Este es el título del libro que ha tenido más influencia en mi manera de ver las políticas económicas en un país destruido y en crisis. Fue escrito por Ludwig Erhard y publicado en 1957 con el nombre “Wohlstand für alle”.
La primera vez que lo leí fue en inglés y confieso que lo que más me atrajo, en un comienzo, fue la traducción del nombre que le dieron en la edición anglosajona: “Prosperity through competition”. Años después me enteré que Bienestar para todos es una traducción más precisa. Más allá de lo sugerente de sus nombres, es mucho más interesante el contenido del libro, el cual narra y describe, en primera persona, cómo estaba la economía alemana una vez culminada la guerra y las políticas económicas que se implementaron para sentar las bases de lo que después se denominó “el milagro económico alemán”.
En esa época había una contraposición férrea entre las ideas socialistas y las de mercado. Hay una anécdota que cita Erhard en su libro que refleja tal disputa que el mismo autor consideraba desgastante e inocua. Nos cuenta en su libro que al acercarse a debatir-discutir algún seguidor de las ideas socialistas, él se identificaba como adepto a la Economía Social de Mercado (ESM), y si se acercaba alguna persona liberal, él se identificaba como ordoliberal. Así calmaba los ánimos de entrada, para centrarse en una discusión menos doctrinaria y más efectiva.
“El ordoliberalismo o Economía social de mercado busca promover el crecimiento económico y la prosperidad”
También hay otra anécdota elocuente y hasta jocosa, la cual tiene al general Lucius Clay, la cabeza administrativa de EE.UU. en territorio alemán, como protagonista. Después de 12 años de controles de precios, Erhard decide plena libertad de formación de precios, Clay se acerca y le dice “Mis asesores me dicen que está cometiendo un terrible error al abolir los controles de precios”, Erhard le respondió: “No los escuche, general. Mis asesores me dicen lo mismo”.
Para ir a un contenido más profundo del libro, voy a citar cinco lecciones políticas que pudiésemos aplicar a la crisis venezolana:
- Crear un ambiente económico estable y previsible. Esto pasa por una economía de mercado con precios y tipo de cambio estables, reglas de juego claras, protección de las propiedad privada y garantizar el cumplimiento de contratos.
- Invertir de manera masiva en obras de infraestructura, mejora de los servicios públicos (salud, educación, electricidad, agua, carreteras, etc.), en instancias que promuevan la investigación y la innovación. No solo apuntar al crecimiento, sino al desarrollo.
- Rol subsidiario del Estado. El sector privado como protagonista de la actividad económica, lo cual también implica un Estado eficiente y limitado.
- La competencia como factor clave de la prosperidad y de un crecimiento menos desigual.
- Evitar tanto como sea posible que un grupo de la sociedad se imponga sobre otro, sea éste de carácter político, social o económico (monopolios, “cazadores de renta, etc.).
La doctrina aplicada por Erhard puede llegar a ser controversial porque se concentra tanto en el mercado como en lo social. El ordoliberalismo o Economía social de mercado busca promover el crecimiento económico y la prosperidad, al mismo tiempo que garantiza que todos tengan una oportunidad justa de tener éxito.
Y sí, buena parte de sus políticas estaba enfocada en el individuo. Erhard estaba convencido de que el éxito de este significaba su independencia de cualquier instancia (sea del Estado, o de una empresa o cualquier organización social) y su autonomía. Esta gráfica ilustra lo que pasó después de tener una economía prácticamente destruida:

Por último, el libro nos habla de realidades, no es solo teoría. Lo que aplicaron en Alemania sirvió y sirve, y por tanto es una excelente referencia a tomar en cuenta. Claro, Venezuela no es Alemania, pero hay una universalidad innegable en algunas de las políticas que se aplicaron entonces. Quizás, si la fortuna nos acompaña, tendremos nosotros nuestro milagro.
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*El gráfico fue facilitado por el autor, Henkel García U., al editor de La Gran Aldea.
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@HenkelGarcia