En la aldea
24 abril 2024

Luis Franceschi: “Con el decaimiento de Occidente China gana, porque aprovecha el vacío de poder, influencia y comercio; esto no hay que perderlo nunca de vista”.

Luis Franceschi: El mundo se está quedando sin áreas comunes y eso abre las puertas a conflictos militares

“Trinidad no ha sabido cómo manejar esta avalancha de migrantes y hay muchos niños migrantes sin acceso a la educación entre otras muchas cosas. Eso es una bomba de tiempo, porque estás creando una capa social proclive a la criminalidad”, palabras de Luis Franceschi, Secretario General Adjunto de la Commonwealth of Nations, en conversación con La Gran Aldea.

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Alejandro Hernández | 21 noviembre 2022

Luis Franceschi es un diplomático keniano nacido en Caracas, que tras ser un gran conocedor y estudioso de los países africanos, hoy se desempeña como Secretario General Adjunto de la Commonwealth of Nations. Desde la investidura de su importante cargo y con la diplomacia que debe mantener al hablar, hace un balance del difícil panorama que vive hoy Europa y el Caribe.

Sin embargo, llama las cosas por su nombre y no titubea al explicar lo perjudiciales que son los nacionalismos y los populismos para el sistema democrático mundial. Así como tampoco le falta claridad para explicar la lógica “pragmática” que han aplicado los países caribeños en sus relaciones con el régimen venezolano. También habló sobre Guyana y el reclamo territorial que mantiene Venezuela, pero aseguró que “eso está perdido” para Venezuela.

La Commonwealth es una organización internacional conformada por 56 países que tienen lazos y aspiraciones comunes como la democracia, la gobernabilidad y la separación de poderes. Si un país sufre un golpe de Estado, es echado de esa instancia, porque las transiciones de poder están obligadas a ser pacíficas y constitucionales. Es una institución única, que está expandida por los cinco continentes, suma 2,6 billones de habitantes y acumula culturas muy diversas.

-¿Cómo ha impactado la muerte de la reina Isabel II a la Commonwealth?

-Ha tenido una repercusión muy grande, porque la reina Isabel II era muy respetada y querida. Además, era la cabeza honoraria de la Commonwealth y eso fue decidido por los propios presidentes de los países que la integran. Ahora, esta responsabilidad la está llevando el rey Carlos III, quien seguro tendrá todo el apoyo de la mancomunidad. El legado más importante de la Reina fue la prudencia y la unidad, siempre llamó a las naciones a entenderse y permanecer unidas, porque consideraba a la Commonwealth una familia con mucho en común. Esa fue su contribución más significativa y será el principal desafío para el nuevo rey Carlos III.

-¿Cuánto y cómo cambió la Commonwealth en el reinado de Isabel II?

-La Reina significó muchas cosas para la Commonwealth. La reina vivió tiempos de transición, de imperio a igualdad, de abusos a libertad y más tarde, ejemplo. Supo adaptarse a los tiempos, por eso ha sido muy notoria la tristeza que existe por su muerte. La mancomunidad, en gran parte, fue producto del cariño hacia Isabel II, si ese afecto no hubiese existido los países se habrían independizado he ido por su cuenta, pero ocurrió todo lo contrario, decidieron quedarse juntos y en muchos de ellos, se decidió mantener a la Reina como la cabeza del Estado.

-¿Cómo está viendo a Europa y a la propia Commonwealth en el conflicto con Rusia?

-La diplomacia multilateral está en crisis: las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Organización de los Estados Americanos y la Unión Africana de alguna u otra forma están en dificultades; y eso es porque algunos países han sido vulnerables al nacionalismo y a mirar sus intereses solo en el corto plazo. Es lo que ha pasado con muchos de nuestros países, incluso desarrollados. Fíjate como Inglaterra terminó fuera de la Unión Europea, sin un plan a mediano o largo plazo. Lamentablemente hoy las naciones se están cerrando y resulta cada vez más difícil hacer proyectos a veinte o treinta años, porque los gobernantes solo tienen intereses inmediatistas y populistas, porque ahí es donde están los votos rápidos. La falta de planes a largo plazo nos está dejando sin áreas comunes y eso es muy peligroso, porque crea tensión y abre las puertas a los conflictos militares.

“En cuanto a la zona en reclamación, tristemente para Venezuela, este asunto se manejó muy mal en el pasado, y esto que voy a decir no es muy diplomático, pero eso se perdió en los años ‘60; cuando se pudo haber negociado con Inglaterra o la Guyana recién independizada”

-¿Es posible revertir esa corriente nacionalista y populista que menciona?

-La superficialidad le está haciendo mucho daño al mundo. El crecimiento del nacionalismo ha dado lugar al deseo de exclusión y expansión y esto es lo que ha afectado a Rusia, razón por la cual hay este terrible conflicto en Ucrania. Pero también ha tocado a la OTAN, porque esta es una institución que agrupa a varios países para una defensa militar conjunta. Cambió el mundo, pero no esta institución. Situación que sirvió de excusa para que Vladimir Putin se sintiera agredido y reaccionara de la forma desproporcionada, injustificada y extrema en que lo hizo. El caso de África es diferente. Allí hay que tener en cuenta que la mayoría de esos países fueron formados de manera artificial y arbitraria, con líneas divisorias que trazaron las potencias colonizadoras; por eso la naturaleza de la democracia es mucho más frágil y el ideal político se sujeta a un sentido de pertenencia étnico, a un determinado lugar o la afinidad emocional, lo que hace fácil que cualquier conflicto degenere en violencia.

