En la aldea
16 mayo 2024

Energía, institucionalidad y desarrollo en América Latina: El legado de Ramón J. Espinasa Vendrell

Un libro para Ramón Espinasa

«Este libro es un modesto homenaje, en primer lugar, a Ramón, el amigo entrañable. Pero, también, es un homenaje a las ideas que trabajó, y que hoy continúan relevantes y objeto de mucho debate»

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Luis A. Pacheco | 29 abril 2024

Ha transcurrido un poco más de un lustro (marzo 2019) desde la extemporánea desaparición de Ramón Espinasa (Ramoncito para sus amigos), todavía lleno de ideas y proyectos. Desde el momento de su fallecimiento, sus colegas y pupilos, amigos entrañables todos, han venido debatiendo acerca de cuál sería la mejor manera de honrar su memoria.

Inicialmente se habían enfocado en organizar un simposio en algún lugar de este continente, pero la pandemia y sus secuelas le puso fin a esa magnífica idea.

Luego de mucho ir y venir, distraídos como estamos todos con las banalidades de la vida moderna, los colegas de Ramón en el Banco Interamericano de Desarrollo, Osmel Manzano, Carlos Sucre, Lenin Balza y el que escribe, nos decantamos por publicar un libro que agrupara trabajos en homenaje a la trayectoria intelectual de Ramón, una oportunidad única para sumar voces que es poco probable conseguir en un solo lugar. Una tarea, que a primera vista lucía sencilla, pero que nos ha hecho caminar por una sinuosa senda para finalmente terminar en este volumen que hoy presentamos: “Energía, institucionalidad y desarrollo en América Latina: El legado de Ramón J. Espinasa Vendrell” Editorial Alfa, marzo 2024.

El lector no se sorprenderá de que la mayoría de los autores que contribuyen se hayan decantado por temas asociados al petróleo, la cuestión que más espacio ocupó en la vida y el trajinar intelectual de Ramón. Sin embargo, en la segunda mitad de su vida profesional, cuando ya su mundo se había expandido a todo el hemisferio occidental, y más de una vez el Medio Oriente, su interés se expandió a la energía más allá de los hidrocarburos, convirtiendo su trabajo en referencia obligada en temas de energía, institucionalidad y desarrollo. Sobre esos asuntos, más amplios, también escriben nuestros autores.

El libro comienza con un perfil personal sobre Ramón escrito por Maite Espinasa Vilanova, su prima hermana. Maite, que ha escrito un libro entrañable sobre la familia Espinasa (Cerca del cielo: Memorias), resume la vida de Ramón desde el afecto filial y nos ayuda a entender, desde los orígenes familiares, las complejidades de la personalidad de Espinasa como hijo de catalanes republicanos. Pero no se queda ahí Maite; su escrito nos deja entrar dentro de la vida personal de Ramón y resume los principales hitos de su extensa trayectoria profesional que, con sus inevitables vaivenes, es un reflejo del circuito vital de muchos de los hijos de inmigrantes que anónimamente han contribuido a nuestra historia reciente.

En el segundo capítulo, como es solo lógico, le damos la palabra al propio Ramón. Hemos escogido un trabajo, de los muchos que escribió, que consideramos ejemplar: “Lecciones y propuestas para la reconstrucción del sector petrolero: A 75 años de los acuerdos de 1943”.

Este texto ejemplifica no solo la pasión que Ramón tenía por Venezuela y su petróleo. El trabajo, que conmemora la puesta en vigor de la Ley de Hidrocarburos de 1943, nos permite observar la manera que tenía Espinasa de analizar: usar la historia petrolera, hilando episodio a episodio, no solo para dar a conocer aquello que los venezolanos se empeñan en ignorar de esa industria, sino para establecer la base fundacional desde donde proyectar el futuro de esa industria y por ende del país. Quizás este artículo es el mejor esbozo del libro que no alcanzó a escribir.

Le sigue un capítulo de Osmel Manzano, alumno, amigo, y colega de Ramón en el BID. Osmel es quizás el más petrolero de todos nuestros autores, no porque haya trabajado a la vera de un taladro, que nunca lo hizo, sino porque creció en un campo petrolero en el occidente de Venezuela, rodeado de esa fauna extinta que es la PDVSA del siglo XX.

Osmel evitó la atracción fatal del petróleo y tomó el derrotero de los multilaterales, y ha dedicado su vida profesional a entender las economías del hemisferio, y es esa experiencia la que le permite aproximarse al tema de su contribución a este libro.  El trabajo de Manzano se concentra en la renta, no en su origen, como aclara en las primeras líneas, sino en su destino. Para ello, Manzano se pasea por varios países del continente americano y analiza cómo ha sido su desempeño macroeconómico en relación con las rentas recabadas desde el sector extractivo, y extrayendo recomendaciones de cara a un futuro donde la transición energética presenta retos y oportunidades a la región.

Carlos Sucre, el último “escudero” de Ramón en el Banco Interamericano de Desarrollo, y hoy Caballero por méritos propios, nos regala un extenso trabajo, que, como el mismo escribe, es una continuación de un artículo que Espinasa y él habían escrito para la Universidad de Harvard en 2015.

