Ceteris Paribus le dio la bienvenida a Matías Spektor, profesor de la Universidad de Princeton quien habló sobre su trabajo “In Defense of the Fence Sitters”publicado en PolicyAffairs. De esta forma, Ángel Alvarado economista y anfitrión, abrió el tema manifestando que, de los 50 países que se consideran autocráticos en el mundo, 35 de ellos, es decir, el 70% de esos países, reciben apoyo militar de Estados Unidos, esto para el año 2021 según cita del trabajo de Spektor.
-La retórica democrática y de promoción de la democracia está supeditada a los intereses, evidentemente, y no precisamente a la promoción de los valores liberales, para entender este mundo en el cual se da ese debate entre el apoyo a la democracia o el apoyo a la autocracias; y en un mundo además que se fragmenta, se desglobaliza a partir de la guerra en Ucrania, creo que tenemos la oportunidad hoy de hablar contigo sobre ese nuevo equilibrio mundial, ese nuevo balance de poder o ese nuevo orden mundial que se ha generado… o se podría generar a partir de la guerra en Ucrania. Comencemos entonces hablando de tu artículo entendiendo, en primer lugar, ¿qué es el sur global? cosa que refieres constantemente en tu trabajo, y ¿cuál es el rol de Brasil entre estos países?
-El sur global es una expresión que ya lleva más o menos 20 años y se usa para designar a los países del mundo que han tenido en algún momento una experiencia con el colonialismo básicamente. Es una expresión que viene a sustituir lo que durante la Guerra Fría fue llamado el tercer mundo, y designa por lo tanto un conjunto de países de una manera que es bastante libre, o sea, no caracteriza esencialmente una distribución geográfica. No estamos hablando de países que existen exclusivamente en el hemisferio sur por ejemplo, hay países que tienen una identidad conflictiva como Turquía, que no fue esencialmente una colonia, pero ha tenido una experiencia de jerarquía y de imposición externa en su historia que hace qué aspectos de su identidad, aspectos de sus relaciones exteriores, le hagan eco a esa dinámica que es tan central en países del mundo poscolonial en América Latina. En África, en Oriente Medio y en Asia, el lugar de Brasil en este conjunto de países es distintivo junto con otros grandes en desarrollo. Yo te diría que Brasil está en una categoría en el sur global análoga a la de la India, Indonesia, Filipinas, Sudáfrica o México, son países relativamente grandes, son países que tienen un peso propio en sus ambientes regionales, pero, sobre todo, no es una característica material la que los hace distintivos, son países que se creen que tienen un estatus especial en las relaciones internacionales. Entonces, dentro de lo que es el conjunto de países del sur global que son más de 120 naciones, hay un grupo de ellos que actúan vaciados en la idea de que tienen una posición singular por características específicas de su territorio de su formación histórica y, sobre todo, de sus aspiraciones para ocupar puestos más elevados en la jerarquía internacional.
-Esto nos lleva a un segundo punto: ¿Cuál es la postura de ese sur global respecto a la guerra en Ucrania?, ¿cuál ha sido la postura de estos países?, y ¿cómo esas posturas que se han asumido podrían señalar un cambio en el tablero mundial?
-Bueno, de modo general los países del sur global es como un conjunto que ha resistido la demanda en Occidente de alineamiento con Ucrania contra Rusia, parte del argumento de por qué esto ocurre tiene que ver con las relaciones históricas que muchos de estos países tienen con Rusia y que tuvieron con la Unión Soviética durante la Guerra Fría; parte tiene que ver con las oportunidades económicas o con los constreñimientos económicos que romper con Rusia podría traer, pero eso no es lo esencial, yo creo es que para buena parte de estos países del mundo poscolonial, del mundo en desarrollo, un escenario donde Rusia se debilita y Rusia deja de ser un centro propio de poder y de autoridad en las relaciones internacionales es un escenario negativo. La mayor parte de estos países tienen una memoria que no es buena del momento unipolar donde solo había una gran potencia que es Estados Unidos; pero tampoco tienen una memoria positiva de la Guerra Fría cuando el sistema era Bipolar. En general, estos países se creen que si el mundo es multipolar, o sea, si hay tres grandes centros de autoridad o más, eso es positivo para ellos. Uno puede cuestionar esa lógica y podemos hablar sobre eso, pero básicamente hay una creencia muy diseminada en el sur global de que esta es una guerra europea, que la preocupación esencial es de Europa y de que no hay que hacer fuerza para que Rusia colapse porque esto traería más inestabilidad en el mundo; pero también le traería costos grandes a países más débiles y pequeños que no tienen la capacidad de alinearse fácilmente con los Estados Unidos y ser premiados a cambio de ese alineamiento como es el caso, por ejemplo, de los países europeos.
