Con información de Transparencia Venezuela en el Exilio
En Venezuela, el deporte ya no es un terreno neutral. La pasión popular por el béisbol, que durante décadas alimentó sueños, rivalidades sanas y orgullo nacional, ha sido colonizada por el mismo poder que se ha infiltrado en casi todos los ámbitos del país. Así lo revela un reciente informe de Transparencia Venezuela en el Exilio, que desnuda la apropiación política y económica del béisbol profesional por parte del chavismo.
La investigación se centra en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP), institución emblemática que en 2025 cumple 80 años de existencia. De sus ocho equipos, al menos cuatro están directamente controlados por empresarios ligados al oficialismo, mientras los otros sobreviven en una tensa relación con el poder, sin poder escapar a su sombra.
Equipos con dueño… y padrino político
Los Navegantes del Magallanes, quizás el equipo más popular del país, están bajo la presidencia de Giuseppe Palmisano, un personaje clave en el deporte venezolano, con presencia también en el básquet y el fútbol, y actual presidente de la LVBP. Su influencia está lejos de ser casual: Palmisano forma parte de una red de dirigentes deportivos afines al madurismo.
Otro caso ilustrativo es el de los Tigres de Aragua, donde figura el nombre de Esteban Trapiello, productor vinculado al exministro Tareck El Aissami, hoy caído en desgracia y presuntamente detenido por corrupción. El vínculo entre Trapiello y el poder no ha sido un secreto: ha ocupado cargos y mantenido sociedades en sectores estratégicos, incluidos los medios y el deporte.
El equipo de Tiburones de La Guaira fue adquirido en 2023 por el empresario naviero Wilmer Ruperti, reconocido por sus rescates al chavismo en tiempos de crisis energética. Ruperti no solo compró el equipo, sino que actúa como patrón absoluto, interviniendo públicamente en decisiones deportivas como la permanencia del mánager Oswaldo Guillén.
En el caso de los Caribes de Anzoátegui, el exgrandeliga Magglio Ordóñez, también exalcalde del PSUV, lidera el club. Su cercanía con Tarek William Saab, fiscal general del régimen y compadre personal, le permitió obtener contratos públicos e impulsar su perfil empresarial, incluso construyendo estadios con recursos del Estado.
A esta lista se suma el intento de intervención del equipo Bravos de Margarita en 2020, ordenado por El Aissami. Aunque el equipo sigue formalmente en manos privadas, el episodio dejó clara la disposición del régimen a expandir su control total.
Del diamante a la OFAC
El control gubernamental sobre estos equipos no ha sido gratuito. Entre 2019 y 2022, tanto Magallanes como Tigres de Aragua fueron sancionados por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, lo que les impidió contratar peloteros estadounidenses o repatriar talentos venezolanos que jugaban en Grandes Ligas. Las sanciones fueron levantadas en 2022, pero dejaron huellas en la calidad del torneo y en su conexión con la MLB.
La consecuencia más devastadora ha sido el aislamiento de Venezuela del sistema internacional de desarrollo deportivo. Hasta 2015, el país albergaba 10 academias de Grandes Ligas. Hoy, ninguna permanece. República Dominicana, con una población menor, lidera la exportación de talento a la MLB.
La LMBP: una liga con uniforme y propaganda
Para suplir el vacío dejado por el béisbol internacional, el régimen lanzó en 2021 la Liga Mayor de Béisbol Profesional (LMBP), un torneo veraniego completamente controlado por el Ministerio del Deporte. Lejos de ser una opción competitiva, la LMBP es un espacio subsidiado por el Estado, con estadios vacíos, equipos financiados por figuras cercanas al poder, y niveles deportivos bajos.
Los clubes de la LMBP, como Delfines de La Guaira, Samanes de Aragua, o Centauros de La Guaira, están dirigidos por empresarios como Alinson Chacón, cercano a los hijos de Cilia Flores, o el expelotero Carlos Guillén, vinculado también a Trapiello. Las investigaciones sugieren que algunos equipos podrían ser usados como vehículos de lavado de dinero proveniente de la corrupción.
Un patrón que se repite en el fútbol y el básquet
Este fenómeno no es exclusivo del béisbol. Transparencia Venezuela en el Exilio, en conjunto con La Gran Aldea, ya había documentado cómo el fútbol profesional venezolano también ha sido cooptado por actores ligados al poder y utilizado para negocios turbios. Lo mismo ocurre con el baloncesto, cuyas franquicias están en manos de operadores chavistas o directamente del Estado.
📝 Puedes leer esas investigaciones aquí:
- El otro juego sucio: Fútbol venezolano, poder político y negocios oscuros
- El tablero del poder: Baloncesto venezolano, corrupción y control político
La conclusión es clara: el deporte en Venezuela no escapa a la lógica del chavismo. En vez de ser un espacio de encuentro, desarrollo y competencia sana, ha sido convertido en un instrumento de control político, plataforma de negocios opacos y herramienta de propaganda.
Como ocurre en otros sectores —universidades, medios, cultura o música— el guante del oficialismo atrapa, infiltra y deforma todo lo que toca.