Rupturas en las bases comunales
Hoy intentaré ser la voz que diga públicamente por este medio qué dice y cómo piensa el venezolano de a pie, ese que vive en el barrio, el que decidió no seguir un paso más a este sistema que ha producido hambre, roto familias, expulsando un gran número de venezolanos en una migración forzosa sin precedente.
Doy continuidad al artículo iniciado hace algunas semanas bajo el título: “Renovando la resistencia”, hoy coloco algunos elementos que nos permitan seguir pensándola desde la venezolanidad convivial, desde la base de la comunidad de convivencia, una resistencia natural, espontánea, hecha de arrechera, frustración y sueño por la democracia y el reencuentro.
En esta exploración de significados y redes de apoyo e insumisión, nos encontramos con una encuesta del CLAP, por cierto, inusual su lenguaje, no la reproduciré en su totalidad, pero citaré una de sus preguntas claves. Veamos el enunciado: “De manera autocrítica, ¿qué debemos cambiar en nuestras prácticas políticas para potenciar el ejercicio de la democracia directa en ámbitos como: la economía, la protección social, la defensa del territorio y la participación ciudadana?”
Subrayo democracia directa, un concepto que intenta retomar, el chavismo, para hablar de los distintos ámbitos institucionales del país. “¡Participación ciudadana!”, empleo de un lenguaje poco usual en su jerga, por tanto, “burgués”, nada que ver con el lenguaje revolucionario. Este giro nos lleva a pensar que el régimen está tratando de restablecer la empatía con las comunidades. Vamos encontrando un acercamiento bajo la fachada de “rectificación política”, primera vez, en 25 años, un instrumento de encuesta comunal utiliza un lenguaje cercano, con un cierto aire de revisión. Se ve que quieren restablecer el vínculo roto.
Interesante la pregunta, pero, aún más interesantes las respuestas, tomaré solo tres como muestra. Se inicia con una pregunta: “¿Qué deben cambiar en sus prácticas?»:
«Todo. Desde neuronas hasta la forma de caminar, con sus políticas han acabado con lo primordial la educación, cómo pretenden que se les siga si cada día estamos hundidos en la miseria que solo ellos nos han llevado». Parece que el vínculo que se ha roto es irreparable.
“Así mismo es… pedimos libertad, un cambio radical, un cambio de verdad… no los mismos cuentos de todos los días, abran los ojos y ya dejen de seguir a este gobierno corrupto que, mientras ellos se enriquecen. el pueblo más hundido en la miseria…”
“Se sienten aires de cambios…” “No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista…”
Todas estas son expresiones, más que respuestas, son comentarios ante una realidad insostenible. Importante, también, la reacción de la jefe del CLAP. Textualmente dice: “Gracias a todos por sus opiniones, ustedes saben que siempre he estado para apoyar en lo que yo puedo, siempre he respetado las opiniones de cada quien y sus maneras de pensar.”
Aquí hay varias cosas interesantes: las preguntas, las reacciones de la gente (que no son propiamente respuestas), el control del miedo al responder de esta manera en un grupo de WhatsApp donde todos se conocen y que controla la jefa del CLAP que, por lo visto, no tiene argumentos para defender las políticas comunales. La poca tolerancia que aún existe, de parte de los funcionarios del Estado, es más una ventaja que da la cultura y no las consecuencias de un diseño político del régimen.
Esta es Venezuela, un país habitado por el pueblo que padece los golpes certeros del sistema, pero sin resignación, beligerante, activo, desde un diagnóstico claro porque ha vivido desde siempre un control diseñado de abajo hacia arriba para su eliminación como sujeto político, pero también es habitado por unas élites políticas, económicas, sociales, religiosas que parecen no entender la verdadera naturaleza totalitaria del régimen. En las comunidades adentro, el diagnóstico es claro: si aceptamos las reglas del juego de los que dominan estamos perdidos, dicho desde el sentido popular. Ni las reglas comunales, ni las que se imponen tras el 22 de octubre de 2023.
Buscando opciones
Cito: “…aceptar la sustitución de María Corina Machado, sería como aceptar un fracaso, y en este momento, la gente no siente que se ha producido un fracaso, la gente mantiene una expectativa en que la persona que todavía da una cierta garantía de que se pueda producir un cambio significativo en el país sigue siendo MCM, y desde la comunidad, desde la gente de base, todo el que favorece esa tesis del sustituto lo ven como alacrán, gente que está doblegada al gobierno, o persona que juega al doble juego».
Este fragmento es de Claret Pérez, uno de nuestros investigadores que está inserto en una comunidad popular en la ciudad de Maracay, situado en el entramado comunitario, echando mano de los recursos, percepciones e interpretaciones de la gente, tenemos una síntesis clara, determinada, acotada, de uno de los asuntos de mayor manipulación política, percibido así por la gente.
Mientras las élites económicas, sociales y políticas deshojan las margaritas y se preguntan, “¿quién será el sustituto nombrado por la líder?”, en las bases populares hay la conciencia y la determinación en decir: “no puede haber sustituto, sería fracasar, hay que luchar por la habilitación y por el cambio…”. Todas estas expresiones son extraídas de la base comunitaria.
Se requiere pensar con claridad, abiertos a salidas creativas y democráticas, necesariamente decisiones que desafíen el statu quo, la gente tiene claro que el capital político no se endosa, se construye, se le cree a una líder, se apuesta por ella, por la persona, no por la idea ni por un procedimiento. Hoy parecen coincidir las decisiones de los sectores populares y la líder de la oposición, ¿será uno de los desafíos que abrirá caminos?
Desafíos
Inventamos o erramos, parece una consigna oportuna, ¿seremos capaces como sociedad de escuchar la ahogada voz de los sectores populares? Digo ahogada, y no silenciada, porque la interpretación que hoy hemos hecho se produce desde una vida vivida desde la negación comunal. Un régimen que intenta volver a seducir y un pueblo que ya ha vivido a fondo las consecuencias del sometimiento político, por tanto, la ecuación dominado-dominante no admite reconciliación. Una vez que descubres que el otro te utiliza, ya no hay lugar para la obediencia. El juego está descubierto y sigue pesando la decisión del 22 de octubre, ¿acompañaremos como académicos, como élites, como intelectuales, como políticos, como religiosos, este pueblo golpeado y sobreviviente de una emergencia humanitaria compleja? He ahí el desafío.