-¿Por qué cree que Europa se ha visto tan desprovista en la invasión de Rusia a Ucrania?

-De alguna forma es un problema de liderazgo de las potencias mundiales. Putin hizo esto luego de que Angela Merkel se retirara, no creo que se hubiera aventurado si ella siguiera como Canciller de Alemania, porque contaba con el prestigio y el peso para unir a todos los demás líderes europeos. España, Francia e Inglaterra hoy no cuentan con un gobernante de ese calibre y eso deja a Europa desprovista y le da rienda suelta a Rusia. Con el detalle, de que en Estados Unidos hay un presidente pacífico, predecible y un poco desconectado. Todos estos elementos fueron analizados por Putin, y concluyó que podía arriesgarse, porque pensó que no pasaría nada, aunque le falló el cálculo y no predijo la fuerza y la tenacidad de los ucranianos.

-¿Qué implicaciones tiene que las consecuencias pagadas por Putin, hasta ahora, sean de narrativa y opinión pública mundial, más que de acciones duras de Occidente? 

-Con el decaimiento de Occidente China gana, porque aprovecha el vacío de poder, influencia y comercio; esto no hay que perderlo nunca de vista. Pero en el caso Rusia, las sanciones a Putin fueron muy medidas y extremadamente cuidadosas por el tema del gas y la dependencia que tiene Europa. Es muy claro que traer este mineral de Estados Unidos o Venezuela, a los europeos les resulta muy costoso e inconveniente.

-¿Y cómo afecta esto al Caribe?

-El Caribe es una región bendecida por Dios, pero muy maltratada por las potencias. Debido a lo primero, se ha consolidado como un destino turístico muy importante y de eso viven, pero lo común ahí es la incertidumbre, porque no dependen de ellos mismos, sino de los de afuera, de la situación económica de otros. Por eso en la pandemia sufrieron mucho, porque no había turismo, la gente no podía viajar. A veces es muy fácil criticar que hayan apoyado a Hugo Chávez en la OEA, pero lo difícil es entender las razones que los llevó a hacerlo. Es un asunto pragmático, económico y político. No es lógico pensar que unos países tan vulnerables iban a rechazar un petróleo subsidiado o un sistema de trueque que les proveía Venezuela. Fueron pragmáticos. Además, estaba claro que si se dejaban usar por Estados Unidos para atacar a Chávez, después podían hacer lo mismo contra ellos. En esta región la idea de soberanía es esencial. Si lo miras con ojos históricos lo entiendes mucho más, porque son naciones a las que les ha costado mucho ser independientes, soberanos y defenderse de un país tan influyente y tan cercano como los Estados Unidos.

-Sin embargo, después esos mismos países han terminado afectados por la migración que ha producido el régimen venezolano.

-Sí, en efecto eso no lo vieron venir. Esto lo padecen, principalmente, países como Trinidad. Pero también debemos ver la otra cara, por ejemplo, si estos países hubieran apoyado a Juan Guaidó se habrían hecho mucho más vulnerables, hubieran puesto en peligro su propia soberanía.

-¿Por qué la postura de Trinidad y de sus gobernantes ha sido tan cruel hacia los migrantes venezolanos?

-No solo en Trinidad, sino en muchos países ha sido lamentable la forma dantesca y absurda de lidiar con el problema migratorio. Estas injusticias cometidas no se entienden en un país como Venezuela, que recibió a miles de europeos, caribeños y latinos cuando más lo necesitaban y fue un ejemplo en la ejecución de políticas migratorias abiertas e inclusivas. Muchos han utilizado el odio racial y el nacionalismo como un arma política para ganar apoyo popular y mantenerse en el poder. Ciertamente, Trinidad no ha sabido cómo manejar esta avalancha de migrantes y hay muchos niños migrantes sin acceso a la educación entre otras muchas cosas. Eso es una bomba de tiempo, porque estás creando una capa social proclive a la criminalidad.

-¿Qué ocurrirá con la disputa territorial que tiene Venezuela sobre Guyana?

-Guyana es un país muy interesante, es la economía que está creciendo más rápido en el mundo. Obviamente están empezando desde muy abajo y solo tienen ochocientos mil habitantes. Allá existe una política migratoria muy abierta y quieren mano de obra venezolana calificada en el área petrolera. En cuanto a la zona en reclamación, tristemente para Venezuela, este asunto se manejó muy mal en el pasado, y esto que voy a decir no es muy diplomático, pero eso se perdió en los años ‘60; cuando se pudo haber negociado con Inglaterra o la Guyana recién independizada. Aunque a mucha gente le cueste aceptarlo, ese territorio ya no es venezolano, ni los habitantes de allí quieren serlo. El caso está en la Corte Internacional de Justicia, y aunque no debemos adelantarnos, Venezuela tiene que estar preparada a aceptar el fallo, aunque sea doloroso.

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