En la aldea
18 abril 2024

“Una vez le pregunté a William Niño Araque cuántos habitantes tenía Caracas. Se quedó muy pensativo y preguntó: -¿Contando las aves?”.

Reflexiones sobre tres Carlotas

“Hoy quiero volver a celebrar a quienes se dedicaron con pasión a la búsqueda de un nuevo ser y una nueva vida después de la muerte. Gracias a ellos he podido imaginar otra vez a nuestra Carlota como una mujer joven y ardiente, valiente y lúcida, deseosa de congregarnos y entregar con creces los dones terrenales que esta ciudad posee desde mucho antes que el sectarismo, la prepotencia y la estupidez se empeñaran en la ruina de nuestras mejores oportunidades”.

Lee y comparte
Federico Vegas | 16 abril 2023

Por alguna perversa ley de compensación, ocurre con absurda frecuencia que los espacios llamados a ofrecernos la más plena dicha y felicidad, terminan generando los mayores absurdos y abusos. Así ocurre con el actual Aeropuerto de La Carlota. Está llamado a ser el más bello y accesible parque de Caracas, la magna plaza donde la prodigiosa naturaleza de nuestro valle habrá de comulgar con el sentido ancestral de un espacio público: congregarnos en un lugar del que nadie es dueño y a todos pertenece, pero, esta promesa, tan necesaria, tan posible, se ha convertido en el corral de Caracas, en el patio trasero de la casa donde se acumula lo que sobra y nadie sabe dónde colocar, junto al perro que ladra cuando dormimos la siesta, exhibiendo esa negación de lo civil que es el reino de lo militar.

I

Carlota Corday

De las Carlotas que conozco a través de la literatura, la pintura, el cine y la arquitectura, hay dos que están ligadas a la muerte y la locura; la tercera tiene que ver con la estupidez y esa desidia que suele exudar la injusticia.

La primera, en orden de aparición, es Carlota Corday. En el cuadro de Jacques-Louis David, La muerte de Marat, podemos contemplar la inerte y desangrada secuela del crimen que la hizo famosa. Sabemos que ella estaba de pie ante la enorme bañera donde reposaba desnudo el jacobino Marat, que le dictó los nombres de varios diputados girondinos refugiados en Caen, y que entonces Marat exclamó: “¡En menos de ocho días irán todos a la guillotina!”. Lamartine narra el clímax del episodio:

Con estas palabras, como si su alma hubiera estado esperando un último delito para convencerse de dar el golpe, Carlota toma de su seno un cuchillo y lo hunde hasta el mango con fuerza sobrenatural en el corazón de Marat.

 Jacques-Louis David, “La muerte de Marat” (1793).
Jacques-Louis David, “La muerte de Marat” (1793).

Durante la investigación se encontraría bajo la falda de la homicida un escrito con un título ampuloso: “Dirigido a los franceses amigos de las leyes y de la paz”. El texto termina pronosticando un estado mental que parece dirigido, más de dos siglos después, a los venezolanos:

¡Trabajamos en nuestra propia perdición con más celo y energía que el que hemos empeñado jamás para conquistar la libertad! ¡Oh francés, un poco más de tiempo, y no quedará de ustedes más que el recuerdo de su existencia!

“Carlota Corday camino al cadalso”, Arturo Michelena (1889).
“Carlota Corday camino al cadalso”, Arturo Michelena (1889).

Este alegato no se consideró excusa suficiente y la Corday murió en la guillotina el 17 de julio de 1793. La imagen de sus pasos hacia el cadalso lo pintaría Arturo Michelena, un joven pintor venezolano radicado en París.

II

Carlota de México

La actriz Bette Davis interpretando a Carlota de México.
La actriz Bette Davis interpretando a Carlota de México.

La segunda Carlota surge cuando cierro los ojos y aparece la siempre ávida y protuberante mirada de Bette Davis, quien hace el papel de la esposa del archiduque de Austria, Fernando Maximiliano de Habsburgo.

La pareja fue feliz mientras Maximiliano era rey de Lombardía y Venecia, pero todo empezó a cambiar cuando aceptó formar parte de una componenda de los conservadores mexicanos con Napoleón III, y se convirtió en Emperador de México. Era cuestión de tiempo que Benito Juárez venciera al errático emperador y lo fusilara en el Cerro de las Campanas. Esta segunda ejecución es obra de Édouard Manet,1869.

“La ejecución del Emperador Maximiliano”, Édouard Manet (1869).
“La ejecución del Emperador Maximiliano”, Édouard Manet (1869).

