Pedro Gual fue encargado de la Presidencia en tres ocasiones y no solo murió en la mayor pobreza, sino que a más de dos siglos de su nacimiento permanece en el olvido. No hay, hasta donde sepamos, la calle Pedro Gual, la escuela Pedro Gual. Una injusta omisión, puesto que se trata de un caraqueño que prestó importantes servicios al país.
Pedro Gual. No Manuel Gual. La confusión es comprensible. Pedro Gual era sobrino de Manuel Gual, quien, junto a José María España (ambos, hijos de españoles) protagonizó la primera conspiración por la independencia de la América española. A España lo decapitaron y descuartizaron en la Plaza Mayor de Caracas el 8 de mayo de 1879, mientras que Gual murió envenenado por un espía de la corona, al año siguiente, en San José de Oruña, Trinidad, donde se había exiliado.
Pedro Gual también tendrá una muerte novelesca, pero no por lo violenta y lo escandalosa. Al contrario, sería un final silencioso. Pedro José Ramón Gual Escandón había nacido en Santiago de León de Caracas, el 17 de enero de 1783 (medio año antes que Simón Bolívar).
Fue abogado, periodista, político, estadista y diplomático; de hecho, uno de los creadores de la política exterior de Venezuela y la Gran Colombia. Cada vez que la República lo necesitó, el hombre brincó. Esto le costó varios exilios y dificultades sin cuento (lo que significa que son difíciles de contabilizar y que están a la espera de quien las narre). Representa la fe inquebrantable de un venezolano en el destino promisorio del país, aunque esto suponga un oneroso costo personal.
El sobrino de Manuel
Pedro Gual era un adolescente de 16 años cuando la conspiración de Gual y España fue brutalmente aplastada. Los Gual fueron desde entonces objeto de la persecución de las autoridades coloniales. Aun así, Pedro estudió en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, donde obtuvo los títulos de licenciado (1806), doctor en teología (1807) y abogado (derecho civil, 1808). Entre sus profesores estuvo Germán Roscio.
Diez años después, en 1809, cuando tenía 26 años, circulaban intensos rumores de conspiración por la independencia, y Pedro Gual, sospechoso habitual por su apellido, opta por el exilio, como su malogrado tío, en Trinidad. Pero regresó a Caracas a raíz de los sucesos del 19 de abril (1810), cuando la Junta Suprema de Gobierno sustituye de manera pacífica a las autoridades españolas, lo que daría inicio a la Primera República de Venezuela, que se verá arrastrada en la caída de San Mateo en manos realistas, el 25 de julio de 1812.
Ese año de 1810, regresa a Venezuela Francisco de Miranda (que había mantenido correspondencia revolucionaria con Manuel Gual). No es de extrañar que Pedro Gual se convirtiera en secretario personal del Precursor. Al año siguiente, ya electo síndico procurador del Concejo Municipal de Caracas, fue uno de los firmantes del Acta de Independencia, el 5 de julio.
Cuando cae la Primera República debido al terremoto de Caracas, de 1812, y el avance de las tropas realistas de Domingo Monteverde (toma de San Mateo), Miranda es apresado, pero Pedro Gual ya estaba en La Guaira a bordo de un buque, porque el Generalísimo lo había comisionado para ir a Washington a negociar el reconocimiento de la República por los Estados Unidos, y a adquirir armas y municiones. Pedro Gual logró llegar a Nueva York y de ahí viajó a Washington, donde sostuvo varias entrevistas con el presidente James Madison (marzo de 1809 – marzo de 1817) y el secretario de Estado, James Monroe. De seguro, el joven Gual causó buena impresión al cuarto presidente de los Estados Unidos, pero regresó con las manos vacías porque el titán del norte había firmado un tratado de no agresión con España y no quería meter la mano en la candela.
En 1813 se instala en Cartagena, donde funda el periódico El Observador Colombiano, favorable a la unidad de acción entre Venezuela y la Nueva Granada. El gobierno republicano de Cartagena le encomienda presentar formalmente a Bolívar el documento -del que Gual era firmante- donde se declaraba al Libertador “Hijo Benemérito de Cartagena”; y de paso, conferenciar con este la creación de una confederación entre Venezuela y el Estado de Cartagena, plan que se frustró por el avance de las fuerzas realistas (esta vez, José Tomás Boves).
A Washington, otra vez
Cuando la Segunda República estaba boqueando, Bolívar encomendó a Gual agenciar el apoyo del almirante británico de Barbados, que no tuvo éxito. Gual logró llegar a la isla de Saint Thomas (por entonces, danesa) y desde ahí fletó un buque para regresar a Cartagena con otros patriotas para organizar la defensa de esa plaza. En enero de 1815 asume el cargo de gobernador de Cartagena, y al poco tiempo se presenta allí Bolívar con su ejército. Se produce entonces un enfrentamiento entre el Libertador y el jefe militar de Cartagena, Manuel del Castillo. Bolívar quería unir sus fuerzas con las de Cartagena para sitiar Santa Marta, que se mantenía leal a la corona. Del Castillo se negó. Gual, como gobernador civil, intenta mediar (era su vocación, salta a la vista) y no lo consigue, por lo que Bolívar puso sitio a la ciudad por mes y medio sin lograr tomarla, dado que las fuerzas estaban muy parejas. En esas estaban cuando les sorprende el avance realista (ahora es Pablo Morillo) y su ataque en de Santa Marta. Bolívar plantea un ultimátum a los revolucionarios: o se unen todos bajo su mando o él renuncia como jefe de las tropas. La respuesta de Cartagena es que no y Bolívar se ve obligado a huir a Jamaica. Poco después, a Gual lo envían a Estados Unidos a lo mismo que le habían encomendado antes, y ese mismo año Cartagena cae en manos de Morillo, por lo que se queda varado, sin fecha de regreso.
