En la aldea
08 diciembre 2024

A Fernando Albán, un 8 de octubre

“Nunca perdamos de vista que todas y cada una de las victorias sobre las distintas dictaduras de la historia se han producido por liderazgo moral, por testimonios espirituales, por trabajos anónimos y en silencio como lo hizo el gran Fernando Albán. Hoy a cuatro años de tu asesinato, sirvan estas líneas de inspiración para tantos héroes de la democracia venezolana que lo dan todo, sin pantallar, sin esperar aplausos, sin esperar votos, solo por la prístina claridad que el bien vencerá sobre el mal. Siempre”.

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Julio Andrés Borges | 09 octubre 2022

Hace 4 años exactamente caminaba la mañana de un lunes 8 de octubre por las calles de Bogotá y recibí una llamada de mi amigo Juan Miguel Matheus en estado total de alarma. Había llegado el rumor que Fernando Albán se había suicidado en la cárcel. En ese mismo segundo yo tenía la certeza que aquello no podía ser cierto. Fernando no se suicidaría nunca pensé con total seguridad. Se trata de una persona con una enorme convicción de vida y una gran valentía personal. Se trata de quien fuera mi gran amigo y mano derecha e izquierda en la lucha contra la dictadura de Nicolás Maduro. Al cumplirse 4 años de su asesinato, quiero hacer este pequeño homenaje.

Fernando era de esas personas más preocupadas por hacer que por estar hablando. Toda una especie rara en la política. Tenía años dedicado en Primero Justicia a la organización de los gremios profesionales y a su actividad social en Caracas, que consistía en la organización popular a través de comedores y sancochos que desarrollaba con la Parroquia Universitaria de la UCV. Como concejal, empezó a desarrollar una enorme inquietud hacia la fe religiosa y un amor a la Iglesia católica, por ello se dedicó a la Comisión de Cultos de la Cámara Municipal de Caracas. Juntos siempre visitábamos diferentes iglesias de las parroquias de Caracas y hacíamos reuniones en casa de nuestro amigo el Cardenal Jorge Urosa Savino para hablar de todo tipo de temas.

Desde hace más de 10 años nos propusimos la tarea de construir líneas de comunicación y confianza con oficiales de la FANB. Era una labor compleja y lenta. Buscar un vínculo, luego construir muchos pasos de confianza, preparar todas las medidas para hacer reuniones personales, mantener las relaciones y comenzar a trabajar en planes concretos para hacer a la FANB parte del cambio democrático que urge para nuestra Venezuela. En esta tarea artesanal y personal, Fernando era laborioso, dedicado y sistemático. De hilo en hilo fuimos tejiendo una red que durante meses y años fue creciendo fuerte junto con decenas de oficiales. Desde la Guardia de Honor hasta las Regiones de Defensa Integral (Redi) y las Zonas de Defensa Integral (Zodi), pasando por el propio Comando Estratégico Operacional (CEO) y los distintos componentes. Obviamente, para cualquier dirigente político en un país democrático esto hubiera sido una rutina abierta, publica y necesaria para construir fortaleza institucional entre militares y civiles en pro de la sanidad democrática. Pero en dictadura todo lo obvio de la democracia se convierte en el peor de los crímenes.

Es difícil transmitir las horas, días y meses de dedicación, paciencia y riesgo que implica volcarse en esta tarea. Pero Fernando lo hacía con pasión, convicción democrática y un buen humor que nunca lo abandonaba. Todo militar que Fernando cultivó durante una década de trabajo, me consta que lo respetaba y quería como amigo. Rápidamente Fernando lograba pasar del trabajo a la amistad y de la amistad a la ayuda personal de necesidades, o favores que Fernando siempre sabía cómo resolver: un familiar enfermo, un carro accidentado, un cupo en la escuela, una reunión secreta o lo que se presentara. Hoy en día, muchos militares en el exilio, otros activos, otros presos, siempre me saludan sin dejar de recordar al buen amigo Fernando.

De todo este enorme trabajo realizado, quiero dejar varias ideas que son importantes mantener en mente porque debemos seguirlas trabajando: hay que diferenciar tajantemente a la cúpula miliar del resto de la institución. La cúpula militar esta, desafortunadamente, podrida y viciada por la corrupción, el crimen organizado y el poder político. Se trata de una casta que ha traicionado a su juramento, a la Constitución y a la historia. No hay mucho que decir de ellos salvo que son y serán basura histórica. Vergüenza de la institución de Bolívar y los libertadores.

