En lo que se pudiera entender como incertidumbre por diseño, las idas y venidas de la administración Trump con relación a su política arancelaria son percibidas por el mercado como una amenaza creíble a la robustez de a demanda mundial de petróleo, y es lo que ha terminado moviendo los precios. La inmediatez de los fundamentos, suministro y demanda, no ha podido mitigar la amenaza de un deslave económico en el horizonte.
A la ráfaga de nuevos y mayores aranceles, anunciados en el llamado “Liberation Day”, le ha seguido esta semana una pausa de 90 días antes de que se hagan efectivos, con excepción de los que se aplican a China, que seguidamente fueron modificados por una lista de excepciones. Este aparente cambio de dirección de la Casa Blanca funcionó como una especie de rampa de frenado temporal en la caída de los precios del petróleo, pero la escalada de la batalla comercial entre EE. UU. y China continúa echándole leña el fuego.
EL COMERCIO, UNA HERRAMIENTA POLÍTICA
Poco confort le brinda al vulnerable mercado petrolero que la producción de EE. UU. haya declinado esta semana, según la EIA, en ciento veintidós mil barriles por día (122 Mbpd), a lo que se le suma la continúa reducción de taladros activos; según Baker Hughes, esta semana hubo una caída de 9 taladros de perforación en las cuencas de petróleo (26 menos que hace un año). Ni siquiera el hecho de que a nivel mundial hay 56 taladros menos que hace un mes, afectó al mercado. Una reducción en producción de 200 Mbpd, que estimamos, sería el resultado de la reducción reportada de en los taladros activos, debería ser un catalizador significativo en el mercado, pero en las condiciones actuales no causa ni volatilidad. Por el contrario, lo que parecieran ser las reacciones venáticas de Trump, Xi Jinping y hasta de Ursula von der Leyen, la presidente de la Unión Europea, en la batalla de aranceles, se reflejan con celeridad en los precios del mercado, que terminan magnificando la materialidad de sus decisiones.
El aumento de los aranceles a los productos chinos se produce en un contexto comercial muy asimétrico y volátil, con Trump abriendo un compás de espera de 90 días durante el cual el resto de las economías mundiales tendrán un arancel del 10 %. La UE y otros países tomaron la decisión norteamericana con optimismo y comienzan a hablar de negociar. Por ejemplo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que la UE ha suspendido sus aranceles de represalia del 25 % sobre los productos de EE. UU. durante 90 días; esto es aplicable a veintiún mil millones de euros en productos estadounidenses.
China, la potencia que Trump busca neutralizar, está respondiendo a la decisión de EE. UU. de aumentar los gravámenes, aunque ha dicho que no está dispuesta a subir más allá. La escalada mutua ha alcanzado un 145 % para los productos chinos y un 125 % para los productos norteamericanos. China aumentará sus aranceles sobre todos los productos estadounidenses a partir del 12 de abril. Se trata de la última respuesta de la potencia asiática ante la imposición arancelaria de Estados Unidos, que en estos momentos mantiene unas barreras comerciales del 125 % frente a su rival, pero estas se suman a un arancel extra del 20 % que la administración norteamericana vincula “a la producción de fentanilo”. Por lo tanto, la carga arancelaria total sobre China asciende al 145 %.
Ciertamente, existe una relación comercial entre China y EE. UU. que favorece al primero, que es la razón por la que la administración de EE. UU. da el primer paso imponiendo aranceles. Sin embargo, el “ojo por ojo” entre los dos países se ha convertido en un juego de poder, donde ambos bandos se mantienen reacios a retroceder antes que el adversario. El resultado de esta escalada irracional es difícil de prever, ya que en el extremo podría significar una ruptura de importantes cadenas de suministro, recaída de la economía china y una potencial estanflación en la economía de EE. UU., el mayor productor y el segundo mayor consumidor de petróleo, respectivamente. Esto implicaría una transformación que alteraría el orden económico internacional y fomentaría tendencias a la formación de bloques económicos regionales.
El petróleo fue excluido de la repartición generalizada de aranceles, quizás para evitar afectar la visión “drill, baby drill”, a pesar de que esta ha perdido vigencia a partir de su lanzamiento durante la campaña electoral norteamericana. Resulta casi imposible aislar la actividad petrolera de los avatares de la probable reducción de la demanda energética, producto de la desaceleración económica global. Como mencionamos anteriormente, ya se están recortando los presupuestos de inversión petrolera a nivel global, tal como lo refleja la caída en la actividad de taladros reportada por Baker Hughes.
