-¿Qué hay a la raíz de hacer descansar en Rafael Caldera las culpas de lo que ahora ocurre en Venezuela? Por Hugo Chávez votaron más de 3.600.000 venezolanos. Pero Caldera es el culpable de las penurias derivadas de un proyecto perverso como es el Socialismo del Siglo XXI. ¿Por qué?
-A Caldera lo han convertido en el culpable de todos los males del país. Como hijo suyo me afecta, pero mi problema es la verdad, que conozcamos realmente lo que pasó. Si no conocemos la verdad nunca avanzaremos, y la reconstrucción de Venezuela pasa por conocer bien lo que ocurrió en los 40 años de la democracia. Por una parte, hay un sentimiento de malestar y de rabia en muchos venezolanos que los hace perder la objetividad; pero también hay una campaña interesada que pretende manipular y cambiar la historia. Han desarrollado una narrativa, como la llaman ahora, que en el fondo le da la razón a los chavistas, diciendo que todo cambió a partir del 4 de febrero de 1992. Y eso no es verdad.
-Pero eso no dependió de Caldera ni lo afectaba sólo a él, sino que agredía al conglomerado nacional.
-Si después del 4F no hubiera ocurrido la elección de Chávez y luego la Constituyente de 1999, el 4F habría quedado como un alzamiento militar más, frustrado, como lo fueron el Carupanazo o el Barcelonazo, pero la falsa narrativa es «que Caldera con su discurso ese día ganó las elecciones de 1993, luego perdonó a Chávez porque estaba entendido con él, y de allí Chávez ganó en el 98… y vinieron estos lodos».
-Momento en que se interpretó que estaba justificando el golpe y tomando ventaja para su segundo aire presidencial…
-Rafael Caldera el 4F fue la voz de la oposición democrática en un momento en que mucha gente estaba aplaudiendo a los militares golpistas. Se olvida que estábamos en medio de una enorme crisis y Caldera reiteradamente afirmó que la salida tenía que ser democrática. Pidió al Gobierno rectificar muchas veces. Lo hizo desde el Congreso en 1989 y en 1990, frente al propio presidente Pérez. Incluso cuando le dio apoyo, en 1989, alertó sobre el peligro del alza desproporcionada de los intereses, que pusieron en peligro las viviendas de la clase media y las que salvó la Ley del Deudor Hipotecario. Caldera objetó el costo social de los ajustes. Su postura fue la del socialcristiano que fue toda su vida.
-¿Qué quería, exactamente, el 4F?
-En esa campaña lo que repiten es el fragmento donde dice que es difícil pedirle al pueblo que apoye a la democracia, cuando ésta no le da de comer, para decir que fue un populista, cuando desde 1958, él, junto a otros líderes fundamentales de la democracia, tenían claro que si no se sacaba de la pobreza a una gran mayoría del país, la democracia no subsistiría. En los tres primeros quinquenios de la democracia la pobreza se redujo a un 30%, gracias a un crecimiento económico sostenido con muy baja inflación; pero luego del mal manejo de la primera bonanza petrolera, el salario real comenzó a disminuir en 1978, y la inflación se instaló en el país.
-El gran daño fue elegir a Chávez.
-Lo paradójico fue elegirlo cuando tenían frente a él a un exgobernador reelecto, exitoso, de uno de los estados más importantes del país, y Chávez no tenía ninguna experiencia de gobierno. Pero, en todo caso, aún eligiéndolo, a Chávez le hubiera tocado gobernar en minoría, como le tocó a Caldera las dos veces que fue Presidente, y habría tenido que entregar el poder en el 2004. El gran crimen que se cometió con el país fue la Constituyente de 1999.
-¿Dónde se quebraron las reglas?
-El juego se rompió en 1999. Tenían que haber reformado la Constitución de 1961 para no quebrantar el orden constitucional, pero el Congreso (1994-1999) engavetó el proyecto de Reforma en el que había trabajado Caldera por casi tres años y que entregó en 1992, cuando se asustaron por el intento de golpe del 4F. Le dejaron el camino libre a la bandera de la Constituyente. Caldera se opuso a la forma cómo se convocó, porque dijo que sería una ruptura del hilo constitucional. Con ella se acabó la prohibición de reelección inmediata y la alternabilidad en el poder.
-Mucho hemos escuchado: “Es que todo eso pasó porque Caldera lo rehabilitó”.
