenido y el valor real de la divisa.

Varios son los factores que explican el aumento de 36% que sufrió la cotización del dólar en los primeros 25 días de agosto. El primero y principal es que el Banco Central de Venezuela (BCV) enfrenta una seria escasez de recursos que le impide mantener constante la intervención en el mercado cambiario, acción que significó la inyección de entre 1.500 y 1.700 millones de dólares en lo que va de año, según algunas estimaciones  de privados.

A ello se suman colaterales que dieron al traste con el castillo de naipes que es el anclaje del tipo de cambio. Tamara Herrera, economista y directora de la consultora Síntesis Financiera, resume de la siguiente manera: en primer lugar, el BCV se vio forzado a un sorpresivo cambio en política monetaria a finales de agosto, y por tres días no intervino el mercado o lo hizo muy tímidamente, aun sabiendo que habría una gran demanda de divisas que ameritaría la inyección de al menos 200 millones de dólares para esterilizar bolívares.

“La única opción que tiene el Gobierno para mantener el dólar a raya es la intervención”

José Guerra

En paralelo, en un intento por desviar la atención de los compradores de divisas, el emisor aumentó exponencialmente (más del doble) las tasas de interés de los títulos de cobertura cambiaria indexados, instrumentos de inversión con plazos de entre 7 y 92 días, tasas muy competitivas y que garantizan al cliente indexar el capital en caso de subida del dólar. Adicionalmente, llamó a una subasta de divisas, una figura que recordó los peores días de escasez de divisas, cuando el BCV se veía forzado a vender los pocos dólares disponibles al mejor postor.

Todo lo anterior ayudó a crear la tormenta perfecta que dejó al descubierto las costuras del zurcido hecho a la maltrecha economía.

Viejos vicios

A esta explicación de Herrera sobre los elementos puntuales que provocaron la implosión del dólar a finales de agosto, su colega Leonardo Vera añade factores un tanto más estructurales de la ‘política de estabilización económica’ del Gobierno que sirvieron de hoja en blanco para escribir esa crónica de crisis anunciada.

Recuerda Vera que, si bien el Ejecutivo ha optado por el anclaje salarial y cambiario como política para contener la inflación, el necesario aumento de sueldo de 1.700% otorgado a los trabajadores en abril tiene sus consecuencias, una de las cuales es el alza del bono vacacional de los empleados públicos; beneficio que el Gobierno pensaba cancelar a lo largo de 12 meses y con la consabida merma por inflación.

Pero no canceló ni siquiera lo ofrecido y los reclamos por el incumplimiento llevaron a que el Ejecutivo se viera obligado a abortar sus planes y cancelara el beneficio de ley en un solo tramo. Con algo de dinero en el bolsillo, la masa laboral optó por comprar dólares para protegerse de la devaluación, lo que impulsó la cotización de la moneda estadounidense en un momento de escasez.

“Hubo una falla de coordinación de las autoridades económicas. Pagar el bono completo no estaba en las cuentas del Gobierno”, dice el economista y profesor la Universidad Central de Venezuela, quien señala no se puede culpar a los trabajadores públicos por el alza del dólar, pues se trató de un hecho que estaba previsto y anunciado.

“Al BCV le está siendo difícil conseguir dólares para alimentar el mercado de intervención que ellos crearon”

Leonardo Vera

Sobre la falta de recursos, Vera apunta a que es obvio que el Gobierno ha aumentado el gasto, pero con el inconveniente de una reducción de la factura petrolera por caída de la producción. “PDVSA tiene problemas para producir desde hace mucho tiempo… Si se compara lo que producía en diciembre con lo que extrae hoy, vemos que tocó techo y viene disminuyendo porque no se han hecho las inversiones necesarias, hay un agotamiento natural de los pozos, es una empresa que está en default y está desmantelada”, dice.

En efecto, al revisar las cifras de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), se aprecia que de los 871.000 barriles que Venezuela afirmó producir en diciembre de 2021, la extracción cayó a 629.000 barriles en julio 2022, una disminución de 242.000 barriles en tan solo siete meses.

“Al BCV le está siendo difícil conseguir dólares para alimentar el mercado de intervención que ellos crearon”, sostiene Vera, cuya opinión es compartida por Asdrúbal Oliveros, director de la firma de análisis y asesoría Ecoanalítica, quien sostiene que, pese a sus exiguos ingresos, es del flujo de caja de PDVSA de donde provienen los recursos con los cuales se ha alimentado el mercado cambiario dada la falta de liquidez de las otras cuentas estatales.