Los precios actuales están demasiado cerca de los límites económicos de muchos campos de producción, incluyendo algunos situados en las cuencas sedimentarias de shale oil en los EE. UU. Estimamos que cerca de setecientos mil barriles por día (700 Mbpd) se encuentran en una situación en la cual mantener la producción, servir la deuda del operador y remunerar a los accionistas, se convierte en un acto de malabarismo financiero improbable de lograr. La presión financiera de precios a la baja ya se siente hasta en Vaca Muerta (Argentina), una de las cuencas más prolíficas de la región.
En lo que se refiere a la situación económica interna de EE. UU., el incremento en el rendimiento de los bonos del tesoro y el debilitamiento del dólar conforman un escenario de encarecimiento del servicio de la deuda, todo lo contrario al objetivo declarado la administración que ahora tendrá que esforzarse para revertir este revés. Esta es la razón por la cual Trump presiona y emplaza a la Reserva Federal (FED) para que baje las tasas de interés. Jerome Powell, presidente de la FED, insiste en seguir los datos, mientras que quiere demostrar su independencia del poder ejecutivo, por lo que, a pesar del buen comportamiento de la inflación, pero con una expectativa de alza, la FED podría optar por posponer la próxima reducción de intereses.
Pero a pesar de todo este marco sombrío, no debemos descartar un escenario en el cual, durante los 90 días de suspensión, la mayoría de los países lleguen a un acuerdo y en un continuado ambiente de desconfianza, Trump y Xi lleguen a un paquete de acuerdos, quizás no óptimo, pero que ambos puedan presentar como una victoria. En este sentido, los teléfonos inteligentes y las computadoras se encuentran entre los muchos dispositivos y componentes tecnológicos que estarán exentos de los aranceles recíprocos impuestos por el presidente Trump, según una nueva guía de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU., emitida a última hora del viernes por la noche.
Esta decisión llegó después de que Trump, a principios de este mes, impusiera aranceles de niveles históricos a los productos de China, una medida que amenazó con afectar a gigantes tecnológicos como Apple, que fabrica iPhones y la mayoría de sus productos en China. La nueva guía arancelaria, a contravía de la estrategia de atraer fábricas a EE. UU., también incluye exclusiones para otros productos electrónicos, incluidos computadoras portátiles, semiconductores, células solares, pantallas de televisión de pantalla plana, unidades flash, tarjetas de memoria y unidades de estado sólido utilizadas para almacenar datos. Esta “excepción” fue cuestionada por el mismo presidente Trump el domingo pasado, cuando a través de su red social “TRUTH” subrayó que nadie estará exento de los aranceles y que esos productos van a ser sujetos al llamado “arancel de fentanilo” y luego a aranceles adicionales, pero es probable que sean mucho más bajos que la tasa del 145 % que se había impuesto originalmente. Esta última aclaratoria de la administración Trump es un ejemplo de las órdenes y contra órdenes que siembran incertidumbre en los actores económicos.
Aunque el petróleo no fue directamente afectado por los aranceles, la guerra comercial entre EE. UU. y China no solo afecta el intercambio comercial entre esos países, sino que causará desequilibrio en los fundamentos del mercado petrolero: oferta, demanda, flujos comerciales y precios. En un mercado tan interconectado como el energético, una disputa entre gigantes económicos generará efectos globales.
OPEP+ ¿INOPORTUNA O APROVECHÓ LA COYUNTURA?
La semana pasada, la OPEP+ anunció una aceleración en la apertura de los volúmenes previamente cerrados por sus miembros, lo que ha contribuido a la caída de los precios. Se han propuesto varias teorías sobre esta decisión, que puede parecer contradictoria. Las condiciones del mercado actual son robustas, y la demanda continúa superando el suministro; sin embargo, el enfoque principal del mercado está en los posibles efectos negativos de la guerra comercial debido a la revisión de balances comerciales y aranceles entre EE. UU. y otros países. Según algunos, la decisión del cartel presenta una oportunidad para ajustar los volúmenes de capacidad disponible que los países miembros afirman tener, además de ser una manera de incrementar el suministro sin una reacción significativa del mercado. Una porción de los volúmenes anunciados pueden no aparecer, y el mercado podría recalibrar su percepción sobre la real capacidad de respuesta de la OPEP+.
Un desarrollo recién anunciado, la negociación directa entre EE. UU. e Irán, en Omán, sobre el programa nuclear de Teherán, tiene que verse forzosamente en el contexto de las actividades de la OPEP+. Irán, uno de los miembros de la OPEP, podría cambiar su actual posición de soslayar flagrantemente las sanciones de EE. UU. sobre su exportación de crudo, al menos durante esta etapa de las negociaciones. De ser así, las exportaciones petroleras a China podrían caer con respecto al récord de un millón ochocientos mil barriles por día (1,8 MMbpd) en marzo, compensando parcialmente el incremento anunciado por la OPEP+, en caso de que se materialice.