El artículo que aquí presentamos compara y contrasta el panorama energético de América Latina y el Caribe, con el resto del mundo, usando los ejemplos de Estados Unidos, China e India; y explora los patrones contrastantes de producción y consumo de energía dentro de las diferentes regiones de América Latina y el Caribe, destacando como los países enfrentan desafíos y oportunidades disímiles. Carlos no escatima en darnos datos valiosos en forma gráfica para ilustrar sus argumentos, muy a lo Espinasa.

En el siguiente capítulo se combinan dos conocidos e influyentes académicos venezolanos, Francisco Monaldi y Luisa Palacios, quienes junto con Cristopher de Luca auscultan las entrañas de la transición energética en la región. Aunque Luisa y Francisco han hecho mucho de su carrera fuera de Venezuela, nunca han dejado de estar conectados con el acontecer de la industria petrolera en Venezuela y hoy están dedicados a estudiar de temas de energía y ambiente, en sendas universidades en los EE. UU.

Francisco porta la antorcha que alguna vez encendió Ramón, y es hoy referencia obligada, no solo para el asunto petrolero venezolano, sino en energía para todo el hemisferio.

Luisa, por mucho tiempo parte de la comunidad financiera internacional, hoy enfoca su interés en a la academia, para la cual ha demostrado una afinidad sorprendente. El trabajo que nos comparten está dirigido a examinar el impacto que la transición energética, léase reducción de las emisiones de gases invernadero, tendrá sobre la industria petrolera de América Latina. Es un estudio ambicioso, ya que toca asuntos de ambiente, biodiversidad, fiscales, entre otros. 

Le sigue Roberto Rigobón, quien ha hecho su carrera de economista como profesor en el Massachussets Institute of Technology (MIT). Al igual que Espinasa, Rigobón es un ingeniero transformado en economista de alto vuelo y quizás por ello se sintonizaban tan bien.

El trabajo que nos presenta Roberto comienza con un homenaje a Ramón el “ciudadano”, para luego tratar de responder una de esas preguntas que ambos se hacían cuando conversaban sobre Venezuela: ¿Es el petróleo una bendición o una maldición? Destilando los conceptos macroeconómicos más complejos a través de un lenguaje muy coloquial y cercano, Roberto nos regala un delicioso texto que Ramón hubiera admirado, y que cuando lo leía no podía dejar de sonreír mientras aprendía. 

Para el siguiente capítulo escogimos a Ruth de Krivoy. Dado el rol protagónico que Ruth ha tenido en el quehacer económico y político de Venezuela, era inevitable que Ramón y ella se cruzaran en el camino, sobre todo cuando Ramón, por su posición en PDVSA, era la referencia obligada cuando los economistas quería entender la economía del petróleo. Además, Ramón aportaba a esas relaciones algo que sigue siendo poco común en nuestro país: un entendimiento del petróleo que se separaba de la visión de “excremento del diablo” que tiñe la mayoría de nuestra literatura económica. Es en ese espíritu, y con el rigor académico que la caracteriza, que Ruth se sumerge en la economía venezolana, el rentismo y sus consecuencias, tratando de responder la pregunta: Prosperidad en una Venezuela post-rentista: ¿una quimera? Una lectura útil en el entendimiento de la economía política venezolana y una postura ilustrada sobre las posibles respuestas.

José Ignacio Hernández G., abogado, profesor universitario y muchas otras cosas, fue uno de los primeros en aceptar formar parte de este libro, y junto con Roberto Rigobón, los primeros en entregar sus trabajos; quizás tiene que ver con trabajar a la orilla del río Charles, en las afueras de Boston, pero divago. José Ignacio siempre me ha comentado acerca de la influencia que Ramón tuvo en su entendimiento de la “cosa petrolera” y de los cambios institucionales que se necesitaban implantar para transitar del estatismo petrolero a la promoción de una industria petrolera sana. De hecho, conocí a José Ignacio en una de esas muchas reuniones que se hacían para proponer salidas a la crisis, donde Ramón era siempre centro de atención, y ya José Ignacio destacaba como un analista sesudo. En el trabajo que compartimos aquí, José Ignacio nos pasea por la evolución histórica de la institucionalidad alrededor del petróleo, en un despiece meticuloso, como solo un abogado de su nivel puede hacer. 

El trabajo concluye esbozando los cambios que Hernández piensa se necesitan para volver a desarrollar una industria de hidrocarburos competitiva, lejos del estatismo fallido que hoy sigue maniatando su potencial.

La siguiente autora es Carlota Pérez, una de las investigadoras más influyentes en los temas de revoluciones tecnológicas, sus ciclos de expansión y su relación con los movimientos de capital y la creación de valor.

Carlota es un avis rara: más conocida y respetada en el mundo académico y empresarial internacional que en su propio país. El ensayo que aquí nos presenta es típico de su particular manera de analizar la evolución del desarrollo, no como una continuidad aparente, sino como solapamiento de ciclos tecnológicos que destruyen viejas formas de desarrollo para dar paso a novedosas formas de crear valor social y económico. Carlota examina la actual coyuntura de la revolución de la información, transición energética y desigualdad social, para postular que América Latina tiene una oportunidad de desarrollo asociada a la enorme demanda por recursos naturales que presenta la globalización y la transición verde.

