En la aldea
21 mayo 2025

¿Por qué el 28 de julio sí y el 25 de mayo no?

Después del 28 de julio no hay más elecciones legítimas si antes no se honra ese triunfo. El que convoca al 25 de mayo ya perdió la autoridad para hacerlo.

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Sylvie Páez | 05 mayo 2025

Una interpretación necesaria

Como académica, investigadora y analista político, me encuentro a diario con dos preguntas recurrentes, están ahí, interpelan a políticos, a estudiantes, a distintos movimientos sociales, algunos lo han convertido en un dilema innecesario o calmadores de conciencia; otros en preguntas retadoras capaces de plantear desafíos al sistema. Tengamos en cuenta algunas de estas interrogantes: ¿por qué el 28 de julio sí debíamos votar? ¿Por qué el 25 de mayo no debemos votar? ¿Por qué lo hicimos en las primarias del 2023? ¿Por qué no lo hicimos por el Esequibo en diciembre de 2023? 

Dos bloques de preguntas, dos momentos históricos diferenciados, dos años consecutivos, todos bajo la lógica de un mismo sistema opresor, totalitario, no democrático; es esta la condición de fondo. La naturaleza del sistema no está en dudas, son lo que son; del lado de la ciudadanía, de la gente común, de nuestras comunidades empobrecidas también somos lo que somos, demócratas, creyentes de la libertad, luchadores, desafiantes, pero en el medio de los dos polos (el primero minoritario, el segundo multitudinario) están ciertos políticos, empresarios, académicos que buscan salvar su vida y patrimonio a cambio de hacerle el juego al régimen, validar una elecciones que a todas luces van contra la democracia, en sentido opuesto a la comunidades populares y a la sociedad en general. 

No hay manera de justificar ninguna elección después del 28 de julio de 2024 (tampoco antes) pero julio fue estratégicamente un punto de inflexión, sabíamos que habría fraude, pero había que participar porque tras esa táctica había un plan. En investigaciones hechas para medir la asistencia a la elección de ese día, los participantes de grupos focales y entrevistados coincidían en las siguientes afirmaciones: “Si se dan las elecciones va a ganar Edmundo…” “Votaremos por el que le levante la mano María Corina, que sabemos quién es, yo no salgo a votar por ningún otro.” “Yo pienso que si Maduro gana es porque se va a robar las elecciones…” “Votaremos, aunque sabemos que van a hacer fraude…”

Todas las respuestas e interpretaciones estaban basadas en dos principios fundamentales: primero, confianza en el liderazgo de María Corina Machado, quien desde una visión estratégica y honrando la confianza popular, decidió lanzarse tras la fachada de Edmundo González y, segundo, participar en las elecciones sabiendo que iba haber fraude, los entrevistados estaban conscientes que habían tomado una decisión en contra corriente, pero la confianza en la líder electa 8 meses antes, el 22 de octubre de 2023, se tomó una decisión, confiando plenamente en la visión política, estratégica y astuta de la líder. 

Estos dos principios o condiciones de fondo, selló un triunfo nunca visto, según las actas emitidas por las máquinas, escaneadas, registradas, la proporción fue de 70-30, a favor de Edmundo González, en nombre de María Corina Machado, este fue el punto de llegada. El punto de partida de todo este proceso político inédito, en el seno de un régimen no democrático, totalitario, fue la confianza mutua de Machado-Pueblo, eso produjo, no solo la emisión del voto, que fue un acto multitudinario sin precedente en Venezuela, sino que desencadenó un proceso de organización electoral hecho con los recursos de la ciudadanía, autónomamente, desde el valor y el sentido de libertad de los comanditos y las comunidades populares.

El 28 de julio amanecimos de fiesta porque hubo preparación para ello, decisión, confianza, no fue un salto al vacío, fue una estrategia desarrollada en comunidad y alianza con el liderazgo de Machado y todo el movimiento del comando CONVZLA. Aunque no había confianza en el CNE ni en el chavismo, el pueblo sabía a qué se enfrentaba, se caminó organizadamente hacia ese objetivo: ganar y demostrar que se ganó

Por eso el 28 de julio sí. Hacía falta algo que no se había logrado hasta ahora: vivir el triunfo y demostrarlo, producir un proceso político coherente entre el liderazgo y las comunidades populares, de clase media y de todo signo, la participación electoral coincidió plenamente con las proyecciones cualitativas y cuantitativas. El entusiasmo, la organización, la disposición de la gente fue el signo distintivo de ese tiempo. 

En este sentido, el 28 de julio originó una realidad que se comprobó: la oposición ganó la elección, produjo una verdad, un acontecimiento invaluable, un ícono, una imagen poderosa en la que se consolida un proceso de lucha, sueño, esperanza. Fue el sello de la posibilidad del reencuentro y de la libertad. Entre la gente se escuchaba las siguientes expresiones: “Aunque se roben la elección hay que participar…”, “Llevamos tiempo ganando, pero esta vez no nos la van a quitar…”.

Ese día se cerró una puerta, la puerta electoral, para poder abrirla de nuevo hay que honrar la verdad que todo el mundo sabe que ocurrió y por la que se luchó, no fue un regalo, ni la produjo un mesías, fue la gente y las distintas comunidades de los diversos estratos sociales, en comunión con el liderazgo. Haber ganado, saberlo y estar demostrado, tiene un costo muy alto, es la llave que permitirá que la historia continúe.

En la línea de acontecimientos similares están dos eventos electorales cuyo signo distintivo es la búsqueda de la libertad: la primaria de octubre de 2023 y la elección presidencial del 28 de julio de 2024. Luego viene el referéndum sobre el Esequibo de diciembre de 2023 que comparte su misma naturaleza con las elecciones del 25 de mayo de 2025, estas dos últimas no son democráticas, son estrategias del poder ilegítimo y, por tanto, gozan del rechazo popular. Ambas: diciembre-2023 y mayo-2025 quieren borrar la voluntad popular, el poder de la gente, la decisión de un pueblo por la democracia.

Quizás habrá votación el 25 de mayo, lo que no habrá es participación, ni elección, hasta que no se honre el triunfo obtenido. Esto se escucha en la calle, es el argumento que más peso tiene en las comunidades en contra de este evento: “no puede convocar una elección aquel que perdió el poder de hacerlo”. El desafío es restablecer el orden político a partir del triunfo de la oposición el pasado 28 de julio.

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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