Esto lo corrobora José Guerra, exgerente de Investigaciones Económicas del BCV y diputado a la Asamblea Nacional 2015, quien afirma que las reservas internacionales de Venezuela no están en capacidad de suplir divisas para satisfacer a un mercado siempre hambriento de dólares.

Recuerda Guerra que de los 10.523 millones de dólares que según el BCV conformaban la reserva nacional para mayo pasado, 5.100 millones de dólares corresponden a derechos especiales de giro (Fondo Monetario Internacional) que no pueden ser considerados reservas pues no están disponibles. Del monto restante, 70% (3.870 millones de dólares) es oro, por lo que solo podrían ser reservas unos 1.550 millones, un monto muy bajo para “quemarlo” en controlar el dólar.

En guerra avisada…

Con este oscuro panorama, no es descabellado pensar que la tensa estabilidad que vive el mercado tras el terremoto de fines de agosto tenga sus días contados. “La única opción que tiene el Gobierno para mantener el dólar a raya es la intervención, porque el otro mecanismo, que sería subir las tasas de interés de manera significativa para propiciar que la demanda de bolívares aumente, está descartado”, reitera José Guerra, dejando ver que nadie apuesta un duro a la moneda nacional como mecanismo de inversión y ahorro.

Con las limitaciones que la realidad impone, Oliveros también estima que la intervención es la única alternativa que le queda al Gobierno para tratar de contener la inflación y evitar el colapso de los reales pero enclenques avances en materia de recuperación macroeconómica. Eso sí, considera que cada vez tendrá más dificultades para lograr sus objetivos, en especial porque la presión para que aumente el gasto público y con ello la emisión de bolívares irá en alza. Protestas, fin de año y una elección presidencial en ciernes, son algunas de las razones que el director de Ecoanalítica estima podrán en aprietos la política restrictiva de gasto que el régimen ha intentado mantener.

“Hay que prepararse porque eventos como los ocurridos a finales de agosto van a repetirse”

Asdrúbal Oliveros

“Hay que prepararse porque eventos como los ocurridos a finales de agosto van a repetirse”, dice Oliveros. Para el experto, la vía menos traumática para evitar nuevos sacudones es avanzar en la dolarización financiera, permitiendo así que a través de los bancos puedan fluir dólares de la oferta privada actualmente en circulación, lo que resultaría en la apertura de carteras de crédito y otros servicios financieros en dólares. “Pero no soy optimista de que el Gobierno lo vea de esa manera”, acota el experto.

Aunque convencido de que las dificultades que ha tenido el Gobierno para mantener la estabilidad cambiaria no solo siguen presentes sino que se han profundizado, Leonardo Vera no cree que en lo inmediato se produzca otra remezón del mercado, pues el apremio ha bajado porque no hay más bolívares para comprar dólares. “Mientras esto se mantenga así, que no haya presión sobre el dólar porque las cuentas de las empresas no muestran exceso de saldo en bolívares, no hay que preocuparse por un nuevo ataque”, dice.

Pese a ello, reitera que cualquier desbalance en la demanda, por pequeño sea, pondrá en aprietos al BCV, por lo que el Gobierno debería estar preparado para nutrir al mercado cuando sea necesario, si es que el anclaje seguirá siendo el eje de su política monetaria.

La advertencia es más que significativa si se toma en cuenta que desde que existe el control de cambio, tradicionalmente octubre suele ser un mes de alza del dólar por una ineludible condición: el aumento de la demanda por el pago de utilidades.

Sin embargo, es posible que se presente otra coyuntura imprevista relacionada con el seguro aumento de la inflación en agosto (estima en 17,3% por el Observatorio de Finanzas) y septiembre, lo que podría inducir a la masa trabajadora a exigir un nuevo incremento salarial, estímulo seguro para otra alza de la cotización de la divisa.

Pese a la generalizada opinión sobre el inminente incremento del dólar, los expertos se abstienen de arrojar una cifra sobre cuál podría ser su precio al cierre del año. “Quien vaticine cuánto va costar el dólar hará un ejercicio de adivinación. La tendencia es el alza, porque estamos muy lejos del tipo de cambio de equilibrio, una especie de centro gravitacional, y el mercado va a irse hacia allá”, sostiene Vera.

De cumplirse esa premisa, entonces el alza esperada es más que considerable, teniendo en cuenta que para julio pasado el dólar de equilibro (tasa de cambio que permite igualar los precios de cestas de productos comunes en Venezuela y otro país de la región) se ubicaba en 22 bolívares; es decir, más de 14 bolívares por encima del precio actual de la moneda estadounidense. Aires de tormenta siguen amenazando las débiles bases del crecimiento económico.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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