Hay algo fañoso en la entonación. En el sonido de la voz que hace giros extraños con las emes, así como cuando al hablante le aqueja una gripe. Poeta aparentemente constipado, bardo dominical, el implante capilar peinado impecable, el cuerpo rígido, la mirada del hombre seguro de sí mismo, los ojos ligeramente achinados; quizás por algún retoque en la piel o por el filtro de Instagram. Quién sabe. Wilmer Ruperti ha sacado a flote sus veleidades de poeta y cada semana postea un reel en el que se le ve, sentado, leyendo los versos anotados en su celular.
No sin antes aclarar –una y otra vez- que están dedicados a “la mujer”. O a las mujeres. Una acotación que ya parece la advertencia de alguien que se preocupa de que no se le vaya a malinterpretar por ahí.
El chavismo siempre ha tenido sus poetas. El mismo Chávez se sentía inspirado. Pero se podría nombrar a un buen poeta como Luis Alberto Crespo, con su resolana y sus caballos. A otro que pretende serlo y que más bien desde la Fiscalía se mueve entre lo macabro y la espeluznante maquinaria de presos políticos que dirige con sus trajes ajustados. Y ahora se suma el empresario Ruperti, aprovechando la libertad y la proyección de Instagram, y el aplauso y la adulación que rodea a cualquiera con tal poder económico y con tan estrecha relación con el político.
¿Y qué tal es como poeta? El 14 de abril fue para Ruperti el día de atreverse. Es lo que dijo: que algunas personas le comentaron que escribía bien y que entonces había decidido a atreverse a leer públicamente uno de sus poemas –“obvio que dedicado a una mujer”-. En el video se calza los anteojos y lee en su iPhone: “Humedeces mis labios, como la mar a la arena, como las nubes al cielo… Sigues estando dibujada en mis ojos, distante, pero perfecta”.
Después de que en 2020 el venezolano Rafael Cabaliere ganara el premio EspasaEsPoesía con líneas como “que las cosas no hayan salido como esperabas, a veces también es fortuna”, difundidas por Twitter e Instagram, todo es posible. El de la poesía es otro universo en expansión, aunque por este camino termine convertido en un agujero negro.
Más allá de la calidad de sus versos, hay que reconocerle a Ruperti que se puede dar ese y otros tantos lujos. Que no nos extrañe la pronta aparición de un libro suyo, con alguna primorosa edición financiada por él mismo y otra más al alcance del pueblo dentro de alguna colección de Monteávila, si es que eso existe todavía.
El empresario naviero, dueño de Canal I, propietario y salvador de la honra de los Tiburones de La Guaira, salvador también de la revolución en tiempos del paro petrolero, ha decidido dar rienda suelta a la proyección de su figura pública.
«Carrillo, quien ha hecho más vida en Miami que aquí, parece haber llegado a Venzuela con hambre, con ganas de raspar un boleto premiado, de montarse en una buena.
Ya hizo lo que tenía que hacer. Puso sus buques a llevar crudo venezolano por todo el mundo, trajo gasolina cuando faltó, fue marido de una actriz, le obsequió a Chávez un par de pistolas de oro que eran de Bolívar por las que pagó 1,6 millones de dólares; le entregó otro par de pistolas a Nicolás Maduro que George Washington le habría regalado a Bolívar y que a él le costaron 1,8 millones de dólares; pagó la defensa legal de los sobrinos de Cilia Flores, procesados en Estados Unidos por cargos de narcotráfico; invirtió para que su equipo quedara campeón de la Liga Profesional y de la Serie del Caribe el primer año de su gestión, no resultó salpicado en el guiso petrolero de Tareck El Aissami y su pandilla, y si le da la gana de ser poeta, ¿quién le va a decir que no lo es?
Ese “Atrévete a soñar” no parece –por ahora- que vaya a tener un impacto negativo en el erario público.
En cambio, el de Fernando Carrillo es casi seguro que saldrá de las arcas del Estado. El actor caraqueño, apareció el 26 de mayo en redes sociales anunciando que él y su “gran amigo” Alex Saab van a crear una nueva industria del entretenimiento en Venezuela a la que ya bautizó, con escasez de originalidad, como “Vollywood”.
El galán de telenovelas parece haber encontrado un nuevo padrinazgo en la estructura del poder y así como una vez medró en el entorno de los hermanos Rodríguez y luego se retiró a su Miami, hoy se abraza al empresario colombiano y lo celebra como “héroe”.
“Vuelven las novelas y las series. Venimos con todo”, se entusiasmó Saab en el video. La promesa inicial es que los actores y actrices “de la patria” contarán “su historia”, con lo cual, lo que se puede anticipar es un derroche de recursos económicos que bien le vendrían al Hospital JM de los Ríos y que se malgastarán en producciones audiovisuales de burda propaganda oficialista.
Carrillo, quien ha hecho más vida en Miami que aquí, parece haber llegado a Venzuela con hambre, con ganas de raspar un boleto premiado, de montarse en una buena. Carrillo ha sido galán de éxito, actor de pocas luces, cantante desafortunado, modelo de OnlyFans y animador de programas de concurso. Ahora, instalado en Lechería, ha declarado que pondrá en marcha el canal Lechería TV –produciendo una serie protagonizada por él mismo- y que instalará en Margarita ese “Atrévete a soñar” al que llama Vollybood.
También se le ha visto en redes pidiendo –en inglés- que levanten las sanciones al gobierno de Maduro. Y es inevitable pensar que cuando habla de las sanciones que afectan al pueblo, seguramente se está refiriendo a sus propios intereses.
A sus 58 años, Carrillo ha visto la oportunidad de dar un buen golpe. Si lo consigue, que no nos extrañe que ya sexagenario, como Ruperti, también le de por revelarse poeta.