En la aldea
06 diciembre 2024

Gracias totales

“¡No más preguntas su señoría! fue la expresión que retumbaba entre quienes pudimos ver las audiencias, pues la conducta de los defensores de Maduro, no pueden ser llamados de otra forma, es la prueba fundamental de lo que ocurre en nuestro país. Cuestión que a veces ha sido difícil de comprender por la comunidad internacional. Gracias totales porqué alivian la carga de la prueba”.

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Zair Mundaray | 18 octubre 2023

No daré las gracias a mis verdugos, aunque ellos fueran mis maestros, pues a pesar de enseñarme a ser más fuerte, de algún modo vivo constantemente en guardia, porque se quedó en mí algo de ellos.
José Luis Vaquero

La manifestación de agradecimiento puede convertirse en ocasiones en uno de los más complejos conflictos que pueden enfrentar las personas. No me refiero por supuesto, al agradecimiento que mostramos a nuestros afectos y a algunos desconocidos por lo que gratuita y desinteresadamente nos obsequian, ese surge espontáneo, aflora sin esfuerzo e incluso dice mucho de nuestra personalidad y educación. Me refiero al que queda represado mientras evaluamos hasta donde es ético o lícito agradecer.

En el caso venezolano es sencillo conseguir múltiples ejemplos de este trance ético, como el agradecer por la boleta de libertad del preso de conciencia, de ese que jamás debió estar preso; o dar gracias porqué llegó la electricidad justo cuando debes terminar un trabajo urgente, sabiendo que contar con tal servicio es normal en cualquier parte del mundo; o el alivio gratificante que significa pasar una alcabala de la Guardia Nacional, sin que hayan intentado sembrarte algo para montar una extorsión, o la llegada de la bolsa del CLAP, cuando lo normal es que puedas acceder a comprar los alimentos de tu preferencia con el producto del trabajo. Agradecer al verdugo, es una expresión de sumisión inaceptable, que deshumaniza a la víctima, y demuestra que el poder está logrando su empeño de dominación.

“Por casi dos décadas los venezolanos hemos venido denunciando la crisis de derechos humanos por la que atraviesa el país”

Pero como los asuntos humanos son tan complejos, recientemente, los venezolanos tuvimos que hacer tránsito por este dilema entre agradecer o no. Todo ocurrió entre los días 10 y 11 de octubre de este año, cuando al Comité de Derechos Humanos de la ONU le correspondió la evaluación de nuestro país en torno al cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. A ese espacio, Nicolás Maduro envió en defensa de su visión de Estado, a quienes en términos de basquetbol podría denominarse un dream team de la ausencia de credibilidad. El canciller de la dictadura Yván Gil, junto al fiel militante de la opresión Tarek William Saab, el militar convertido en magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, Henry Timaure, y otros personajes, enfrentaron durante dos días las interrogantes de dieciocho expertos, dedicados a la indagación del estado de salud de los Derechos Humanos en Venezuela.

Vale decir, que este examen es una actividad regular para los más de 170 Estados que se han comprometido con la defensa y fomento de los derechos civiles y políticos en el planeta. Se trata de un espacio de excelso ejercicio cívico, de intercambio de experiencias, en el que los países democráticos muestran sus avances en derechos humanos, pero también aceptan cuestionamientos, se comprometen a generar políticas públicas para mejorar lo que haya que mejorar, e invitan a la observación y vigilancia de sus pares. El respeto por las diferencias es la constante, pues los expertos han acopiado información metodológicamente por años, y cuando hacen algún señalamiento, detrás de él hay una sistematización de pruebas que lo sustentan. En gran medida el panel de expertos es la voz de las víctimas, abogados, defensores y ONG dedicadas a la protección de derechos humanos, otros comités de organismos multilaterales, periodistas y todo aquel dedicado a sistematizar los hechos. En fin, no hay un atisbo de improvisación en las observaciones.

Por casi dos décadas los venezolanos hemos venido denunciando la crisis de derechos humanos por la que atraviesa el país, pero además y no menos importante, la imposibilidad de acudir ante las “autoridades” venezolanas a fin de procurar el respeto y restablecimiento de los derechos conculcados. En Venezuela, quienes ejercen cargos de poder, estigmatizan, persiguen, vejan e invisibilizan a quienes reclaman sus legítimos derechos, no en balde hay sindicalistas, periodistas y activistas de derechos humanos ilegítimamente encarcelados y torturados por sus opiniones o pacíficos reclamos. Hemos gritado al mundo que hay un ejercicio desmedido, desconsiderado y abusivo del poder, y que cualquier exigencia frente a la vulneración de un derecho o difusión del tema, te hace presa de descalificaciones, señalamientos y cárcel, cuestión que a veces ha sido difícil de comprender por la comunidad internacional.

Pero una cosa es el relato y demás pruebas, y otra es vivirlo en carne propia. Por insólito que parezca, los enviados de la dictadura dedicaron el tiempo destinado para la interacción con los miembros del Comité, para descalificarlos y atacarlos. “Lacayos del imperio, asalariados de las potencias, mentirosos, instrumentos de la hegemonía” entre otras expresiones, fueron proferidas contra estos expertos, quienes se vieron ante la  extravagante necesidad de pedir a la presidencia del Comité ser amparados y protegidos de ese feroz ataque. La escena lo dice todo: oficiales de las Naciones Unidas sintieron el rigor de las formas inciviles y primitivas de interacción de Tarek Williams Saab y compañía.

Sin estadísticas ni pruebas, sin informes técnicamente elaborados, sin la razón, ni la verdad de su parte, los miembros del régimen hicieron lo que mejor saben hacer: insultar. ¡No más preguntas su señoría! fue la expresión que retumbaba entre quienes pudimos ver las audiencias, pues la conducta de los defensores de Maduro, no pueden ser llamados de otra forma, es la prueba fundamental de lo que ocurre en nuestro país en manos de esta agrupación de sujetos incapaces de respetar a la gente.

Este bochornoso episodio, me devolvió al dilema ético inicial de si agradecer o no al verdugo de las libertades, y no me quedó más que decir ¡Gracias Totales!, ustedes son la principal expresión de tiranía y crimen. Gracias totales porqué alivian la carga de la prueba, por no entender los espacios diplomáticos y por reafirmar su naturaleza primitiva.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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