Las mansiones del Country Club, que alguna vez fueron de Tobías Carrero y le expropiaron, entre otros muchos bienes, lucen solitarias, pero no abandonadas. Porque, dicen las malas lenguas, en una de ellas funcionaba hasta hace poco el despacho de Hugbel Roa, mitad oficina mitad ¿casa de citas?, adonde acudían con frecuencia las “muñecas de PDVSA”, una manera demasiado honorable de llamar a esas mujeres que armadas de la estética impuesta por las mises perdedoras -mucha cirugía plástica, silicona por delante y por detrás, keratina en el cabello, labios de embuste-, sirvieron de carnada para ayudar a sus compinches a lavar todos los millones robados a la industria petrolera.
Pero hasta ahora, solo una de ellas ha cambiado las lentejuelas por la nueva braga naranja que lució ante el Ministerio Público gracias a un prontuario que no se esmeró en esconder porque se sentía guapa y apoyada: Johana Torres, la “Reina de las Frutas”, como apareció en una valla gigantesca el año 2021, la “Tusi” para sus íntimos amigos, la mujer que llevaba años utilizando todos los recovecos de la corrupción, tanto en el Ministerio de Alimentación como en PDVSA, para hacer millones velozmente, viajar por medio mundo y mostrar en sus redes el lujo del que disfrutaba como quien lanza una trompetilla a lo que fue su miserable vida anterior.
Porque Johana saltó de vender pescado “salao” y verduras en las calles de Acarigua a recibir contratos ilícitos otorgados a dedo para vender frutas a escuelas y hospitales en Anzoátegui, gracias a su conexión con el entonces Ministro de Alimentación, Carlos Osorio y el director de la Faja Petrolífera del Orinoco, Pedro León, detenido en 2017 “debido a la profunda red de corrupción que dirigió por más de 10 años y que contribuyó con el desfalco de la estatal Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA)”, según informó el Fiscal entonces.
Escándalo que no salpicó a la Torres, ya con mucha silicona encima, y anduvo libre y delinquiendo durante cuatro años más, al extremo de que se presentó públicamente como dueña e “imagen” del restaurante El Patio, del Hotel VIP (casualmente también expropiado a Tobias Carrero), empresa donde su doméstica, Marianelyz Hernández Granadino, aparecía como presidenta y socia junto a Johnny Gómez, ambos acompañados en la directiva por Johana y su esposo de entonces, Valmore Guevara. Los cuatro también aparecían como fundadores de la Cooperativa La Región y Granos de Maíz, proveedoras de Mercal.
Pero en 2021 Guevara fue detenido y entre los bienes que le incautaron a la pareja se contaron una avioneta siglas YV2735 (a nombre de una tía de Johana, Marlin del Rosario Ojeda), y en el allanamiento a la lujosa mansión que tenían en Lecherías -“Villa Johana”-, se le incautaron armas, municiones, 26.763 dólares en efectivo, 1.150 euros, siete vehículos -Mercedes Benz, Land Cruiser, Toyotas, entre otros, más un yate, “La Cangreja”, y dos motos Kawasaki.
A ambos se les imputó Legitimación de capitales, asociación para delinquir, ocultamiento de armas de guerra, empleo de testaferro y vinculación con sociedades ficticias. Y desde entonces, el Ministerio Público mantenía la medida de captura “tras comprobarse en las investigaciones preliminares que contaba con una ‘fortuna mal habida’, que utilizó para formar una estructura delictiva compuesta por una red de testaferros, lobistas, damas de compañía e intermediarios que le permitieron junto a su pareja sentimental recibir contratos ilícitos a dedo otorgados en PDVSA y el Ministerio de Alimentación”.
Y aquí aseguran otra vez las malas lenguas, que la búsqueda de Johana se detuvo debido a sus conexiones con alguien en el alto gobierno. Y de allí que en su cuenta de Instagram, @lajoha345, se burlaba de medio mundo mostrando el lujo del que disfrutaba en Dubai, la vista magnifica de la ciudad, los lingotes de oro que adornaban su mesa de centro y donde invitaba a sus amigas a gozar en grande, como la diseñadora colombiana @blancarroyo, quien ahora se quiere desligar del video posteado en su Instagram después de que aseguró que esa visita “es un sueño hecho realidad… la amo”, refiriéndose a Johana.
La otra visitante del apartamento de Johana que aparece en el video, la colombiana Diana Canas aprovechó el encuentro para etiquetar y promocionar su portal, www.10KA.com.co, cuya intención es la de vender NFT: “La moda digital ha llegado para quedarse, y esperan que en unos diez años el mercado total disponible en este sector alcance los 8.500 millones de euros”, asegura. Nada conveniente en este momento cuando el megaguiso surgió precisamente de las criptomonedas y en un giro digno de Succession, el negocio terminó llevándose por delante a ministros, diputados, jueces, presuntos empresarios y, la guinda de la torta, prostitutas caras expertas en lavado de dinero.
Una serie que apenas lleva un capítulo y ya ha costado más de 3 mil millones de dólares. Y un desenlace que no luce cercano, mientras quién sabe dónde el resto de las “muñecas del petróleo” harán lo que sea para no lucir esas bragas naranjas que no les permite ver el cuerpazo que se fabricaron.