Carlota Amalia Leopoldina amó a México y a su cultura. Llegó hasta la Península de Yucatán y conoció las ruinas de Uxmal. También se interesó en la política imperial y viajó a Europa a pedir ayuda para la insostenible causa de su marido. Al mismo tiempo, comenzaba a adentrarse en la locura tras los rumores sobre las infidelidades de Maximiliano con jovencitas mexicanas, más su dificultad para concebir un hijo que pudiese heredar el insensato Imperio. El puntillazo final debe haber sido la muerte de Maximiliano, cuyas últimas palabras frente al paredón fueron: “Pobrecita Carlota”.

Una teoría propone que la locura de la emperatriz se debió a un hongo alucinógeno. Ávida de tener un heredero, Carlota acudió a una herbolaria que resultó ser una fanática partidaria de Benito Juárez, y, en vez de darle una solución diluida, le administró una dosis capaz de enloquecer a un toro. Debe haber sido una cantidad pantagruélica, pues la viuda viviría sesenta años entre la demencia y una extrema lucidez que la convirtió en una de las mujeres más ricas del mundo.

III

Aeropuerto La Carlota

Base Aérea “Generalísimo Francisco de Miranda” (La Carlota), a mediados de los ‘50.
Base Aérea “Generalísimo Francisco de Miranda” (La Carlota), a mediados de los ‘50.

La tercera Carlota bautiza a una explanada con múltiples personalidades y unas ansias reprimidas de ser ciudad. Este destino natural y glorioso ha sido pervertido por su pésima suerte. Nuestra Carlota caraqueña fue una vez hacienda con trapiche y luego un aeropuerto civil que se hizo militar, una mutación que tiende a ser irreversible. El análisis de su nombre va bien con sus dos tocayas:

Las Carlotas siempre cumplen lo que prometen, así tengan que esforzarse hasta el cansancio. Sea cual sea la carrera que elijan, siempre se destacarán por ser mujeres fuertes e independientes, con una estupenda capacidad de servicio. Dentro del ámbito amoroso son de esas personas que lo dan todo sin reflexionar lo suficiente, porque les gusta amar con intensidad. Esto les puede llevar a decepcionarse con frecuencia.

Aunque estas predicciones son excesivamente acrobáticas, cuadran bastante bien con las dos primeras Carlotas, y quizás un poco también con la tercera, aunque le falta bastante para ser fuerte, independiente y desarrollar su innata capacidad de servicio. Decepciones ha sufrido bastantes, pero no tanto como las de aquellos que veneramos su natural vocación, ahora tan vilmente pervertida.

La errática y bizarra historia de las hectáreas al noreste del Guaire, que una vez estuvieron sembradas de caña, me recuerda más bien a la Carlota del Werther de Goethe, una mujer que lo poco que tiene de romántica se lo debe tan solo a que inspira a un héroe romántico, y su mayor emoción es un gran disgusto cuando se entera de que su enamorado amigo ha cometido la imprudencia de pegarse un tiro. Pero las historias de las tierras urbanas son más largas y complejas que las de las mujeres y los hombres, luego tiene sentido creer en un futuro donde se cumpla la vocación del área más generosa, prometedora y decisiva con que hoy cuenta la ciudad de Caracas.

En el escrito que escondió Carlota Corday en sus enaguas, hay también varias preguntas a las que los caraqueños debemos responder:

¿Hasta cuándo os deleitaréis en los problemas y las divisiones? Ya bastante y durante mucho tiempo los facciosos y bribones han puesto su propia ambición en el lugar del interés general; ¿por qué, víctimas de su furor, se han destruido a ustedes mismos, para establecer el deseo de su tiranía sobre las ruinas de Francia?

Sobre el escenario de nuestra propia y caraqueña Carlota se está representando con evidente bribonería esta creciente autodestrucción. El síndrome de ir contra nuestras mejores promesas nos está llevando aceleradamente a la ruina de Caracas desde sus dos principales epicentros: el Parque Vargas y el Parque La Carlota.

En Caracas coexisten una ciudad compacta y una ciudad expansiva. La ciudad compacta se fundamenta en un modelo que tuvo vigencia desde finales del siglo XVI hasta mediados del siglo XX. Este urbanismo, que reinó durante casi cuatro siglos, se basa en una trama uniforme y legible de cuadras continuas y ordenadas mediante calles ortogonales y plazas. El espíritu de este damero cuyas raíces llegan hasta la antigüedad clásica, tiende a la congregación y la mezcla de usos.