Pero al mismo tiempo, me consta, hay una juventud militar que detesta lo que sucede en su institución y tiene un desprecio radical por sus “jefes” y por lo que representa Maduro en términos de corrupción y de haber abierto la puerta a que otros países decidan nuestro destino: los chulos cubanos, los antioccidentales iraníes, los comunistas chinos o el pseudo imperio ruso. Para cualquier oficial con dignidad, esta mezcla de crimen organizado, corrupción y cipayismo, les revuelve las tripas y los atormenta en la conciencia. Ese germen está allí. No en balde la mayoría de nuestros presos políticos son jóvenes oficiales de la FANB. Este es el otro factor que opera cruelmente: el seguimiento y la persecución de la inteligencia de la dictadura junto a la asesoría de sus países aliados que vergonzosamente encarcelan y torturan bajo la mirada decadente de los “jefes”.

A todos los que estamos descontentos e indignados con lo que pasa en Venezuela, el testimonio de Fernando Albán debe servirnos de inspiración y de modelo para construir juntos los anticuerpos que combatan la enfermedad nacional que representa Maduro y su banda.

El día que Fernando aterrizó en Venezuela el viernes 5 de octubre del 2018 fue apresado de manera inmediata en el Aeropuerto de Maiquetía. Estábamos juntos en la Asamblea General de la ONU hablando con cuanto canciller, presidente o funcionario pudiéramos contactar con el objeto de persuadirlo que, a partir del año 2019 Maduro debía ser desconocido como gobierno por reelegirse en unas elecciones fraudulentas en mayo de 2018. Muchos amigos le dijimos a Fernando que no debía volver a Venezuela, era claro el peligro que corría.

Una vez apresado, fue torturado brutalmente. Su abogado que logró hablar con Fernando el día sábado, nos contó que Fernando le refirió que las torturas tenían como fin el inculparme a mí en conspiraciones militares y en el supuesto magnicidio de Maduro (¡otro más!). Claramente, Fernando fue tan fuerte en no caer en los chantajes de la dictadura que murió de resistencia y dignidad.

Hace pocos días, el informe de la Misión de Verificación de Hechos de la ONU ratifica que las torturas sobre tantos Fernandos Albán no son la excepción sino la regla: El informe narra cómo prácticas de tortura como asfixia con barriles de agua y bolsas plásticas, descargas eléctricas, golpes en las costillas, privación de los alimentos y la luz natural, violencia sexual y amenazas de muerte se han hecho constante dentro del DGCIM y el SEBIN. En dicho documento también se narra el caso de militares detenidos que se ha visto obligados a declarar contra opositores o compañeros de la FANB para incriminarnos en supuestos atentados o conspiraciones militares.

Hay un tema muy importante dentro del informe y es que estas prácticas no son aisladas, son parte de un patrón. Quienes realizan estos actos crueles lo hacen por órdenes superiores. Órdenes que vienen directamente del propio Maduro y su círculo más íntimo que incluye a Diosdado, Delcy Rodríguez y Tareck El Aissami. También la Misión de Determinación de Hechos documentó el papel de Cuba dentro de este sistema de torturas, pues en muchos casos los funcionarios cubanos están dentro de los organismos de inteligencia venezolanos practicando torturas y además es en Cuba donde los torturadores venezolanos reciben formación.

En estos momentos difíciles, a cuatro años del asesinato de Fernando, cuando vemos que se excarcelan narcosobrinos, cuando mucha gente busca arrimarse a la dictadura para hacer dinero, y se empieza a mezclar un pantano donde todo vale, el testimonio de vida y muerte de Fernando Albán tiene que servir como energía para seguir luchando, pues se trata de un testimonio moral, de valentía y principios frente a la peor dictadura en la historia de Venezuela. La más corrompida, la más prostituida a intereses foráneos, la más violadora de los Derechos Humanos, la más decadente en lo espiritual.

Pero por eso mismo, nunca perdamos de vista que, todas y cada una de las victorias sobre las distintas dictaduras de la historia, se han producido por liderazgo moral, por testimonios espirituales, por trabajos anónimos y en silencio como lo hizo el gran Fernando Albán por todos nosotros. Por su esposa Meudy, por sus hijos Fernando y María Fernanda. Hoy a cuatro años de tu asesinato, sirvan estas líneas de inspiración para tantos héroes de la democracia venezolana que lo dan todo, sin pantallar, sin esperar aplausos, sin esperar votos, solo por la prístina claridad que el bien vencerá sobre el mal. Siempre.

Sobre todo, en los momentos más oscuros, las estrellas como Fernando brillan más.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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