Carlota asegura que, para aprovechar esas oportunidades, hay que abandonar ideas obsoletas y repensar audazmente la institucionalidad. Un texto sin duda provocador, con ideas que vale la pena masticar lentamente, y que formaban parte de las preocupaciones de Espinasa en su etapa del BID.

El ensayo que le sigue, escrito por Álvaro García Hurtado, chileno, es una muestra de cómo Espinasa había ampliado sus horizontes más allá del petróleo en Venezuela o el petróleo en el hemisferio.

Álvaro nos describe en su ensayo, la manera como conoció a Ramón y cómo este le invito a participar y co-diseñar un ejercicio dirigido a convocar a un diálogo en América Latina sobre el sector extractivo y a potenciar su rol como potencial de desarrollo, enfrentando las críticas y conflictos sociales que ya entorpecían su desarrollo. Álvaro hace un resumen magistral de un trabajo complejo, que convocó a más de treinta personas, contando expertos del BID, y que tanto él como Ramón pudieron mantener en curso a pesar de las naturales desavenencias dentro de un grupo muy diverso. El texto de Álvaro es una oportunidad única de sumergirse en el hemisferio, sus recursos, su institucionalidad, sus particularidades y es un digno homenaje a la amplitud de convocatoria que había logrado Ramón.

Los dos últimos escritos del libro se salen un poco del molde ensayístico de los anteriores, pero terminan sirviendo el propósito de dejar un testimonio de Ramón como ser humano, ayudando a entender la huella que fue dejando mientras caminó por esta vida.

El primero de esos textos es la contribución de Juan M. Szabo, alguien que tuvo un afecto muy especial por Ramón, y que compartió con él éxitos y sinsabores durante su tiempo en PDVSA, en particular como colaboradores en la materialización de la Apertura Petrolera. Esa amistad y colaboración sobrevivió el deslave de PDVSA de principios del siglo XXI, y continuó por años en otros proyectos. 

Juan, cuya experiencia petrolera es larga, variada y multidisciplinaria, y que conoce mejor que la mayoría los engranajes que mueven la industria petrolera, nos pasea por una corta reseña del origen de PDVSA y de las culturas estancas que estuvieron en sus orígenes. Todo, con el objetivo de darle contexto a la contribución vital de Ramón en la definición y consecución del objetivo de transformar la corporación estatal; y regalándonos viñetas de su personalidad: Ramón como animal político

El segundo testimonial, escrito por Lourdes Melgar, es quizás un cierre apropiado. Lourdes, junto Álvaro García, son los únicos no venezolanos que logramos reclutar para este libro, no por falta de voluntad, me veo obligado a aclarar. El texto que nos regala Lourdes es entrañable. Está escrito con sabiduría, desde la experiencia y con afecto por Ramón. El hecho de que Lourdes sea mexicana y actor importante en la nomenclatura energética mexicana, le da un valor especial. México es la alianza petrolera que Venezuela nunca pudo forjar, nuestro competidor en la sombra mientras le guiñábamos el ojo al Medio Oriente. Pero como Lourdes deja claro, el carisma y conocimiento de Ramón podían construir vínculos más allá de esas diferencias atávicas

Ramón nunca terminó de escribir el libro que sus amigos esperábamos de él, quizás el hecho de tener tantos intereses, moviéndose de un tema a otro, mientras balanceaba su vida personal, le impedía la concentración necesaria para escribirlo; la tarea de reunir sus textos publicados en diferentes sitios está todavía pendiente.

Ramón era un comunicador nato y cuando hacía una intervención pública dejaba atrás su natural timidez y daba rienda suelta a su histrionismo, cual actor sobre el escenario; es una pena que no quede un récord visual de sus presentaciones.

Iniciativas como este libro corren el riesgo de convertirse en una especie de hagiografía y creo que Ramón no estaría de acuerdo con eso. Ramón podía ser terco como una mula, cualidad que le permitía practicar el montañismo y ser corredor de larga distancia, pero que también lo llevaba a discusiones agrias con aliados y adversarios por igual. Sin embargo, tampoco fue ajeno a cambiar de idea, aunque eso lo hiciera cuando nadie lo estaba viendo. Sé que se fue a regañadientes, aferrado a la esperanza de seguir pataleando, pero no fue.

Este libro es un modesto homenaje, en primer lugar, a Ramón, el amigo entrañable. Pero, también, es un homenaje a las ideas que trabajó, y que hoy continúan relevantes y objeto de mucho debate. Los que escriben en el libro lo hacen con afecto, pero también comparten con Ramón la pasión por el trabajo intelectual y su entusiasmo por contribuir al desarrollo de una región que todavía no logra materializar su potencial de desarrollo.

Este texto es una adaptación de la introducción escrita para el libro, que fue lanzado oficialmente el 17 de abril de 2024, en la Universidad de Georgetown, en Washington, donde Ramón Espinasa dio clases hasta su fallecimiento. Se está programando un acto similar en la ciudad de sus amores: Caracas.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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