En la aldea
06 diciembre 2024

Acontecimientos menores

«Esto es muy propio de una estrategia de destrucción de la memoria social, la velocidad y la proliferación de temas problemático»

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Ana Teresa Torres | 11 abril 2024

En medio de las circunstancias que estamos viviendo en los últimos días todo parece irrelevante y minimalista, sin embargo, los acontecimientos que se consideran menores son muchas veces los portadores de señales claves porque precisamente si parecen menores son poco registrados y sus consecuencias ignoradas.

Esto es muy propio de una estrategia de destrucción de la memoria social, la velocidad y la proliferación de temas problemáticos que con frecuencia quedan en eso, en ser temas problemáticos, que ni ocurren ni tampoco dejan de ocurrir; es decir, no quedan activados, pero tampoco cancelados, se mantienen pendientes, se olvidan, se vuelven a recordar, y de ese modo lo que va quedando es la impresión de no saber qué es lo que realmente sucede o pudiera suceder.

Se crea así una suerte de indefinición que no permite visualizar las situaciones con claridad, porque tan pronto nos estamos preparando para enfrentarlas se esconden para volver en el momento menos pensado, cuando ya las habíamos dado por olvidadas. De ese modo permanecen en estado de amenaza latente sin que nunca pueda declararse que el peligro ha pasado, o que puede transformarse en una situación peor. La reacción más común es archivarlas para continuar ocupándonos del día a día.

 Mencionaré algunos ejemplos que en poco tiempo dejarán de estar en las redes sociales o en el ámbito de preocupación de la mayoría porque los acontecimientos menores tienen una incidencia sectorial y eso también contribuye a que no podamos concebirlos dentro de una visión de conjunto.

Un caso ha sido la resurrección de Ipostel. Cuando algunos pensábamos que había desaparecido para siempre, y otros nada sabían de su existencia, he aquí que el viejo Ipostel volvió de entre los muertos para cruzarse con los servicios de entrega puerta a puerta, más conocidos como delivery. De la noche a la mañana se anunció que Ipostel sería el organismo encargado de velar por la seguridad de los datos de los ciudadanos, controlar las entregas y paralelamente recibir de los proveedores impuestos y pagos por ello.

Ante el aumento de costos que esta medida supone, la cámara de empresarios del sector se reúne con el gobierno y súbitamente la medida queda “sin efecto”, según declaraciones del Ministerio de Comunicación e Información. Puede leerse en Tal Cual (29/02/2024) que “empresas y gobierno acordaron conformar comisiones de trabajo y seguridad junto a organismos estatales para integrar los prestadores de servicio de delivery con los cuadrantes de paz”. Es bastante sorprendente como en pocos días la decisión gubernamental desaparece y da paso a una enigmática integración de labores entre la seguridad ciudadana y el servicio de encomiendas.

Otro caso es el proyecto de Ley de Fiscalización, Regularización, Actuación y Financiamiento de Organizaciones No Gubernamentales y Afines, aprobado en primera discusión el pasado mes de enero. Esta ley compromete seriamente la posibilidad de acción de las ONG, particularmente, si reciben fondos de ayuda internacional, así como a las asociaciones civiles sin fines de lucro organizadas alrededor de los más variados intereses (científicos, educativos, sociales, protección de animales y del ambiente, y muchos otros). Cuando parecía que su aprobación definitiva era inminente desaparece el asunto como por acto de magia. Probablemente volverá a aparecer cuando menos se piense y el proyecto aprobado en primera discusión estará esperando el momento oportuno para caernos encima. Pero como son mayoría las personas que no pertenecen a este tipo de organizaciones sociales ni tampoco ven en ellas algún beneficio para sí mismas o para su entorno, el tema pierde interés y actualidad. 

El tercer ejemplo es el proyecto de Ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares aprobado en primera discusión el pasado 2 de abril. De acuerdo con esta ley, las organizaciones que sean culpables pueden ser canceladas, disueltas, multadas y penadas con cárcel las personas que promuevan o hagan apología de estas expresiones o apoyen a los grupos que las llevan a cabo.

La justificación de la ley apela a las protestas de 2014 y 2017, así como a la frase hasta el final, utilizada por María Corina Machado para categorizar la lucha opositora, pero que, en la interpretación de los proponentes de la ley, es comparable a la referencia nazi de la exterminación de los judíos como “solución final”.

Sobre esta ley han manifestado su opinión abogados expertos en el tema, lo que quiero comentar es como, de vez en cuando y como quien no quiere la cosa, van cayendo estas perlas para mantenernos alertas de que son instrumentos que pueden quedar durmiendo mucho tiempo o de pronto despertar, según se los necesite. O simplemente recordarnos que las leyes sirven para muchos propósitos. 

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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