No sería errado decir que los últimos años han sido turbulentos para el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU). Desde el cierre apoteósico de su saga original con Avengers: Endgame en 2019, la franquicia ha enfrentado una etapa difícil de redefinición. Si bien ha habido aciertos puntuales como Guardianes de la Galaxia Vol. 3 y Black Panther: Wakanda Forever, el consenso general es que las películas recientes han perdido foco y cohesión narrativa.
La ambición de expandir este universo a través de múltiples series y películas ha resultado, más que en una evolución, en una dispersión. Muchas producciones parecen responder a una lógica de comité ejecutivo, priorizando la fórmula y el “fan service” por encima de las voces creativas con una visión personal y original. Aunque algunas audiencias no lo noten conscientemente, esta falta de autenticidad comienza a pasar factura.
Un universo abrumador
Otro factor que ha contribuido al desgaste es la exigencia de consumo. Las series de televisión han dejado de ser contenido complementario para convertirse en piezas esenciales de la narrativa general del MCU. Esto ha elevado considerablemente la cantidad de horas necesarias para “estar al día”, una demanda difícil de sostener incluso para el fanático promedio.
Películas como Captain America: Brave New World se han convertido en ejemplos de una producción genérica, funcional pero olvidable. Una fórmula que, lejos de emocionar, aburre.
“Thunderbolts”: un experimento con voz propia
En ese contexto, Thunderbolts sorprende. A simple vista, no parecía una propuesta prometedora: un grupo de personajes secundarios del MCU —muchos de tercera o cuarta línea— reunidos en una película coral. Fuera del Soldado de Invierno (Sebastian Stan), la mayoría de estos personajes no cuenta con una base de fans destacable. De hecho, el título lleva un asterisco porque ni siquiera se les ha dado un nombre oficial como equipo.

Sin embargo, contra todo pronóstico, esta es una película que funciona. Y lo hace gracias a decisiones creativas que marcan una diferencia.
Una mirada estética y emocional más cuidada
Dirigida por Jake Schreier (Paper Towns, 2015) y con la cinematografía de Andrew Droz Palermo (The Green Knight, A Ghost Story), Thunderbolts rompe con la estética saturada y genérica habitual del MCU. Aquí predominan los grises y azules apagados, reflejo visual del estado emocional de la protagonista, Yelena Belova (Florence Pugh), una espía rusa lidiando con la depresión.
El resultado visual no solo es más sobrio, sino también más coherente con la historia que se quiere contar. La película se toma en serio el dolor de sus personajes, sin caer en el melodrama ni perder el sentido del entretenimiento.
Florence Pugh como ancla emocional
Una de las mejores decisiones del filme es centrar la historia en Yelena. Florence Pugh, sin duda la mejor actriz del elenco, logra aportar humanidad, ironía y profundidad emocional a su personaje. Alrededor de ella gira un grupo disfuncional compuesto por Ghost (Ant-Man & The Wasp), John Walker (The Falcon and the Winter Soldier), el Soldado de Invierno y el Guardián Rojo, su padre. Todos ellos, inadaptados del MCU, se ven obligados a trabajar juntos para enfrentar una amenaza global.
Menos grandilocuencia, más historia
Lo más refrescante de Thunderbolts es su modestia. A pesar de estar conectada con varias películas y series previas, no exige haber visto todas para comprender lo que sucede. Su historia es sencilla, ágil y enfocada, con un tratamiento honesto de temas como la salud mental, algo inusual en el género.
No es una película revolucionaria, ni pretende serlo. Pero sí representa un tipo de historia que el MCU necesita con urgencia: una que no abrume, que entretenga, que ofrezca una mirada distinta, y que no esté atada a la obligación de construir franquicias interminables.
Conclusión: ¿un posible nuevo rumbo?
Thunderbolts no va a cambiar el cine de superhéroes. Pero sí podría cambiar el rumbo de Marvel si se toma como modelo. Es una película con identidad, que prioriza lo narrativo sobre lo espectacular, y que no necesita construir hacia “el próximo gran evento”. Si el MCU quiere mantenerse relevante, películas como esta podrían ser el camino.