Ya ni se cuidan las formas, al contrario, el régimen de Nicolás Maduro cada día es más frontal en sus posiciones y expone abiertamente lo que ha sido por años un secreto a voces: La injerencia cubana en la gestión de Gobierno del chavismo a lo largo de las dos últimas décadas.
Este lunes 20 de enero, mientras en Colombia más de 15 países se reunían para condenar el terrorismo, Nicolás Maduro firmaba nuevos proyectos de cooperación con Cuba con la expectativa de que puedan ser impulsados con un vigor casi diario lo que, según dijo, implicaría que el embajador cubano en el país, Dagoberto Rodríguez Barrera, se integre al Consejo de Ministros y tenga puertas abiertas en cada Ministerio.
No hubo disimulos ni encubrimientos. Todo está cuadrado con Raúl Castro, su “hermano mayor y protector”, y giró órdenes a sus ministros para que esta relación más estrecha se consolide.
Además, aseguró estar trabajando con Cuba para, de manera conjunta, relanzar Petrocaribe que si bien fue una iniciativa venezolana impulsada por Hugo Chávez en 2005, ahora se perfila como una pieza fundamental de la agenda diplomática que La Habana y Caracas empujan para garantizarse su sostenimiento en el poder.
Sin precisar detalles acerca de cómo ocurrirá este relanzamiento, ya que Petrocaribe se encuentra en situación agónica debido al desplome de la producción petrolera venezolana y a los cuantiosos desfalcos en que ha estado involucrada, Maduro prometió que en el primer semestre de 2020 recuperará “el brillo que tuvo” bajo las políticas castristas y chavistas, así como martianas y bolivarianas.
El foco es controlar el patio caribeño. Ni a Nicolás Maduro ni a Raúl Castro les conviene que los países de la zona se inclinen hacia otras tendencias políticas, alejándose de la vena revolucionaria estimulada a lo largo de varios lustros con la petrochequera venezolana. Así, Cuba y Venezuela, se lanzarán juntos a rescatar el instrumento que fidelizó a la región y “garantizar a los pueblos soberanía e independencia”.
En paralelo, se prepara una nueva oleada de acciones estratégicas desde la plataforma del Foro de Sao Paulo. De hecho, desde este 22 de enero Caracas será sede de un nuevo encuentro del Foro para “hacer la agenda del año 2020”, según anunció Maduro recientemente.
El anterior encuentro, celebrado en julio de 2019 en Caracas, alcanzó relevancia mundial debido a la ola desestabilizadora que se produjo en varios países latinoamericanos y que muchos atribuyeron a la agenda gestada en el Foro de Sao Paulo.
En la otra acera, con Estados Unidos al frente, siguen cerrando el cerco sobre los flujos irregulares de recursos que le dan sostenimiento a grupos al margen de la ley y dictaduras. Se esperarían nuevas acciones conjuntas en tal sentido, así como nuevas sanciones internacionales sobre los regímenes de Venezuela y Cuba.
Maduro está claro y por eso está decidido a impulsar el “desarrollo audaz de la nueva diplomacia bolivariana y la nueva geopolítica”. Es tiempo de consolidar alianzas estratégicas a cualquier precio para sostenerse en el poder.