-Cualquiera que hubiera ganado en el ‘93 los habría liberado. Lo habían dicho públicamente tres de los cuatro candidatos presidenciales. El único que no había dicho nada concreto era Caldera. La verdad es que el país los había perdonado. Hasta una Ley de Amnistía fue propuesta. Ya los presidentes Pérez y Velásquez habían sobreseído o reincorporado a las Fuerzas Armadas a la mayoría de los alzados. Figuras después conocidas, como Jesús Suárez Chourio o Henry Rangel Silva o Rodolfo Marco Torres o Diosdado Cabello, fueron liberados por ellos. Miguel Rodríguez Torres, por ejemplo, fue reincorporado. Cuando llegó Caldera sólo estaban presos, sin juicio, los cabecillas de los alzamientos. Caldera les puso como condición que pidieran la baja para darles la medida de gracia. En realidad, todos, incluyendo Chávez, querían regresar a la vida militar. A Caldera le tocó gobernar en medio de una crisis de todo orden: bajos precios del petróleo, un colapso financiero gigantesco heredado, y para colmo el coletazo de la crisis asiática de 1997. Sin embargo, en su segundo gobierno no hubo un solo intento de golpe militar, ni muertos en manifestaciones, ni tampoco presos políticos.
-No se entiende, entonces, por qué cargar a Caldera el sambenito de chivo expiatorio…
-Esa es una costumbre muy nuestra de echarle la culpa a otro de nuestro mal. Si no empezamos por reconocer nuestros errores nunca avanzaremos. En este caso, la culpa es colectiva. Pero, insisto, ha habido una campaña mal intencionada para culpar a Caldera y así liberar de responsabilidad a los grandes financistas de Chávez en 1998. Recordemos que las encuestas demuestran que, hasta diciembre de 1997, Chávez estuvo en el 4% de intención de voto. La gran favorita era Irene Sáez.
-Comparte la responsabilidad todo el que le dio el voto…
-Es verdad, pero hay unos más responsables que otros. No creo que quienes con tanto dinero y poder lo apoyaron decididamente, hayan sido engañados por Chávez. Quizás sí lo fue una parte del país, que ingenuamente creyó su mensaje.
-Otro tema recurrente es el momento de la juramentación de Chávez en el Hemiciclo. Lo que hizo fue claramente ofensivo contra la Constitución vigente. ¿Por qué allí Caldera, uno de los padres constitucionales de Venezuela, por decirlo de alguna manera, no reaccionó?
-Caldera era el único con cara de velorio en ese acto. El juramento sobre «la moribunda» fue un tiro directo a su pecho. La Constitución de 1961 fue en gran medida obra suya y, aunque siempre estuvo claro que había que adaptarla a los tiempos (lo hizo en su intervención en la COPRE en 1985 y en los discursos de orden que hizo en el Congreso a los 15 y 25 años de la Constitución), defendía la necesidad de su vigencia como Carta Fundamental. Pensaba que debíamos tener una sola Constitución, como en los Estados Unidos, aunque se fuera modificando. A Chávez le dieron un largo y estruendoso aplauso cuando hizo ese juramento. Lo pueden ver en un video montado en el canal de Youtube del expresidente Andrés Pastrana. Caldera protestó a su manera, no traspasando directamente la banda a Chávez.
-Fue un gran estropicio y uno no entiende cómo tanto diputado y senador que había allí no protestó en el acto…
-Estaban todos de acuerdo, aplaudiendo de pie.
-Critican, también, la edad de Caldera en su segunda presidencia…
-Fíjate que con lo de la edad, en estos años ha habido lo que Humberto Calderón Berti ha llamado «sectarismo generacional», que puso de lado a muchos de nuestros mayores con experiencia y lucidez, por aquello de que «somos más futuro que pasado». Fue un error. Yo sostengo que si Caldera no hubiera sido candidato en 1993, el presidente habría sido Andrés Velásquez, porque el país quería un candidato que no fuera de AD y COPEI. ¿Por qué? Ese es otro tema más largo. Esa misma tendencia se mantuvo en 1998. Luego, a Caldera le tocó un gobierno muy difícil y no creo que alguien más joven lo hubiera hecho mejor. Su primer objetivo era reducir el déficit fiscal y la inflación, pero se le vino encima la gigantesca crisis financiera, heredada, que afectó los dos primeros años de su gobierno. Sin embargo, logró dominar la inflación, para entregarla tan a la baja al fin de su gobierno, que el efecto benefició los dos primeros años de Chávez. El año 2000 estuvo en 16%. Igualmente, con la apertura petrolera el país iba en camino de producir cinco millones de barriles diarios, y por primera vez en veinte años se empezó a recuperar el salario real. El salario mínimo en esa época era el segundo de América Latina. Si otro u otra hubiera sido su sucesor, la historia habría sido distinta.
