En la aldea
05 noviembre 2024

La inevitabilidad de la Primaria

“Pienso que el público interesado en votar por la oposición en 2024 solo apoyará a un candidato unitario cualquiera, aunque sea tapándose la nariz, si el mismo se midió en la Primaria y demostró en buena lid contar con más apoyo. Al margen de la cuestión esencial de una estrategia de movilización ciudadana para elecciones no democráticas, habrá que desearle lo mejor a la Comisión Nacional de Primaria en su ejecución. En los próximos tres meses veremos si tiene con qué”.

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Alejandro Armas | 17 julio 2023

Como señalé en una de las últimas emisiones de esta columna, la falta de acuerdos que desde un principio debió haber en la dirigencia opositora sobre cómo escoger a un candidato unitario para las elecciones presidenciales constituye una de las mayores fuentes de animosidad entre facciones, que a su vez impide el desarrollo de la estrategia común necesaria para afrontar estos comicios en un contexto autoritario. Desde entonces, varios hechos han precipitado un “cuasi consenso” sobre la Primaria sin asistencia técnica del Consejo Nacional Electoral (CNE). Principalmente, la implosión del CNE negociado por el chavismo y la oposición pro sistema hace dos años. Es una buena señal que casi todos los actores políticos importantes estén de acuerdo con la decisión de la Comisión Nacional de Primaria (CNP).

Sin embargo, aún quedan algunos focos de resistencia al acuerdo. El más notable es el de Un Nuevo Tiempo, con su inscripción ad hoc de un militante cualquiera que le guarde la silla a Manuel Rosales mientras el partido decide si se anota en definitiva o no. Primero Justicia, con Henrique Capriles a la cabeza, al parecer irá por la misma vía que sus rivales. Pero las reticencias que la tolda amarilla manifestó y la inscripción a última hora de su abanderado dan para pensar que serían los primeros en abandonar la nave ante algún obstáculo considerable.

Entonces, ¿las inquietudes de este sector sobre una Primaria sin el CNE, que hasta cierto punto compartí por esta vía, dejaron de ser legítimas? No realmente. Lo que pasa es que las nuevas circunstancias obligan a proceder por el camino que la comisión organizadora seleccionó, incluso a sabiendas de los desafíos que supone llevar a cabo una elección de esa magnitud con los recursos monetarios y técnicos limitados con los que la oposición cuenta. Yo no seré quien augure el éxito de la Primaria. No descarto que haya fallas severas en octubre. Pero los involucrados tendrán que intentarlo.

“Que sean los ciudadanos quienes escojan al retador del chavismo”

En primer lugar, si había argumentos válidos a favor de una Primaria asistida por el CNE, el chavismo se encargó de dinamitarlos. La comprensiblemente poca confianza que pudo haber en el ente como actor en los comicios opositores desapareció, ahora que su futuro es totalmente incierto. Si una institución no es estable, no se puede confiar en ella. Esa es la consecuencia de la renuncia forzosa de los cinco rectores del CNE, que en términos prácticos es una destitución ordenada por la elite chavista. La oposición pro sistema puede deshacerse en quejidos sobre los “radicales que pisan peines” todo lo que quiera, pero fue el chavismo el que torpedeó su proyecto bandera del “mejor CNE de la historia”. Si quieren reclamar a alguien, que sea al responsable.

Una alternativa hipotética es olvidarse de la Primaria y escoger un candidato unitario por consenso. Efectivamente, quienes se inclinan por esa opción aprovecharon el caos en el CNE y la desorientación en la que momentáneamente dejó a la dirigencia opositora y a la Comisión para insistir en que es la mejor vía. A primera vista es tentadora porque libera a la oposición de un esfuerzo pantagruélico con logística harto complicada. Pero en mi opinión el consenso tiene sus propios peligros, mucho más grandes que los de una Primaria sin los recursos del Estado.

Después de todo, tendría sentido si hubiera un candidato que claramente goce de un respaldo mayoritario y muy superior al de todos los demás. Pero más bien estamos en medio de una crisis de representatividad terrible, por la cual todos los dirigentes opositores solo cuentan con bases de apoyo pequeñas cada uno. Ese ha sido el patrón en las encuestas. Por ejemplo, en febrero la firma Datincorp tenía a María Corina Machado a la cabeza, pero con solo 25% de intención de voto, seguida por Benjamín Rausseo (17%), Manuel Rosales (16%), y Henrique Capriles (12%).

Algunos sondeos más recientes le dan a Machado una ventaja mucho mayor. Poder y Estrategia el mes pasado estimó que la intención de voto por ella en la Primaria es de 57%, para un margen de 37 puntos por encima de un Rausseo que iría de segundo (y que, ahora sabemos, no participará en las elecciones internas). Pero incluso si otros estudios de opinión confirman tal tendencia, creo que es muy arriesgado decidir sobre la base de unas mediciones por definición limitadas algo tan transcendental. Ninguna encuesta de intención de voto puede reemplazar al voto en sí mismo. Además, quien en todo caso más se acercaría al apoyo mayoritario es Machado. Justamente alguien que rechaza el consenso e insiste en la Primaria.

Y no es solo que el respaldo a cada precandidato es insuficiente numéricamente. Hay que agregar que el recelo y la tensión entre facciones son tristemente bastante profundos. Entonces, la designación por consenso pudiera hacer que los simpatizantes de un partido sientan que “les impusieron” un candidato que detestan y que, a su juicio, hubiera perdido la Primaria. Que la decisión la tome una suerte de conciliábulo de sabios sin identificación partidista alguna tampoco me parece apropiado. Semejante ejercicio de “reyes filósofos” à la Platón no remediaría la crisis de representatividad. El ciudadano común no tiene por qué sentirse identificado con un miembro de la elite intelectual del que tal vez nunca ha oído hablar en su vida, por prestigioso que este sea en cenáculos académicos. La alienación sería la misma. Irónicamente, algunos de los que más expresan preferencia por el consenso son quienes más reafirman que siempre se debe votar sin importar las condiciones, pues el sufragio es “la única herramienta de los demócratas” y lo demás es “antipolítica”. Resulta cuanto menos irónico que se opongan con tanto tesón a que sean los ciudadanos quienes escojan al retador del chavismo.

Pienso que el público interesado en votar por la oposición en 2024 solo apoyará a un candidato unitario cualquiera, aunque sea tapándose la nariz, si el mismo se midió en la Primaria y demostró en buena lid contar con más apoyo. Será mucho más difícil racionalizar y justificar el rechazo a votar por un aspirante si este ya derrotó al predilecto del votante en un proceso acordado por todos los contendientes. En conclusión, al margen de la cuestión esencial de una estrategia de movilización ciudadana para elecciones no democráticas (mi cantinela de siempre, a la que le di un descanso para atender otras circunstancias), habrá que desearle lo mejor a la Comisión Nacional de Primaria en su ejecución. En los próximos tres meses veremos si tiene con qué.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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