La prensa israelí reveló que el enviado de EE. UU. para Medio Oriente, Steve Witkoff, y el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, “hablaron brevemente” en ocasión de la negociación en Omán. La primera reunión cara a cara entre funcionarios estadounidenses e iraníes en años parecía ser una forma en que ambas partes salvaran la cara después de que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara a principios de semana que las conversaciones serían directas, mientras que Araghchi insistió en que serían indirectas. En un comunicado publicado el sábado por la tarde, la Casa Blanca describió las discusiones con Irán como “muy positivas y constructivas”, aunque admitió que los problemas que necesitan resolverse “son muy complicados”.
DINÁMICA DE PRECIOS
El mercado petrolero estuvo sometido a una prueba de esfuerzo extremo, lo cual se evidenció en la volatilidad mostrada durante la semana. La imposición de aranceles retaliativos por parte de China, estremeció los precios petroleros hasta llevarlos por debajo del impensable $60/bbl para el crudo Brent. El anuncio de que el presidente Trump había ofrecido un periodo de negociación a los países que habían mostrado apertura en balancear sus relaciones comerciales con EE. UU., promovió un rebote en los precios.
La semana terminó con el precio del barril en un leve alza, pero insuficiente para evitar una semana más de pérdidas: 1,25 % con respecto a la semana anterior. Así las cosas, al cierre de los mercados, el viernes 11 de abril de 2025, los crudos marcadores Brent y WTI, se cotizaban en 64,76 y 60,5 $/BBL, respectivamente.
VENEZUELA
LA GUERRA IMPERIAL: EL ENEMIGO DESGASTADO
La situación política y económica de Venezuela continúa por un camino lleno de baches. El tono de Miraflores se vuelve agresivo. La nueva estrategia es denunciar “la Guerra Imperial” contra el mundo, como la bautizara la vicepresidente, tratando de resucitar un relato político de la década de los sesenta, del siglo XX, que solo resuena entre sus adeptos y la oposición conciliadora. Paradójicamente, el régimen continúa haciendo guiños apaciguadores hacia la Casa Blanca: ya más de 2000 venezolanos han sido repatriados desde los EE. UU.
El régimen se prepara para lo que percibe serán tiempos difíciles producto de la suspensión de las licencias petroleras, los aranceles secundarios a quienes adquieran hidrocarburos venezolanos y la reducción de los ingresos por la sola caída de los precios internacionales del petróleo. En ese contexto, Maduro anunció la aprobación de un decreto de emergencia económica, aprobado por la Asamblea Nacional, y que ya el TSJ dictaminó como constitucional. Este decreto, en principio válido por sesenta días, le permite al ejecutivo suspender garantías constitucionales y lo faculta para dictar medidas políticas, económicas y sociales sin restricción alguna. La vicepresidente, Delcy Rodríguez, lo justificaba como necesario para afrontar la “Guerra Imperial”.
La junta directiva del Banco Central de Venezuela fue también totalmente reestructurada. La nueva presidenta, Laura Carolina Guerra Angulo, es ingeniero de petróleo, con poca o ninguna experiencia en política monetaria, pero sí hermana de la exesposa de Nicolás Maduro. Se comenta que los miembros de la nueva directiva están relacionados con el manejo de criptomonedas, temas que en el pasado han estado pagados de escándalo. Estas medidas extraordinarias acompañan las ya conocidas: reducción del gasto público, limitada intervención en el mercado cambiario, restricción del crédito bancario y acercamiento a China.
La más sorpresiva de las medidas ejecutadas por el régimen fue la cancelación de las autorizaciones a Chevron para seguir cargando crudo, tal como lo venía haciendo bajo la licencia general 41B. Dos de las cancelaciones involucran tanqueros que ya habían cargado, por lo que el petróleo tendría que ser devuelto a tierra, mientras que un tercero no había cargado, según una de las fuentes. En efecto, los buques fletados por Chevron, Dubai Attraction y Carina Voyager, permanecían cargados en aguas venezolanas a la espera de la documentación para su descargue, según las fuentes cercanas a la operación.