-Sigue siendo más fácil echar la culpa sobre Caldera.
-Hay mucho dinero en esas campañas. No me extraña que los responsables de la crisis financiera de 1994-95 estén metidos en esto. También los que llevan su sectarismo político a niveles de odio personal, que pareciera que odiaran a Rafael Caldera. No sé si no le perdonan su intachable vida personal y pública. Lo peor, como te dije antes, es que difunden una narrativa que termina por darle la razón a Chávez y a los chavistas.
-¿A quién se le hace daño con eso? Caldera ya no está, y ningún Caldera está aspirando a cargo alguno.
-Se le hace daño a la posibilidad de recuperar la democracia porque el asunto es que necesitamos conocer la verdad histórica para -en base a lo bueno y lo malo- poderla reconstruir. Se habla, por ejemplo, del rentismo petrolero, cuando en esos tres primeros períodos de la democracia el petróleo se invirtió en educación, salud e infraestructura. A pesar de las críticas, los cuarenta años de democracia fueron el período de mayor crecimiento y bienestar social en toda nuestra historia republicana.
-¿Cómo se sentía Caldera al ver los desaguisados de esta “revolución”?
-Muy triste. Si algo tuvo él fue un compromiso vital con Venezuela. Nunca en su vida quiso dejar el país, aunque tuvo oportunidades de hacerlo. Le dolía Venezuela y pensaba que habíamos vuelto atrás. El mito de Sísifo, que siempre refería. Pero nunca perdió la esperanza. Recomiendo leer su mensaje de despedida al país que pueden encontrar e nuestra página web, www.rafaelcaldera.com.
-Por ello tiene que haberle dolido. ¿Pensaba que pudo hacer algo mejor, que también cometió errores, máxime estando al frente de semejante responsabilidad?
-Sí, claro, nadie es perfecto, pero creo que las circunstancias no le permitieron hacer más. Fueron cinco años muy difíciles los de su segundo gobierno. Su partido COPEI, como pleito de familia, se convirtió en su principal adversario. El MAS, aliado en la campaña electoral, se unió a mitad de camino con la Causa R. No tuvo otra opción que entenderse con AD para gobernar. Pero en relación a la dinámica electoral de 1998, no dependía de él. Henrique Salas Römer suele decir que ese año ocurrió una «tormenta perfecta». Hay hasta quienes dicen que Chávez ganó por el coletazo de la crisis asiática. ¿Podía Caldera hacer algo por evitar lo que ocurrió? Lo que te puedo asegurar es que no votó por Chávez. Pero, como te he insistido, el problema de fondo y que sufrimos en estos 24 años, fue la Constituyente del 99. Por cierto, Caldera se pasó los cinco años recordándole al Congreso que estaba pendiente la Reforma Constitucional, que era el primer punto de su programa de gobierno. Pero, oídos sordos.
-Por eso resulta fácil cargar a otro con las culpas nuestras…
-Yo siempre oí decir “Aquí hace falta alguien que mande, una bota que sepa poner mano dura”. Sectores conservadores del país vieron a Chávez como un nuevo Pérez Jiménez, el hombre que iba a poner orden. Supo engañar con facilidad. Y por supuesto que Caldera lo sentía porque le dolía el país. Su anhelo -y lo deja en su último mensaje- era que su país viviera en libertad, democracia y Estado de Derecho, que fue por lo que él luchó su vida entera. La democracia se logró gracias al entendimiento entre dos líderes fundamentales, Rafael Caldera y Rómulo Betancourt. Es un ejemplo para hoy, justamente por la dificultad de entendimiento entre los dirigentes políticos venezolanos.
-Socialcristianos y socialdemócratas se entendían gracias a que ponían al país primero…
-Tenían conciencia de su responsabilidad histórica y por eso, por ejemplo, los socialcristianos apoyaron a Betancourt los cinco años de su gobierno. Cumplieron el Pacto de Puntofijo hasta el final, y el presidente Betancourt lo reconoció. Los socialcristianos fueron proponentes de muchas acciones positivas que se realizaron en la democracia, comenzando con la misma Constitución de 1961, cuyo Preámbulo recoge parte de su ideario. Aprovecho para destacar que su pensamiento está más vigente que nunca. El humanismo cristiano tiene una concepción clara frente a estos intentos por destruir lo que ha sido la base de la civilización cristiana. No sólo tiene una concepción de la persona humana, la familia, la comunidad y la vida social, sino también de las relaciones entre los pueblos del mundo, que es respuesta a los problemas de hoy.