Bolívar, que de Jamaica se había pasado a Haití, donde por fin consiguió que los líderes venezolanos y neogranadinos le otorgaran el poder supremo, se labró también el apoyo político y material del presidente haitiano, Alexandre Petión, para lanzar la Expedición de los Cayos, llamada así porque partió de los Cayos de San Luis, en el oriente haitiano, pasó por la isla puertorriqueña de Vieques y otras islas del Caribe antes de atacar Margarita. De esa expedición lo importante (aparte del reconocimiento de Bolívar como jefe, que no es poco), es que permitió que Santiago Mariño, Manuel Piar y luego José Francisco Bermúdez emprendieran la liberación del oriente del país, y que Gregor MacGregor con Carlos Soublette y otros jefes se internaran definitivamente en Tierra Firme, para abrir paso al triunfo definitivo de la República. ¿Qué pinta Gual en esto? Que desde Washington bregó y cabildeó para ayudarlo a montar la expedición con mil patriotas sudamericanos y mil haitianos.
En esta nueva estadía en Estados Unidos, Gual participa en otro episodio fantástico: la toma de la Isla de Amelia, ínsula costera del norte de la Florida (en el Atlántico), donde, bajo el mando del general Gregor MacGregor, el pirata francés Louis-Michel Aury y el capitán de navío Lino de Clemente, los revolucionarios atacaron y expulsaron a los españoles del Fuerte de San Carlos, desde donde interceptaban los cargamentos marítimos de armas y municiones para el bando independentista, fletados de Nueva York a Venezuela. Pero como Estados Unidos tenía un tratado secreto con España, tropas de la unión del norte echaron a los revolucionarios. Lo que quedó de este episodio es que los revolucionarios dejaron redactada la Constitución de la muy efímera República de Florida, que duró de junio a diciembre de 1817.
Con un pirata, qué más
Cuando los estadounidenses los echan de la Isla de Amelia, Gual se va con el pirata Aury y tras pasar por Jamaica y Haití, va a recalar en Buenos Aires hacia 1818 o 1819.
En abril de 1820, Gual regresa a Cartagena. Para entonces, el Congreso, reunido en Angostura desde febrero de 1819, había decretado la creación de la Gran Colombia. Nombrado gobernador civil de la provincia de Cartagena (junio1820 – febrero 1821), Pedro Gual se abocó a la reorganización política y financiera de esa provincia, pero no en la propia ciudad de Cartagena, que permaneció hasta octubre en poder de los realistas. Nombrado ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores de la Gran Colombia (en marzo de 1821), participó en el Congreso de Cúcuta (mayo – octubre 1821). Como ministro de Hacienda y miembro de la comisión correspondiente, fue el principal autor de toda la legislación financiera sancionada en Cúcuta, al ser elegido Simón Bolívar presidente de la República de Colombia (7-10-1821). Durante este lapso, Bolívar y Gual envían misiones diplomáticas hacia el sur (Joaquín Mosquera al Perú, Chile, Buenos Aires) y hacia el norte (Miguel Santamaría a México) a amarrar tratados de unión y alianza, así como a preparar la celebración de un congreso de las nuevas naciones hispanoamericanas en Panamá. Trasladada a Bogotá la sede del Gobierno, Gual desplegó todos sus esfuerzos en procura del reconocimiento internacional de la nueva República, iniciando, en particular negociaciones con Estados Unidos e Inglaterra, que culminarían satisfactoriamente en 1822 y 1825. Por fin se anotó una nuestro hombre.
Cuando se disolvió la Gran Colombia (1831), Gual se quedó en Bogotá, donde se casó con Rosa María Domínguez (no tuvieron hijos, o no consta) y se dedicó a ejercer su oficio de abogado. Allí ayudó a Daniel Florencio O’Leary en la recopilación de los documentos incluidos en las memorias de este último, a quien se le llamó “El cuarto evangelista” por su fidelidad al Libertador.
Tres veces Águila Uno
A fines de 1847, después de mucho tiempo de faltar de por aquí, Pedro Gual decide regresar a Venezuela. Tranquilo. Al margen de la actividad política. Pero a raíz del derrocamiento de José Tadeo Monagas (1858), le tocó encabezar el Gobierno provisorio designado por el Congreso y desempeñó un rol relevante en la elaboración de la Constitución de 1858, para la cual redactó un proyecto.
Elegido al cargo de primer designado por los diputados de la Convención (diciembre 1858), Pedro Gual se encargó, por segunda vez de la presidencia de la República (1859) al ser derrocado Julián Castro. Celebradas en 1860 las elecciones generales, en plena Guerra Federal, Gual resultó electo vicepresidente de la República y, por renuncia del presidente Manuel Felipe de Tovar (1861), asumió, por tercera vez, la primera magistratura. Ya tenía 78 años.
A pesar de enfrentar con energía a los federalistas, fracasó en controlar los propósitos conspirativos del bando paecista. Así que fue derrocado el 29 de agosto de 1861 y arrestado en su casa por el jefe de la guarnición de Caracas, el coronel José Echezuría. Refiere la tradición historiográfica que, al ser arrestado Gual, increpó a Echezuría diciéndole lo siguiente: «¡Tan joven y ya traidor!, ¡Con hijos y tener que legarles un crimen! […] ¡Lástima me da usted señor!».
Tuvo que hacer las consabidas dos maletas, y marchar al exilio una vez más, ahora en Saint Thomas y luego en Guayaquil, donde murió a los pocos meses, el 6 de mayo de 1862, sin una locha. A punto de cumplir 80 años, suspiró y cayó en la desmemoria.