En mayo de 2020 ocurrió la Operación Gedeón: la incursión marítima de militares disidentes venezolanos en las costas del estado La Guaira, que tenía como propósito derrocar el gobierno de Nicolás Maduro. Se dijo que fue una misión suicida y montada por el mismo Gobierno y también que fue el fiasco desesperado de Juan Guaidó y J.J. Rendón. Todavía se recuerda aquella incursión como el plan descabellado de Jordan Goudreau y Clíver Alcalá o como la extraña aventura de los gringos Luke Denman y Airan Berry para liberar un país ajeno. Gedeón quedó para la historia venezolana como el Macutazo; para la historia de la región como “un asombroso cuento de arrogancia, incompetencia y traición”; y para la burla, como ‘bahía de cochinillos’.
Y aún falta mucho por decir: van 47 condenados y 27 personas en juicio, y la sargento segundo de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) Samaira Romero no es la única mujer detenida en la causa Gedeón. Hay cuatro mujeres más. Marifrancys Marcano es una de ellas.
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No es mucho lo que se pueda saber de Samaira Romero: siempre hay funcionarios merodeando en los horarios de visita y, desde luego, ella prefiere hablar y escuchar sobre lo que pasa fuera de El Helicoide, su lugar de detención. Además, cualquier carta que se envía o entra es revisada antes de llegar a su destinatario.
En 2018, Samaira egresó de la Escuela de Formación de Guardias Nacionales (Cordero, estado Táchira). El 30 de abril de 2019, desertó y se fue a Colombia. Tiene 24 años y, de acuerdo con el Observatorio Nacional de Derechos Humanos, fue condenada a 24 años y seis meses por los delitos de traición a la patria, rebelión y conspiración con gobierno extranjero, aunque durante el juicio no lograron probarse ninguno de los delitos que le imputaron:
“Mi princesa era la única mujer de ese grupo que venía en la lancha. Desde el momento en que la agarraron el 10 de mayo de 2020 en Petaquirito [estado La Guaira] como a las 4:30 de la tarde, y hasta la noche fue torturada por funcionarios de la Guardia Nacional. Le dieron golpes en la cara y patadas delante de sus compañeros. Abusaron de ella para que hablara. En El Helicoide no recibió tortura física, pero sí psicológica. Le decían que su familia iba a pagar la cosa y la han dejado 24 horas en luz blanca”.
Quien cuenta este relato de Samaira es Mildred Martínez, esposa del comisario Gibert Barillas, preso político de la misma causa, porque “a la mamá de Samaira también la golpearon y le sacaron tres dientes en el allanamiento que le hicieron. Ella sufría de diabetes, entró en coma diabético, le dio un infarto y murió como al mes de que detuvieran a Samaira. Su papá tuvo que salir de Venezuela y su hermano la visitó una sola vez, muy raras veces sabe de él”.
Desde entonces, Mildred es quien se encarga de Samaira. Dos jueves de cada mes, Mildred lleva la paquetería de su esposo y la de su “hija menor” a El Helicoide, y dos sábados del mes los visita a ambos, aunque aclara que las visitas comenzaron después de seis meses de la detención y siempre han sido muy restringidas y vigiladas.
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A la comerciante Marifrancys Marcano la detuvieron llegando a su casa el 25 de abril de 2020, día de su cumpleaños. Le dieron la sorpresa de llevarla a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) en Boleíta y, como regalo, una desaparición forzada de veinte días con golpes en la cara, en las costillas y mucho más: le taparon la cabeza con una bolsa plástica, y también la nariz y la boca mientras le susurraban que su mamá murió, que sus hijos estaban solos y que se quedaría encerrada, porque nadie haría nada por ella. Marifrancys se desmayó y cuando volvió en sí, le hicieron lo mismo otra vez.
“Nunca me preguntaron nada referente a la Operación [Gedeón], solo querían saber información de mi hermano, el mayor de la GNB Carlos Alberto Marcano: si tenía bienes, dónde estaban sus vehículos, quiénes eran sus amistades. El verdadero motivo de mi detención es por presión a mi hermano”.
El hermano de Marifrancys fue capturado en 2018 durante la Operación Manos de metal y detenido en el Centro de Formación “Simón Bolívar” por presunto tráfico de material estratégico, contrabando agravado de oro y metales extraídos de las minas, y asociación para delinquir. Presuntamente, el mayor escapó el 30 de abril de 2019 y apareció uniformado cerca de Leopoldo López en las inmediaciones de La Carlota. El mayor, además, está presuntamente vinculado con el asalto a un destacamento militar en Los Teques.
El 16 de mayo de 2020, Marifrancys fue presentada ante el tribunal cuarto de terrorismo por los delitos de terrorismo, conspiración, traición a la patria, rebelión, conspiración con países extranjeros y asociación para delinquir. Su audiencia preliminar no fue menos exagerada: se celebró de madrugada y sin derecho a defensa privada. El juez: José Mascimino Márquez, el mismo que conoce 56 casos de presos políticos militares y 69 presos políticos civiles, el mismo que ahora está preso tras la operación en curso “caiga quien caiga”.
De acuerdo con Marifrancys, el expediente dice que su detención fue en mayo y no en abril:
“Esa es la forma en la que el mayor Abel Angola [uno de los torturadores del gobierno de Maduro] y la DGCIM pudieron alinear los hechos a su manera. Mi expediente también dice que, si esa operación se materializaba, yo iba a colaborar con los militares heridos y les iba a dar resguardo en mi hogar”.
Además de involucrar a Marifrancys con un hecho que no había ocurrido en el momento de su detención, otro hecho grave quedó como una anécdota: “Vi a una de las funcionarias que me torturó en una audiencia frente a mí, diciendo puras mentiras”. Era la primer teniente de la GNB Gabriela Alas, alias Alelí, la misma torturadora de los detenidos por el intento de magnicidio con los drones, la misma que intercepta comunicaciones telefónicas cuando le provoca y la que interroga a su antojo sin fiscales ni abogados. Y nada más pasó.
Alrededor de cinco meses después, Marifrancys quedó imputada por conspiración con países extranjeros y asociación para delinquir. Su juicio sigue en curso, mientras permanece recluida en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF) desde el 21 de mayo de 2021.
“Cuando llegué aquí se me permitió un traslado al ginecólogo. Me detectaron varios quistes en mis ovarios y una inflamación. Me mandaron un tratamiento y aún no he podido ir nuevamente al médico. Ya son casi dos años. En todo este tiempo, hemos estado en diferentes situaciones y condiciones: el cacheo corporal ha sido muy invasivo. Hemos sido sometidas a despojos de nuestras toallas sanitarias, protectores diarios, medicamentos, porque nos decían que era una exageración tener todo eso. Al principio, el ingreso de los alimentos fue muy complejo. El agua hay que mantenerla en tobos y, a veces, hemos tenido que comprar el agua. Pero hay que reconocer que las cosas se han flexibilizado un poco, porque estamos aquí siendo inocentes. Yo no tengo conocimiento de esa operación [Gedeón] ni contacto con ninguno de los supuestos implicados”.
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*Nota de la autora: No se tuvo acceso a documentos relacionados con los casos ni contacto con los defensores públicos asignados a las detenidas. A petición de Marifrancys Marcano, se reserva el derecho de la fuente de su testimonio.
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*Las fotografías de Marifrancys Marcano y Samaira Romero fueron facilitadas por la autora, Kaoru Yonekura, al editor de La Gran Aldea.