En la aldea
05 octubre 2024

El mal no es de la raza

“Hoy los venezolanos padecemos la crueldad y el oprobio. En un sentido, el chavismo y el madurismo son un saltatrás autocrático que pone en entredicho lo mejor de la tradición civilista venezolana, y nos ha hecho perder el rumbo histórico hacia el progreso. Los sueños de Hugo Chávez no se han consumado en la historia, y los venezolanos seguimos en el combate por la libertad. El mal no es de la raza… y Maduro lo sabe”.

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Juan Miguel Matheus | 11 mayo 2023

Entre 1867 y 1868 tuvo lugar una de las controversias públicas más conocidas del siglo 19 venezolano. Fue protagonizada por Cecilio Acosta e Ildefonso Riera Aguinagalde bajo los seudónimos de Tullius y Clodius, respectivamente. Su cauce fueron los periódicos El Federalista y El Porvenir. La polémica gravitó en torno a la fisonomía de la cultura política criolla -entonces tormentosa e inestable- y las posibilidades reales de los venezolanos de vivir en paz, justicia y libertad. El tono argumental fue, como revelan los seudónimos romanos, de aspiración republicana. Y ante la tentación simplista de hacer juicios de fatalismo histórico y de inferioridad de pueblo, según los cuales los venezolanos estaríamos condenados a vivir en la crueldad y en el oprobio, Cecilio Acosta espetó lo siguiente:

(…) Lo que ha enfermado siempre a los pueblos americanos de la raza latina, y puede ser por algún tiempo su cáncer futuro, es el odio político: confunden de ordinario la idea con la persona, la doctrina con la parcialidad, se oyen a sí solos, se niegan a la cooperación de la labor común; y vienen, como resultas, la esterilidad en los esfuerzos de la administración, la impotencia en los trabajos de la paz, y la pendiente que va a dar a los abismos de la guerra.

(…) [pero] el mal no es, no, de la raza, es de la falta de costumbres; y es menester fundarlas en el ejemplo y difundirlas con la enseñanza(Deberes del patriotismo).

Hoy los venezolanos padecemos la crueldad y el oprobio. En un sentido, el chavismo y el madurismo son un saltatrás autocrático que pone en entredicho lo mejor de la tradición civilista venezolana, y nos ha hecho perder el rumbo histórico hacia el progreso. Y también es cierto que 24 años de revolución bolivariana crean cuestionamientos sobre nuestras capacidades de pueblo para sostener un orden genuinamente republicano de justicia y libertad a lo largo del tiempo. Pero no podemos caer en la tentación de pensar que estamos condenados a vivir de esta manera o que navegamos en un barco de inexorable deriva autocrática. Tal como lo hizo Cecilio Acosta, debemos zafarnos de determinismos históricos que nos hacen presa de barrotes de barbarie y de celdas de la inmoralidad colectiva. Venezuela puede retomar su marcha hacia la justicia. Maduro es derrotable y el adormilamiento cívico de la coyuntura es vencible.

“Partidos, sociedad civil y pueblo todo continuamos procurando el cambio político, y la democratización puede estar a la vista si hacemos bien las cosas en las primarias opositoras del 22 de octubre de 2023”

Hacerlo supone comprender la dimensión de la pelea que enfrentamos. Implica abrir los ojos a la verdad de las circunstancias para asumir con dolor de patria, pero con realismo, que los daños causados por el chavismo y el madurismo tienen alcance antropológico y cultural. En este preciso momento los venezolanos estamos siendo peores moralmente y nuestra cultura política se ha degenerado de tal manera que le cuesta ser apta para la democracia, lo cual -vale decir- es un problema universal porque el homo democraticus venezolano, latinoamericano y universal se ha debilitado en su esencia. Pero también es verdad que ese homo democraticus, en este caso el criollo, sigue existiendo y no ha dejado de aspirar a la democracia constitucional. Los sueños de Hugo Chávez no se han consumado en la historia y los venezolanos seguimos en el combate por la libertad. Partidos, sociedad civil y pueblo todo continuamos procurando el cambio político, y la democratización puede estar a la vista si hacemos bien las cosas en las primarias opositoras del 22 de octubre de 2023 y disponemos a la nación a afrontar con garbo las elecciones presidenciales de 2024.

El mal no es de la raza… y Maduro lo sabe.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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