Parque Vargas.
Parque Vargas.

La Caracas expansiva, que se inicia con fuerza extraordinaria a mediados del siglo XX, no se basa en una fórmula unitaria de urbanismo, sino en una ristra de urbanizaciones que nacieron aisladas unas de otras mientras se alejaban felices del centro. Los dibujos de sus calles suelen ser heterogéneos y su disposición en el territorio depende de las posibilidades y padecimientos del automóvil. Sus edificaciones están obligadas legalmente a separarse y tienden a buscar gramáticas distintas. Básicamente se basa en una egoísta y marginante semilla: “la vivienda unifamiliar aislada”. Es difícil concebir una figura que niegue con más fuerza la esencia de lo urbano.

Así como en la “Caracas compacta” las viviendas se organizaron mediante patios y plazas, la “Caracas expansiva” intentaba hacerlo mediante jardines y parques. La tendencia en este tipo de expansión es a disgregarse y a zonificar los usos. Su origen es más bien anglosajón y se adorna con ínfulas de modernidad y asepsia.

Por entre ambas recetas, la compacta y la expansiva, se desarrolló una tercera Caracas marginada por ambas tendencias, donde hoy viven más de la mitad de los caraqueños. Una prueba fehaciente de que el primer modelo se agotó y que el segundo jamás tuvo una visión justa e integral del arte de convivir en una misma ciudad.

La posibilidad de traer aire, estructura y escala a la “Ciudad compacta” aún aguarda en el Parque Vargas. La “Ciudad de la expansión” tiene a su disposición, aunque ahora parezca una posibilidad moribunda, la unión del Parque del Este y el aeropuerto militar en un gran parque al servicio de toda Caracas.

Solución ganadora “Segunda Fase Parque La Carlota”, OPUS, Manuel Delgado Arteaga, Jorge Pérez Jaramillo.
Solución ganadora “Segunda Fase Parque La Carlota”, OPUS, Manuel Delgado Arteaga, Jorge Pérez Jaramillo.

Caracas toda encontrará en este Parque un acontecimiento cuya proporción y espléndida abundancia hará real la promesa de verdor que la modernidad auguró para Caracas y no supo cumplir. Pero aquí también se produce un acoso cruel que se opone a los legítimos requerimientos del interés general.

Pensemos por un momento en los hombres que hicieron posible el Parque del Este en los años ‘50 y hagamos la pregunta: ¿Hemos logrado algo semejante más de medio siglo después? Ya en esos años aquella generación concibió la unión absoluta de los dos parques:

Plan Maestro de la Exposición Internacional de Caracas de 1960 elaborado por Alejandro Pietri y Roberto Burle-Marx.
Plan Maestro de la Exposición Internacional de Caracas de 1960 elaborado por Alejandro Pietri y Roberto Burle-Marx.

Sucede que a una visión militarista, utilitaria y posesiva le resulta inconcebible la idea de un parque civil a cielo abierto y de bordes libres. Quienes se creen dueños de las 100 hectáreas de La Carlota necesitan de algo rentable que dé continuidad a su dominio. La ignota oferta que nos proponen no constituye un parque para la ciudad, sino un engendro con suficiente área verde para poder asomar la palabra “parque” con un mínimo de decoro. La porción que intentan llamar parque se ha convertido en un centro de eventos ruidosos cuya principal finalidad es hacer un buen negocio. La puesta en escena es sencillamente patética.

La ofrenda de naturaleza que nos ofrece nuestra Carlota es tan absoluta como lo indica y exige la historia de lo urbano y un simple vuelo sobre Caracas. En nuestra Carlota aguardan las quebradas por volver a trazar su diseño, más fundacional que el primer damero dibujado a finales del siglo XVI. El agua que baja de El Ávila volverá a aparecer bajo el cielo caraqueño antes de volcarse al río, señalando que la montaña es fisiológica y no sólo anatómica. Y el borde del río será otra vez compañía, rivera, y no abismo. En ese inmenso patio de la ciudad los hijos de nuestros hijos podrán divisar la misma escala del valle libre y prodigioso que advirtieron los niños de nuestro pasado más remoto. Y todas esas comuniones ocurrirán a una escala metropolitana capaz de unir los tres modelos de ciudad: la “compacta”, la “expansiva” y la “marginada”.