-Otra constante en los bulos sobre Caldera es que Chávez era su ahijado.
-Me ha tocado desmentirlo una y otra vez. Hugo de Los Reyes, el papá de Chávez, firmó el libro de oro de Pérez Jiménez y Chávez nació el año ‘54, en pleno gobierno del dictador. Chávez dijo públicamente que su padrino se llamaba Eligio Piña, pero tuve que buscar el acta de bautismo para callarles la boca. Igual circula por ahí un invento de que Caldera llamó a Pérez para pedirle que ingresara a Chávez a la Academia Militar, cuando la verdad es que éste ingresó cuando Caldera era presidente. Caldera vino a conocer personalmente a Chávez cuando éste lo visitó en Miraflores, en diciembre de 1998, ya electo por más de 3.600.000 votos. La gente es a veces tan contradictoria, que critican el sobreseimiento a Chávez pero votaron en el 2000 por Arias Cárdenas para presidente, siendo también comandante del 4F y beneficiario de sobreseimiento.
-Pero centran el problema en el sobreseimiento.
-Ese no fue el problema. Si no se hubiera sobreseído a Chávez, lo habría amnistiado el Congreso. Era evidente que todo el país estaba de acuerdo con hacerlo. El problema en ese momento era superar la crisis militar, política y económica que había. Además, si hubiera salido de la cárcel a encabezar las encuestas podría hablarse de imprudencia, pero su popularidad estuvo en el 4% durante los cuatro años siguientes. Lo que vino después fue otra cosa.
-¿No será que lo sobrevaloraron militarmente y lo subestimaron políticamente?
-No creo que lo consideraran como cerebro militar. Creo que el prestigio lo tenía más Arias Cárdenas, por haber tomado Maracaibo sin un solo tiro. Políticamente, Chávez asumió la vía de la abstención y siguió llamando a la insurgencia, hasta que decidió en 1997 adoptar el camino electoral, probablemente por la influencia de Luis Miquelena. Lo que sí es seguro es que la dirigencia del país no vislumbró su posibilidad de llegar al poder sino en 1998. Hasta un famoso encuestador dijo que Chávez tenía el techo de la izquierda y no podía ser presidente. Pero, con lo que no contó fue con esos grupos poderosos que lo apoyaron, que transmitieron la imagen de un militar que iba a garantizar seguridad. Hasta el propio presidente Pérez en el programa con Marcel Granier, a días de las elecciones de 1998, da a entender que Chávez iba a ser un dictador de derecha.
-Como quiera que sea, ustedes son la familia de Caldera. Tiene que afectarles lo que se dice y cómo se dice. ¿Cómo lo han vivido como familia?
-Claro que nos afecta y lo consideramos una gran injusticia. Todos compartimos una admiración profunda por nuestro padre, pero como aprendimos a compartir su lucha y su amor por Venezuela, lo que más nos preocupa es que no se reconozca la verdad y sigamos siendo objeto de manipulación. Mientras sea así, seguiremos en lo mismo.
-Hablando de la verdad, ¿cómo va el trabajo de la Biblioteca Rafael Caldera?
-En la Fundación Tomás Liscano estamos haciendo un esfuerzo por preservar la memoria de la democracia en lo que concierne al archivo de Rafael Caldera. No sólo su correspondencia, documentos y escritos, sino fotografías, audios y videos, los estamos digitalizando. Virginia Betancourt lo hizo en una época en que pudo publicar todo. Nosotros, con las dificultades de este tiempo, nos metimos en el mundo digital. Tenemos un equipo minúsculo que ha conseguido crear la primera biblioteca presidencial digital en Venezuela. Oliver Torrealba reservó el dominio y diseñó la primera página de rafaelcaldera.com. Luego, a partir de 2016 hicimos un nuevo diseño y tuvimos la magnífica incorporación de Guillermo Ramos Flamerich, con quien nos metimos en redes sociales. Poco a poco fuimos nutriendo la página con discursos, conferencias, libros, fotos y videos y desde entonces no hemos cesado. Abrimos un canal de Youtube. Con el apoyo de César Sánchez, José Gregorio Villegas, Jesús Luces y Andrés Sanguino, hemos avanzado mucho más. Tenemos la asesoría de nuestros siempre cercanos José Ignacio Cadavieco y Francisco Plaza, por supuesto, nosotros, los hermanos Caldera Pietri hemos sido los motores de este proyecto. Contamos con el apoyo de quienes se sienten comprometidos con el futuro del país y valoran nuestro trabajo.
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*La publicación original en Encuentro Humanista