El tanquero Carina Voyager tenía como destino la refinería de Pascagoula de Chevron, mientras que el Dubai Attraction tenía previsto transferir su carga al tanquero Cap Corpus Christi, fletado por Valero Energy, frente a Aruba, según las fuentes. De igual manera, otros tanqueros que estaban programados para cargar este mes, Pegasus Star, Ionic Anax, Calypso y Sea Jaguar, vieron suspendidas sus autorizaciones. La vicepresidente y ministra de petróleo, Delcy Rodríguez, dijo que Chevron, tiene que devolver el crudo a PDVSA, como consecuencia de las “restricciones para pagar en razón de la guerra económica” del Gobierno de Donald Trump.
Aunque no ha habido confirmación oficial de parte de Chevron o la OFAC, parece que se trata de que la interpretación que asomamos la semana pasada, de que la licencia 41-B solo autorizaba a Chevron la adquisición de crudos producidos o en inventario hasta el 2 de abril, bajo las condiciones establecidas en la licencia 41. Posterior a esa fecha, el crudo se consideraba ajeno a la licencia y Chevron no estaría facultado a hacer los pagos correspondientes, razón por la cual PDVSA exige la devolución. De manera que todo indica que el periodo para el ingreso de crudo venezolano a EE. UU., bajo el régimen de licencias de la OFAC, ha concluido. No obstante, un cargamento de crudo ya partió hacia India en un VLCC fletado por Reliance, presumiblemente con un “waiver” de la OFAC, pero esto no se ha podido confirmar, pues se trata de una licencia privada. En todo caso, con la desviación de los tanqueros de Repsol y la cancelación de los envíos de Chevron a EE. UU., todo el crudo venezolano tendrá como destino el lejano oriente y Cuba.
El efecto combinado de precios internacionales bajos, los requerimientos de descontar severamente los precios de los crudos venezolanos para poder colocarlos en Asia, y la ausencia de remuneración de las exportaciones a Cuba, reduce a aproximadamente a la mitad los ingresos por venta de hidrocarburos. La problemática de comprar diluente y combustibles necesarios para mantener el proceso de dilución de los crudos de la faja y satisfacer el mercado interno, respectivamente, no parece estar resuelto todavía.
Pero aun antes de que ese efecto se empiece a sentir, las intervenciones en el mercado cambiario ya han sido insuficientes y la tasa de cambio oficial se devaluó en un 18 % y la brecha con la tasa paralela está por encima del 30 %. Estos números están llevando a la inflación anualizada a niveles casi considerados “híper”.
Operaciones Petroleras
Esta semana, la crisis eléctrica ha tenido efectos más profundos sobre la actividad petrolera. Las operaciones en el terminal de Jose, en el oriente del país, y las refinerías de Paraguaná, fueron afectadas. En el terminal esto significó una reducción en la capacidad de carga y descarga, y en las refinerías una menor producción de combustible para el mercado interno. Las refinerías nacionales procesaron 196 Mbpd de crudo y productos intermedios, con un rendimiento de gasolina de 68 Mbpd y 76 Mbpd de diésel.
La producción de crudo durante la última semana promedió 870 Mbpd, distribuida geográficamente como sigue:
- Occidente 219 (Chevron 103)
- Oriente 127
- Faja del Orinoco 524 (Chevron 118)
- TOTAL 870 (Chevron 221)
En las actividades cotidianas de Chevron se observó una reducción de actividad de las empresas de servicio, posiblemente como parte del “wind down” establecido por la licencia general 41B. Esta reducción de actividad de las empresas de servicio, en lugar de su traspaso a PDVSA, nos inclina pensar que el mantenimiento después de la salida de Chevron será mínimo, aunado a una falta de motivación por parte Chevron de continuar hasta el fin de la licencia, al no poder adquirir y comercializar crudo, ni recibir amortización de la deuda. En ese caso, la declinación mecánica por falta de mantenimiento podría llegar a un 6 % en Boscán y un 8 % en las empresas mixtas (EM) de la faja del Orinoco para fin de año, o sea una caída de producción de aproximadamente diez mil barriles por día (10 Mbpd) en las EM manejadas por Chevron, hasta ahora. Esta caída de producción podría ser sustancialmente mayor si la operación del mejorador de PetroPiar siguiera la suerte de los otros tres mejoradores.
Las exportaciones de la semana se han visto afectadas por el corte eléctrico y por el cambio en el manejo de Chevron, aunado a la incertidumbre de las compras de China, las cuales se están despachando con destino a Malasia y Singapur. El precio promedio de venta de los barriles comercializados bajo el amparo de licencias OFAC, neto de pago de deuda, fue de $49,8/bbl y un precio promedio ponderado de $32,1/bbl para toda la exportación.
M.Juan Szabo, Analista Internacional de Energía
Luis Pacheco, Académico no-residente del Baker Institute