La posibilidad de que las elecciones primarias previstas para el próximo 22 de octubre se materialicen no parece muy firme en este momento. Causas hay muchas, pero la principal es que al régimen no le conviene una elección que fortalezca y legitime al candidato opositor de las presidenciales de 2024; por eso, las seguirá torpedeando para hacerlas fracasar.
Pasadas las turbulentas inscripciones de los candidatos, resulta evidente que la mejor defensa que puede tener este proceso es que los aspirantes cierren filas alrededor de él y entusiasmen a la ciudadanía a protegerlo, para que a la dictadura le represente un costo político alto aplastarlo.
Primer milagro
El principal reto que comparten todos los aspirantes y partidos que van a medirse, además de defender la primaria, es que la campaña sea una competencia por presentar el mejor plan para desmontar al madurismo del poder; y no una batalla autodestructiva entre las fuerzas opositoras. Esto, más conectar con la gente de una forma creativa que permita vencer la censura y los obstáculos que impondrá Maduro para evitar la participación, debería ser el norte de cada candidato en estos próximos meses.
Sin embargo, la ciudadanía no tiene mayores razones para ser optimista en este sentido, porque lo mostrado hasta ahora por los distintos dirigentes opositores ha sido lo contrario: ataques, indirectas, sorna y declaraciones desafortunadas han sido lo común en estas semanas de “calentamiento”, a pesar de los llamados de alerta que han hecho distintos opinadores e instituciones de la sociedad venezolana.
Aún es temprano en la carrera, pero el régimen lanzará distintas provocaciones para desmoralizar, que pueden servir para atomizar, aún más, a la oposición; o para unirla en función del interés común de sacar del gobierno a Nicolás Maduro.
Es importante que la campaña no deje mayores heridas y cicatrices entre los candidatos y partidos, porque después todos deben sumarse a fortalecer y complementar al vencedor, e ir en unidad contra Nicolás Maduro en el 2024.
Segundo milagro
El 22 de octubre los ciudadanos opositores tendrán que elevar otra importante plegaria para que se respeten los resultados de la elección y no salga ningún contendor a destruir la credibilidad del proceso. Esto no debe darse por sentado, recordemos que la primaria enfrentará a una opción que tiene el apoyo de la maquinaria de los partidos contra otra que cuenta más con la participación del votante espontáneo no militante. Hecho que pudiera traer desavenencias y complicaciones si el resultado es cerrado.
El cuestionamiento de alguno de los candidatos principales al resultado de la elección podría afectar de manera muy significativa todo el proceso y lo que viene después. Es evidente que el Gobierno apuesta a que eso ocurra y no lo esconden; por tal razón esta primaria supone una gran prueba de desprendimiento y compromiso con el país para todos los aspirantes.
Benjamín Rausseo, Fuerza Vecinal y las dudas
La decisión de Benjamín Rausseo de no participar en las primarias acentúa las dudas que había sobre él y su candidatura. La imposibilidad de él y su equipo de campaña de argumentar con solidez la decisión, ha dejado en evidencia que detrás de ese proyecto hay intereses que la población desconoce y que difícilmente estén alineados con los de aquellos ciudadanos que aspiran a un cambio político para Venezuela en 2024.
Lo mismo ocurre con el partido Fuerza Vecinal. Son muchas las dudas que existen sobre los intereses de los dirigentes principales de esta organización. La reciente trama de corrupción de PDVSA dejó expuestos a varios funcionarios de la Alcaldía de Baruta; de igual manera, varios trabajos periodísticos han retratado a miembros de esa tolda política con actividades poco transparentes. Ellos han informado que no participarán en la primaria y que aún no tienen candidato presidencial, pero, es probable, que esto último cambie en los próximos meses.
Negociación
El proceso de negociación en México parece estar en coma, sin embargo, para los Estados Unidos es importante despertarlo debido a que la administración Biden quiere mostrar avances antes del inicio del próximo año legislativo; y así evitar que el conflicto venezolano sea usado por los republicanos en la campaña presidencial estadounidense.
Hay dos fechas importantes en este contexto: la primera es de aquí hasta el 28 de julio, que es cuando el Congreso sale de vacaciones; y la otra, el 5 de septiembre, cuando inicia el año legislativo final de la administración Biden. El problema aquí es ver qué significa un avance para los norteamericanos y cuáles son las implicaciones que eso tiene para los venezolanos.
El régimen aplica el mismo guion en todas las negociaciones: se muestra interesado, simula aceptar ciertos compromisos y después encuentra alguna excusa para patear la mesa. Durante ese ciclo la oposición, por lo general, sufre heridas por cuestionamientos entre sus mismos dirigentes y por la desconfianza que le manifiesta la ciudadanía.
Hasta ahora, el oficialismo ha usado los procesos de negociación para desmoralizar a la población, dividir a la oposición y ganar tiempo. Pero nunca han mostrado una disposición real a negociar nada que les ponga en riesgo su permanencia en el poder. ¿Esta vez será diferente? Ya veremos, pero hay unos incentivos importantes y muy claros sobre la mesa por parte de los Estados Unidos, relacionados con las sanciones y atados a la garantía de condiciones electorales para las presidenciales de 2024.
Consejo Nacional Electoral
Resulta evidente que la participación del Consejo Nacional Electoral (CNE) en la primaria era muy útil para el proceso, por algo el régimen hizo todo para impedirlo. Este beneficio iba en dos niveles; el primero, y más importante, es que prácticamente garantizaba su realización. El segundo, es lo que se ha dicho de la cantidad de centros electorales y mesas de votación que estarían habilitadas para la participación de la ciudadanía. Esto no significa que pensemos que el CNE es una institución imparcial, creíble, ni mucho menos; solo que tiene unos elementos logísticos que podían robustecer la elección opositora.