-Esto que nos comentas me permite preguntarte hacia dónde se mueve el equilibrio en el sur global. Es un sur global que va a gravitar en torno a Beijing o va a gravitar en torno a Washington, ¿hacia dónde se mueve esa balanza y qué consecuencias puede tener para el futuro?
-En la torre de Marfil hay un debate súper intenso sobre cuál es la polaridad del sistema internacional. Hay un grupo de personas que dice que no hay nada nuevo bajo el sol, que el sistema internacional sigue siendo unipolar porque Estados Unidos todavía retiene una cantidad de recursos materiales impar en relación no solo a Rusia, pero también a China. Hay gente que dice que lo que estamos viendo es el nacimiento de una bipolaridad porque China viene ganando posiciones materiales, sobre todo en economía, y cada vez más en recursos militares que eran impensables 10, 15 años atrás y hay un grupo que dice que el sistema en realidad es multipolar, o sea, hay por lo menos tres grandes centros independientes de poder. A mí me parece, por lo menos de la manera como yo entiendo lo que está ocurriendo en el sistema, que es esta tercera teoría la que se aproxima más a la realidad. ¿En qué sentido? en el sentido de que la polaridad tiene que ver con el número de grandes potencias. ¿Y cómo uno sabe qué es una grande potencia? una gran potencia es un país que tiene la capacidad de negarle a otra gran potencia intervención en su ambiente regional y lo que ha hecho Rusia o lo que está tratando de hacer Rusia en este momento, es negarle a los Estados Unidos hegemonía en Europa del Este. Uno puede discutir en qué medida a largo plazo Rusia tendrá éxito en lo que está tratando de hacer, pero no hay duda de que está tratando de hacerlo, que a partir del 2014 hizo un gesto que es difícil que un país, que no es una gran potencia pueda hacerlo, que es, absorber un pedazo de otro país que es Crimea, asegurando que Estados Unidos adoptaría una posición que mantiene hasta hoy, que es no colocar tropas en el terreno. No es menor el dato de que Estados Unidos no está dispuesto a ir al campo de batalla directamente porque sabe que esto generaría un encontronazo con un país que tiene un número de armas nucleares muy expresivo y que esto traería enorme inestabilidad generando una guerra en la que Estados Unidos no sabe si sale ganador, es muy difícil proyectar poder en Europa del Este para Estados Unidos y por lo tanto, Putin desde el 2014 hasta ahora está tratando de cargar posiciones negándole a Estados Unidos esas autoridades asegurando que Ucrania no va a entrar a la Unión Europea, asegurando que Ucrania no va a entrar a OTAN y por lo menos hasta ahora eso le ha funcionado a Putin. Si esto es sostenible o no es sostenible, si esto generó consecuencias no intencionales como por ejemplo, la entrada de Finlandia a OTAN es otra cuestión, pero de la manera como yo veo el mundo, Rusia está tratando de hacer esto en Europa del Este de la misma manera que China está tratando de hacer con el Sudeste Asiático y me parece que la tendencia que estamos viendo es de una desconcentración de autoridad en el sistema internacional, en relación a lo que era el sistema internacional 10 años atrás.
-Con la salida de Estados Unidos de Afganistán y luego esta guerra en Ucrania pareciera que estamos viendo un declive de ese liderazgo de Estados Unidos, y te pregunto: ¿Qué oportunidades tiene Washington con el sur global?, ¿qué oportunidades tiene de ganar nuevamente un liderazgo? Tú señalas dos temas que pudieran ayudar a retomar ese liderazgo: el medio ambiente con una agenda global por la transición energética y el comercio. Cuéntanos un poco más sobre esto.