Una vez le pregunté a William NiñoAraque cuántos habitantes tenía Caracas. Se quedó muy pensativo y preguntó:

¿Contando las aves?

Fue la primera vez que percibí el deber, y el derecho, de considerar a los seres primigenios y originarios, incluyendo los árboles y hasta nuestra geografía, como compañeros en la aventura de proporcionarle un refugio amable a nuestras vidas. La planicie de La Carlota será el santuario de nuestras aves y en ella aterrizarán con su sosiego, su multitud y su colorido.

La resurrección que plantea San Pablo a partir de la muerte de Cristo coloca el sentido de la vida en el cielo y no en la tierra. Prefiero la versión pagana de la “resurrección” que tiene que ver con levantarse, alzarse, resurgir, renacer, dar una nueva vida a la vida. Este anhelo de los griegos explica mejor la actitud de los buenos amigos y colegas que participaron en el concurso de 2012 para convertir a la moribunda Carlota en el parque más genuino y bello de Latinoamérica.

No conozco tarea arquitectónica más sublime y delicada que diseñar un parque donde hasta Dios, como está escrito en la Biblia, pueda pasearse “por el jardín a la hora de la brisa”, mientras los hombres y las mujeres, los ancianos y los niños, y hasta otros dioses, puedan acompañarlo libremente.

Insisto en que la autoridad omnívora que maneja a su antojo los símbolos y mejores tierras de la ciudad, está proponiendo otros usos, buena parte de ellos en secreto. Estamos pues ante dos fuerzas paralelas. Una avanza con la demencia del hermetismo, de la razón y la soberbia del más fuerte, a la búsqueda de la fórmula: “¿Cuántas funciones, edificaciones y negocios podemos hacer y aún así meter el cuento de que estamos haciendo un parque?”.

La otra fuerza debe continuar avanzando con la lucidez de la transparencia y una participación colectiva y libre que se extendió a proyectistas de otros países. Se trata de grupos de urbanistas y arquitectos, artistas y sociólogos, cuyo entusiasmo no disminuye ante una aplastante certeza: los dueños tiránicos de las 100 hectáreas detestan sus ideas.

Hoy quiero volver a celebrar a quienes se dedicaron con pasión a la búsqueda de un nuevo ser y una nueva vida después de la muerte. Gracias a ellos he podido imaginar otra vez a nuestra Carlota como una mujer joven y ardiente, valiente y lúcida, deseosa de congregarnos y entregar con creces los dones terrenales que esta ciudad posee desde  mucho antes que el sectarismo, la prepotencia y la estupidez se empeñaran en la ruina de nuestras mejores oportunidades.

A continuación les presentó imágenes de los proyectos ganadores del concurso de 2012. En el 2023, diez años después, sus propuestas son más vigentes y puedo jurar que inevitables.

Propuesta de Manuel Delgado Arteaga (Venezuela), Jorge Pérez Jaramillo y OPUS -Oficina de Proyectos Urbanos- (Ganadores del concurso).
Propuesta de Manuel Delgado Arteaga (Venezuela), Jorge Pérez Jaramillo y OPUS -Oficina de Proyectos Urbanos- (Ganadores del concurso).
Propuesta entre los primeros tres finalistas de Elisa Silva, Inés Casanova y Leonardo Robleto.
Propuesta entre los primeros tres finalistas de Elisa Silva, Inés Casanova y Leonardo Robleto.

Les escribí a los tres finalistas pidiéndoles su reflexión del concurso diez años después. Por ahora solo he recibido respuesta de Elisa Silva. Aquí la incluyo a continuación. Nos muestra el alcance de la visión y de la emoción que originó este concurso, al considerar la ciudad como una totalidad, como un ser vivo en contacto con su geografía y naturaleza.

Elisa Silva:

Este fue mi dibujo favorito de nuestra propuesta.

El par de Parque del Este y el de La Carlota, cuentan con otro par más hacia el oeste: Los Caobos y el Jardín Botánico más la Ciudad Universitaria. Me encantaba imaginarlos como suturas sobre la autopista -la Villa Pamphili en Roma hace exactamente eso-. Este dibujo muestra una inversión de la ciudad que en vez de pensarse como un sólido urbano con islas de espacio público, ahora se ve como un enorme y continuo espacio público -sobre todo junto con El Ávila- y así lo urbano se entiende como islas en la magnífica inmensidad de selva tropical.


*Las fotografías fueron facilitadas por el autor, Federico Vegas, al editor de La Gran Aldea.

Lee y comparte
La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
Más de Opinión