En la aldea
04 mayo 2024

Las muñecas del petróleo

“Viangly Infante es una migrante que estaba en el puesto fronterizo de Ciudad Juárez, en México. Olvany Gaspari, llorando frente a una cámara y diciendo que se va a entregar a las autoridades, porque había sido señalada en todo este tinglado de corrupción que ha estallado en el régimen venezolano. ¿Qué será de estas dos mujeres?, ¿qué será del país que van a dejar ellas?”.

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César Miguel Rondón | 13 abril 2023

Los últimos días he visto a dos mujeres llorando en las redes. Dos mujeres venezolanas. Una estaba en una situación muy difícil: Viangly Infante. Ella, una migrante, que estaba en el puesto fronterizo de Ciudad Juárez, en México, y su esposo había sido llevado al centro de detención que cogió fuego. Al ella enterarse de que su esposo estaba adentro, entró en pánico. Afortunadamente, su esposo se salvó; al igual que un buen número de migrantes que estaban allí. Viangly lloró con mucho desespero y se entiende.

La otra mujer venezolana que vi llorando estaba en un contexto completamente distinto. Esto ocurrió en Venezuela y allí esta mujer: Olvany Gaspari, de muy buen ver, llorando frente a una cámara y diciendo que se va a entregar a las autoridades, puesto que es víctima de calumnias y no sé cuántas cosas más. Pero a diferencia del otro llanto, que era espontáneo desesperado y crudo; este era un tanto forzado, un llanto de esos de mala actriz de telenovela. Ella le pedía fuerza a su papá y mamá. Les decía que fueran fuertes como una roca. La verdad, es que esta mujer se estaba entregando porque había sido señalada en todo este tinglado de corrupción que ha estallado en el régimen venezolano, llevado de la mano por el fiscal general que designó Nicolás Maduro, Tarek William Saab.

“Es curioso, pero son dos llantos completamente distintos de dos mujeres venezolanas. En uno hay miedo, miedo franco, miedo verdadero. En el otro, no tanto. La otra joven es señalada en un grupo que han llamado ‘Las mujeres del petróleo’”

Es curioso, pero son dos llantos completamente distintos de dos mujeres venezolanas. En uno hay miedo, miedo franco, miedo verdadero. En el otro, no tanto. La otra joven es señalada en un grupo que han llamado “Las mujeres del petróleo”, “Las chicas del petróleo”, “Las muñecas del petróleo”, en fin… pero en todo caso muñecas, mujeres bonitas que, al parecer, pasaron por el mismo cirujano, porque todas son como muy iguales vistas a la distancia y forman, todas ellas, parte de ese tinglado de corrupción que, como decía, ha llevado adelante Tarek William Saab a nombre del régimen.

Cada vez hay más detenidos, y a todos los han ataviado con bragas anaranjadas. Noté que mejoraron los detalles de producción, porque las sillas de la sala de la agencia de festejos no estaban vestidas, sino desnudas; como para darle un aspecto más realista a todo esto.

En las detenciones recientes hubo dos mujeres más, que a lo mejor también grabaron su video; pero hay un mundo que se ve en esos videos de estas “muñecas del petróleo” que realmente perturba. No quiero hacer consideraciones ni morales ni estéticas, pero hay un alarde del dinero conseguido, hay un alarde del apartamentazo de lujo que tengo en el Medio Oriente, de la cartera con lingotes de oro. Yo creo que son falsos los lingotes, pero en todo caso el alarde ya dice bastante. ¿Qué será de estas dos mujeres?, ¿qué será del país que van a dejar ellas? La primera, la que estaba en Ciudad Juárez, en México, tiene tres hijos. La otra ya veremos. Pero, ¿qué será de ellas?, ¿qué ocurrirá con ellas?

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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