-Lo pondría de la siguiente manera. Si uno toma lo que son los últimos 30 años de política internacional, lo que vivimos durante el momento unipolar donde Estados Unidos se pudo dar el lujo de ignorar a América Latina, cosa que no pudo hacer durante la Guerra Fría. Durante la Guerra Fría la presencia de Cuba y de los movimientos de desafío a la hegemonía norteamericana en América Latina hicieron que Estados Unidos estuviera muy metido en Latinoamérica, sea directamente en América Central y el Caribe con sucesivas intervenciones hasta la década del ‘80 o de manera indirecta por medio de asociaciones con regímenes generalmente autocráticos en Sudamérica y en América Central. Cuando se termina la Guerra Fría y deja de haber un rival capaz de darle batalla a Estados Unidos, no solo en América Latina, sino en cualquier lugar del mundo, Estados Unidos puede darse el lujo de reorientar su posición y tener una política externa mucho más caprichosa, por ejemplo, invadir Afganistán, invadir Irak, gastar miles de millones de dólares en intervenciones que no eran necesarias siguiendo una política externa caprichosa, porque no había ningún país capaz de hombrear con Estados Unidos autoridad en el sistema internacional. En ese proceso EE.UU. se mueven para lejos de América Latina, se mueven tanto para otro lugar que si lo recuerdas en ese momento, a partir de finales de la década del ‘90, Estados Unidos invita a China a que aumente su presencia económica en el continente con el argumento de que como China tiene exceso de capital y en América Latina falta capital, por qué no aumentar la exposición de capitales chinos en la región porque esto le permite a Estados Unidos reducir el peso que tiene en la región. Entonces por ejemplo, Washington invita a China a entrar al Banco Interamericano de Desarrollo en un momento en que nadie en Washington se imagina que en 20 o 30 años China se va a transformar en un rival y, que cuando se transforme en ese rival, va a tener una posición económica financiera en América Latina que uno no ve en muchos años, o sea, hace décadas América Latina no tiene una potencia extra regional con capacidad de financiar con posesión de obras de infraestructura, de sectores sensibles como, por ejemplo, la generación y distribución de energía, etcétera. Así, en el momento que estamos ahora, Estados Unidos se ve obligado a ofrecerle algo a América Latina a cambio de que la región empiece a reducir su lazo con China. Hasta ahora, ha sido una operación muy fracasada. Cuando Trump, creo, el primer presidente estadounidense que se da cuenta de esta dinámica y manda a sus dos secretarios de Estado a la región a tratar de empujar a los países lejos de China pidiéndoles, por ejemplo, que China no participe de licitaciones para contratos de telecomunicaciones con tecnología 5G y este proceso es de manera general, fracasado. Muchos países ya no tienen una posibilidad concreta de alejarse de China porque dependen de él estructuralmente y si abandonaran a China, Estados Unidos no tiene qué ofrecerles a cambio. Entonces, esto genera una dinámica nueva que no vemos en América Latina desde la década del ‘30, cuando el Imperio Alemán tenía una posición financiera y comercial creciente en el continente, trató de traducir eso en presión militar y el resultado es lo que sabemos, con una guerra y en el contexto de esa guerra la región se alineó a Estados Unidos de modo general, pero ahora que no tenemos una guerra inmediata el escenario es muy difícil para que estos países se alineen a EE.UU. porque el hecho es que dependen de China y Estados Unidos no tiene cómo ofrecerles una alternativa financiera, una economía comercial que sea lo suficientemente fuerte para hacer que los grupos de interés latinoamericanos decidan hacer un cambio geopolítico tan profundo.
–Cuando veo un poco la política exterior de Estados Unidos y la influencia en la región, me parece que esa influencia llega hasta el Canal de Panamá cuando pensamos en América Latina. Por debajo del Canal la influencia disminuye muchísimo y de hecho, por debajo de éste el primer socio comercial prácticamente de todos los países de Sudamérica es China, especialmente a partir de 2010 en adelante, después del superciclo de materias primas. ¿Estamos ya en un mundo multipolar o nos estamos moviendo en un mundo multipolar?, ¿es el siglo 21 el de la multipolaridad?
-Te diría lo siguiente. Es verdad que la presencia de China en América Latina es lo que acabamos de hablar, pero yo no limitaría esto a dos centros Estados Unidos y China porque Rusia tiene una presencian en América Latina que aunque es pequeña en relación a la región, es muy significativa en algunos lugares. Es muy significativa en Venezuela, en Nicaragua, y en Cuba. Nuestra región también es un espejo de esta dinámica global donde hay por lo menos tres grandes centros de poder militar expresivo que están compitiendo crecientemente. ¿Cuál es el drama en América Latina? Que de todas las regiones del mundo América Latina es la única donde Estados Unidos tiene una hegemonía regional efectivamente y, por lo tanto, lo que está en juego es altísimo y su capacidad de punir países que se van de la vaina digamos, es muy fuerte en ese contexto. ¿Qué es lo que le conviene a estos países? Les conviene que no haya tensión creciente entre Estados Unidos y China porque cuanto más tensión hay entre ellos y entre Estados Unidos y Rusia, menos estos países pueden hacer negocios con todos al mismo tiempo. EE.UU. por un lado y China por el otro, sobre todo, pero Rusia también demandan adhesión. Cuanto más conflictivo es el sistema internacional, cuanto más riesgo de una guerra haya en Asia, menos espacio tienen estos países de poder hacer negocios con todos calculando estrictamente sus intereses nacionales digamos. Cuanto más conflictivo sea el sistema internacional, más división ideológica hay domésticamente, ya ocurre hoy día en muchos países que hay divisiones domésticas importantes, hay grupos de interés que se alinean a Estados Unidos, hay grupos de interés que se alinean a China. En el caso de Venezuela hay grupos de interés que se alinean a Rusia y es muy difícil para los diplomáticos y los jefes de gobierno de estos países actuar autónomamente calculando una posición de equilibrio, sentándose sobre la alberca sin caerse para un lado o para el otro, porque el conflicto internacional se termina traduciendo en disputa de grupos de interés doméstico que son muy difíciles de coordinar. De esta forma, el modelo ideal para los países del sur global es hacer una política de lo que en inglés se llama hedging que en castellano se puede traducir como cobertura que es diversificar el riesgo como estos países no saben qué pasará el día de mañana, para dónde va el péndulo, les conviene no tener compromisos que no puedan ser deshechos con ninguna de las grandes potencias beneficiándose de todas al mismo tiempo; pero eso solo es sostenible si no hay conflicto entre los grandes. Cuando empieza el conflicto entre los grandes, los pequeños tienen que elegir porque si no lo hacen terminan siendo punidos por un grande o por el otro grande o, peor, por los dos o por los tres.
-¿En qué se diferencia este escenario que tenemos hoy en día de la Guerra Fría del siglo XX?
-Durante la Guerra Fría lo que teníamos era un sistema en América Latina donde la preocupación de Estados Unidos con la región era mucho más intensa de lo que es hoy, por el efecto de la Revolución cubana y por el péndulo cubano a partir de los tempranos ‘60 en relación a Unión Soviética. Entonces, la tolerancia de Estados Unidos con regímenes recalcitrantes en relación a ellos era mucho menor y eso explica las sucesivas intervenciones, explica el apoyo a regímenes, explica la tratativa de bajar regímenes que no le convenían a Estados Unidos. Respecto a la unipolaridad y en el momento de multipolaridad que tenemos ahora, esto es mucho más liviano y el ejemplo que vos dabas es muy bueno, que es Venezuela. Fíjate lo que pasa con Venezuela. En este contexto, el país se puede dar el lujo de tener sucesivos gobiernos que rechazan la visión de Estados Unidos para la región que hasta pueden generar en Estados Unidos un interés en cambio de régimen, pero no con fuerza suficiente para que se tome esa decisión; o sea, Chávez supo navegar esto, pudo expandir su relación con Rusia en términos económicos, pero esencialmente en términos militares y de inteligencia. Chávez pudo darse el lujo de expandir su relación con Irán y no solo Chávez, después Maduro, manteniendo todo esto sin pagar el costo de una punición norteamericana. ¿Por qué? Porque América Latina no importa tanto, porque no hay presencia de potencias extraregionales con mucho peso en la región, a pesar de la existencia rusa en Venezuela que no es menor, pero no es fuerte suficientemente para provocar una reacción contraria militarizada de Estados Unidos; y, como estamos viendo, el régimen venezolano a lo largo de los últimos meses ha sabido jugar este juego con mucha sofisticación, ha llegado a un acuerdo tácito con Estados Unidos, para todo efecto práctico el resultado de la guerra en Ucrania ha sido positivo para el régimen venezolano porque ahora no hay duda en Washington de que hay que hacer negocio con el chavismo, que no hay una alternativa al chavismo, y todo lo que era el discurso de la democracia, la promoción de derechos humanos, las críticas a la violación sistemática de derechos en Venezuela, todo eso ha sido abandonado en nombre de la realpolitik. Creo que es lo que vamos a ver cada vez más en un escenario donde Estados Unidos se da cuenta que tiene competidores. Ahora, la condición para que un país como Venezuela pueda hacer esto es que no haya un conflicto armado entre Estados Unidos, Rusia y China. Al minuto que esto ocurra, la tolerancia de Estados Unidos a cualquier régimen latinoamericano que se vaya de lo que es la hegemonía norteamericana va a ser mucho menor.
-El papel de Brasil es muy importante en todo este proceso, y más ahora con Lula da Silva jugando tan cerca de Maduro.
-Ahora, lo único que te diría es que una de las cosas que Venezuela ilustra es cuán débil es Brasil como potencia regional, porque si tú recuerdas en los tardíos ‘90 al principio de lo que es la experiencia chavista, el gobierno de Clinton y después el gobierno de Bush hijo, le piden a Brasil que opere como una suerte de bróker con Chávez y la reacción de Brasil en aquel momento gobernado por Fernando Henrique Cardoso es decirle a Estados Unidos: no tenemos autoridad, no tenemos recursos materiales para empujar a Chávez en una dirección o en otra. Entonces, lo que Brasil se dedica a hacer es simplemente argumentar con EE.UU. que no hay que presionar a Chávez, que es mejor tenerlo dentro de la carpa escupiendo hacia afuera, en lugar de tenerlo afuera de la carpa escupiendo hacia adentro, pero con muy poca capacidad de hacer algo concreto para presionar a Chávez en dirección de una restauración de principios democráticos y de derechos humanos,… y eso es lo que vemos todo el período cuando cae Dilma Rousseff en el 2016, y asume Michel Temer, el gobierno de Temer hace un movimiento para suspender la participación venezolana, la membrecía venezolana de Mercosur y se retira el embajador brasileño de Venezuela y esto tiene impacto cero sobre el régimen venezolano. El motivo por el cual ahora Lula parece ganador en su argumento con Venezuela no tiene que ver con la posición brasileña, tiene que ver con el cambio en la posición de Estados Unidos, tiene que ver con el hecho de que ahora en la Casa Blanca hay cero apetito para presionar al chavismo en dirección a una restauración democrática.
-¿Vamos a ser un mundo multipolar?, ¿vamos hacia un nuevo balance de poder?, ¿estamos frente a un nuevo orden mundial?
-El siglo 21 va en una dirección de creciente conflictividad entre los principales países, hay una guerra instalada en el corazón de Europa, estos últimos días salió publicada la estrategia de seguridad nacional de Alemania que todavía es una promesa difícil de concretar, pero es una promesa que demanda un proceso de armamentismo que no habíamos visto en la política exterior alemana es muchos años. Hay una situación de conflictividad instalada en Asia, la competición entre China y Estados Unidos es no solo evidente, es reconocida por los dos países, es reconocida por todos los otros países del mundo, no hay ningún país que no se esté preparando para lo que es una competición agudizada entre Estados Unidos y China. Independientemente lo que ocurra en Rusia, la competición entre Rusia y Estados Unidos está dada, esto tiene toda suerte de efectos; por ejemplo, una cooperación creciente entre Estados Unidos y la India por primera vez dando pasos acelerados en relación a algún tipo de dinámica que se parece a los principios de lo que podría ser una alianza para contener a China. Es un sistema donde el conflicto viene en subida, donde pareciera ser que hay centros de poder importantes que no habíamos visto durante los últimos 30 años. Si esto es verdad, yo creo que vamos a ver más conflicto en el sistema internacional de lo que nuestra generación jamás vio, porque el hecho es que nuestra generación tiene memoria de la tardía Guerra Fría y de lo que es el largo momento unipolar, pero no tenemos memoria de un sistema multipolar. La última vez que el sistema internacional fue multipolar fue en la década del ‘30 y basta recordar un poco lo que es la violencia internacional en aquel momento, para tener una idea de lo que puede venir. En un contexto muy marcado por el cambio climático, por niveles de desigualdad y de pobreza que en América Latina, conocemos bien, y por lo tanto, más importante que nunca es apostar a las pocas instancias de cooperación internacional que existen -a Naciones Unidas, a los foros internacionales– en el sentido de que a los países en desarrollo nos conviene mucho insistir con las grandes potencias que tienen que mantenerse dentro de estas instituciones porque el hecho es que, aunque sean instituciones débiles, es lo único que tenemos.
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*Ceteris Paribus, Podcast de Economía en Español del Penn Initiative for the Study of Markets del Departamento de Economía de la Universidad de Pensilvania. “El pasado, presente y futuro de la economía en español, haciendo seguimiento de América Latina”.